Muchas enfermedades agudas y crónicas, y sus tratamientos, pueden afectar a nuestro estado nutricional por diferentes mecanismos que involucran al apetito, la absorción y la asimilación de los nutrientes, así como a diferentes alteraciones metabólicas. Una buena formación en Nutrición Clínica puede desempeñar un papel fundamental en la prevención y el tratamiento de muchas enfermedades agudas y crónicas, incluyendo las más prevalentes, como la enfermedad cardiovascular, el cáncer, las enfermedades neurológicas, diversos síndromes geriátricos o la obesidad con su comorbilidad asociada1.
Tras la travesía por el desierto, hace muy pocas décadas, de algunos endocrinólogos pioneros en incorporar el conocimiento y la práctica de la Nutrición Clínica a nuestro campo2, actualmente se da la paradoja de que el crecimiento de nuestra especialidad pasa, en buena medida, por la demanda asistencial que crea la Nutrición Clínica hospitalaria.
El desarrollo y la dotación de endocrinólogos dedicados al ámbito de la Nutrición Clínica es todavía insuficiente en la mayor parte de los hospitales3,4; más aún a tenor del nuevo escenario asistencial, con unidades multidisciplinares de enfermedades compartidas (tumores digestivos, del área ORL y maxilofacial, enfermedad no tumoral del tracto digestivo, obesidad mórbida, enfermedad y rehabilitación cardiovascular, trastornos de la conducta alimentaria, etc.). Por otra parte, cada vez con mayor frecuencia, recibimos consultas de cómo preservar el estado de salud, con relación a aspectos de la dieta, hábitos de vida saludables y prevención de enfermedades, lo que obligará al futuro endocrinólogo a posicionarse como referente en las acciones de promoción de la nutrición y la salud dentro y fuera del ámbito hospitalario. Por todo ello, tendremos que liderar iniciativas formativas y divulgativas de cursos, jornadas, seminarios, workshops, colaboraciones con los medios de comunicación y en redes sociales en todos los estratos de la sociedad. Cuando las nuevas generaciones de endocrinólogos terminen su periodo formativo de residencia deben estar perfectamente capacitadas para dar una respuesta profesional en este ámbito, en el que diversas sociedades científicas se disputan el liderazgo, en un escenario complejo en el que mezclan intereses corporativos profesionales, comerciales, seudociencia e intrusismo profesional.
Varios son los aspectos destacados en los que en el futuro habrá que reforzar la formación en nutrición del endocrinólogo. La obesidad, epidemia que sigue creciendo sin control y con repetidos fracasos del sistema sanitario a múltiples niveles, en la que el endocrinólogo debe conocer, además de las áreas tradicionales de diagnóstico y tratamiento, los aspectos preventivos, sociales y ecológicos del problema5. Por otra parte, la desnutrición relacionada con la enfermedad sigue siendo un problema sin resolver en nuestros hospitales, a pesar del creciente número de pruebas que ponen en evidencia sus consecuencias clínicas y económicas, avalando la intervención terapéutica eficiente por parte de las Unidades de Nutrición Clínica de los Servicios de Endocrinología y Nutrición, en los distintos escenarios asistenciales (hospital, residencia sociosanitaria, comunidad)6. Así mismo, un aspecto tan relevante como el uso racional de los suplementos nutricionales orales obliga a potenciar la formación científica rigurosa del endocrinólogo, ante el horizonte de heterogeneidad e inequidad en el acceso al tratamiento nutricional por las diversas imposiciones y trabas administrativas y de gestión7. Por último, surge la estandarización en el manejo de enfermedades nutricionales complejas, como la insuficiencia intestinal, con procedimientos de alta tecnificación y coste elevado8.
La especialidad de Endocrinología y Nutrición no se puede permitir fallar en el reto de proporcionar una formación sólida posgrado en este campo de la medicina, todavía infrarrepresentada en el plan formativo de nuestra especialidad9. Un endocrinólogo debe sentirse preparado para atender a los pacientes con problemas nutricionales y esto justifica la necesidad de seguir facilitando, y evaluando, la capacitación de los residentes en todos los aspectos relacionados con la Nutrición Clínica que, si una vez fue considerada una disciplina médica menor (a soft science), tiene actualmente el respaldo de la medicina basada en la evidencia, ensayos clínicos controlados, grandes estudios observacionales y metaanálisis, iguales o superiores a otras disciplinas consideradas «más científicas». La justificación de que la especialidad de Endocrinología y Nutrición aporte médicos especialistas bien formados en Nutrición Clínica es ahora mayor que nunca.
En el trabajo original de Ballesteros et al.10, publicado en este mismo número de la revista, se evalúan los cambios en la formación en Nutrición Clínica y Dietética de los residentes de Endocrinología y Nutrición. Evidencia una notable mejoría en muchas áreas formativas, comparado con la situación existente hace 10 años. Prácticamente todos los hospitales con acreditación docente para formar endocrinólogos en España disponen de Unidades de Nutrición Clínica que pertenecen a Servicios de Endocrinología y Nutrición, cuando anteriormente, un número significativo de MIR tenían que efectuar rotaciones externas y es notable el incremento en la participación en protocolos y publicaciones (72,5% vs. 27,9%). Sin embargo, existe aún un porcentaje de residentes entre el 10,1 y el 19% que califican como insuficiente su formación global en nutrición y siguen detectándose importantes deficiencias en áreas específicas, como la formación en dietética, en muchos casos (42%).
En este sentido, los cursos de Nutrición Clínica de la SEEN para MIR (R-3 de la especialidad) están siendo un excelente instrumento de formación, aunque habrá que afrontar el reto de mantener su nivel de excelencia y perfeccionarlos. Por otra parte, adaptar los contenidos a las necesidades que vayan surgiendo para que los residentes, pero también los endocrinólogos de cualquier edad, puedan reciclarse con el apoyo de expertos referentes en diferentes disciplinas se configura como una competencia clave de nuestra sociedad científica.
Los cursos de formación continuada, con actualización en temas monográficos sobre diferentes aspectos de la nutrición, impartidos por endocrinólogos senior con especial dedicación a la nutrición clínica, constituyen una estrategia de inmersión para endocrinólogos recientemente titulados, avalada desde el punto de vista formativo a nivel internacional11. Estos cursos permiten iniciar y mantener contactos profesionales y trabajos colaborativos, como ya ocurre en el seno del Área de Nutrición de la SEEN y deberían estar reconocidos en la evaluación de la carrera profesional de los médicos especialistas en Endocrinología y Nutrición. Adicionalmente, las 2sociedades científicas de referencia internacional en nutrición y metabolismo (ASPEN y ESPEN) ofrecen oportunidades formativas y de acreditación muy recomendables para todos aquellos endocrinólogos interesados12,13.
Por último, hemos de tener en cuenta que, aunque la especialidad médica de Nutrición Clínica, de forma aislada, no está reconocida en ningún país de nuestro entorno11, existen referencias formativas que pueden ser muy útiles a la hora de facilitar el autoaprendizaje14, al proveer de guías de contenidos y objetivos docentes específicos15,16, así como de certificaciones muy necesarias que respaldan al endocrinólogo en una disciplina que, más que ninguna otra, está plagada de seudoexpertos que se presentan, tras años de «autoestudio y descubrimiento» fuera de cualquier cauce científico, como expertos en nutrición con notable éxito y reconocimiento social11.