Las lesiones traumáticas de las extremidades son muy frecuentes y suponen un volumen importante de las exploraciones que se realizan diariamente en los servicios de Radiología, sobre todo en urgencias. A menudo se pueden resolver si se reconocen y tratan adecuadamente, lo que implica la necesidad de una evaluación clínica completa y un estudio radiológico adecuado y correctamente interpretado. Aquí los radiólogos tenemos un papel importante, sobre todo en el diagnóstico de aquellas lesiones que pueden pasar desapercibidas; para ello necesitamos conocer la anatomía normal y sus variantes, los mecanismos de lesión y las indicaciones de las distintas pruebas de imagen, siendo la radiología simple la principal técnica en la valoración inicial. El objetivo de este artículo es revisar las características relevantes de las fracturas de las extremidades en adultos, las posibles lesiones asociadas y cómo describirlas para un manejo clínico adecuado.
Traumatic injuries of the limbs are very common and account for a large number of imaging examinations, especially in emergency departments. These injuries can often be resolved if they are recognized and treated appropriately. Their diagnosis requires a complete clinical assessment and the correct interpretation of the appropriate imaging tests. Radiologists play an important role, especially in diagnosing lesions that can go undetected. To this end, radiologists need to know the normal anatomy and its variants, the mechanisms of injury, and the indications for different imaging tests, among which plain-film X-rays are the main technique for the initial evaluation. This article aims to review the relevant characteristics of limb fractures in adults and of lesions that can be associated with these fractures, as well as how to describe them to ensure appropriate clinical management.
El diagnóstico de una fractura se basa en las pruebas de imagen y la radiología simple continúa siendo la primera y muchas veces la única técnica necesaria si se sabe interpretar. Nuestra experiencia tiene especial valor en el diagnóstico de las lesiones más sutiles, ya que las grandes fracturas y luxaciones no generan dudas ni al observador menos experimentado1. Contar con unos datos clínicos adecuados y conocer el mecanismo traumático nos ayudará a buscar la lesión principal y las posibles lesiones asociadas, locales o a distancia. Es aconsejable familiarizarse con las clasificaciones más comunes, aunque lo importante en el informe radiológico es realizar una descripción adecuada de las características que pueden modificar el manejo clínico. El traumatismo de las extremidades es un tema muy amplio, por lo que nuestro objetivo es revisar los conceptos básicos para realizar una descripción adecuada de las lesiones y describir los aspectos clave de algunas de ellas, que hemos seleccionado bien por su frecuencia o bien por su complejidad.
Conceptos básicos del traumatismo esquelético y diagnóstico radiológicoUna fractura es una solución de continuidad en el hueso, el cartílago o ambos. Una luxación consiste en la pérdida completa de congruencia entre las superficies óseas que forman parte de una articulación; si la pérdida de contacto es incompleta, hablamos de subluxación. La separación anormal entre los extremos óseos de una sindesmosis o una sínfisis se denomina diástasis.
El diagnóstico comienza con la radiografía. Son necesarias al menos 2 proyecciones, perpendiculares en la medida de lo posible, y de calidad adecuada. Recurriremos a proyecciones adicionales cuando la sospecha de fractura es alta y no se confirma en las proyecciones perpendiculares básicas2, recordando que es posible que la fractura solo sea visible en una proyección de todas las disponibles. Debe incluirse la articulación adyacente a la fractura y, en las fracturas diafisarias, las articulaciones proximal y distal. Las radiografías comparativas son útiles en algunos casos que mencionaremos, así como en casos seleccionados de traumatismo en niños, pero solo cuando existan dudas.
En especial en las fracturas sutiles, la valoración de las partes blandas es fundamental; buscaremos engrosamiento y aumento de densidad de los tejidos blandos, desplazamiento de los planos grasos, derrame articular o lipohemartros3.
En ocasiones, será necesario recurrir a otras técnicas diagnósticas. La tomografía computarizada (TC) permite identificar fracturas sutiles, valorar la extensión articular de las fracturas, detectar posibles cuerpos libres intraarticulares y la caracterización de fracturas en regiones anatómicas complejas4 (p. ej., hombro, codo, articulación esternoclavicular, tobillo, pie). La resonancia magnética (RM) es de elección para valorar las lesiones articulares y en el diagnóstico de fracturas ocultas, por su sensibilidad para detectar el edema óseo3,5–7, aunque actualmente la TC de energía dual, con su capacidad de diferenciar materiales, cada vez se describe más como una técnica que permite valorar dicho edema8,9. La tomosíntesis digital tiene una sensibilidad inferior a la TC, pero superior a la de la radiografía, para detectar fracturas10,11.
Descripción de las fracturas y traumatismos articulares. TerminologíaAl describir una fractura debemos incluir siempre su localización (hueso fracturado y qué parte de este), orientación del trazo, grado de conminución, posición de los fragmentos, extensión articular, presencia de derrame (p. ej., signo de la almohadilla grasa en el codo), lipohemartros, o bien de gas o cuerpos extraños, indicativos de una herida abierta3,5,6.
Una descripción precisa suele bastar para guiar el manejo clínico (fig. 1) (fig. 2). Existen sistemas de clasificación específicos para muchas fracturas y lo mejor es familiarizarse con el que usen nuestros cirujanos ortopédicos5. Uno de los más empleados es el de la AO/OTA (Association For Osteosynthesis/Orthopaedic Trauma Association), ya que es detallado y aplicable a la mayoría de los sitios de fractura12. El uso de epónimos no está recomendado13.
Fracturas y luxaciones de la extremidad superiorCintura escapular y húmero- •
Luxación acromioclavicular
La gravedad de esta lesión depende del grado de rotura de los ligamentos acromioclavicular (AC) y coracoclaviculares (CC). Para su descripción se emplea la clasificación de Rockwood, que divide las luxaciones en 6 tipos14:
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Tipo I: ligamentos íntegros; radiografía normal.
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Tipo II: rotura completa de AC e incompleta de CC; separación AC > 7mm.
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Tipo III: rotura completa de AC y CC; aumento del espacio CC (25-100% respecto al contralateral).
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Tipos IV, V y VI: rotura completa de AC y CC con desplazamiento de la clavícula posterior, superior (100-300%) y anteroinferior, respectivamente. Son lesiones infrecuentes, especialmente el tipo VI que asocia riesgo de lesión del paquete neurovascular. Su tratamiento es siempre quirúrgico.
Las radiografías comparativas son útiles para valorar el grado real de desplazamiento. Las radiografías de estrés ya no se recomiendan15,16.
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Fracturas de clavícula
Se clasifican según la localización en fracturas del tercio medio (las más frecuentes), tercio distal y tercio proximal. Las fracturas del tercio medio pueden ser segmentarias; es frecuente el cabalgamiento de los fragmentos y puede haber acortamiento. Las del tercio distal pueden asociar lesión de los ligamentos CC considerándose inestables. Las radiografías comparativas son útiles en ambos tipos. En las fracturas proximales se recomienda la TC para valorar la articulación esternoclavicular3,17.
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Luxación esternoclavicular
Puede ser anterior (mucho más frecuente) o posterior. Su diagnóstico con las radiografías es difícil; está indicada la TC con contraste por vía intravenosa ya que la luxación posterior puede asociar lesión vascular, laceración traqueal y neumotórax1,3.
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Fracturas de escápula
Se describen según su localización: fracturas del cuerpo (las más frecuentes), del cuello (separan la glena del resto de la escápula), de la glena (articulares), de la espina y las apófisis (acromion, coracoides). Se denomina hombro flotante al que asocia fractura de la clavícula y del cuello de la escápula ipsilateral18.
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Luxación glenohumeral (fig. 3)
Figura 3.Luxación glenohumeral. Luxación anterior: en las radiografías AP de hombro (A) y lateral de escápula (B) la cabeza humeral está desplazada anterior e inferior a la glena (estrella), por debajo de la coracoides. Luxación posterior: 2 casos diferentes que muestran la variabilidad en los hallazgos radiológicos. La radiografía AP en el primer caso (C) muestra un espacio glenohumeral aumentado y rotación interna del húmero («signo de la bombilla»), mientras que en el segundo caso (E), el espacio glenohumeral está pinzado, es asimétrico y no hay rotación de la cabeza. La línea esclerosa (flechas negras) indica la fractura por impacto de la cabeza en el margen posterior de la glena (lesión de Hill-Sachs invertido), es el signo de la «doble línea cortical». La radiografía lateral de escápula en ambos casos (D, F) muestra el desplazamiento posterior de la cabeza humeral (flecha blanca) con respecto a la glena (estrella). A: acromion; C: coracoides.
(0.37MB).
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Luxación anterior (95%): el húmero suele desplazarse inferior y medialmente, por debajo de la coracoides, siendo la radiografía anteroposterior (AP) suficiente para el diagnóstico. Es menos frecuente el desplazamiento por debajo de la glena, de la clavícula o intratorácico. En su desplazamiento, la porción superolateral de la cabeza humeral choca con el margen anteroinferior de la glena, pudiéndose producir una fractura impactada (lesión de Hill-Sachs). Con menor frecuencia puede fracturarse el reborde óseo de la glena (lesión de Bankart óseo). Ambas fracturas se asocian a inestabilidad y luxación recurrente18. En pacientes > 50 años este tipo de luxación puede asociar una fractura del troquíter1,3,19.
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Luxación posterior (2-4%): se asocia a mecanismos de contracción muscular intensa (crisis comiciales, electrocución), pudiendo ser bilateral. Puede asociar una fractura del margen medial de la cabeza humeral (fractura de Hill-Sachs invertida), del margen posterior de la glenoides (fractura de Bankart invertido) y del troquín. Con frecuencia pasa desapercibida en la radiografía AP, siendo necesarias proyecciones complementarias (transescapular, axilar)1,7,18. En caso de dudas, se debe realizar una TC.
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Luxación inferior pura (luxación erecta) y luxación superior (a través del manguito rotador), ambas muy infrecuentes.
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Fracturas del húmero proximal
El húmero proximal consta anatómicamente de 4 partes: cabeza, diáfisis, tuberosidad mayor (troquíter) y tuberosidad menor (troquín). El cuello anatómico separa la cabeza del segmento tuberositario; en él se inserta la cápsula articular. El cuello quirúrgico (metáfisis) separa el segmento tuberositario de la diáfisis y su cortical se denomina calcar18.
La clasificación más empleada es la de Neer18,20, basada en el grado de desplazamiento y angulación de las 4 partes descritas anteriormente, independientemente del número de fragmentos óseos. Una fractura se considera desplazada si los fragmentos muestran un desplazamiento > 1cm o una angulación > 45°.
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Fracturas del húmero distal
El sistema de clasificación más empleado es el de AO/OTA; las divide en tipo A o extraarticular (avulsiones del epicóndilo y epitróclea; fractura metafisaria), tipo B o articular parcial (cóndilo o tróclea); tipo C o articular completa (fractura intercondílea y metafisaria, pudiendo tener una configuración en T o Y)12.
Codo y antebrazo- •
Luxación de codo
La mayoría son posteriores o posterolaterales y suelen asociar una fractura de la cabeza del radio y de la apófisis coronoides (tríada terrible)21. La luxación aislada de la cabeza radial es rara en adultos; debemos buscar una fractura asociada del cúbito (fractura-luxación de Monteggia).
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Fracturas del radio proximal
Son las fracturas más frecuentes del codo en adultos. Casi siempre asocian signos de derrame articular en la radiografía lateral y es frecuente el desplazamiento de la línea grasa del supinador. Para su descripción se emplea la clasificación de Mason modificada22, basada en el grado de desplazamiento, depresión y conminución de la cabeza. La mayoría de las fracturas sin desplazamiento significativo son lesiones aisladas. Las fracturas desplazadas suelen asociarse a otras lesiones, como la luxación de codo, formando parte de la «tríada terrible», o la lesión de Essex-Lopresti en el antebrazo23.
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Fracturas del antebrazo
El antebrazo es un anillo conformado por 2 huesos largos (cúbito y radio), 2 articulaciones (radiocubital proximal y distal), y la membrana interósea. La fractura de uno de los huesos se acompaña, casi invariablemente, de una fractura en el otro hueso o bien de una luxación; además, puede existir rotura de la membrana interósea. La única excepción es la fractura aislada del cúbito (fractura «por bastonazo»), producida por un golpe directo. La fractura aislada de la diáfisis radial es muy rara. El resto de las lesiones se producen por fuerzas de torsión o flexión, que rompen el anillo en 2 puntos1,23 (fig. 4):
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Fractura diafisaria de ambos huesos.
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Fractura-luxación de Monteggia: fractura del cúbito, habitualmente la diáfisis proximal, y luxación de la cabeza radial (anterior o posterior).
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Fractura-luxación de Galeazzi: fractura de la diáfisis radial en su tercio medio o distal y luxación o inestabilidad de la articulación radiocubital distal.
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Lesión de Essex-Lopresti: lesión poco frecuente y grave que genera inestabilidad longitudinal del antebrazo. Asocia una fractura de la cabeza radial, frecuentemente conminuta, rotura de la membrana interósea y luxación/inestabilidad de la articulación radiocubital distal. La lesión de esta articulación puede pasar desapercibida en las radiografías iniciales y debe sospecharse ante una fractura de la cabeza radial, en especial conminuta, que asocie dolor en la muñeca. Las radiografías comparativas pueden ayudar19.
A y B) Fractura-luxación de Monteggia. Fractura conminuta del tercio proximal de la diáfisis del cúbito y luxación posterolateral de la cabeza radial. Los hallazgos de la luxación son sutiles: la línea punteada indica la superficie articular del cóndilo; la línea radiocondílea (línea blanca sólida) es la línea que pasa por el centro del cuello del radio y debe intersectar el centro del cóndilo en cualquier proyección. En ambas proyecciones, anteroposterior (A) y lateral (B), la línea radiocondílea no intersecta el centro del cóndilo, siendo más evidente en la proyección lateral. C) Fractura-luxación de Galeazzi. Fractura del tercio distal de la diáfisis del radio y luxación de la articulación radiocubital distal (flecha blanca). D-F) Lesión de Essex-Lopresti. Fractura desplazada de la cabeza del radio. No se observan anomalías aparentes en la articulación radiocubital distal (E), pero la radiografía lateral (F) muestra un desplazamiento de la línea grasa del pronador (punta de flecha) como signo de lesión de partes blandas. La articulación era dolorosa y, pese a que fue fijada quirúrgicamente, el paciente desarrolló una inestabilidad vertical del antebrazo.
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Fracturas del radio y cúbito distal
Pueden ser extra o intraarticulares (más frecuentes). Debemos valorar:
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El acortamiento del radio con respecto al cúbito, la inclinación del fragmento distal (dorsal/volar) y si hay pérdida de la inclinación radial normal3,5.
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Si existe fractura de la estiloides cubital y localización: punta, tercio medio, base. Las fracturas de la base producen inestabilidad de la articulación radiocubital distal por avulsión de las inserciones del fibrocartílago triangular.
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Rotura de los ligamentos interóseos (más frecuente del escafolunar, aumento de la distancia > 3mm24,25) o de otros huesos del carpo, en especial del escafoides.
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Si hay afectación articular: grado de depresión o separación de los fragmentos (estudio con TC, ˃ 2mm19).
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Fractura de escafoides
Se clasifican según su localización: polo proximal (20%), tercio medio o cintura (70%) y polo distal (10%). Son complicaciones frecuentes la necrosis avascular (NAV) y la seudoartrosis. La NAV se produce sobre todo en fracturas del polo proximal, en especial las que afectan a su extremo más craneal, si no se detectan y fijan a tiempo19.
Hasta un 20% de ellas pueden pasar desapercibidas inicialmente; si la sospecha clínica es alta, se puede inmovilizar y repetir las radiografías en 10-14 días o bien confirmar de forma precoz mediante tomosíntesis, TC o RM, evitando una inmovilización innecesaria en ausencia de fractura1,10,19.
Fracturas y luxaciones de la extremidad inferiorCadera y fémur- •
Fracturas del fémur proximal
Según su localización se dividen en:
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Fracturas extracapsulares: avulsiones de los trocánteres, pertrocantéricas, subtrocantéricas3,5.
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Fracturas intracapsulares: de la cabeza; del cuello (subcapital, transcervical y basicervical). La clasificación de Garden se emplea para describir el grado de desplazamiento; las de localización subcapital y las desplazadas tienen mayor riesgo de NAV26.
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Fracturas de la diáfisis femoral
Suelen asociar sangrado muy importante, estimado en 1.000-1.500ml, pudiendo duplicarse en las fracturas abiertas27. En pacientes politraumatizados, en ausencia de otras lesiones sangrantes, pueden justificar los signos de compromiso hemodinámico, por ello es importante su inmovilización precoz, así como para evitar posibles complicaciones pulmonares (embolia grasa)5,28.
RodillaLa presencia de derrame articular es muy indicativa de lesión en un contexto traumático. En la radiografía lateral observaremos ocupación del receso suprarrotuliano (> 10mm); si esta se realiza con rayo horizontal, la presencia de un nivel grasa-líquido (lipohemartros) es específico de la existencia de una fractura29,30.
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Fracturas del fémur distal.
Suelen clasificarse en supracondíleas o extraarticulares, intercondíleas y aisladas de los cóndilos12.
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Fracturas de la meseta tibial
Pueden afectar al platillo externo (60%), al medial (20%), o a ambos (20%) y asocian con frecuencia lesiones de los meniscos o de los ligamentos de la rodilla. Para su tratamiento es esencial conocer el grado de desplazamiento y hundimiento de los fragmentos, estando indicada la TC. La clasificación más empleada es la de Schatzker31 (fig. 5) aunque actualmente se han propuesto otras clasificaciones tridimensionales basadas en imágenes de TC, como la de las 3 columnas32.
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Luxación de rodilla
Es una urgencia ortopédica por el riesgo de lesión vascular asociada. Su incidencia real probablemente esté infravalorada ya que hasta un 50% se reducen espontáneamente, lo que requiere un alto grado de sospecha y una evaluación clínica y radiológica minuciosas. Buscaremos signos de hemartros-lipohemartros, alteraciones en la congruencia y posibles fracturas asociadas, incluyendo fracturas por avulsión sutiles (p. ej., fractura de Segond). Las complicaciones más frecuentes son la lesión de la arteria poplítea (20-60%) y del nervio peroneal (10-35%), por lo que, si se detecta una alteración en los pulsos, bien inmediata o diferida, está indicada una angiografía por TC en la urgencia3,33 (fig. 6).
A-C) Luxación de rodilla con rotura contenida de la arteria poplítea en un paciente joven tras un accidente de moto. La radiografía anteroposterior (A) muestra un aumento del espacio articular femorotibial medial y de las partes blandas adyacentes; en la radiografía lateral (B) se observa derrame articular (flecha). No hay luxación visible, ya que suelen reducirse con la inmovilización en la atención inicial al traumatismo, por lo que hay que estar alerta a las alteraciones sutiles. Reconstrucción sagital MIP de angiografía-TC (C): muestra una rotura contenida de la arteria poplítea (punta de flecha) con vasos distales filiformes. D-F) Clasificación de Sanders de las fracturas intraarticulares de calcáneo (D). Se basa en la valoración por TC del tálamo en un plano coronal a la articulación subastragalina posterior. E) Fractura tipo I de Sanders. Aunque hay 2 fragmentos articulares separados por una línea de fractura tipo B, no hay desplazamiento ni depresión ˃ 2mm. F) Fractura tipo III AC de Sanders. Se observan 3 fragmentos articulares; el fragmento medio (estrella) estaba deprimido en un plano posterior al mostrado.
Las fracturas diafisarias de la tibia se asocian invariablemente a una fractura de la diáfisis del peroné. Con frecuencia son fracturas abiertas, suelen asociar complicaciones como infección, seudoartrosis y síndrome compartimental, y la pérdida de sangre puede ser importante (500-1000ml27).
TobilloLa articulación del tobillo es un anillo conformado por huesos (tibia, peroné, astrágalo) y sus ligamentos de sostén (medial o deltoideo, y lateral). Si el anillo se interrumpe en un solo punto, bien por lesión ósea o ligamentosa, la lesión se considera estable; si lo hace en 2 puntos, la lesión es inestable, pudiendo asociar luxación del astrágalo.
El sistema de descripción más sencillo es el de Danis-Weber que clasifica las fracturas de tobillo en 3 tipos según la localización de la fractura del peroné distal respecto a la sindesmosis tibioperonea34.
Tipo A o infrasindesmal: la fractura de peroné es distal a la sindesmosis. Suele ser estable y tratarse de forma conservadora.
Tipo B o transindesmal: la fractura de peroné se localiza a nivel de la sindesmosis. Pueden tratarse conservadoramente si la lesión es estable (sin lesión del ligamento deltoideo ni sindesmótica).
Tipo C o suprasindesmal: la fractura de peroné es proximal a la sindesmosis. Suele ser inestable y requiere fijación quirúrgica.
La lesión de Maisonneuve es un tipo especial de fractura tipo C que combina fractura del peroné proximal, lesión de la sindesmosis tibioperonea y lesión del ligamento deltoideo (aumento de la distancia tibioastragalina), con o sin fractura del maléolo tibial. Es inestable y requiere tratamiento quirúrgico.
Pie- •
Fracturas del calcáneo
El mecanismo más habitual es una carga axial por caída desde altura, por lo que hasta un 10% de casos asocian fracturas vertebrales por compresión en la columna torácica o lumbar, más de un 20% presenta lesiones de las extremidades inferiores y hasta un 10% son bilaterales. Se clasifican en intraarticulares si afectan a la carilla articular posterosuperior o tálamo, o extraarticulares cuando no lo hacen (tuberosidad posterior, proceso anterior, proceso medial, sustentaculum tali). Las primeras son mucho más frecuentes, tienen peor pronóstico y suelen precisar reducción quirúrgica. Requieren estudio mediante TC y la clasificación más empleada es la de Sanders, basada en el número de fragmentos que afectan al tálamo desplazados más de 2mm35,36 (fig. 6):
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Tipo I: no desplazada (< 2mm), independientemente del número de líneas de fractura. Subsidiaria de tratamiento ortopédico.
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Tipo II: dos fragmentos articulares con desplazamiento. Subdividida en A, B o C, según la fractura asiente lateral, central o medialmente en el tálamo.
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Tipo III: 3 fragmentos articulares, con un fragmento medio deprimido. Subdividida en AB, AC y BC, dependiendo de la localización de las líneas de fractura.
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Tipo IV: 4 o más fragmentos.
El pronóstico empeora en las fracturas con mayor grado de conminución (III y IV).
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Fractura-luxación tarsometatarsiana (de Lisfranc)
Puede afectar de forma aislada al ligamento de Lisfranc (une la primera cuña con la base del segundo metatarsiano), dando lugar, como único hallazgo, a un ensanchamiento del espacio entre las bases del 1.er y 2.° metatarsianos, con pérdida de la alineación entre este último y la segunda cuña. Con mayor frecuencia se produce una lesión más extensa, completa o parcial, de la articulación tarsometatarsiana, con fractura de la base de los metatarsianos, cuñas y cuboides, con o sin luxación franca. La fractura-luxación completa puede ser de 2 tipos: homolateral, en la que todos los metatarsianos se desplazan lateralmente, o divergente, en la que el primer metatarsiano se desplaza medialmente y el resto lo hace lateralmente37.
A menudo precisa valoración con TC.
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Fractura de metatarsianos y falanges
Se describen según la localización en fracturas de la base, la diáfisis o el extremo distal. En los metatarsianos, dicho extremo distal incluye el cuello y la cabeza.
Las fracturas del extremo proximal del 5.° metatarsiano son las más frecuentes. Se distinguen 3 tipos38:
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Fractura por avulsión de la tuberosidad: tratamiento conservador.
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Fractura de Jones: fractura transversa a 1,5-3cm de la tuberosidad, a la altura de la articulación con la base del 4.° metatarsiano. Su tratamiento es quirúrgico por el alto riesgo de seudoartrosis, al ser una zona con una vascularización pobre.
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Fractura de estrés de la diáfisis proximal.
Los traumatismos de las extremidades son muy frecuentes en las urgencias. Debemos saber describir las distintas lesiones empleando las clasificaciones más usadas, pero sobre todo reconocer aquellas que pueden pasar desapercibidas y condicionar secuelas. Para ello hay que conocer sus particularidades dependiendo de la localización anatómica y el mecanismo traumático, y mantener una comunicación estrecha con los médicos encargados de la valoración de estos pacientes.
La radiografía convencional es la técnica de elección inicial y a menudo la única, aunque podremos emplear otras, en especial la TC, cuando exista implicación pronóstica y de manejo, en fracturas en regiones anatómicas complejas o con afectación articular, y para detectar lesiones vasculares.
Autoría- 1.
Responsable de la integridad del estudio: A.B.B.
- 2.
Concepción del estudio: A.B.B.
- 3.
Diseño del estudio: A.B.B.
- 4.
Obtención de los datos: A.B.B, A.M.P, M.L.R.
- 5.
Análisis e interpretación de los datos: A.B.B.
- 6.
Tratamiento estadístico: A.B.B.
- 7.
Búsqueda bibliográfica: A.B.B, A.M.P, M.L.R.
- 8.
Redacción del trabajo: A.B.B.
- 9.
Revisión crítica del manuscrito con aportaciones intelectualmente relevantes: A.B.B, A.M.P, M.L.R.
- 10.
Aprobación de la versión final: A.B.B, A.M.P, M.L.R.
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.