Hemos leído con interés la revisión «Diagnóstico microbiológico de la bacteriemia y la fungemia: hemocultivos y métodos moleculares» de Guna Serrano et al.1. Excelente artículo donde se pone de relieve que la detección de la bacteriemia y la fungemia constituyen una prioridad para el servicio de microbiología clínica por su transcendental relevancia diagnóstica y pronóstica. Así como, la importancia que tiene para los pacientes con sepsis la obtención adecuada y previa al tratamiento antibiótico de los hemocultivos2, lo que podrá determinar su evolución y mortalidad3. Por otro lado, los autores, señalan que «en estos momentos ya no se puede hablar del diagnóstico de la sepsis sin tener presente la detección de biomarcadores»1.
En este escenario, teniendo en cuenta que alrededor del 60% de las sepsis se diagnostican en los servicios de urgencias hospitalarios (SUH)2 y que en dichos servicios se obtienen la gran mayoría de hemocultivos que se envían al servicio de microbiología para su procesamiento4, nos gustaría resaltar la importancia que tiene para el paciente acertar en la sospecha y predicción de la existencia de bacteriemia en el SUH. Las nuevas definiciones de sepsis (y las clásicas) tienen sus limitaciones al ser poco específicas4, por lo que en la actualidad existen controversias y distintas propuestas para incluir otros criterios en el diagnóstico de infección, sepsis y/o bacteriemia5. En los últimos años se han publicado distintas revisiones que proponen distintos criterios para optimizar las indicaciones de obtención de los hemocultivos, así como mejorar su eficacia (aumentando el número de positivos), efectividad (disminuyendo el número de contaminados) y su eficiencia (coste de obtención y procesamiento, mejora de la adecuación y precocidad del tratamiento antibiótico, decisión de alta o ingreso)6. De esta manera, encontrar un modelo predictivo de bacteriemia aplicable y realmente útil para los SUH se ha convertido en el objetivo de muchos autores combinando distintas variables clínicas, epidemiológicas y analíticas, entre las que hoy en día resaltan los biomarcadores, como la procalcitonina (PCT), que aumenta el rendimiento predictivo de dichos modelos y está disponible en la gran mayoría de SUH en nuestro país4,7.
En nuestro centro, desde que se implantó hace años el «código sepsis» (CS) utilizamos el triaje dirigido (donde desde la primera valoración del paciente se extrae la analítica con lactato y PCT, y si existen datos de sospecha, los hemocultivos)8. Y utilizamos las recomendaciones de Julián-Jiménez et al.7, donde con una concentración de PCT>1ng/ml se indica la toma de hemocultivos. En esta línea, elaboramos un estudio retrospectivo en relación con los 2 procesos que mayor número de sepsis y bacteriemias originan en los SUH, las infecciones del tracto urinario (ITU) y las neumonías. En dicho trabajo, hemos comprobado, durante el segundo semestre del año 2017 sobre pacientes adultos (≥18 años), que la PCT es el biomarcador, habitualmente disponible en los SUH, que obtiene el mejor rendimiento pronóstico de bacteriemia (por encima de la proteína C reactiva). Se incluyeron 346 pacientes en los que se tomaron hemocultivos (125 neumonías de las cuales tuvieron bacteriemia 18 [14,4%] y 221 ITU con 25 [11,31%]), con una edad media de 56±24 años, el 54% mujeres. Para predecir la existencia de bacteriemia la PCT obtuvo la mayor área bajo la curva-Receiver Operating Characteristic (ABC-ROC) de 0,94 (IC 95%: 0,91-0,98; p<0,001) y con un punto de corte ≥0,95ng/ml se consiguió una sensibilidad del 98%, especificidad del 94%, un valor predictivo positivo de 84% y un valor predictivo negativo del 98%. Por su parte la PCR (mg/l) obtuvo rendimiento predictivo con un ABC-ROC de 0,652 (p=0,28). Los valores medios al comparar la PCT en pacientes con neumonía e ITU con/sin bacteriemia fueron 9,26±16,42 vs. 0,36±0,38ng/ml; p<0,001. Como conclusión de nuestro estudio y experiencia, al igual que recomiendan otros autores, podemos referir que es indudable que la PCT posee utilidad y gran rendimiento diagnóstico para predecir bacteriemia en el SUH, mejorando las indicaciones y los resultados de los hemocultivos, y nos ayuda a acertar en la toma de decisiones urgentes como la administración precoz y adecuada del antibiótico, y la decisión de ingreso y el lugar más adecuado.
Por tanto, tal y como Guna Serrano et al. afirman en su artículo, consideramos que es pertinente y necesario incluir, como herramientas de ayuda, los biomarcadores en la valoración y confirmación de los pacientes con sepsis, así como para confirmar la sospecha de bacteriemia en el SUH4,9.