Los albores del desarrollo sistematizado de la medicina en Monterrey se centran en la figura del Dr. José María Reymundo (sic) Eleuterio González Mendoza (1813-1888), distinguido médico, botánico, político y filántropo mexicano nacido en Guadalajara, Jalisco, que fundó la primera universidad pública y el primer hospital civil (ni religioso ni militar) en el Estado de Nuevo León1 (Figura 1).
Figura 1. Dr. José Eleuterio González Mendoza, c. 1872. Tomado de wikipedia.1
Se cuenta con los datos de la vida de este prohombre gracias principalmente a los textos de varios historiadores nuevoleoneses, entre ellos Eduardo Aguirre Pequeño (1904-1988),2 Hernán Salinas Cantú (1918-2006),3 Aureliano Tapia Méndez (1932-),4 Santiago Roel Melo (1885-1957)5 y Jorge Armando Pedraza Salinas (1943-),6 basados coincidentemente en la Biografía delDr. D. José Eleuterio González -Gonzalitos-, publicada en 1888, que escribió el Lic. Hermenegildo Dávila González (1846-1908),7 su discípulo, confidente y querido amigo. El profesor Armando Hugo ortiz analizó los pasajes de algunos de estos escritores.8 De los textos en conjunto y de algunas fuentes alternas, la mayoría de origen cibernético, me valgo ahora para tratar de integrar este trabajo.
José Eleuterio nació en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el 20 de febrero de 1813, en el seno de un hogar formado por los españoles Matías González, capitán virreinal y Josefa (o Mariana) Mendoza, y una hija, Josefa. Se acepta que Matías falleció en alguna de las batallas de la Guerra de la Consumación de la Independencia, antes de que el niño cumpliera cinco años de edad. Él, su madre y su hermana mayor fueron cobijados entonces por los cuidados del Lic. Rafael Mendoza, un tío materno. José Eleuterio fue matriculado en el Instituto Literario (antes Seminario) de Guadalajara hacia los 12 años de edad, y a los 17, en 1830, comenzó sus estudios en la Escuela de Medicina de la universidad de su ciudad natal.
La práctica clínica de su aprendizaje médico de pregrado la inició en el Hospital de San Juan de Dios, el antiguo Hospital de la Santa Veracruz (1557) en Guadalajara, administrado desde 1606 por los monjes juaninos.9 Los juaninos son hermanos de la orden hospitalaria religiosa católica fundada en honor del sacerdote lusitano Joao Cida de Duarte (Juan Ciudad Duarte), mejor conocido como San Juan de Dios (1495-1550), patrón de enfermos, enfermeros, hospitales y bomberos, a quien se le distinguía como "el loco fingido" y "laluz de Granada".10 Pío V (1504-1572), papa romano de 1566 a 1572, aprobó oficialmente esta orden eclesiástica en 1572.9
En el sanatorio jaliciense, le tocó fortuitamente a José Eleuterio atender en sus dolencias al fraile Gabriel María Jiménez (1835), un miembro de la fraternidad juanina, con quien trabó temprana amistad. El clérigo procedía de Monterrey, y estaba afectado de tuberculosis pulmonar. Cuando fray Gabriel hubo de trasladarse a la ciudad de San Luis Potosí, en busca de mejor clima para su padecimiento, José Eleuterio aceptó la invitación de acompañarle en el viaje. Confiaba en el ofrecimiento de trabajar en la capital potosina en otra casa de caridad hospitalaria de la misma denominación religiosa. Después de todo, la protección económica con la que había contado terminó con el fallecimiento de su benevolente tío. Su madre y su hermana, quedaron atrás.
En cuanto los viajeros arribaron a la capital sanluisina el 6 de octubre de 1830, José Eleuterio entró a trabajar al Hospital Nacional, en la plaza de Segundo Practicante y Primer Ayudante Quirúrgico que devengaba un sueldo de $5.00 a la semana. Pero motivado fray Gabriel quizá por el deseo de celebrar la ya próxima navidad en casa, José Eleuterio consintió en seguirle como acompañante médico a Monterrey, a donde -dice Monseñor Tapia-4 arribaron "a finales de noviembre de 1830". Alojados en el templo jesuita de San Francisco, construido en la ahora calle de Zaragoza esquina con ocampo hacia 1712,11 permanecieron en el solar regiomontano hasta el 12 de febrero de 1831, es decir, unas diez semanas. Y regresaron a San Luis Potosí, donde José Eleuterio seguramente se reintegró de inmediato a su trabajo en el sanatorio potosino.
Unos dos años más tarde, con la salud del padre Jiménez en menguante y en busca de la cercanía de sus familiares, emprendieron el padre Gabriel y José Eleuterio el segundo -y último- viaje a Monterrey, a donde arribaron el 12 de noviembre4 o el 18 de diciembre7 de 1833. Un destino que sería definitivo para los dos: el 20 de febrero de 1834, el joven practicante de medicina llegó a su mayoría de edad, y el 28 de febrero de 1835, el padre Gabriel falleció en la celda que habitaba en el Templo de San Francisco.
Vale la pena hacer notar que la estancia combinada de José Eleuterio (y fray Gabriel) en la ciudad de San Luis Potosí cubrió al menos teóricamente un tiempo total de unos 37 meses, es decir, desde el 6 de octubre de 1830, cuando llegaron desde Guadalajara a la capital potosina, hasta antes del 12 de noviembre (o 18 de diciembre) de 1833, en que, provenientes de San Luis Potosí, pisaron la tierra regiomontana para quedarse. A estos tres años y pico se les pueden restar, desde luego, las diez semanas que estuvieron temporalmente en Monterrey (finales de noviembre 1830 al 12 de febrero de 1831), y los 21 o 30 días que debieron de haber invertido en total, según cálculos, en los tres traslados entre las dos ciudades (tres tramos de siete a 10 días cada uno). De esos 37 meses, el Dr. Pablo Quadriello, Director del Hospital Nacional de San Luis Potosí y Jefe del Servicio de Cirugía General "certifica y jura" en constancia firmada, que hasta el 1 de noviembre de 1833 "el ciudadano EleuterioGonzálezpracticó Cirugía diez y siete meses bajo mi Dirección en este Hospital."4
Sea como fuere, el hecho es que al arribo de José Eleuterio a Monterrey a finales de 1833, el único centro de atención médica caritativa en la ciudad era el Hospital Real de los Pobres de Nuestra Señora la Virgen del Rosario,11 también conocido como el Hospital de Capuchinas. Este hospital era sostenido por la curía católica (3% anual de los ingresos de los curatos de la diócesis11), encabezada a la sazón por el sacerdote franciscano José de Jesús María Belaunzarán y Ureña (1772-1857), oriundo de la Ciudad de México y Sexto obispo (1831-1839) de la Arquidiócesis de Linares-Monterrey. El dignatario mostró anticipada simpatía por José Eleuterio, en virtud de los cordiales servicios prestados al padre Jiménez, el debilitado sacerdote itinerante.
El primer centro hospitalario fundado en el Nuevo Reino de León, el Hospital del Rosario "de tres salas clínicas y doce camas" (ortiz y col.),12 fue construido en un terreno cedido por el municipio a la Iglesia, que se ubicaba al oriente de la ciudad, encuadrado por las calles de Abasolo, Padre Raymundo Jardon, Mina y Naranjo, en el actual Barrio Antiguo de Monterrey (Figura 2). Fue puesto en servicio el 15 de agosto de 1793 por el reverendo zacatecano Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés (1725-1799), oriundo de Jerez, Tercer obispo (1792-1799) de la Diócesis reynera.11 La sede eclesiástica, por cierto, fue acreditada mediante la Bula "Relata Semper", del 15 de diciembre de 1777, del "Papa presidiario" y "Papa peregrino" Pío VI (1717-1799), jesuita, Sumo Pontífice romano (1775-1799).13 Es curioso que el asiento original formal de la Diócesis -por alguna razón- fue la ciudad de Linares, pero el obispo residía en Monterrey. De Llanos y Valdés obtuvo su grado de licenciado (1758) y de doctor (1774) en la Real y Pontificia Universidad de México, y sucumbió durante una gira de trabajo en el Nuevo Santander (Tamaulipas), a los 74 años de edad.14 Con visión universal, el prelado zacatecano promovió también la creación en Monterrey, del Real y Tridentino Seminario (Morelos y Zaragoza), el Palacio Episcopal y la cimentación del Colegio Civil (planeado originalmente como hospital).11
Figura 2. Antiguo Hospital de la Virgen del Rosario. Barrio Antiguo de la Ciudad de Monterrey. Archivo Histórico, Facultad de Medicina, UANL.
Poco tardó José Eleuterio en aceptar el puesto de Practicante en el Hospital del Rosario, y más porque el cólera morbus atacaba la región. Seis meses más tarde (1 de mayo de 1834), cuando fue nombrado Director Interino del mismo, era ya conocido en el regocijo popular con el apelativo de Gonzalitos, en justo aprecio a su juventud y a la abnegada atención médica que brindaba. En 1835 abrió un primer curso de farmacia, con cuatro alumnos, y lo terminó en 1839, y en 1840, asumió el cargo de Director General del nosocomio, puesto que conservó hasta 1853, cuando el edificio fue cerrado por falta de recursos económicos. Se ha resaltado que durante las epidemias de viruela o fiebre amarilla (1798), cólera grande (1833, 1849) y fiebre palúdica (1836, 1844, 1853) que castigaron la región durante su tiempo, el Rosario fue refugio desprendido para los enfermos contagiados, y que en el transcurso del ataque del ejército norteamericano del general Zachary Taylor (1784-1850) a nuestra ciudad en la llamada Batalla de Monterrey (21 a 23 de septiembre de 1846) sirvió de refugio a los heridos sin distingos de nacionalidad y que hasta que se retiraron los invasores estadounidenses en 1848 fue utilizado como cuartel.
Para cuando el hospital fue clausurado en 1853, excepto por el tiempo que vivió en la jurisdicción de Cadereyta Jiménez durante la ocupación norteamericana, Gonzalitos había cumplido 19 años consecutivos en la Dirección del mismo. Por esta época fue que nuestro hombre recibió la infausta noticia del fallecimiento de su madre, doña Josefa.
El edificio del sanatorio fue después el asiento temporal de un Colegio de Niñas, cuartel de revolucionarios, y, expropiado por el gobierno mexicano con las Leyes de Reforma, albergó la Casa del Campesino; su capilla fue adornada en 1938 con murales alusivos a la Revolución Mexicana. En nuestros días, el claustro aloja un museo de culturas populares.
El 6 de enero de 1836, el futuro doctor González Mendoza -de 23 años de edad- contrajo matrimonio con Carmen Arredondo (1817-1886), de 19 años, en el Sagrario de la Catedral de Monterrey. El acta de matrimonio de la pareja, descubierta por monseñor Tapia Méndez, consigna a Carmen como hija "espuria" del General Arredondo, y al general y su esposa como "difuntos"4 (vide infra). El matrimonio de José Eleuterio y Carmen concluyó seis años más tarde en dolorosa separación, sin divorcio y sin descendencia. El biógrafo Dávila González vio en este conmovedor desenlace la razón de que Gonzalitos se entregara con exclusivo y desmedido afán al ejercicio de la medicina.7 Una especie de escapismo profesional a fin de mitigar el terrible dolor que le embargaba. Carmen, rechazada por todos, falleció en la Ciudad de México, en 1886, víctima de meningitis.4 En el momento de su fallecimiento, dos años antes que el de Gonzalitos, contaba con 69 años de edad.
El Dr. Álvaro Gómez Leal (1925-1987)15 escribió una sensible, cuanto bien imaginada, historia del posible reencuentro de José Eleuterio y Carmen como paciente y médico: "¿No me conoces, Eleuterio?", "¿Me voy a curar?" Y el profesor e historiador Armando Hugo ortiz16 cita información documental del suceso que generó la leyenda de esa posibilidad a propósito de un óleo en lienzo (pintado por A. Vargas c. 1935 y restaurado en 1999 por Eliézer Alanís R),4 que se exhibe fijado en el muro norte en la oficina de la Dirección del Hospital Universitario. Sorprenden por ser tan crasos, dos errores básicos de propedéutica médica que contiene la pintura: a Gonzalitos se le pinta de frente mientras toma el pulso a una mujer recostada -Carmen, supuestamente- ¡Sentado sobre la cama! y ¡dando la espalda a su paciente!
Carmen fue hija ilegítima del general Joaquín Arredondo Mioño Pelegrín (1768-1837), un militar español, oriundo de Barcelona y retirado de las armas, que falleció en La Habana, Cuba, en 1837, a los 69 años de edad.17 Fue Gobernador del Territorio de Nueva Santander (Tamaulipas) y antiguo Jefe Militar Realista de las cuatro Provincias Internas de oriente (1813-1821),17 pero se le recuerda más por haber dispersado el 17 de abril de 1817 la expedición naval con misión independentista gestada por el clérigo dominico regiomontano fray José Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra (1765-1827) y el legendario revolucionario aventurero español Francisco Javier Mina (1789-1817), por coincidencia los dos exiliados en Londres, Inglaterra. Estos dos personajes, qu habían partido de Liverpool, desembarcaron junto con una imprenta, ahora en el obispado de Monterrey, cortesía del Padre Mier, en el puerto de Soto la Marina, Tamaulipas, vía Galveston. El padre Mier fue enviado prisionero al Castillo San Carlos de Perote y después a La Habana,18 al tiempo que Mina, que peleaba en México "contra la tiranía de Fernando VII" (1784-1833), fue apresado y fusilado en Pénjamo, Guanajuato, el 11 de noviembre de 1817.19 Los escasos seis meses que el guerrillero español pasó luchando por México fueron suficientes para ser reconocido como héroe nacional.
A los 29 años de edad, en el Hospital del Rosario -precisamente su escenario favorito- Gonzalitos se tituló de médico cirujano el 8 de marzo de 1842, mediante examen oral sancionado por el Gral. José María ortega y Arista (1793-1871), gobernador del estado de Nuevo León (1841-1844), y presentado ante los integrantes de la Primera Junta Estatal de Salubridad nombrada por el Poder Ejecutivo: doctores Francisco Arjona, Carlos Ayala Mier y Esteban Tamez. Con su firma, el gobernador Ortega le otorgaba a Gonzalitos en su título "la más amplia licencia para que pueda ejercer su facultad en todo el Departamento".4 En 1843, el Dr González fue nombrado miembro de la Compañía Lancasteriana; en 1851, Vicepresidente vitalicio del Consejo de Salubridad; en 1852, médico cirujano del Batallón móvil estacionario en Nuevo León; en 1855, miembro corresponsal de la Sociedad de Geografía y Estadística de México, y en 1858, Censor del Teatro del Progreso de Monterrey. Pero lo más trascendental para la historia de la educación superior en el Estado fue que en abril de 1842, a menos de un mes de su titulación y tomando como modelo el plan de estudios de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de México, el Dr. González Mendoza inició las primeras enseñanzas en la Cátedra de Medicina en Nuevo León. De los cinco estudiantes originales, tan sólo uno, Blas María Diez, se graduó de Médico en esta Institución en 1848. Y abrió dos cursos: uno de farmacia formal en 1849 y otro de obstetricia para hombres y mujeres en 1853.
Para 1859, Gonzalitos figuraba también como el principal promotor y fundador del Colegio Civil -no eclesiástico- del que fue profesor y director de 1866 a 1873 y de 1875 a 1876. El mandato constitucional de 1857 acerca de la impartición de educación superior en el estado fue sancionado por el Legislativo Estatal en el Decreto # 13 del 4 de noviembre de 1857, que facultaba en tal sentido a Santiago Vidaurri Valdez y Borrego (1808-1867), lampazense militar de carrera y gobernador del estado de Nuevo León en varias ocasiones (1855-1864).20 Por problemas políticos -antijuarista y leal a Maximiliano- y de ambición personal separatista (La República de Sierra Madre, 1855), Vidaurri hubo de abandonar el estado en 1859, y fue sustituido el 24 de septiembre por el nuevo Jefe Militar, el arroyense y general José Silvestre Aramberri (1825-1864), quien de inmediato emprendió acciones para instalar en Monterrey el Colegio Civil.21 Incidentalmente, la historia de Vidaurri se cerró el 8 de julio de 1867 cuando fue fusilado por traidor a la patria en la plaza de Santo Domingo en la ciudad de México.20
En el momento de la inauguración del Colegio Civil el 30 de octubre de 1859, con 70 alumnos y bajo la dirección del Lic. José de Jesús Dávila y Prieto (1859-1860), dicho colegio hospedaba a las escuelas de la Preparatoria y de Leyes y Medicina, en apoyo a los cursos que Gonzalitos había estado ofreciendo sobre partos, medicina y farmacia. De inmediato, con seis catedráticos y 15 alumnos, la Escuela de Medicina inició sus actividades teóricas en la casona del antiguo Seminario y Sede Episcopal de la Arquidiócesis de Monterrey ubicada en Morelos y Zaragoza, incorporada actualmente al área de la Macroplaza. A 150 años de distancia, esta fecha marcó la anticipación, la simiente, de la Universidad de Nuevo León.
Y gracias al esfuerzo incansable de Gonzalitos, seis meses después, el 2 de mayo de 1860, con 14 camas, se inauguraba el primer Hospital Civil, ni clerical ni militar, del Estado de Nuevo León, para los pobres, donde se desarrollarían las prácticas clínicas de los estudiantes (Figura 3). El frente original del hospital daba a la Calle de 15 de mayo, entre las actuales Avenidas de Pino Suárez y Cuauhtémoc, y su patio, una extensa huerta sembrada de yerbas, flores, vegetales y árboles frutales, se extendía al sur, hasta la calle de Matamoros. Este terreno fue adquirido en 1938 en $950 000 por el Instituto Mexicano del Seguro Social, en subasta pública abierta por el Gobierno del Estado.3 En este predio se edificaron el Hospital de Altas Especialidades del IMSS, al norte, y al edificio de ISSSTELEÓN, al sur, separados por la calle de Juan Ignacio Ramón. Y con el dinero obtenido, se iniciaron las obras de la actual Facultad de Medicina, ubicada al poniente de la ciudad, sobre la Calzada Madero, a un lado del Hospital Civil.
Figura 3. Hospital Civil para los Pobres, c. 1860. Cortesía del Archivo Histórico de la Facultad de Medicina, UANL.
En 1864, durante la parte media de la Intervención Francesa (1862-1867), fue cuando el Presidente de la República, el Lic. Pablo Benito Juárez García (1806-1872), y su caravana errante, en su peregrinar nacional vino a fijar la sede de su gobierno nacional en la ciudad de Monterrey durante cuatro meses y doce días (3 de abril a 15 de agosto); se dice que con sede en la esquina de Escobedo y Morelos (antiguo Palacio Municipal)22 o en una parroquia situada frente a la plaza principal en Santa Catarina.23
Desde Monterrey, Juárez envió su histórica carta fechada el 28 de mayo de 1864, a Maximiliano (1832-1867), Emperador de México desde abril 10 del mismo año, en la que, con patriotismo, rechazaba la invitación que le hacía el usurpador de sumarse con él a la administración del Imperio Mexicano.24 Y, por casualidad, fue en Monterrey donde Gonzalitos atendió el 13 de junio de 1864 el último de los once partos de la señora Margarita Maza (1826-1871), esposa del presidente Juárez, de producto vivo.3
El recién nacido, Antonio Juárez Maza, falleció víctima de pulmonía a los 14 meses de edad en la ciudad de Nueva York, donde Margarita con su familia vivía entonces en el exilio. El cuerpo embalsamado (¿o cremado?) de Antonio permaneció insepulto hasta ser repatriado con la familia al triunfo de la República.25
Y cuando el 27 de diciembre de 1865, la Ley de Instrucción General del Emperador Maximiliano decretó la clausura de todos los colegios de educación media y superior en la nación, las actividades de la Escuela de Medicina regia funcionaron clandestinamente en las casas de los maestros. No parece estar enteramente claro si en esa época Gonzalitos rechazó la ampulosa Orden de la Virgen de Guadalupe que le otorgara obsequioso el emperador en diciembre de 1865, o la aceptó a regañadientes.7
Pero el 15 de octubre de 1866, ya en el ocaso del imperio, las puertas del Establecimiento médico fueron reabiertas unos dos meses después de que la ciudad fuera liberada por el galeanense Gral. Mariano Escobedo de la Peña (1827-1902),26 vencedor de la batalla de Santa Gertrudis (16 de junio de 1866), y próximo héroe del Sitio de Querétaro (6 de marzo a 15 de mayo de 1867) ante quien el emperador Maximiliano rindió su espada.27 Ferdinand Maximilian Joseph von Habsburg Lothringen (1832-1867) fue fusilado en el Cerro de las Campanas, Querétaro, el 19 de junio de 1867, a los 35 años de edad.28
Pero aún sin superarse totalmente la pesadilla francesa, el 20 de febrero de 1867, Gonzalitos fue distinguido por el Lic. Manuel Z. Gómez (1813-1871), linarense, gobernador sustituto (1866-1867) con el título de Benemérito del Estado, Protector de la Juventud y Benefactor de la Humanidad. Ese día, Gonzalitos celebraba su onomástico número 54. Es mera coincidencia que en mayo del mismo año, el Congreso de Colombia enalteciera al presidente Benito Juárez García con el título de Benemérito de las Américas.25
Ahora que, en adición a sus actividades profesionales en el terreno de la medicina, Gonzalitos también se desempeñó exitosamente en el escenario político. Fue magistrado suplente del Supremo Tribunal de Justicia; diputado local dos veces (1869 y 1871) y gobernador sustituto en otras dos (1870 y 1874), y aprovechó el poder en la primera ocasión, 25 de noviembre de 1870, para fundar la Escuela Normal para Profesores. Además, por sufragio popular, fue electo gobernador constitucional del estado de Nuevo León para el periodo 1872-1873.
El 12 de octubre de 1877,21 en concordancia con la política educativa nacional, el C. Genaro Garza García (1837-1904), gobernador del estado (1877-1879), ordenaba la separación de las Escuelas de Medicina y de Leyes del Colegio Civil. La Preparatoria tomó posesión del antiguo edificio que inició el obispo Llanos y Valdes a fines del siglo XVIII como hospital, y que el Gral. Jerónimo Treviño (1836-1914), gobernador del estado (1867-1869), adecuó para el Colegio Civil.29 Leyes pasó a cargo del Consejo de Instrucción Pública, y Medicina, al de Salubridad Estatal, y se le ubicó en el primer Hospital Civil. Como director paralelo de la escuela y del nosocomio, Gonzalitos pedía a sus educandos, además de disciplina, moralidad y perseverancia, el cumplimiento de "tres virtudes: capacidad, aplicación y honradez".7 Palabras que no tardaron en convertirse en el lema del plantel.
Para entonces, el Dr. González Mendoza empezaba a sufrir problemas de su visión, con la aparición de cataratas en los ojos. La operación, primero, de su globo ocular izquierdo en la ciudad de México en 1881 se complicó con una grave infección, endoftalmitis; los oftalmólogos González Treviño y colaboradores30 opinan que anuló por completo su función. Y dos años más tarde, prácticamente ciego, viajó a la ciudad de Nueva York para ser intervenido quirúrgicamente en su ojo derecho. En esta ocasión, la operación, llevada al cabo el 7 de octubre de 1883, fue enteramente exitosa. ¡La visión se había salvado! La tan grata noticia fue exaltada de inmediato por el Congreso del Estado de Nuevo León, que decretó el 5 de noviembre de 1883 la instalación, en su honor, del Municipio del Dr. González a partir de la antigua Hacienda de Ramos.31 Y, por supuesto, el regreso triunfal del Benemérito a su Patria el 22 de noviembre de 1883, desde Nuevo Laredo hasta el Te-Deum celebrado en la Catedral Metropolitana de Monterrey, entre cohetes, pitos, música y repique de campanas, fue festejado apoteósicamente.7 Se trataba no sólo de un ex-gobernador que regresaba triunfante a su Estado, sino de un hombre extraordinario que era recibido con júbilo al amparo de una gran fiesta popular.
Pasado el momento de algarabía y festejo, Gonzalitos reanudó su trabajo en la forma habitual. Pero a finales de 1887, le fue diagnosticado un "mal hepático". Se temía que se tratara de un padecimiento maligno. En efecto, la enfermedad tuvo un curso tan rápido como incoercible, y 4 de abril de 1888, a las 23:00 horas, José Eleuterio González Mendoza, ilustre nuevoleonés por adopción, fallecía en su hogar de la calle Doctor Coss, número 29, en Monterrey. Tenía 75 años de edad. En sus últimos momentos le acompañaban el Lic. Hermenegildo Dávila y los doctores Juan de Dios Treviño (1838-1918) y José María Lozano (1838- ), tres de sus más brillantes discípulos y amigos. Habían pasado casi exactamente 55 años desde su arribo a Nuevo León y 46 de haberse graduado de médico. Sin descendencia biológica alguna (y muerta Carmen, su apartada esposa), legó sus bienes por partes iguales a la Facultad de Medicina y al Hospital Civil. El estado decretó tres días de duelo.5
Sin necropsia practicada y "por orden superior", el cuerpo del Benemérito fue sepultado en la capilla de su hospital -desde este momento llamado Gonzalitos. Y después de haber sido exhumada e inhumada en dos ocasiones (1939, 1982), su osamenta vino a ser radicada, el 2 de julio de 1982, al pie del monumento que sostiene la estatua sedente de Gonzalitos (erigida en 1913 como parte de la celebración del centenario de su natalicio en una plazuela sobre la calle 15 de Mayo, frente al antiguo Hospital Civil), trasladado al jardín de la Facultad de Medicina en la unión de la Calzada Madero y Salvatierra. La solemne ceremonia luctuosa cívico-militar fue presidida por el C. Alfonso Martínez Domínguez (1922-2002), gobernador constitucional del estado (1979-1985). El Dr. Alfredo Piñeyro López (1936) rector (1979-1985) y el Dr. José Mario Gutiérrez Zambrano (1921), Director de la Facultad de Medicina (1980-1986), recibieron los restos mortales de Gonzalitos a nombre de la Universidad Autónoma de Nuevo León.4
Es digno de hacer notar que ni sus múltiples responsabilidades profesionales, políticas y sociales, ni su amaurosis parcial impidieron a Gonzalitos escribir varias obras relacionadas no solamente con temas médicos; entre ellas están Tratado de Anatomía General, 1863; Estudio de la Clínica, 1870; Anatomía Topográfica, 1870; Lecciones deMoral Médica, 1878, y Catálogo de Plantas Medicinales, 1888.32 Y fue autor, además, de La mosca homnívora, 1865; Método curativo del Cólera morbo, 1886; Biografía del Benemérito Mexicano D. Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, 1876; Apuntes para la Historia Eclesiástica de las Provincias que forman el Obispado de Linares, 1877; Los médicos y las enfermedades de Monterrey, 1881; Lecciones Orales de la Historia de Nuevo León, 1882.31,32
Propios y extraños han continuado con la labor de Gonzalitos. El relato de algunos destellos de la evolución que han construido la Facultad de Medicina y el Hospital Dr. José Eleuterio González, ahora Universitario, lo continuaré en una Tercera, y última, parte de mi trabajo. A 150 años de distancia, la obra del Benemérito se agiganta por el legado de amor y academia que dejó para disfrute de la Humanidad.
Correspondencia: Dr. med Román Garza-Mercado.
Master Bioética, Profesor Emérito. Servicio de Neurocirugía y Terapia Endovascular Neurológica, Facultad de Medicina y Hospital Universitario Dr. José Eleuterio González. Universidad Autónoma de Nuevo León. Avenida Francisco I. Madero y Avenida Gonzalitos s/n. Colonia Mitras Centro. CP 64460. Monterrey, Nuevo León, México. Teléfono: (+52 81) 8346 2698.
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