Le escribo esta carta en relación al artículo publicado en su revista del mes de junio titulado «Perforaciones duodenales tras colangiografía retrógrada endoscópica» de la Dra. Armas Ojeda et al.1. En primer lugar, felicitar a los autores por su artículo acerca de su experiencia, y por una clara y detallada exposición de la misma.
Aún así, nos gustaría matizar un aspecto concreto del mismo. En la clasificación de Stapfer et al.2, las perforaciones se dividen en tipos I-IV, no quedando recogidas estas últimas en dicho artículo. Las perforaciones del tipo IV son debidas al uso del aire comprimido para mantener la visualización intraluminal durante la realización de la colangiopancreatografía retrógada endoscópica (CPRE), no tratándose de perforaciones reales. Se manifiestan como aire retroperitoneal o subcutáneo, y no suelen requerir tratamiento quirúrgico, presentando una muy buena respuesta de forma habitual al tratamiento conservador. En la serie presentada no existen, por tanto, perforaciones del tipo IV, pero sí se objetivan 3 casos de enfisema subcutáneo y en 5 pacientes intervenidos con supuestas perforaciones del tipo II no se objetivó la misma durante la cirugía, por lo que probablemente algunos de los pacientes catalogados como perforaciones del tipo II, se traten en realidad de perforaciones del tipo IV.
Casualmente hemos presentado recientemente nuestra experiencia en el Congreso de la Asociación Andaluza de Cirujanos celebrado en Torremolinos, Málaga, los días 17-19 de junio del presente año3. Nuestra serie incluye 11 pacientes diagnosticados de perforación post-CPRE entre junio de 2010 y junio de 2014, lo que representa el 0,6% de todas las CPRE realizadas. En 5 pacientes se realizó tratamiento conservador (3 del tipo IV y 2 del tipo II) con buena evolución en el 100% de los casos. Los otros 6 paciente fueron intervenidos (uno del tipo I, 4 del tipo II y uno del tipo III), con una mortalidad del 50% en probable relación con un diagnóstico demasiado tardío, lo que conllevó a una situación límite del paciente. En nuestra experiencia, por tanto, consideramos 2 factores fundamentales en el pronóstico y el tratamiento de las perforaciones post-CPRE: el tiempo transcurrido, siendo vital un diagnóstico y tratamiento precoz; y el tipo de perforación existente, siendo la clasificación más aceptada la de Stapfer et al. ya previamente mencionada.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener conflicto de intereses.