Los autores de la carta al editor titulada «Impacto de la pandemia por COVID-19 en la tuberculosis en el Perú: ¿nos estamos olvidando de alguien?»1 afirman que debieran implementarse en nuestro país una serie de intervenciones como «las unidades de TBC que permitan garantizar todas las medidas sanitarias necesarias para aumentar la confianza en la población y disminuir el riesgo de formas resistentes».
Aseveran que Lima Metropolitana y el Callao notifican el 64% de los casos de tuberculosis (TB), que el 79% son multirresistente (TB-MDR) y el 70% son extremadamente resistente (TB-XDR). No existe ninguna capital de ninguna nación del mundo que tenga esos increíblemente altos porcentajes de TB-MDR y TB-XDR. Lo que se lee en tal documento2 es: Lima Metropolitana y el Callao reportan el 64% (19.860) de los casos de TB; el 79% (1.020) de los casos de TB-MDR, el 70% (76) de los casos de TB-XDR y el 45% de las defunciones, por lo que sobran los comentarios.
La pandemia de COVID-19 ocasionó a nivel global una caída del 18% de los casos nuevos diagnosticados de TB entre el 2019 y el 2020. En el Perú esta fue del 26%3, valor por debajo de los de Gabón (80%), Filipinas (37%), Lesotho (35%) e Indonesia (31%), y semejante al de India (25%)4. El Perú inició el 16 de marzo del 2020 el estado de emergencia nacional5, que se prolongó durante todo el año con diferentes medidas restrictivas, con una cuarentena de toda la población durante 16 semanas6, con toque de queda nocturno, dictado de clases solo virtuales, necesidad de distanciamiento social, impedimento de reuniones y cierre de la consulta externa. A pesar de ello, el Perú tiene las tasas de letalidad7 y de huérfanos8 por la enfermedad más altas del mundo, lo que hace que la población por temor al contagio no acuda o demore más cuando enferma en concurrir a los establecimientos de salud. Por todo ello, llama la atención que en el Perú ocurriera una caída de casos menor que en países en que las restricciones fueron menores.
En la tabla 1 de la carta, los autores presentan que para el año 2020 en el Perú hubo el 2,5% de abandonos entre los casos sensibles y el 5,7% en los resistentes1. Estos niveles tan bajos de abandono, incluso menores que los de los 3 años previos (Tabla 1)3 en el Perú se han conseguido porque el tratamiento supervisado en boca (DOT), que se hace en el establecimiento de salud (DOT institucional), se amplió al DOT domiciliario, en que el personal de salud acude a la casa, y al DOT con red de soporte familiar, en que la administración del esquema corre a cargo de un miembro de la familia, además del telemonitoreo para el seguimiento9.
La cobertura (aproximada como notificaciones divididas por la incidencia) del tratamiento de la TB en 2020 en todo el mundo fue del 59%, por debajo del 72% (UI: 65-80%) en 2019. La consecuencia más inmediata de la gran caída en el número de personas recién diagnosticadas con TB y en la cobertura del tratamiento ha sido un aumento en el número de fallecidos por TB en 2020 (+5,6%), lo que revierte la reducción anual que ocurría desde el 2005 y el número total de muertes vuelve al nivel del 20174. Debemos suponer que habrá un repunte de nuestras tasas de enfermedad en los próximos años, cuya duración dependerá de cuándo vuelva nuestro país a la normalidad.
Por sobrepasar las metas en el control de la TB, el Perú salió en los años 90 del grupo TB80, que incluye a los países que contribuyen con el 80% de la carga de la enfermedad en el mundo. El Programa de Control de la Tuberculosis, hoy Estrategia, de nuestro país es calificado como uno de los mejores del mundo10. La carta enviada a su revista, señor editor, nos ha permitido hacer estos comentarios y presentar la forma como se ha trabajado durante la pandemia con las personas afectadas por TB en el Perú, en que se ha disminuido el diagnóstico, pero se han mantenido los altos niveles de curación alcanzados antes.
FinanciaciónNinguna.
Conflicto de interesesNinguno.