La agonía, que casi siempre precede a la muerte, es un proceso que ofrece una oportunidad de mejora, y de actuación. La descripción de este problema clínico es inusual. El tratamiento explícito de la agonía permitiría una muerte más digna.
ObjetivoDescribir la muerte “real” en una serie de pacientes de un hospital general.
Pacientes Y MétodoEstudio clínico observacional y prospectivo del proceso de la muerte en 56 pacientes asistidos –“en tiempo real y a la cabecera de la cama”– por diversas condiciones médicas irreversibles. Se trataba de 35 varones y 21 mujeres, con una edad media (DE) de 66,6 (17) años (mediana y moda, 70; rango, 16-91 años). Registramos el nivel de sedación/analgesia, el grado de instrumentación tecnológica, la información compartida entre médico, el paciente, la familia y la enfermería, y las órdenes documentadas de “no reanimar”.
ResultadosLas causas de muerte eran: enfermedad crónica terminal (48,2%), neoplasias diversas extendidas (42,8%) y enfermedad aguda intratable (9%). El 70% de los pacientes agonizaban sin ayuda suficiente debido a dolor no controlado, disnea, angustia vital, vómitos, miedo o agotamiento. El 30% no recibió sedación/analgesia alguna. Salvo un caso, todos tenían un catéter venoso: el 41% la vejiga cateterizada y el 12,5% una sonda nasogástrica. Aunque la disnea afectó a todos, sólo se suplementó oxígeno en el 76,8%. En tres casos se llegó a la reanimación cardiopulmonar sin éxito. A pesar de lo inevitable de la muerte, se documentó orden de “no reanimar” en el 51,7%. Sólo 4 pacientes conocían su situación. Este “pacto de silencio” no fue desvelado a la familia en el 42,9% de los casos. Enfermería fue avisada de la muerte en el 51,7% de los pacientes.
ConclusionesLa asistencia al moribundo es claramente mejorable. En la mayoría de los casos, la autonomía es usurpada por un paternalismo “bien intencionado”. La información proporcionada al paciente fue casi nula e imperó el secretismo. Los pacientes deseaban alivio y se les ofreció tecnología invasiva. Detectamos una actitud “neutral”, abandono o cierta indiferencia ante el último y mayor sufrimiento humano. Invocamos un cambio de actitud entre los clínicos.
Agony, which precedes death without few exceptions is a process and offers an opportunity for improvement and action. Description of this clinical problem is rare. Explicit treatment of agony allows for a more dignified death.
ObjectivesTo describe the «real» death in a series of patients in a general hospital.
Patients and MethodsObservational and prospective clinical study of the process of death in 56 patients attended «in real time and at bed side» for several irreversible medical conditions: 35 men and 21 women; whose mean (SD) ages were 66.6 (17) (median and mode, 70; range, 16 to 91). We recorded the level of sedation/analgesia, degree of technological instrumentation, information shared by physicians, patient, family and nursing staff and the documented orders of «do not reanimate.»
ResultsThe patients died from terminal chronic disease (48.2%), different extended neoplasms (42.8%), or untreatable acute disease (9%). A total of 70% agonized without sufficient help: due to uncontrolled pain, dyspnea, vital anguish, vomiting, fear or exhaustion. Thirty percent did not receive any sedation/analgesics. Except one case, all had a venous catheter; 41% catheterized bladder; 12.5% nasogastric probe. Although dyspnea affected all, only 76.8% had oxygen supplement. In three cases, cardiopulmonary resuscitation was performed without success. In spite of the inevitability of death, the order of «do not reanimate» was documented in 51.7%. Only four patients knew their condition. This «silence pact» was not revealed to the family in 42.9%. The nursing staff was advised of the death in 51.7%.
ConclusionsAttendance to the dying can clearly be improved. Autonomy is mostly usurped by a «well intended» paternalism. The information given to the patient was almost null, and secretism prevailed. The patients desired relief, we offered invasive technology. We detect a «neutral» attitude, abandonment, or certain indifference towards the last and greatest human suffering. We invoke a change in attitude among the clinicians.