Agradezco los comentarios recibidos por Rahim et al. et al.1. Nuestra intención con la carta remitida era señalar la importancia patogénica que puede tener Kocuria kristinae en el desarrollo de endocarditis infecciosa2, sin que medie ningún otro foco primario infeccioso evidente, a diferencia de los casos que referencian Rahim et al. En estos mencionados casos existen nichos infecciosos evidentes (artritis séptica, catéter infectado, infecciones de partes blandas), y que parecen ser el punto de partida de la bacteriemia que favorecerá el desarrollo de la endocarditis. El objetivo de nuestra carta era justamente remedar la importancia de Kocuria kristinae como patógeno potencial de endocarditis infecciosa sin precisar un reservorio clínicamente evidente primario, y que su identificación microbiológica debe someterse a una adecuada interpretación clínica, que determine la realización de las técnicas complementarias oportunas.
Insistimos en varios aspectos particulares: Que en ocasiones se le atribuye un papel «de contaminante» sin implicación patogénica; que se debe realizar una identificación no solo basada en el estudio metabólico3 del aislamiento (como en algunos de los artículos referenciados por Rahim et al.); y que no existen guías de sensibilidad específica (y por eso se relativizó con los puntos de corte de Staphylococcus aureus).
No se quiso realizar una revisión sistemática de la literatura respecto a Kocuria spp y su espectro patológico/microbiológico, sino evitar infravaloraciones en aislamientos de Kocuria kristinae y su potencial implicación en el desarrollo de endocarditis infecciosa, existan o no focos sistémicos sépticos primarios.