En diciembre de 2019 se detectó la aparición de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) en Wuhan, China, y desde entonces se ha registrado una extensa diseminación, que ha convertido esta infección en una pandemia. El sistema sanitario ha movilizado gran cantidad de recursos asistenciales para controlar dicha pandemia, lo que ha tenido un gran impacto en la atención hospitalaria de los enfermos, especialmente durante los meses de marzo y abril de 20201. Una de las consecuencias observadas, una vez superada la fase aguda de la pandemia, es el gran impacto que ha tenido en la atención de los pacientes con enfermedades distintas de la infección COVID-19, entre ellas el cáncer. Aparte del retraso en los programas de cribado poblacional, en los circuitos de diagnóstico rápido y en las intervenciones quirúrgicas diagnósticas y terapéuticas, se ha observado una demora en la consulta médica en pacientes que finalmente se diagnostican de cáncer2,3. Ello se ha debido tanto al colapso del sistema sanitario como al hecho de que los pacientes han desistido o han demorado su consulta a la atención primaria o a la hospitalaria hasta que sus manifestaciones clínicas han sido intolerables. En el caso de las hemopatías malignas, su curso frecuentemente agudo ha motivado que los enfermos se diagnostiquen en fases más avanzadas, con las implicaciones pronósticas que ello comporta. Este hecho, ampliamente comentado por los profesionales, ha sido escasamente analizado. El objetivo de este estudio fue analizar las características de los pacientes con hemopatías malignas agudas de nuevo diagnóstico atendidos en un servicio de Hematología de un hospital terciario de una área con alta incidencia de infección por COVID-193.
En los meses de marzo y abril de 2020 se diagnosticaron 17 pacientes con hemopatías malignas agudas (10 leucemias agudas y 7 linfomas), cuyas principales características pronósticas figuran en la tabla 1. Cuatro enfermos con leucemias agudas presentaban factores de mal pronóstico (hiperleucocitosis, coagulación intravascular diseminada, hemorragia cerebral) y en 5 casos los pacientes sufrían infecciones graves en el momento del diagnóstico. Seis de los 7 pacientes con linfoma también presentaban características pronósticas desfavorables, como masas voluminosas, marcada elevación de la LDH sérica, así como compresión medular en 2 enfermos.
Características principales en las hemopatías malignas diagnosticadas durante la pandemia COVID-19
Enfermedad | Edad (años) | Género | Característica principal |
---|---|---|---|
Leucemias agudas | |||
LAL B madura (tipo Burkitt) | 61 | Varón | Leucocitos 75×109/lSíndrome de lisis tumoral agudaLDH 4.961 U/l |
LAM | 39 | Varón | Leucocitos 285×109/l |
LPA | 34 | Varón | Leucocitos 102×109/lCoagulación intravascular diseminadaHemorragia en SNC |
LAL | 25 | Varón | Leucocitos 448×109/l |
Linfomas | |||
Linfoma B difuso de célula grande | 26 | Varón | Masa voluminosaLDH 1.100U/l |
Linfoma de la zona marginal | 70 | Varón | Compresión medular |
Linfoma B de alto grado, inclasificable | 21 | Varón | Masa voluminosa |
Linfoma B rico en células T | 42 | Varón | Ascitis a tensión |
Linfoma de Hodgkin | 20 | Varón | Estadio IV, signos B |
Linfoma folicular | 62 | Mujer | Compresión medular |
LAL: leucemia aguda linfoblástica; LAM: leucemia aguda mieloblástica; LPA: leucemia promielocítica aguda.
El colapso del sistema sanitario en áreas de gran incidencia de infección COVID-19, como es el área de Barcelona, ha llevado a la focalización mayoritaria del sistema hospitalario en la atención de los pacientes con la citada infección que presentaban manifestaciones clínicas de diversa gravedad y que requerían ingreso hospitalario o soporte en unidades de medicina intensiva. Ello ha tenido un gran impacto en áreas asistenciales de enfermedades de alto impacto sanitario como las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Este hecho, junto a la reticencia de los pacientes a acudir a centros hospitalarios prácticamente saturados de enfermos con infección COVID-19, ha determinado que con frecuencia dichas enfermedades se diagnostiquen en fases más avanzadas, con las consecuencias pronósticas que ello comporta. En el caso de las hemopatías malignas agudas analizadas en el presente estudio cabe destacar que la mayoría comparten características propias de un retraso en el diagnóstico, como son la hiperleucocitosis en las leucemias agudas y las masas tumorales voluminosas en los linfomas. Más preocupante aún ha sido la atención de pacientes con compresión medular establecida, cuyas posibilidades de recuperación funcional son muy escasas.
La pandemia por COVID-19 está comportando desafíos únicos y su trayectoria sigue siendo incierta. Sin embargo, en el momento actual de control de la fase expansiva debemos esforzarnos en retornar rápidamente a la normalidad en áreas tan sensibles de la atención sanitaria como es el diagnóstico y el tratamiento del cáncer2,4,5.