Recientemente el Grupo de Estudio de Patología Importada (GEPI) de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) ha publicado en su página web un documento titulado Recomendaciones de cribado GEPI-SEIMC para pacientes con sospecha de estrongiloidosis1. Aplaudimos la realización de este documento, extremadamente necesario para concienciar sobre la necesidad de cribar estrongiloidiasis en personas inmunodeprimidas o en riesgo de inmunosupresión, incluidas personas con infección por SARS CoV-2 que van a recibir tratamiento con corticoides y/u otros fármacos inmunosupresores2,3, y para aportar recomendaciones sobre cómo realizar dicho cribado basadas en la evidencia científica actual. Sin embargo, hay varias apreciaciones que consideramos precisan puntualizarse.
En primer lugar, si bien coincidimos en que la técnica de elección para el cribado de la estrongiloidiasis es la serología, existen estudios que muestran una sensibilidad insuficiente de la misma en pacientes inmunodeprimidos4, por lo que se necesita más evidencia para poder recomendar la serología como única técnica de cribado en población inmunosuprimida. De hecho, las recomendaciones de las últimas guías basadas en la evidencia son combinar la serología con métodos parasitológicos en pacientes ya inmunodeprimidos5.
En segundo lugar y respecto a evitar el tratamiento empírico sistemático, existen evidencias científicas sólidas de que el tratamiento empírico presuntivo es una práctica coste-efectiva6,7, e incluso ahorradora de costes, especialmente en pacientes inmunodeprimidos o en riesgo de inmunosupresión sin menoscabar los resultados en salud para los pacientes7,8. Consideramos que dicha evidencia debe ser tenida en cuenta a la hora de establecer recomendaciones. Además, en muchos centros españoles, incluidos algunos de los situados en zonas endémicas de estrongiloidiasis en España9, no se dispone de dicha serología en el laboratorio local y los resultados tardan un tiempo inaceptablemente largo para retrasar el tratamiento de un paciente que se va a inmunosuprimir. Las recomendaciones actuales, realizadas previamente a la publicación de los estudios de coste-efectividad, son las de administrar un tratamiento empírico en pacientes inmunosuprimidos o candidatos a inmunosupresión si no se va a poder descartar la infección en un tiempo adecuado5. Consecuentemente, consideramos que esperar a que el paciente desarrolle manifestaciones de hiperinfestación o estrongiloidiasis diseminada para iniciar un tratamiento empírico es exponer al paciente a un riesgo innecesario. El tratamiento empírico debe ir destinado, precisamente, a evitar el desarrollo del síndrome de hiperinfestación o infección diseminada. Además, una vez se ha producido este y el paciente tiene síntomas compatibles con hiperinfección o con infección diseminada, la recomendación no debería ser el uso de ivermectina 200mcg/kg en dosis única, pues esta es una pauta estudiada únicamente en personas inmunocompetentes sin enfermedad diseminada10.
Por todo lo anteriormente expuesto, agradecemos a GEPI-SEIMC la publicación de estas necesarias recomendaciones y esperamos que estas puntualizaciones sean tenidas en cuenta en las próximas versiones del documento.