La enfermedad por coronavirus-2019 (COVID-19), como causa de emergencia mundial de salud pública, recientemente inició su aura de miedo en todo el mundo1. Muchos países han adoptado medidas restrictivas para la propagación de la infección, que van desde aislar a la población en el país hasta el cierre de las actividades de trabajo. En este escenario, los hospitales también tuvieron que revisar las políticas de ingreso y atención de los pacientes. Sin embargo, la atención primaria de emergencia y el tratamiento de los pacientes con cáncer están garantizados. Entre ellos, una parte importante son las personas con cáncer de próstata, segunda causa de muerte en todo el mundo. Hay muchos tratamientos que estos pacientes pueden recibir, con manejo desde casa para pacientes aún no resistentes a la castración, más difíciles de manejar si ya se ha producido resistencia o si hay metástasis y dolor. De hecho, las terapias sistémicas para el cáncer de próstata resistente a la castración metastásico (CPRCm) incluyen el uso de dicloruro de radio-223 (223Ra), que solo se puede administrar en un entorno hospitalario2. El 223Ra, radiofármaco emisor alfa que ha demostrado ser efectivo tanto en la supervivencia global como en la paliación del dolor, ejerce su acción sobre el tejido óseo en formación, dañando las metástasis óseas. No tiene contraindicaciones en pacientes con problemas respiratorios y ha demostrado ser seguro tanto en pacientes con enfermedades cardíacas como en pacientes de edad avanzada, con una tasa muy baja de toxicidad hematológica3,4. Aunque se considera un medicamento relativamente seguro, no hay evidencia de que no tenga interacciones con fármacos experimentales actualmente en uso para la COVID-19. Además, desde un punto de vista terapéutico, no se puede imaginar que tenga una función sobre un virus ARN como el coronavirus, tanto porque es adecuado solo para romper la doble hélice del ADN y por su posición como enlace óseo principalmente sin poder acercarse a los tejidos parenquimatosos. El manejo de estos pacientes debe seguir todas las pautas de seguridad sanitaria proporcionadas: distancia de seguridad interpersonal, acceso de los pacientes que deben realizar el tratamiento con 223Ra en momentos separados para garantizar la individualidad, salas aisladas para una breve observación después del tratamiento. Obviamente, debemos revisar a todos los pacientes que tienen una cita terapéutica, como recomendó la OMS, y clasificarlos como casos confirmados, sospechosos, casos que requieran aislamiento médico y casos con detección negativa, y tratar solo los casos no sospechosos que no tienen fiebre ni síntomas de gripe. Es útil limitar el número de profesionales sanitarios involucrados a aquellos que son esenciales para minimizar la exposición a todos los sujetos. Además, los miembros de la familia que acompañan a los pacientes deben limitarse a una persona cuando se considere necesario. En nuestro centro realizamos el tratamiento con 223Ra con un tiempo de administración limitado a los pocos minutos necesarios. Este tiempo tan corto de contacto entre el paciente y el personal sanitario reduce la propagación de posibles infecciones tanto para estos pacientes ya frágiles como para el propio personal sanitario. Un aspecto importante de este tipo de paciente, que es en gran medida sintomático, es el control del dolor. De hecho, al ser el 223Ra un analgésico paliativo, logra mantener el control del dolor incluso en casa entre ciclos, reduciendo los ingresos hospitalarios. Esto permite mantener una buena calidad de vida en el período actual cuando hay dificultades para acceder al hospital para pacientes con síntomas que pueden no representar una emergencia real. El 223Ra también ha demostrado ser importante para la psicología del paciente con CPRCm, a quien éticamente los tratamientos no pueden ser suspendidos de forma indefinida y crear ansiedad5. Por esta razón, dada nuestra elevada experiencia en el cuidado de los pacientes con CPRCm, creemos que se deben respetar todas las normas de seguridad, los tiempos de contacto deben reducirse aún más, garantizando al mismo tiempo la mejor asistencia para el paciente, pero aun así debemos seguir tratándolos regularmente. Las necesidades de calidad de vida, la planificación anticipada de la atención, el dolor y el manejo de los síntomas deben seguir siendo una prioridad para el equipo de atención médica incluso durante este período de crisis causada por la COVID-19.
FinanciaciónNo se ha recibido financiación para este documento.
Conflicto de interesesLos autores declaran que no tienen conflictos de interés.