Hemos leído con interés el original de Alonso et al1 sobre la rentabilidad del índice tobillo-brazo para la detección de la enfermedad arterial periférica. Comoquiera hemos realizado un estudio sobre la detección de la enfermedad arterial periférica en pacientes diabéticos tipo 2, hemos querido realizar algunas aportaciones.
El objetivo de nuestro estudio fue detectar la enfermedad arterial periférica en pacientes diabéticos tipo 2 que se encuentran en un estadio asintomático mediante el empleo del índice tobillo-brazo. Con este fin, realizamos un estudio descriptivo prospectivo sobre todos los pacientes diabéticos tipo 2 con historia clínica informatizada en el Centro de Salud de la Zubia (Distrito Metropolitano de Granada, España). El número total de pacientes incluidos en el estudio fue de 277, con edades comprendidas entre los 36 y 65 años. Constituyeron criterios de exclusión la presencia de lesiones a nivel aórtico, poplíteo o distal de la pierna, y la existencia de problemas físicos o afecciones sistémicas que pudieran impedir la realización del test de esfuerzo. Todos los pacientes firmaron el consentimiento informado y cumplimentaron un cuestionario sobre claudicación intermitente (cuestionario de Edimburgo)2.
Inicialmente, se hizo a los pacientes el test de Strandness3. Este test consiste en la realización de un programa de marcha en una banda rodante a una velocidad de 3km/h, con una pendiente ascendente del 10%, y se registra la distancia máxima de marcha tolerada hasta la aparición de la sintomatología dolorosa. Posteriormente, y de forma inmediata, se realizó la determinación bilateral del índice tobillo-brazo mediante Doppler bidireccional (HADECO Smartdop®, Quermed, España) con sonda de 8MHz y esfigmógrafo calibrado. El cálculo de este índice se estableció mediante el cociente entre la presión arterial sistólica más elevada en la arteria tibial posterior o la arteria pedia y la obtenida en la arteria braquial. Posteriormente, sobre la base de las cifras obtenidas en el índice tobillo-brazo y la distancia recorrida hasta la aparición de la sintomatología dolorosa, los pacientes se clasificaron en 4 estadios clínicos de isquemia crónica de extremidades inferiores atendiendo a la clasificación de Leriche-Fontaine4,5. Se consideró normal un índice tobillo-brazo comprendido entre 0,9 y 1,3.
La media obtenida en el índice tobillo-brazo derecho fue de 0,81±0,154 desviación estándar (DE) y en el izquierdo de 0,82±0,345 DE. Un 43% de los sujetos asintomáticos presentaba un índice tobillo-brazo derecho 0,86±0,241 DE (estadio I de Leriche-Fontaine); el 63% restante presentaba un índice derecho normal superior a 0,9. Con respecto al lado izquierdo, el 57% de los sujetos asintomáticos presentaba una media de 0,84±0,312 DE en este índice (estadio I de Leriche-Fontaine), el 43% restante presentaba un índice izquierdo normal.
En conclusión, queremos añadir que, si bien en el estudio de Alonso et al se desestima el cribado de la enfermedad arterial periférica mediante el índice tobillo-brazo como medición sistemática en la población mayor de 50 años, la determinación de este índice tras la realización del test de Strandness es un método eficaz para el cribado de la enfermedad arterial periférica en sujetos asintomáticos.