La artroplastia total de cadera (ATC) es una intervención coste-efectiva para disminuir el dolor, mejorar la función y la calidad de vida de los pacientes con patología degenerativa o inflamatoria de la cadera.
La mayoría de sistemas disponibles actualmente son modulares y la fijación de los componentes protésicos al hueso puede conseguirse mediante dos técnicas: la cementación y la osteointegración. Tanto los vástagos cementados como los no cementados pueden ser considerados el patrón oro para la supervivencia a largo plazo; sin embargo, las técnicas no cementadas son hoy en día el método preferido para la mayoría de reemplazos acetabulares. Actualmente la superficie de carga con par de fricción metal-polietileno entrelazado es la más utilizada.
La mayoría de complicaciones después de una ATC son infrecuentes, y pueden ser prevenidas y tratadas fácilmente.
El objetivo inmediato de la rehabilitación en la fase aguda se centra en reducir el dolor, mejorar la movilidad, restaurar la función e identificar y prevenir las complicaciones postoperatorias inmediatas. Las guías clínicas para los pacientes intervenidos de una prótesis de cadera, y más específicamente los protocolos de ejercicios terapéuticos, varían dependiendo de las instituciones u hospitales y del ámbito de actuación.
Una adecuada valoración de los resultados de la artroplastia requiere el uso de instrumentos genéricos de medición de la calidad de vida, siendo el más utilizado el Medical Outcomes Study-Short Form 36, y de instrumentos específicos que sean lo suficientemente sensibles para detectar los cambios clínicos de interés, como la escala de cadera de Harris (Harris Hip Score).
Los resultados publicados demuestran una mejoría excelente tanto clínica, como funcional y radiográfica después de la ATC y aproximadamente el 90 % de las ATC tienen éxito, en términos de no dolor ni complicaciones a los 10-15 años de la cirugía.
Total hip arthroplasty (THA) is a cost-effective intervention to decrease pain, improve function and quality of life of the patients with degenerative or inflammatory disease of the hip.
Most of the currently available systems are modular and fixation of the prosthetic components to the bone may be achieved with two techniques: cementation and osteointegration. Both the cemented stems and non-cemented ones may be considered the gold standard for long term survival. However, the non-cemented techniques are presently the preferred method for most of cetabular replacements. Currently friction of metal on polyethylene bearing surface is used most.
Most of the complications after a THA are uncommon and may be easily prevented and treated. The immediate objective of rehabilitation in the acute phase is focused on reducing pain, improving mobility, restoring function and identifying and preventing immediately postoperative complications. Clinical guidelines for the patients operated on for a hip prosthesis and more specifically the therapeutic exercise protocols, vary according to the institutions or hospitals and action setting.
An adequate assessment of the results of the arthroplasty requires the use of generic instruments of measurement of quality of life. That used most is the Medical Outcomes Study-Short Form 36. It is also necessary to use specific instruments that are sufficiently sensitive to detect clinical changes of interest, such as the Harris Hip Score.
The results published show excellent clinical, functional and radiological improvement after the THA. Approximately 90 % of the THAs are successful in terms of no pain or complications at 10 to 15 years of the surgery.
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