Hemos leído con gran interés la editorial de Borras y Guarga1 que creemos expresa el pensamiento de muchos cirujanos de nuestro país2, y con la que coincidimos, al mismo tiempo que quisiéramos hacer una serie de reflexiones constructivas sobre algunos aspectos que no vemos reflejados del todo en la misma.
El que la concentración en determinados procedimientos disminuya la mortalidad1-3, ya es una buena razón por sí misma para plantearse la centralización, a pesar de que no todos los estudios lo demuestran4, pero no nos parece suficiente el solo hecho de que el volumen por sí mismo sea el principal criterio que defina el centro de referencia, ya que se pueden operar muchos casos, a nivel individual o de servicio, pero si los resultados no se auditan, se comparan o se hacen públicos, podemos caer en el error de que cantidad no sea igual a calidad3.
Desde la Sección de Formación de la Asociación Española de Cirujanos http://www.aecirujanos.es pensamos que las unidades de un servicio que pretenda centralizar procedimientos deberían de estar certificadas al igual que sus profesionales, al mismo tiempo que disponer de tecnología puntera e innovadora que ofrezca las mejores oportunidades de tratamiento a nuestros pacientes, y esto sí que sería un requisito básico para que la centralización tuviese un sentido real, además del volumen, porque significa que los resultados de los profesionales y del centro, están auditados y se pueden comparar. Si tenemos en cuenta que la inmensa mayoría de estos pacientes van a ser tratados en algún momento de su proceso por un cirujano, y en una coyuntura en la que está claro que debemos de apostar por la centralización de procedimientos, sería importante y oportuno, que desde las distintas secciones de la AEC se estableciesen los estándares de calidad que una unidad de referencia debería de reunir para centralizar procedimientos, y que junto al esfuerzo que se está haciendo desde la Unión Europea de Médicos Especialistas https://www.uemssurg.org/ con los Board, estos tuviesen de verdad un sentido real y práctico y se solapasen con las propuestas necesarias de definir las áreas de capacitación específica y sus diplomas5 que contemplaba el paralizado proyecto de troncalidad, y que ya intuía la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, que sí que está vigente, por lo que nuestra sociedad debería tener un liderazgo claro y visible, y no solo en la cirugía oncológica.
A todos los miembros de la Junta de la Sección de Formación Postgraduada de la Asociación Española de Cirujanos.