los homicidios cometidos por mujeres presentan un interés especial a nivel científico y social. En la literatura forense, se han observado unas características comunes a los homicidios de autoras femeninas que los diferencian de los cometidos por hombres, tanto a nivel del acto homicida en sí mismo, como por las características de la agresora y la víctima. Nuestro objetivo es averiguar si en España los homicidios cometidos por las mujeres presentan dichas características o hay diferencias sustanciales.
Material y métodosanalizamos una serie de casos (n = 18) de homicidios cometidos por mujeres. Valoramos la biografía de las mujeres, las características del homicidio, el historial de trastorno mental y el consumo de tóxicos, y datos de interés del proceso judicial.
Resultadosen nuestra muestra, como diferencias destacadas entre nuestro estudio y otros, encontramos un menor número de antecedentes biográficos traumáticos entre las mujeres condenadas por homicidio, así como una menor cantidad de agresiones y amenazas previas por parte de las víctimas.
Consideraciones finalesson necesarios más estudios para confirmar estos hallazgos.
Homicides committed by women are of special scientific and social interest. In forensic literature, common characteristics differentiating women's homicide of those committed by men have been observed. These characteristics concern the act of homicide itself, and also the victims and aggressors characteristics. Our objective is to find if in Spain, homicides committed by women present such characteristics or substantial differences exist.
Material and methodWe analysed a case series (n = 18) of homicides committed by women. We evaluated their biography, homicide characteristics, previous mental illness history and drug use, and data of interest concerning the legal procedure.
ResultsIn our sample, as highlighted differences between our study and others, we found less traumatic events in the biography of women who have a homicide conviction. We also found less history of previous aggresions and threats to the women by their victims.
Final considerationsMore studies are necessary to confirm these findings.
Dentro del interés que suscita el estudio del homicidio, los homicidios cometidos por mujeres suelen recibir una gran atención por parte de los científicos forenses, así como por los medios de comunicación1. Esto es debido tanto por su relativa escasez (a nivel global, tan solo el 10% de los homicidios tienen autoría femenina2) como por las características que suelen tener los homicidios cometidos por las mujeres en comparación con los cometidos por los hombres. Las mujeres, generalmente, emplean unas estrategias de resolución de conflictos y afrontamiento de estresores menos agresivas, por lo que no es habitual que recurran a la violencia con la misma frecuencia que los hombres. Como ejemplo, las mujeres tan solo fueron responsables en España de entre el 5 y el 20% (según el tipo de delito) de los delitos considerados como violentos cometidos en 20183. Respecto al homicidio, cuando lo perpetran, suele ser generalmente por motivos distintos que los de sus contrapartidas masculinas4,5.
Se ha observado que los homicidios cometidos por las mujeres suelen tener como objetivo a sus parejas6, generalmente en el contexto de importantes estresores emocionales, como el maltrato o la dependencia económica4,5. En estos casos, es habitual que la mujer haya buscado otras vías de ayuda (acudiendo a las autoridades, servicios sociales o sanitarios) antes de pasar al acto4. Otra víctima común de las mujeres suelen ser sus hijos, por ejemplo, en el contexto de una depresión o psicosis posparto; en el contexto de una sobrecarga de cuidados o un delirio7,8, o en el conocido como suicidio ampliado, en el que se concibe la muerte de los hijos como una forma de evitar el sufrimiento de estos9. En las víctimas en el exterior de la familia directa, también observamos que las mujeres matan a las víctimas más cercanas (otros familiares, amigos, conocidos). En los diversos estudios revisados, los desconocidos comprendían entre el 2 y el 19% del total de víctimas de los homicidios cometidos por las mujeres, mientras que en los cometidos por los hombres las víctimas desconocidas variaban del 16 al 48%4,6,10.
Al margen de los casos en los que la enfermedad mental es un factor determinante en la intencionalidad homicida, como sería el caso de la psicosis posparto, las mujeres homicidas parecen tener una mayor prevalencia de una enfermedad mental que los hombres homicidas, así como una importante cantidad de acontecimientos estresantes y traumáticos en su biografía4,11, encontrando en un estudio un 28% más del total de las mujeres que habían sufrido una crianza con distanciamiento emocional respecto a los hombres. Si hablamos de abuso sexual, la diferencia es aún más marcada (34% de las mujeres de la muestra, frente al 5% de los hombres)4.
El objetivo del presente estudio es analizar los homicidios cometidos por las mujeres que fueron valoradas durante la instrucción por la Sección de Psiquiatría Forense del Instituto de Medicina Legal de Valencia, en un periodo de 10 años, y ver cómo se ajustan o difieren de lo hallado en estudios anteriores. Se evaluaron los factores psicosociales de las agresoras, tanto presentes como pasados, así como su historia de salud mental. Dada la existencia de una revisión que sugiere que la presencia de una enfermedad mental y el tipo de esta es un factor importante en la elección del método de homicidio12, también analizamos este aspecto. Asimismo, evaluamos la relación entre la agresora y su víctima, que también influye en la forma de cometer el delito13. Por último, evaluamos algunas características de interés del proceso judicial.
Material y métodosSe realizó un estudio retrospectivo, revisando los archivos del Instituto de Medicina Legal de Valencia. Se seleccionaron todos los casos entre 2006 y 2016 de homicidio u homicidio en grado de tentativa en los que la sospechosa era una mujer que había sido sometida a evaluación médico forense y existía una sentencia en primera instancia o superior que considera el homicidio y su autoría probados. A continuación, se revisó tanto el informe médico forense como la documentación acompañante y la sentencia del caso. El conjunto de la documentación revisada comprende la historia clínica de las exploradas, los antecedentes sociodemográficos importantes y los hechos probados del homicidio, así como las circunstancias de este.
Se recopilaron datos sociodemográficos de las mujeres estudiadas: edad, nacionalidad, estado laboral en el momento de los hechos (empleada, desempleada y pensionista, así como dependiente económicamente de su pareja, no controlando el dinero aunque trabajase, esto fue informado por las mujeres y confirmado durante la instrucción), nivel de estudios y nivel socioeconómico.
El nivel socioeconómico fue inferido del tipo del empleo que desempeñaban las mujeres antes y en el momento de los hechos, así como el sueldo medio inferible de dicha profesión, combinado con los datos obtenidos sobre las propiedades y el estilo de vida durante la instrucción y la historia clínica, así como de las manifestaciones de las mujeres durante la exploración médico forense sobre su nivel económico percibido.
También se buscaron datos sobre el delito cometido: relación de las mujeres con sus víctimas, mecanismo mediante el que se produjo o intentó producir la muerte, si habían recibido amenazas o violencia por parte de sus víctimas previamente a la comisión del delito, y si intentaron suicidarse tras los hechos. En el caso de que existiera un intento de suicidio, se evaluó su gravedad (leve, moderado, grave) según la escala SALSA. Se escogió esta escala debido a que permite medir la gravedad del intento de suicidio de forma retrospectiva a partir de la historia clínica disponible, sin necesidad de nuevas entrevistas14.
Asimismo, se compilaron datos psicobiográficos relevantes sobre las estudiadas: antecedentes de abuso sexual, antecedentes de maltrato por familiares (tanto físico como psicológico), antecedentes de alteraciones en la crianza (tales como divorcio traumático de los padres, abandono por parte de progenitor, crianza excesivamente punitiva), episodios vividos como traumáticos que no se puedan clasificar en otra categoría (por ejemplo, atracos o accidentes de tráfico), antecedentes penales y alteraciones conductuales significativas en la infancia o la adolescencia (detenciones, expulsiones del colegio, estancias en centros de menores o similares).
Se investigó su historial psiquiátrico: trastorno mental diagnosticado, antecedentes familiares de enfermedad mental o consumo de sustancias, alteraciones de la capacidad intelectual y del neurodesarrollo, diagnósticos de trastorno de la personalidad, así como sospechas del mismo (a efectos del estudio, se clasificó como trastorno de la personalidad sospechado cuando se hallaron más de 2 referencias en la historia clínica a una sospecha de trastorno de la personalidad, pero en la historia clínica no existe diagnóstico definitivo de trastorno de la personalidad ni se descartó por completo).
Adicionalmente, se recopilaron datos sobre el historial de consumo de tóxicos: intoxicación en el momento de cometer el delito, consumo habitual de alguna sustancia, si dicho consumo podría cumplir los criterios de abuso, dependencia o remisión, si la mujer cumplía criterios de enfermedad dual (trastorno mental junto a trastorno por consumo activo) y si había buscado tratamiento específico para adicciones.
Por último, se obtuvieron los datos relativos al proceso legal: si las sujetas reconocían o no los hechos de los que se le acusaban, las conclusiones del examen médico forense respecto a su capacidad y las conclusiones de la sentencia judicial.
Los datos evaluados fueron analizados de forma descriptiva.
El estudio ha contado con la autorización del Instituto de Medicina Legal de Valencia.
ResultadosDatos sociodemográficosEdad: el rango de edad de las estudiadas estuvo entre los 20 y los 54 años, con una media de 36,50 años y una mediana de 37,17 años.
Nacionalidad: la mayoría de las mujeres eran de nacionalidad española (10 casos, 55,6%), 5 (27,8%) procedían de países latinoamericanos y las 3 restantes procedían de Europa Occidental, Europa del Este y Asia, respectivamente.
Empleo: 11 de las mujeres (61,1%) tenían empleo en el momento de los hechos, 4 de ellas (22,2%) presentaban dependencia económica de sus parejas, al margen de su situación laboral, 2 de ellas estaban desempleadas y una era pensionista debido a una discapacidad.
Nivel de estudios: 5 de las estudiadas (27,8%) habían completado los estudios secundarios, 4 de ellas habían completado el bachillerato o FP superior y otras 4 los estudios primarios, 3 de ellas tenían título universitario o superior. Tan solo 2 de ellas no habían completado los estudios primarios. Sin embargo, estaban alfabetizadas. No se encontró a ninguna mujer funcionalmente analfabeta.
Nivel socioeconómico: la gran mayoría (14 mujeres, 77,8%) presentaba un nivel socioeconómico considerado como bajo y las 4 restantes presentaban un nivel medio. No se encontró ninguna que presentara un nivel socioeconómico alto.
Antecedentes biográficosAlteraciones en la crianza: 3 de las mujeres (16,7%) informaron de eventos que habían impactado negativamente en su crianza: violencia entre progenitores, estilo educativo emocionalmente distante y divorcio litigante de los padres.
Abuso sexual: ninguna de las estudiadas había sido víctima de abusos sexuales.
Antecedentes de maltrato: 4 de las exploradas (22,2%) refirieron haber sufrido maltrato por parte de sus progenitores, 2 de ellas únicamente físico, las otras 2, físico y psicológico mixtos.
Otras experiencias traumáticas: 2 de las mujeres (11,1%) informaron de experiencias traumáticas no recogidas en las categorías antes exploradas: una de ellas fue atracada, la otra se negó a especificar el tipo de acontecimiento.
Antecedentes penales: tan solo 2 de las condenadas (11,1%) tenían antecedentes penales, ambas por delitos violentos.
Alteraciones de conducta en la infancia: preguntadas por detenciones, estancias en centros de reforma o similares, 2 de las mujeres (11,1%) refirieron haber pasado por este tipo de experiencias (expulsión del colegio y estancia en centro de reforma).
Características del delitoRelación con la víctima: el 38,9% de las víctimas no tenían parentesco directo con las sujetas a estudio (2 personas desconocidas, 2 conocidas, una amante del marido, un yerno, un menor y una anciana a cargo); 4 de las víctimas (22,2%) eran hijos de las perpetradoras, 3 de ellas pareja (2 maridos, una pareja no conviviente), 2 exparejas, una madre y un nieto.
Mecanismo: la mayoría de las mujeres perpetraron el homicidio o intento con armas blancas (7 casos, 38,9%), seguidos de asfixia (5 casos, 27,8%), golpes y objetos contundentes (4 casos, 22,2%). Asimismo, hubo un caso de intento de homicidio con rociamiento con gasolina y fuego, y otro con ahogamiento en masa de agua.
Amenazas previas recibidas: ninguna de las mujeres sufrió amenazas previas por parte de las víctimas.
Violencia previa recibida: 3 de las sujetas a estudio (16,7%) habían recibido violencia por parte de las víctimas. Una de ellas era su marido, otra su expareja y la tercera un conocido.
Intento de suicidio tras los hechos: realizaron un intento autolítico 3 de las mujeres (16,7%). Atendiendo a la letalidad percibida del método, la letalidad real y la previsión de rescate, 2 de los intentos se calificarían como graves y uno como leve.
Antecedentes psiquiátricosTrastorno mental: en 10 de los casos (55,6%) se observó uno o más diagnósticos de trastorno mental. Se observaron en total 6 diagnósticos de trastornos del estado de ánimo (5 depresiones, un trastorno bipolar, que en el momento de los hechos se hallaba en eutimia), 4 trastornos del espectro psicótico (2 esquizofrenia, una psicosis tóxica, una psicosis puerperal), 4 trastornos de ansiedad, 2 trastornos de la conducta alimentaria (una anorexia nerviosa, una bulimia), un trastorno de conversión y un trastorno disociativo.
Antecedentes familiares: 4 de las mujeres (22,2%) refirieron tener en la familia antecedentes de enfermedad mental o consumo problemático de sustancias estupefacientes.
Inteligencia: 17 de las 18 mujeres (94,4%) presentaban una inteligencia normal, tan solo observándose un caso de inteligencia limítrofe.
Alteraciones del neurodesarrollo: en un caso (5,6%) existía una historia de epilepsia, presentando el resto de las mujeres un neurodesarrollo normal.
Trastorno de la personalidad: en 2 casos (11,1%) existía un diagnóstico de trastorno de la personalidad, uno de ellos del clúster A (paranoide) y uno del clúster B (límite). En 6 casos (33,3%) existía la historia de un trastorno de la personalidad tras la revisión de la historia clínica y la evaluación médico forense, sin embargo, no existía un diagnóstico confirmatorio ni se descartaban las sospechas en la historia clínica. En 4 casos se sospechaba trastorno del clúster B, uno del clúster A y uno del clúster C.
Historial de consumo de tóxicosIntoxicación en el momento de los hechos: tras el análisis médico forense, se determinó que 4 de las mujeres (22,2%) presentaban intoxicación por una o más sustancias en el momento de los hechos (2 casos de intoxicación por alcohol, un caso de alcohol + THC, un caso de alcohol + THC + cocaína).
Consumo habitual actual: 8 de las mujeres (44,4%) consumían alguna sustancia psicoactiva de manera habitual.
Abuso/dependencia/remisión: en 3 de los casos (16,7%) se observó que las mujeres cumplían criterios de abuso para una o más sustancias psicoactivas. En uno de esos casos, además, se determinó que cumplía criterios de dependencia. No se observó ningún trastorno por consumo en remisión.
Enfermedad dual: en un caso (5,6%) se observaron criterios de enfermedad dual (depresión + abuso y dependencia de alcohol, THC y cocaína).
Antecedentes de tratamiento de consumo: 3 de las mujeres (16,7%) habían recibido tratamiento en el pasado por Unidades de Conductas Adictivas, una de ellas, además había realizado un intento de desintoxicación hospitalaria.
Proceso legalReconocimiento de los hechos: 12 mujeres (66,6%) reconocieron la autoría de los hechos antes del juicio, 5 de ellas (27,8%) lo negaron, y tan solo una (5,6%) refirió amnesia de la situación.
Conclusiones del informe médico forense: en 9 de los casos (50%) no se observó ninguna circunstancia modificadora de la responsabilidad criminal, en 4 se estimó una atenuante por motivos psiquiátricos (22,2%), en 3 una eximente incompleta (16,7%) y en 2 una eximente completa (11,1%).
Conclusiones de la sentencia: las sentencias coincidieron con los informes médico forenses salvo en 2 casos (11,1%). En ambos, en el informe médico forense se concluyó que existían atenuantes por motivos psiquiátricos, pero en la sentencia se concluyó que no existían dichos atenuantes.
DiscusiónCaracterísticas del delitoSi analizamos las circunstancias de los homicidios, encontramos unos resultados interesantes. Existe una corriente de estudios que ha hallado ciertas características en los homicidios y asesinatos cometidos por las mujeres4,15. En la serie de casos analizados, encontramos ciertos resultados consistentes con estos estudios como la falta de planificación, tan solo tenemos la seguridad de que uno de los casos había sido planificado, existiendo dudas con otro de ellos, el resto (n = 16) se cometieron sin planificación previa; asimismo, observamos que la mayoría (n = 16) de las víctimas eran conocidas por las autoras del homicidio. También se observa la existencia de una mayoría de personas a cargo (n = 7), así como de parejas y exparejas (n = 5).
Sin embargo, en contraste con dichos estudios, son muy pocas las veces en que las mujeres habían sido agredidas por sus víctimas en el pasado (n = 3) y no encontramos ningún caso en el que hubieran sido amenazadas. Respecto a los intentos de suicidio tras los hechos, es destacable mencionar que los 2 intentos considerados graves (mecanismo percibido de alta letalidad, mecanismo empleado de alta letalidad, escasa previsión de rescate) se dan en casos en los que la víctima era hijo de la mujer, lo que nos induce a pensar que había intención de cometer un suicidio ampliado.
En lo que concierne al mecanismo utilizado, parece confirmarse en parte, lo observado en estudios anteriores12: en todos los casos en los que existía una clínica psicótica salvo uno (caso 14, psicosis puerperal) se emplearon armas blancas. Esta tendencia no parece cumplirse de forma tan marcada en la relación entre los trastornos del estado de ánimo y el estrangulamiento/asfixia/ahogamiento; estos métodos de agresión, junto con los golpes, parecen estar más relacionados con la superioridad física en relación a la víctima (7 de las 10 víctimas de estos métodos eran niños o personas dependientes).
Datos sociodemográficosSi comparamos la edad de las mujeres de nuestro estudio con el último informe sobre el homicidio elaborado por el Ministerio del Interior, encontramos que la media de edad es más similar a la de los varones que a la de las mujeres. También observamos que el porcentaje de las autoras españolas en nuestro estudio es menor (55,6% contra el 63,5%)16. Es de destacar que, aunque la mayoría de las mujeres estaban empleadas, casi todos los empleos eran precarios lo que, combinado con otra serie de factores (mala gestión de la economía familiar informada en el caso 7 o la situación de irregularidad del caso 11) hacían que el nivel socioeconómico de la mayoría de las mujeres fuese bajo. El nivel socioeconómico bajo es un estresor que se ha relacionado con el incremento de la violencia, especialmente contra la pareja17,18. Se encontró un nivel educativo mayor de lo esperado: más de la mitad de las mujeres tenían estudios superiores a los secundarios, hecho que no es habitual entre las muestras de las personas que han cometido homicidios19–21.
Antecedentes biográficosSe trata de uno de los apartados en los que observamos más diferencia entre nuestra muestra y los modelos establecidos por los estudios antes mencionados. No encontramos ningún caso de abuso sexual, pocos casos de maltrato (n = 4), de alteraciones relevantes en la crianza (n = 3) y de otros eventos considerados traumáticos (n = 2). Esto contrasta con los hallazgos que indican que las mujeres que cometen homicidios tienen mayor cantidad de antecedentes psicobiográficos traumáticos o han sido víctimas de abuso4–6. Encontramos pocos antecedentes penales (n = 2) y antecedentes de alteraciones de conducta significativas durante la infancia (n = 3). Este hallazgo es consistente con los estudios que indican que las mujeres que han cometido homicidios suelen presentar menos antecedentes de conducta criminal que los hombres22,23.
Antecedentes psiquiátricosLa abundancia de diagnósticos psiquiátricos entre los casos estudiados (n = 10) concuerda con los hallazgos que indican que las mujeres condenadas por homicidio tienen más probabilidades de ser diagnosticadas con una enfermedad mental que los hombres13, aún así, hay que tener en cuenta el sesgo de muestra, dado que la peritación no se realiza en todos los casos, únicamente en los que se sospecha que pueda existir un trastorno mental. En los casos 5, 9, 14 y 16 existía una psicosis activa, estando el motivo del homicidio asociado a la clínica psicótica de las estudiadas. En el caso 17 se presenta un episodio disociativo que cursaba con un delirio religioso, el cual asimismo llevó a la mujer a cometer el hecho antijurídico.
La prevalencia de antecedentes familiares, así como de alteraciones en la inteligencia y el neurodesarrollo, es escasa y no parece relevante. Respecto a los trastornos de personalidad, tan solo encontramos un diagnóstico de un trastorno del clúster A (paranoide) y otro del clúster B (límite), lo que contradice los hallazgos que relacionan principalmente al clúster B con la propensión a la violencia24. No obstante, analizando los historiales, se sospecha de un trastorno de personalidad clúster B no diagnosticado en 4 casos adicionales, mientras que solo se sospecha de clúster A y C no diagnosticado en un caso por cada clúster. Esto podría estar relacionado con las dificultades de diagnosticar un trastorno de la personalidad sin una exploración prolongada en el tiempo, o bien la sospecha podría ser un reflejo de la tendencia observada a sobrediagnosticar trastornos en las mujeres que han presentado conductas antijurídicas1,5.
Historia de consumo de tóxicosLos casos en los que existía una intoxicación aguda por sustancias en el momento de los hechos son muy escasos respecto a los casos de homicidio en general25. Respecto al consumo habitual de sustancias, es similar a lo observado en la población femenina general en España26. Llama la atención que, de los 4 casos en los que hubo intoxicación en el momento de los hechos, 3 de las mujeres cumplían además criterios de abuso de al menos una sustancia y una de ellas, además, cumplía criterios de dependencia y enfermedad dual, la cual podría estar relacionada con un riesgo aumentado de violencia27. De las 3 mujeres que cumplían criterios de abuso de una o más sustancias psicoestimulantes, 2 habían seguido un tratamiento en una unidad de conductas adictivas y una de ellas había realizado una desintoxicación hospitalaria, con una posterior recaída. No proporcionaron información sobre los precipitantes de la recaída durante su exploración.
Proceso legalQue 2 tercios de las mujeres admitan la autoría contrasta marcadamente con lo observado en muestras de la población masculina, en la que la admisión de los hechos es del 50%27. También es llamativa la ausencia de declaraciones de olvido en las que se sospecha que es una estrategia de defensa (solo refirió haber olvidado los hechos la mujer del caso 9, un caso de psicosis tóxica en el que el olvido es un síntoma esperable), ya que el 25% de una muestra masculina refería olvido de los hechos, sospechándose en parte de ellas la llamada «amnesia judicial»27.
Respecto a las discrepancias entre la peritación médico forense y la sentencia, solo se observan en 2 casos, en los que el informe médico forense estima un atenuante análogo por salud mental y en la sentencia no se estima. Este nivel de discrepancia entre el informe y la sentencia es similar a lo observado en las muestras de la población masculina27.
LimitacionesExisten varias limitaciones a la hora de interpretar los resultados, inherentes a la naturaleza de los estudios de series de casos. El pequeño tamaño de la muestra (n = 18, a pesar de haber tomado las muestras en un periodo relativamente amplio de tiempo como son 10 años) no nos ha permitido realizar un análisis estadístico del que se podían haber sacado resultados más conclusivos. Asimismo, la selección de la muestra se ha visto sesgada por la elección de los casos en los que las mujeres condenadas por homicidio habían sido valoradas por el Instituto de Medicina Legal de Valencia y existía una sentencia condenatoria. Aunque ambos criterios de inclusión son útiles para poder conocer todos los detalles del caso y el proceso legal, dejan fuera del estudio a los casos en los que no existió un peritaje forense, los pendientes de juicio o sentencia, y los que aún se hallan en fase de instrucción. Tampoco fue posible acceder a los archivos de otros institutos de medicina legal en España. Por último, la naturaleza retrospectiva del estudio limita la información a la presente en la documentación consultada, lo que ha impedido realizar pruebas que podrían haber enriquecido el estudio, tales como escalas o inventarios.
Consideraciones finalesDe las diferencias encontradas entre nuestra muestra y estudios anteriores, destaca que hallamos muy pocos antecedentes de agresiones/amenazas por parte de las víctimas hacia las mujeres condenadas por homicidio. Asimismo, encontramos escasos antecedentes traumáticos. Aunque no es descabellado pensar que en una sociedad con roles de género cada vez menos rígidos las características de género en el homicidio también se vuelvan menos rígidos (hallando cada vez más características propias de los homicidas masculinos en las mujeres y viceversa), no disponemos de los datos objetivos para poder realizar esta información. Es necesario realizar más estudios, preferiblemente prospectivos y con una muestra de mayor tamaño, para estudiar los hallazgos encontrados en esta serie de casos.
AgradecimientosNinguno.
Conflicto de interesesNinguno.
FinanciaciónLa presente investigación no ha recibido ninguna beca específica de agencias de los sectores público, comercial, o sin ánimo de lucro.