Me dirijo a Uds. en referencia a un artículo que aparece como editorial del último número de la revista Radiología, «El radiólogo invisible»1, firmado por la vocal de comunicación de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM) y por la editora de InfoRadiología, donde siguiendo las directrices de la opinión del presidente en un artículo anterior «Radiología sin radiólogos» posicionan a la sociedad en contra de la telerradiología.
La especialidad y los tiempos cambian, y la telerradiología acabará imponiéndose en nuestro medio, es decir, ya se ha impuesto, la suerte está echada. Si la SERAM se posiciona en contra de su implantación, permitan el símil, es como tratar de detener al viento.
La evidencia demuestra que la mayoría de empresas del sector sanitario privado ya gestionan las pruebas de diagnóstico por imagen mediante telerradiología, lo que contribuye a asumir en la mayoría de los casos, como no podría ser de otra forma, el enorme excedente de pruebas de los servicios jerarquizados de los centros sanitarios del Estado.
La SERAM no puede «atrincherarse y posicionarse en claro fuera de juego» vetando la práctica de la telerradiología a nuestros radiólogos que quedarían en clara desventaja ante los de otros países; por el contrario debe colocarse en vanguardia, ejerciendo su arbitraje para evitar el intrusismo y colaborar en las mejoras que contribuyan al perfeccionamiento de esta importantísima herramienta de la telemedicina.