Recientemente han publicado en su revista una interesante carta científica de V. Lucas et al.1 sobre la aparición de esófago de Barrett (EB) en una paciente a los 8 años de haberse realizado una gastrectomía vertical (GV). Dicha paciente, presentó displasia de alto grado sobre una lesión <1cm y fue tratada endoscópicamente con éxito. En este punto es donde aparece la controversia: los autores afirman que además se realizó un bypass gástrico.
Tal y como se describe en la carta, en los últimos años ha surgido una preocupación importante respecto a la aparición de reflujo gastroesofágico de novo, esofagitis y EB, con/sin síntomas de enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), en pacientes tras una GV2–4. La descripción de adenocarcinoma (ADC) de esófago en varios casos a los pocos años de una GV incrementó aún más la polémica5,6. Indudablemente, esto genera inquietud entre los cirujanos que tratamos la obesidad y el cáncer esofágico, dado que la GV es la técnica bariátrica más utilizada. La IFSO ya determinó cuál es el seguimiento endoscópico óptimo después de las GV7, pero la pregunta, que también dejan abierta en la publicación, es qué hacer ante un EB post-GV.
Respecto a la paciente a la que se le realizó el bypass gástrico: ¿qué IMC tenía?, ¿refería pirosis o vómitos frecuentes?, ¿tomaba medicación para ERGE?
Creo que todos estos datos son importantes a la hora de tomar la decisión de reoperar a cualquier paciente con otra cirugía no exenta de riesgos. Esto ya lo expusieron en 2020 M. Guingand et al. en una interesante carta al editor8. Dichos autores propusieron la realización de una mucosectomía endoscópica antirreflujo (ARMS) en lugar de un bypass gástrico, y presentaron un caso con buenos resultados.
Como cirujano, y quizás en controversia con los gastroenterólogos9, pienso que un paciente con un EB se va a beneficiar más de una operación antirreflujo que de un tratamiento crónico con inhibidores de la bomba de protones (IBP), que solo limita el reflujo ácido y no el biliar. Sin embargo, un bypass gástrico no tiene la misma morbilidad que una funduplicatura laparoscópica.
¿Qué hacer con una mujer joven asintomática e IMC<30kg/m2 tras una GV con diagnóstico al cabo de los años de EB corto sin displasia?
En el primer caso, motivo de esta carta, coincido en que el bypass gástrico pudo ser la mejor opción debido a la aparición de displasia de alto grado sobre el EB, aunque el tratamiento endoscópico fue efectivo y faltan otros datos importantes que ayudarían a tomar la decisión. Sin embargo, en el último caso propuesto me inclinaría más hacia un tratamiento médico del ERGE y seguimiento endoscópico según las guías internacionales9,10.