El pasado 26 de julio de 2021 falleció en Marbella, su lugar de residencia en los últimos tiempos, Ricardo Lozano Mantecón a la edad de 80 años. Cirujano, maestro, humanista y amigo, se ha ido con discreción, casi de incógnito tras una vida intensa, apasionada y ejemplar.
Nació en 1941 en Zaragoza en el seno de una notable familia aragonesa, siendo la tercera generación de una saga quirúrgica ilustre: su abuelo Ricardo Lozano Monzón, catedrático de Cirugía de la Universidad de Zaragoza, y su padre, Ricardo Lozano Blesa, que también obtendría la Cátedra de Patología Quirúrgica de la Facultad de Medicina de Zaragoza, fueron testigos de excepción de algunos de los hitos de la «edad de oro de la cirugía» y del «triunfo de la cirugía» moderna.
Estudió en el Colegio del Salvador (PP. jesuitas), que seguramente configuraría su personalidad y formación al más puro «estilo ignaciano» del que siempre hizo gala. Se licenció con Premio Extraordinario en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza en 1965 y se doctoró también con Premio Extraordinario en la misma Universidad (1972).
Además de fundamentar su formación quirúrgica en Zaragoza en la escuela de su padre y maestro, Ricardo Lozano Blesa, recibió una amplia formación en varios centros universitarios de máximo nivel: Universidad de Georgetown (1965), Estrasburgo (1966), Düsseldorf (1967), Zúrich (1968), París (1972-1973), donde complementó además su formación en Cirugía Cardiovascular con los profesores Dubost y Carpentier en el Hospital Broussais, y así mismo ulteriormente en Palo Alto (1980) y Gante (1998).
En 1976 obtuvo la cátedra de Patología y Clínica Quirúrgica en la Universidad de Zaragoza, que desempeñó hasta su jubilación en 2011 con una magistral capacidad docente, y fue director del Departamento universitario de Cirugía, Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Zaragoza. Fue profesor extraordinario del Departamento de Cirugía de la Universidad de Navarra (1991-1993) y realizó estancias como profesor visitante en diversas instituciones y universidades europeas: Chirurgische Akademie de Berlín y las universidades de Heidelberg, Marburg y Ludwig Maximilian, Academia de Ciencias de Varsovia, y americanas como la Universidad de Stanford, Medical College of Wisconsin, el Hospital Walter Reed de Washington D.C. y el Hospital Brooks Army de Texas.
Todo ello contribuiría a su reconocimiento y prestigio internacional, y le permitió, al estar en contacto permanente con centros de liderazgo quirúrgico mundial, incorporar en su Departamento nuevas técnicas y paradigmas de la cirugía y de la patología quirúrgica del momento. Además, facilitó el establecimiento de flujos de cooperación y estancias en la formación desarrollo profesional continuo de cirujanos de su servicio, residentes y otros colaboradores predoctorales, con diversas universidades, como París-Villejuif, Munich, Lovaina, Rotterdam, Lausanne, Milán, Milwaukee, Enston, Virginia y Los Ángeles.
Fue jefe de Departamento del Servicio de Cirugía «A» del recién creado Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa (1976-2011), incorporando además las secciones de Cirugía Cardiovascular y de Cirugía Torácica, así como una unidad de referencia nacional de congelaciones. En 1988 obtuvo la acreditación del hospital en el Programa de Trasplante Hepático, del que fue su director hasta su jubilación en 2011.
Académico numerario de la Real Academia de Medicina de Zaragoza y presidente de la Sociedad Aragonesa de Cirugía, fue presidente, entre otras, de la Asociación Española de Cirujanos (2010-2011) en tiempos institucionales complicados y lideró su reconducción con eficacia y pragmatismo, pero con firmeza y equidad. Fue también miembro del Comité Internacional y Delegado para España de la International Society of Surgery y Gobernador del Capitulo español del American College of Chest Physicians.
En cuanto a su actividad investigadora, fue fundador y coeditor de la revista Cirugía Iberoamericana en 1991 y presidente de la Sociedad Española de Investigaciones quirúrgicas, asumió también la presidencia y la secretaría general de la European Society for Surgical Research y lideró un potente equipo de investigación centrado fundamentalmente en los aspectos inmunológicos de la cirugía, con aportaciones científicas relevantes. La cirugía radical de la hidatidosis a nivel hepático, peritoneal y hepatopulmonar, de la que es referente internacional, constituyó una línea de investigación y dedicación de reconocido prestigio nacional e internacional, y fue presidente de la Asociación Española de Hidatidología y vicepresidente de la Sociedad Internacional de Hidatología. Así mismo son notables sus aportaciones y dedicación a la cirugía hepática y oncológica, que se plasmaron además en una de las asignaturas fundamentales del Máster de iniciación a la Investigación en Medicina de la Universidad de Zaragoza. Todo ello se puede concretar en una producción científica que comprende 251 publicaciones y la dirección de 31 tesis doctorales.
Pero su legado no se debe considerar únicamente como el compendio de tantos hitos y logros personales que brevemente se han seleccionado, es mucho más: como cirujano fue uno de los «grandes», un adelantado a su época instaurando «aires de modernidad» en la cirugía española y fundamentando la cirugía en 4pilares: el profundo conocimiento e investigación de la fisiopatología quirúrgica, especialmente en el ámbito inmunológico; el «perfeccionismo» y la pulcritud de la técnica; la constante adaptación a los nuevos hitos y paradigmas, y especialmente el humanismo centrado en el profundo respeto e incluso complicidad con el enfermo.
Como profesor y maestro (concepto que posiblemente no resulte bien comprendido por las nuevas generaciones), su capacidad y su facultad para la docencia cautivaban a los alumnos en sus clases magistrales, convencía e instruía a los «internos», residentes y cirujanos de staff en las sesiones clínicas, seminarios, «pases de visita» y quirófano en el que el orden, la meticulosidad y minuciosidad en la técnica y la justificación científica de todas las maniobras hacían patente «un clima especial», y así mismo en foros quirúrgicos nacionales e internacionales en los que «se ganaba a la audiencia» en cualquier idioma científico «sentando cátedra» de forma convincente pero cordial y ejemplar.
Fue un aragonés noble en el más estricto sentido de la palabra, liberal, coherente con sus ideas, con elegancia innata y educación exquisita en el que la sinceridad, la lealtad, el tesón, el espíritu crítico y el respeto a los demás configuraban su personalidad que a nadie dejó indiferente.
Querido Ricardo, allí donde estás más allá de las estrellas, podrás comprobar con satisfacción que tu recuerdo siempre estará presente en esa pléyade de cirujanos y amigos que tuvimos la fortuna de compartir contigo alguna de todas esas vivencias. D. E. P.
