Hoy día nadie duda del carácter primordial que tiene la investigación en la disciplina enfermera; casi siempre se cita que la investigación en Enfermería se inició en el mismo momento de su nacimiento, en la década de 1850 con Florence Nightingale, a la cual se designa como la primera enfermera investigadora. A lo largo de los años, a medida que la educación en Enfermería ha evolucionado desde programas formativos de carácter técnico en hospitales, hasta los estudios universitarios en sus diferentes niveles, el peso que han ido adquiriendo las competencias en investigación en la formación de las futuras enfermeras no ha dejado de crecer1.
Hay que señalar que este proceso ha sido muy desigual entre los países, con una clara desventaja en países como España con respecto a otros como los de ámbito anglosajón2. Sin duda, en nuestro país, el carácter inicial de diplomatura de los estudios universitarios de Enfermería fue un aspecto decisivo que jugó en contra, representando una limitación que restringía el acceso a los estudios de posgrado y doctorado, con las consecuencias negativas que ello suponía para el desarrollo de las competencias en investigación2. Sin embargo, la llegada del Espacio Europeo de Educación Superior permitió romper este techo de cristal académico, y la instauración de los estudios del Grado en Enfermería supuso una apuesta por aumentar la formación básica en investigación además de permitir el pleno desarrollo académico e investigador con el acceso a los estudios de segundo y tercer ciclo, posibilitando con un número creciente de enfermeras doctoras con plena capacidad investigadora1.
En los últimos años, el interés por profundizar en los factores que influyen en el desarrollo de investigación dentro de la disciplina enfermera ha sido creciente3–6. Chen et al. (2019)4 proponen un marco conceptual con cuatro elementos necesarios, según su criterio, para que las enfermeras produjeran investigación:
Competencia: Las enfermeras necesitan una formación adecuada y conocimientos suficientes en el área de investigación.
Motivación: La voluntad individual y contextual, el interés y el deseo de investigar en enfermería, es una condición previa que debe cumplir cualquier enfermera para poder adquirir y desarrollar capacidad investigadora.
Infraestructura: Se requiere de cierta infraestructura para el funcionamiento fluido y eficaz de las actividades de investigación en enfermería, entendiendo esta infraestructura como un conjunto amplio que engloba diversas estructuras y procesos (apoyo académico, apoyo material y económico, apoyo institucional y gestión e implementación de políticas de difusión de la cultura de la investigación).
Colaboración: La investigación debe entenderse siempre como una actividad colaborativa de muchas personas que participan para generar conocimientos. Por lo tanto, la colaboración (en sus múltiples vertientes) es una condición previa para potenciar la investigación enfermera. La colaboración académico-clínica, la colaboración entre personal novel y experto, la colaboración multicéntrica, la colaboración interprofesional y multidisciplinar son diferentes formas de colaboración reconocidas en la bibliografía relacionada con la capacidad de investigación en enfermería.
Sin la combinación de estos cuatro elementos es muy difícil que se desarrolle la investigación enfermera. Si ponemos bajo una lupa estos cuatro componentes y los evaluamos, es fácil poder reconocer muchos de los problemas que afloran cuando se analiza la relación investigación-enfermería. Por ejemplo, respecto a competencias y conocimientos, no todas las enfermeras parecen seguras a la hora investigar y muchas reconocen carencias formativas en este sentido5,7,8. Esto no sólo ocurre a las enfermeras cuya formación universitaria fue inicialmente de diplomadas, sino que también es extensible las enfermeras graduadas que, en algunos estudios, aluden a lagunas y falta de conocimientos y habilidades en el área de investigación7,8.
Son muchas las estrategias propuestas para mejorar estas competencias: programas educativos específicos, sistemas de mentoría-tutoría, sistemas de colaboraciones académico-clínicas o la creación de clubes de lectura crítica entre otras4,5pero es necesario realizar una reflexión individual y colectiva sobre las siguientes cuestiones: ¿cuántas de estas estrategias están implantadas y desarrolladas de forma firme en el entorno profesional? Quizás en el ámbito académico algunas de estas acciones tengan mayor grado de implantación, pero en contextos asistenciales, en muchos casos, la existencia y desarrollo de estas políticas es muy escasa, por no decir que inexistente.
Otro aspecto importante al que se hace referencia es la motivación4. Diferentes estudios4,9 sugieren distintas estrategias para aumentar la motivación de las enfermeras en el área de investigación tales como garantizar que la investigación sea relevante para los profesionales planteando preguntas de investigación que emanen de la práctica, difundir las pruebas de las investigaciones e incorporar a la práctica los resultados. Otro factor que estimula la motivación se centra en la creación de un entorno cultural que aprecie el valor de la investigación enfermera1; esta cultura de la investigación requiere del estímulo y apoyo de los compañeros10. Sin embargo, algunos estudios reportan que no siempre las enfermeras investigadoras se sienten suficientemente apoyadas y reconocidas, siendo incluso en ocasiones vistas con desconfianza y recelo1,8.
Por otra parte, la motivación requiere de un sistema que recompense la productividad y los resultados de investigación. La creación de una cultura de la investigación entre las enfermeras, indudablemente, requiere de la adquisición de compromisos a diferentes niveles: individual, grupal, institucional y nacional/social. La creación de oportunidades de carrera profesional orientada hacia la investigación para las enfermeras11 es un posible camino pero, a veces desconocido.
En este sentido, los incentivos para la investigación enfermera siguen siendo escasos. Como ejemplo cabe destacar que en la actualidad los méritos de investigación se valoran de una forma muy dispar dependiendo del contexto: mientras tienen un gran peso en la carrera docente y académica, son ínfimamente valorados en los ámbitos clínicos donde quedan recogidos de manera anecdótica e infravalorados en los baremos de méritos de las bolsas de empleo y de las ofertas públicas de empleo del sistema nacional/autonómicos de salud a través del sistema de concurso-oposición. Esto no hace más que contribuir a perpetuar la brecha entre el mundo académico y asistencial, especialmente en la disciplina enfermera1,2, lo cual repercute muy negativamente en la investigación en cuidados, ya que dificulta la transferencia de los resultados de investigación al ámbito clínico12.
Con respecto a los recursos e infraestructuras, aunque se han hecho avances importantes, la financiación de la investigación en cuidados sigue siendo claramente inferior al de otras disciplinas2,13. El apoyo a la investigación enfermera desde los órganos de gestión de las instituciones sanitarias también es frecuentemente muy desigual, con una enorme variabilidad según el contexto. Además, no en todas las instituciones existen unidades de apoyo a la investigación enfermera, ni se contempla la figura de la enfermera investigadora a tiempo completo. De hecho, en múltiples ocasiones en el organigrama de la institución esta figura se mimetiza con otros roles relacionados, pero no iguales (enfermeras responsables o pertenecientes a las unidades de docencia o a las unidades de calidad). Puede que a veces este encaje sea práctico a nivel organizativo, pero también puede diluir el peso que debería tener la investigación en la actividad de estas enfermeras.
Por último, respecto al elemento de colaboración, tradicionalmente ha sido mal entendida13. La colaboración no implica que el papel de las enfermeras esté relegado simplemente a la realización de ciertas tareas del proceso investigador como el reclutamiento de la muestra o la recogida de datos, ni estar supeditado a las directrices marcadas por otros profesionales12. La colaboración debe basarse en establecer una relación entre iguales, en el caso de que sea entre disciplinas, de forma que cada profesional aporte su visión, valores y conocimientos, enriqueciendo la investigación con perspectivas y enfoques diferentes que ayuden a mejorar el entendimiento del fenómeno a estudio. Y, por supuesto, también incluye que, según la naturaleza y objetivos del estudio, la enfermera pueda y deba liderar la investigación. Esto es aplicable también en las colaboraciones intradisciplinares, como las que se pueden dar entre el ámbito clínico-asistencial y el académico. En esta línea de potenciar la investigación colaborativa es fundamental establecer sinergias entre grupos de investigación, mayor presencia de los grupos de investigación en Cuidados en los Institutos de Investigación Biomédica y fomentar la participación de las enfermeras en las estructuras estables de investigación a nivel nacional e internacional tales como las Redes Temáticas de Investigación cooperativa (RETIC) o el Consorcio público de Investigación Biomédica en Red (CIBER) 14.
Indudablemente, la investigación enfermera ha avanzado mucho en nuestro país en los últimos años. Hay un gran número de enfermeras con capacidad investigadora acreditada y motivadas y que forman parte de grupos de investigación consolidados, donde la colaboración efectiva intra e interdisciplinar es un hecho2 y las posibilidades de optar a financiación en convocatorias competitivas cada vez son mayores. Debemos, por tanto, seguir diseñando estrategias efectivas a nivel macro, meso y micro que contribuyan al pleno desarrollo de la investigación enfermera, siendo conscientes de que todavía existen escollos y dificultades importantes a los que las enfermeras investigadoras se deben enfrentar en sus puestos de trabajo e instituciones. Queda mucho por hacer y las enfermeras, los gestores y las instituciones sanitarias no debemos ser conformistas y tenemos que seguir apostando fuerte para consolidar la investigación sobre todo por nuestros pacientes, que serán los mayores beneficiados.