La hipertensión arterial es un claro ejemplo de dimorfismo sexual que está presente en diversos tipos de animales. El humano es también un ejemplo de ello y así, mientras que antes de los 45 años de edad la hipertensión se muestra con más frecuencia en el varón que en la mujer, la relación se invierte después de la menopausia. Esta diferencia de expresión de un carácter fenotípico ligado al sexo relacionado con el riesgo cardiovascular no sólo se manifiesta sobre los valores de la presión arterial, sino que también se ha demostrado que existe para otros factores como es el caso de la estructura y función de las arterias. Todo ello hace que la situación de relativa protección sobre el riesgo cardiovascular que caracteriza a la mujer frente al varón durante un largo período de la vida se pierda después de la aparición de la menopausia.
Numerosas evidencias clínicas y epidemiológicas hacen sospechar que los estrógenos tienen en la mujer un importante papel protector sobre las enfermedades cardiovasculares, aunque no se conoce el mecanismo por el que éste se produce.
Es bien conocida la importancia que tiene el ambiente en el que se desarrolla el feto en el interior del útero en el posible desarrollo de enfermedades en la edad adulta. Así, en la rata la existencia de una insuficiencia placentaria es capaz de producir una limitación en el crecimiento del feto y dar lugar al desarrollo de hipertensión en los animales de ambos sexos cuando llegan a la edad adulta. Sin embargo, al alcanzar el período puberal, solo la rata macho nacida en estas circunstancias mantiene las cifras de presión arterial elevadas, mientras que en la rata hembra la presión arterial se estabiliza en niveles similares a los de la rata control adulta que ha seguido un embarazo normal.
En este interesante trabajo, basándose en que en la rata es en el momento de la pubertad cuando se alcanzan los máximos niveles de estrógenos, se plantea la hipótesis de que sea esta hormona la que determina la posible aparición de hipertensión o la estabilización de la presión al llegar a la edad adulta en este modelo y por tanto sea un factor clave para el desarrollo posterior de hipertensión.
MétodosLa presión arterial se midió telemétricamente a través de un catéter emplazado en la aorta abdominal, en ratas hembras cuyo crecimiento intrauterino había sido restringido mediante la provocación de insuficiencia de riego de la circulación útero-placentaria (IUGR: intra uterine growth restricted) por clipaje aórtico. Los valores obtenidos se compararon con los de ratas del mismo sexo, edad y peso no sometidas a manipulación quirúrgica durante su desarrollo en el interior del útero.
A las diez semanas de vida a un grupo de ratas IUGR y de ratas control se les practica la extirpación quirúrgica de ambos ovarios.
De esta manera se obtuvieron cuatro grupos de animales: ratas control intactas, ratas control ovariectomizadas, ratas IUGR intactas y ratas IUGR ovariectomizadas.
Posteriormente el comportamiento de la presión arterial en las ratas ovariectomizadas se analizó tras la administración de tratamiento estrogénico en forma de pellets subcutáneos y del tratamiento con un inhibidor de la enzima de conversión de la angiotensina.
ResultadosA las 16 semanas del nacimiento, cuando ya los pesos se habían igualado, las cifras de la presión arterial encontradas en los animales control (123 mmHg) eran similiares que las de las ratas IUGR (123 mmHg). La ovariectomía produjo un significativo aumento de la presión (140 mmHg) en el grupo de ratas IUGR, que no se observó en el grupo control.
La aplicación de estrógenos a las ratas ovariectomizadas que se inició a partir de la edad de 14 semanas en las ratas del grupo IUGG fue capaz de anular el efecto hipertensivo (111 mmHg), lo cual se produjo también con bloqueo del sistema renina angiotensina (106 mmHg).
ConclusionesEn este modelo experimental de hipertensión programada durante el período fetal, por creación de insuficiencia placentaria, en ratas normotensas, los estrógenos parecen ser un elemento clave en el desarrollo de la hipertensión, ya que mientras su ausencia provocada por ovariectomía quirúrgica produce un significativo aumento de las cifras de presión, el tratamiento hormonal sustitutivo con estrógenos restablece los valores previos de presión arterial.