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Vol. 22. Núm. 1.
Páginas 32-39 (enero 2008)
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Reparación endovascular secundaria tras fracaso de la reparación con endoprótesis de un aneurisma aórtico abdominal
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A pesar del elevado resultado técnico inicial, continúa siendo una preocupación la estabilidad a largo plazo de la reparación endovascular de un aneurisma aórtico abdominal (REVA). Después de la REVA, los pacientes pueden experimentar endofugas, migración o fracturas del dispositivo, así como crecimiento del aneurisma que pueden requerir su corrección. El objetivo del presente estudio consistió en los resultados y evolución de los pacientes tratados en nuestro centro mediante corrección endovascular secundaria tras fracaso de procedimientos de REVA. Durante un período de 8 años, de los 988 pacientes que se sometieron a REVA, 42 (4,3%) requirieron intervenciones secundarias que incluyeron la implantación de dispositivos endovasculares adicionales. Se revisaron los datos relativos a las características de los pacientes, tamaño del aneurisma, tipo de dispositivo inicial, tiempo transcurrido hasta el fracaso y su etiología, intervenciones secundarias y resultados. El tiempo medio desde la operación inicial hasta la segunda fue de 34,1 meses. Los fracasos incluyeron endofugas de tipo I en 38 pacientes (90,5%), endofugas de tipo III en dos pacientes (4,8%) y aumento de tamaño del aneurisma sin endofuga evidenciable en dos pacientes (4,8%). La tasa global de resultado técnico de la reparación secundaria fue del 92,9% (39/42). Se produjeron complicaciones perioperatorias en nueve pacientes (21,4%), incluidas complicaciones de la herida (n = 6), accidente vascular cerebral (AVC) (n = 1), isquemia distal (n = 1) y muerte (n = 1). Después de la reparación secundaria el seguimiento medio fue de 16,4 meses (límites 1-50). En el 86% de pacientes tratados con dispositivos aortouniilíacos las reparaciones fueron satisfactorias comparado con el 45% de pacientes tratados con extensiones proximales. En 10 pacientes (23,8%) se identificaron endofugas persistentes o recurrentes de tipo I o III. De ellos, en cuatro se practicaron intervenciones terciarias, incluidos dos pacientes en los que se implantaron dispositivos adicionales. Tras la REVA, se producen fracasos en un número reducido pero significativo de pacientes. Cuando sea posible desde un punto de vista anatómico, la reparación endovascular ofrece un medio seguro de tratar estos fracasos. Los dispositivos aortouniilíacos parecen conferir una estabilidad de la reparación a más largo plazo que el cuff o extensión proximal para el tratamiento de las endofugas proximales tipo I. Los resultados a medio plazo indican que estos pacientes pueden requerir procedimientos adicionales pero se caracterizan por una tasa reducida de mortalidad relacionada con el aneurisma. Es necesario un seguimiento a más largo plazo para determinar los resultados tardíos de estas reparaciones endovasculares secundarias.
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