La neumonía representa actualmente una de las enfermedades infecciosas más frecuentes y la que causa mayor morbimortalidad en adultos y en niños1. Según datos publicados del Instituto Nacional de Estadística2, en 2019 la neumonía ocasionó más de 9.300 fallecimientos en España, representando el 2,24% de todos los fallecimientos.
En diferentes estudios la mortalidad cruda de la neumonía nosocomial de los pacientes oscila entre el 30% y el 70%3. La serie clásica de Luna et al.4 señala un descenso significativo en la mortalidad cruda del 92,2% al 37,5%, en función de que el tratamiento antibiótico pautado fuese adecuado o inadecuado. Por esa razón, el diagnóstico microbiológico rápido es fundamental para un tratamiento antimicrobiano adecuado y dirigido.
En la actualidad, para el 30-50% de pacientes no se alcanza un diagnóstico etiológico (sobre todo en neumonía adquirida en la comunidad) y el tratamiento inicial es totalmente empírico5. Esto se debe principalmente a que muchos de los pacientes han estado bajo tratamiento antimicrobiano previo a la extracción de la muestra respiratoria que reduce la posibilidad de recuperar el microorganismo por métodos microbiológicos convencionales (tinción de Gram y cultivo).
Además, los procedimientos tradicionales de identificación y cultivo representan una metodología lenta y de escaso rendimiento que en ocasiones ofertan resultados tardíamente, condicionando terapias inadecuadas6.
En los últimos años hemos asistido a un avance tecnológico en el área de diagnóstico microbiológico que permite un mejor manejo del paciente, ofertando resultados más precisos y rápidos. Sin embargo, en la actualidad, pese a estar disponibles, las tecnologías de biología molecular (actualmente ampliamente utilizadas para detectar virus respiratorios) para el diagnóstico de la neumonía bacteriana se usan de forma infrecuente7, en parte debido a modelos de financiación anticuados, pese a que su impacto clínico al aplicarlas junto con programas de optimización terapéutica es elevado, tal y como documentan Chastre y Fagon, demostrando disminución de la mortalidad intrahospitalaria8. Existen reflexiones sólidas que abogan por esta realidad donde los efectos obtenidos superan a los costes generados9.
Para aplicar estas nuevas tecnologías de diagnóstico sindrómico molecular rápido en el campo de la neumonía sería deseable impulsar 5acciones:
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Actualizar las guías y los protocolos hospitalarios en conjunto con los PROA y definir los algoritmos de uso y tratamientos óptimos.
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Dotar a los Servicios de Microbiología de la tecnología necesaria para realizar el diagnóstico microbiológico de la neumonía.
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Garantizar la disponibilidad de diagnóstico y asesoramiento microbiológico continuados durante 24h/7 días a la semana.
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Reorganizar los flujos de información para asegurar el mayor impacto clínico con la transmisión rápida de los resultados de microbiología y su interpretación en coalición con la aplicación de los PROA.
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Implantar modelos de financiación para estas tecnologías de acuerdo con el valor que aportan, teniendo en cuenta que generan una información muy valiosa permitiendo así un uso óptimo de recursos sanitarios.
Desde el punto de vista de un gestor del sistema sanitario, una prueba rápida para diagnóstico de enfermedades infecciosas debería tener alta sensibilidad y especificidad, ser sencilla de realizar e interpretar, que no sea invasiva para el paciente, que no requiera gran número de profesionales ni de tecnología de alta complejidad, con alto rendimiento, dentro un modelo de point-of-care y que permitiera distinguir colonización de infección.
La implantación de estrategias y protocolos de diagnóstico microbiológico rápido para neumonía nosocomial, basados en la detección molecular puede representar una ayuda esencial de cara a mejorar la práctica clínica en pacientes graves, con enfermedades de base descompensadas, en edades extremas de la vida y en atendidos en unidades de críticos10.
En resumen, en el manejo del paciente con neumonía es clave contar con un equipo multidisciplinar donde la comunicación sea fluida y que incluya clínicos, microbiólogos y farmacéuticos en el manejo del paciente, y tener disponibles técnicas de diagnóstico microbiológico rápido que permitan adecuar el tratamiento antimicrobiano, ya que la administración de una terapia antibiótica apropiada precoz es el principal factor modificable que mejora la supervivencia.
FinanciaciónLos autores son integrantes del Grupo «GEDRA» y han recibido honorarios por consultoría de la compañía bioMérieux España.