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Vol. 1. Núm. 3.
Páginas 108-115 (diciembre 2008)
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Páginas 108-115 (diciembre 2008)
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Estudio atribucional sobre los motivos del éxito y fracaso deportivo en función de la modalidad practicada
Attributional study on the reasons for success and failure in sports based on the modality practiced
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P. Malico Sousaa, A. Rosadob, T. Cabritab, J L. Lanchoa
a Laboratorio de Ciencias Morfofuncionales del Deporte. Facultad de Medicina. Universidad de Córdoba. España.
b Departamento de Ciencias del Deporte. Facultad de Motricidad Humana. Universidad Técnica de Lisboa. Portugal.
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Estadísticas
Tablas (4)
Tabla 1. Evaluación de las causas del mejor y peor resultado deportivo
Tabla 2. Evaluación de la competición (tiempo transcurrido, nitidez de recuerdo, importancia y dificultad) en que ocurrió el resultado recordado
Tabla 3. Evaluación del resultado obtenido (probabilidad de ocurrencia, clasificación y satisfacción provocada)
Tabla 4. Evaluación de las causas (en lo que concierne a las dimensiones del locus de causalidad, estabilidad y pasibilidad de control personal y externo) indicadas como fundamentales para la obtención del resultado recordado
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Objetivo. Determinar el papel de las atribuciones causales en el contexto deportivo en función de la modalidad practicada. Método. La muestra es de 338 atletas, con edades comprendidas entre 16 y 38 años (media: 23,73; desviación estándar: 5,86), participantes en competiciones federadas del deporte portugués, en las modalidades olímpicas de fútbol (n = 192), atletismo (n = 100) y esgrima (n = 46). En la evaluación de las atribuciones causales se utilizó la Causal Dimension Scale II (CDSII: McAuley, Duncan & Russell, 1992), referida al modelo atribucional tridimensional de la motivación y emoción de Weiner (1979, 1986), en una versión traducida y adaptada para la población portuguesa por Fonseca (1993). Resultados. Los jugadores de fútbol clasifican sus mejores resultados como más internos, menos inestables y más controlables por ellos mismos cuando se comparan con los practicantes de atletismo y esgrima (deportes individuales). En la comparación entre los deportes individuales, en situaciones de fracaso deportivo, fueron los esgrimistas quienes dieron explicaciones más internas y controlables por ellos mismos y no por otros, a las causas de sus resultados, en comparación con los practicantes de atletismo. Conclusión. Tanto en las situaciones de éxito como de fracaso deportivo, el tipo de deporte practicado por los atletas parece estar asociado a las atribuciones causales que elaboran como explicación de sus resultados más importantes.
Palabras clave:
Atribuciones causales
Modelo atribucional de Weiner (1979, 1986)
Éxito y fracaso deportivo
Escala de dimensión causal (CDSII)
Modalidad practicada
Purpose. Determine the role of causal attributions in the sports context based on the modality practiced. Methods. The sample was made up of 338 athletes, aged from 16 to 38 years (mean = 23.73; standard deviation: 5.86), who participated in federated sports competitions, in the Olympic events of soccer (n = 192), athletism (n = 100) and fencing (n = 46). Causal attributions were evaluated using the Causal Dimension Scale II (CDSII: McAuley, Duncan & Russell, 1992), in regards to Weiner's tridimensional attributional theory of motivations and emotion (1979-1986), in a version translated and adapted for the Portuguese population by Fonseca (1993). Results. Soccer players classified their best results as more internal, less unstable and more personally-controllable causes than those cited by those practicing athletism and fencing (individual sports). Comparison between the two individual sports showed that fencers tended to attribute their failures to more internal and more personally-controllable causes than those practicing athletism. Conclusions. These data on perceptions of sporting success and failure suggest a relationship between the type of sport engaged in and the perceived causality of more positive and negative outcomes.
Keywords:
Causal attribution
Weiner's attributional model (1979, 1986)
Sporting success and failure
Causal Dimension Scale II
Type of sport
Texto completo

Introducción

Pocas veces uno se contenta con una sencilla descripción del comportamiento de alguien que acaba de conocer, o de quien había oído hablar. De igual modo, buscamos continuamente explicar lo que nos pasa todos los días, con relación a las más variadas situaciones y contextos que afrontamos. Consecuentemente, cada uno desarrolla una forma única de analizar su entorno, por lo que no sorprende que tengamos diferentes interpretaciones de un mismo suceso vivido o presenciado. A estas inferencias, en la psicología social, las llamamos atribuciones.

Encontradas las relaciones causales y sus implicaciones, uno está capacitado para controlar mejor y más fácilmente su entorno, a predecir el comportamiento de su interlocutor y a iniciar cualquier acción. Así, podrán constituirse cadenas de atribuciones y muchas corresponderán a estereotipos: oyendo hablar de un gitano, ¿cuántos de nosotros no concluiremos de inmediato que él es sucio, descuidado, ladrón y, sin embargo, buen músico?

De igual modo, en lo que toca al contexto deportivo, esta búsqueda de explicaciones y de asociaciones de causas para los sucesos se hace a cada momento, con lo cual su resultado tiene un papel fundamental, en torno a la estructuración de las convicciones de los atletas, sobre los resultados deportivos que alcanzan. Por otra parte, estas convicciones, que son un producto de todo el proceso perceptivo-cognitivo, condicionarán el futuro comportamiento de los atletas a través del desarrollo de expectativas concordantes con la atribución ya producida1.

Así, se asume que el modo como los atletas perciben y explican sus resultados, está relacionado con sus comportamientos futuros y, consecuentemente, influye en su motivación.

Considerando el énfasis dado a la motivación para la realización en contextos deportivos, ha sido comúnmente aceptado por los investigadores2,3 que este tema no solo es importante para la investigación psicológica en el deporte, en términos generales, sino también para el estudio de las atribuciones, en particular.

De entre todas las teorías relacionadas con la atribución, y en lo que respecta específicamente al contexto deportivo, el modelo de Weiner4,5 ha sido el más utilizado por los investigadores2,3,6,7.

Siguiendo muy de cerca la propuesta teórica de Heider8,9 según la cual la ocurrencia de las atribuciones se verifica en una dimensión de internalidad/externalidad, y a nivel de la estabilidad del efecto, Weiner10 propuso una taxonomía para el razonamiento causal, tomando como base estudios sobre la motivación para la realización.

El modelo presentado por Weiner, y clasificado por Faria11 como "racional y lógico", sobre la producción de atribuciones causales para explicar los resultados y sus consecuencias, al preconizar la utilización predominante de las atribuciones relacionadas con la capacidad, el esfuerzo, la dificultad de la tarea y la suerte en contextos de realización, propone, en un primer momento, una taxonomía atribucional incluyendo dos dimensiones: la estabilidad con que el efecto cambia a lo largo del tiempo (estable frente a inestable) y la localización causal o locus de causalidad (causa interna al individuo o que se relaciona con uno mismo frente a los factores externos).

En lo que respecta al locus de causalidad, el autor sugiere que un buen desempeño atribuido a factores internos (por ejemplo, capacidad y esfuerzo personal) genera mayor autoestima que otro imputado a causas externas. A su vez, la estabilidad del efecto tiene implicaciones en la expectativa de éxito o de fracaso futuro. La imputación de causalidad estable tiende a generar expectativas de resultados parecidos en el futuro, contrariamente a las situaciones en que la atribución está asociada a los factores inestables.

La aplicación del modelo bidimensional de Weiner10 en contextos diversificados desencadenó algunas críticas en cuanto a su validez12, una vez que, y a pesar de que las dos dimensiones iniciales propuestas se revelaron útiles, no explicaban la totalidad de los resultados. El mismo Weiner5 reconoció esta limitación posteriormente, y señaló que el modelo era restrictivo en la explicación de las atribuciones causales. El autor, admitiendo el hecho de que las causas pueden cambiar de contexto en contexto, ya había llamado la atención sobre la probabilidad de la existencia de otros elementos causales igualmente importantes, que deberían ser considerados por los investigadores de la atribución.

Así, Weiner4 incorpora una tercera dimensión en la taxonomía del razonamiento causal -el grado de controlabilidad del efecto- con el objetivo de perfeccionar su modelo inicial. Este factor está relacionado con la posibilidad de que la causa esté influenciada por la acción directa del individuo, o de terceros, es decir, se pasó a considerar que una causa es (in)controlable cuando puede ser modificada o afectada por alguien (el mismo, o el otro) estando, de este modo, íntimamente ligada a los aspectos de la naturaleza del comportamiento.

Posteriormente, con el propósito de presentar una teoría unificada de la motivación y la emoción, Weiner5 publicó un libro titulado An attributional theory of motivation and emotion, donde concentró toda su labor dedicada a la temática de las atribuciones.

En suma, el aspecto nuclear de esta teoría está centrado en la idea de que las personas organizan su pensamiento atribucional en torno a las dimensiones del locus de causalidad, estabilidad y controlabilidad.

Hay que destacar que, posteriormente, McAuley et al13 propusieron la división de la dimensión de controlabilidad en dos factores distintos, aunque relacionados: el control personal y el control externo. El control personal se refiere a la posibilidad de ser uno mismo el que controla la causa en análisis, mientras el control externo remite a la probable influencia de otros sobre esa misma causa.

Estos autores desarrollaron distintos estudios en diversos contextos de realización, con el objetivo de confirmar su afirmación. Los resultados evidenciaron la superioridad del modelo tetrafactorial con relación a otros modelos que integraban un menor número de dimensiones, llevando a McAuley et al13 a proponer el alargamiento del modelo tridimensional de Weiner.

De este modo, la teoría atribucional de la motivación y emoción de Weiner se constituyó como una provechosa estructura conceptual de apoyo a los investigadores, ya que integra conceptos diversificados, como la causalidad percibida, las expectativas de éxito/fracaso y la diversidad de emociones14.

Otro dato particularmente importante se asienta en el hecho de que su teoría podrá constituir un destacado marco de referencia en el análisis de la percepción de la causalidad en contextos de realización, ya que la asimetría de este modelo, para situaciones de éxito y de fracaso, permite su aplicabilidad a los más variados dominios.

Los estudios realizados utilizando este modelo15,16 confirman que las atribuciones para las situaciones de éxito tienden a ser internas, estables o inestables, y controlables, y las situaciones de fracaso están asociadas a causas más externas, inestables y bajo control externo.

Además, la cantidad de autores que utilizaron el modelo de Weiner4,5 como apoyo teórico de sus estudios traduce un evidente aumento de la importancia en tratarlo en la investigación atribucional. La teoría de Weiner ha sido aplicada en una considerable diversidad de contextos de realización, desde el académico11,17-19 al clínico20, pasando por la selección de personal21, las relaciones sociales22, o el ámbito deportivo14,16,23-28.

Así, la atribución de que se sirve un atleta para explicar su desempeño asume un carácter fundamental hacia la mejora de su preparación y de sus resultados.

El hecho de que uno tiene como característica de la personalidad una predisposición estable para determinado tipo de atribución representa un indicador de protección o de mantenimiento de la autoestima. Así, se vuelve indispensable examinar las atribuciones causales, considerando el estilo específico de atribución de un determinado individuo, y su influencia en los deportistas a lo largo del entrenamiento y de la competición29.

Hace ya mucho que se parte del principio según el cual los procesos básicos de cognición y de percepción son universales, y de que la inferencia inductiva y deductiva, como la atención, la memoria, la categorización y el análisis causal, son iguales para todos, en todas las culturas.

Bajo esta perspectiva, el disposicionismo y el situacionismo son dos modelos de atribución sólidamente arraigados en las culturas occidental y oriental30. Los occidentales realizan atribuciones causales disposicionales, o sea, tienden a explicar los acontecimientos según rasgos de personalidad fundamentales; a su vez, los orientales tienden a realizar atribuciones causales situacionales.

Como sabemos que el deporte no es una identidad singular, podremos entonces considerar que cada modalidad deportiva es única. En términos generales, cada modalidad representa una subcultura con sus valores particulares, creencias, normas, con su modo específico de pensar y de sentir, en fin, una "personalidad" única en un determinado contexto, es decir, su "propio mundo".

Estas características únicas justifican el estudio de la especificidad psicológica presente en cada modalidad deportiva, así como su comparación. Las investigaciones en el ámbito de la psicología que comparan distintas modalidades parten del supuesto de que estas representan distintas subculturas y, generalmente, comparan a sus participantes centrándose en el modo y el contexto de cada modalidad influencia a los atletas.

Muchos aspectos de las diferencias transculturales están todavía por investigar, incluyendo la cuestión de los distintos criterios para explicar el éxito y el fracaso, las distintas formas de motivación para vencer, la probabilidad de realizar distintas atribuciones, así como la percepción de las causas, en cuanto a las dimensiones del locus de causalidad, estabilidad y controlabilidad.

Aunque la atribución haya sido uno de los temas más estudiados en el dominio de la Psicología del Deporte, a lo largo de la década de los ochenta los estudios llevados a cabo estaban considerados incompletos en algunas áreas. Según Biddle31, no se le ha dado la atención debida a la cuestión relacionada con el estilo atribucional de los atletas en la práctica de distintas modalidades deportivas.

La investigación de la atribución causal no varía en cuanto a los niveles o a las unidades analizadas, dificultando así la generalización de las diversas condiciones de la práctica de las modalidades. Así, se vuelve necesario enfatizar el papel de la modalidad deportiva en la atribución.

Los deportes colectivos constituyen redes sociales complejas, y el contexto en el cual son practicados tiene un papel fundamental. De igual modo, las características físicas del ambiente pueden influenciar la percepción, pues cuando comparamos los ambientes donde se practican los deportes individuales con los contextos donde se practican los deportes colectivos, vemos que estos son más complejos y contienen más objetos. Además, los colectivos enfatizan el contexto en detrimento del individuo, mientras los deportes individuales valoran al atleta en detrimento del campo de acción.

Esta investigación pone en contraste las atribuciones causales entre dos resultados (éxito y fracaso) y diferentes modalidades deportivas, a fin de atestiguar los supuestos fundados en las cuestiones subculturales específicas de cada una.

Partimos de la hipótesis según la cual las diferencias en las estructuras sociales y la práctica de las diferentes modalidades motivan las diferencias cognitivas. Este trabajo sugiere que los practicantes de los deportes individuales tienden más a recurrir a una estrategia de competición individual (es decir, a las atribuciones defensivas) para lidiar con las vivencias del éxito y del fracaso, que los jugadores de un equipo.

Los practicantes de deportes individuales atribuyen sus resultados más significativos -mejor y peor resultados- a causas más internas, menos inestables y más controlables por ellos mismos en comparación con los practicantes de deportes de equipo. En principio, los practicantes de deportes colectivos recurren a informaciones más contextuales que los practicantes de deportes individuales, en el modo de clasificar las causas de sus resultados.

La hipótesis que formulamos es la de que los practicantes de deportes de equipo y los de deportes individuales tienen modos muy distintos de percibir y de pensar sus resultados deportivos.

Los deportistas individuales tienden a enfocar un determinado objeto, a analizar sus atributos y a categorizarlo, esforzándose por descubrir por qué normas se rige su comportamiento. Las atribuciones causales tienden a concentrarse exclusivamente en la acción individual, por lo que frecuentemente están erradas.

Por otra parte, los jugadores de equipo tienden a considerar un ámbito perceptible y conceptual más amplio, percibiendo las relaciones y los cambios y agrupando los objetos según su semejanza y no por su inserción en una categoría.

Por lo tanto, el objetivo del presente estudio consistió en determinar el papel de las atribuciones causales en el contexto deportivo en función de la modalidad practicada.

Método

Modelo de estudio

En cuanto al objetivo, el estudio es de naturaleza explicativa, de tipo causal-comparativo, ya que pretendemos determinar los factores que explican la atribución de causalidad.

Queremos, fundamentalmente, comparar medias entre grupos predefinidos, por lo que el trabajo presenta un cariz comparativo, donde consideramos que las variables independientes son predecibles, y consecuentemente determinantes de las dependientes.

Participantes

Participaron 338 atletas, de competiciones federadas del deporte portugués, en las modalidades de fútbol (n = 192), atletismo (en las disciplinas de medio fondo y fondo; n = 100) y esgrima (n = 46), con edades comprendidas entre los 16 y los 38 años (media = 23,73; desviación estándar = 5,86).

Variables en estudio

Como variables independientes o explicativas, fueron consideradas las modalidades practicadas por los diferentes atletas: fútbol, atletismo y esgrima. Por otro lado, como variables dependientes, se tomaron las dimensiones referentes al locus de causalidad, nivel de estabilidad y grado de controlabilidad del modelo atribucional tridimensional de la motivación y emoción de Weiner4,5.

También se usaron variables dependientes relativas a la evaluación de las pruebas/juegos (tiempo transcurrido, nitidez de recuerdo, percepción de importancia y dificultad de la prueba/juego) y caracterización de los resultados (probabilidad de ocurrencia, clasificación y satisfacción provocadas por el resultado obtenido). Sin embargo, las referidas variables son utilizadas en el trabajo a título meramente descriptivo, con el objetivo de permitir una comparación con la tendencia de respuestas elaboradas por los atletas en las dimensiones causales del modelo de Weiner4,5.

En esa medida, y aunque no constituyen dimensiones causales, la recogida de información adicional sobrevenida de la caracterización de estas variables proporciona un mejor conocimiento de la dinámica de los resultados, lo que permite, al mismo tiempo, la evaluación de su relevancia diferencial en el punto referente a la discusión de los mismos.

Instrumentos

Se ha utilizado una versión traducida y adaptada para la población portuguesa por Fonseca (1993) de la Causal Dimension Scale II (CDSII13).

La CDSII es una escala que permite a las personas evaluadas indicar la causa que consideran que ha estado en el origen del resultado, siendo caracterizada a lo largo de 4 dimensiones: locus de causalidad, estabilidad, control personal y control externo. A cada dimensión le corresponden tres ítems, que se pueden responder en una escala de Likert de 9 puntos. Es decir, sumando el 1, el 6 y el 9 obtendremos los resultados de la dimensión de locus de causalidad; sumando el 3, el 7 y el 11, la dimensión de estabilidad; la puntuación referente a la dimensión de control personal la obtendremos de la suma del 2, el 4 y el 10; por último, sumando el 5, el 8 y el 12 obtendremos la puntuación de la dimensión de control externo.

Los valores de cada dimensión podrán, por tanto, variar entre 3 (mínimo) y 27 (máximo), correspondiendo los valores más altos a autopercepción de mayor internalidad, estabilidad y control personal y externo de las causas consideradas. La evaluación de las causas del mejor y peor resultado deportivo queda representada en la tabla 1.

En este estudio se han tenido en cuenta los resultados de trabajos anteriores de validación y análisis de las características psicométricas de la adaptación portuguesa de la CDSII, que apuntan los siguientes valores estimados de consistencia interna (coeficiente α de Cronbach) para los ítems de cada una de las dimensiones en estudio: locus de causalidad (α = 0,71), estabilidad (α = 0,63), control personal (α = 0,75) y control externo (α = 0,77).

A excepción de la dimensión referida a la estabilidad, todos los valores sobrepasan el valor crítico de α = 0,7 propuesto por Nunnally32. También el valor medio de α para la globalidad de la escala (α = 0,715) es superior a aquel valor.

Una revisión detallada de la traducción y adaptación de este instrumento para la población portuguesa está en Fonseca y Maia33,34.

Además, se formularon cuestiones relativas a los juegos/pruebas (tiempo transcurrido en su realización, nitidez de recuerdo, percepción de su importancia y grado de dificultad) y a los resultados (probabilidad de su ocurrencia, clasificación y satisfacción provocada) recordados por los atletas. Todas estas cuestiones fueron medidas en escalas de Likert de 9 puntos (donde 1 = ninguno o pésimo, y 9 = muchísimo u óptimo).

Procedimientos operacionales

Los cuestionarios fueron distribuidos a los atletas antes de una sesión de entrenamiento. Su aplicación fue colectiva, en las instalaciones de los respectivos clubes, y la recogida fue realizada por el investigador principal.

El cuestionario fue respondido teniendo como referencia dos realidades diametralmente opuestas. En la primera fase, los atletas recordaron el juego/prueba en que alcanzaron su mejor resultado, respondiendo, a continuación, a varias cuestiones de modo que caracterizaran, no sólo el juego/prueba y el resultado obtenido, sino también las causas subyacentes a ese mismo resultado. En una segunda fase, los individuos respondieron a un conjunto de preguntas idénticas, pero cuya referencia pasó a ser la competición en la que alcanzaron su peor resultado.

El criterio de elección del mejor y peor resultado, así como la indicación y clasificación de las causas en las dimensiones correspondientes, fueron de la exclusiva responsabilidad de los atletas, no incurriendo, de este modo, en lo que Russell35 denomina "error fundamental de atribución por el investigador", que consiste en que el investigador es quien caracteriza dimensionalmente las causas indicadas por los atletas.

Análisis estadístico

Se han utilizado métodos tradicionales para el cálculo de la media y la desviación estándar, y un análisis de varianza multivariada (MANOVA) sobre las puntuaciones factoriales de cada una de las dimensiones para la comparación entre las modalidades en estudio.

A posteriori se utilizó la prueba de Tukey, que permite comparaciones múltiples en el análisis de las diferencias medias entre los pares de las modalidades estudiadas.

Se consideró una probabilidad de error de p ≤ 0,05. Se hizo uso del programa SPSS 14.0 para Windows.

Resultados

Para analizar los resultados en función de la modalidad practicada, se considera la separación de los tres grupos de atletas que constituyeron el total de la muestra según la modalidad federada que practican: fútbol (n = 192), atletismo (n = 100) y esgrima (n = 46).

Las diferencias entre los deportistas practicantes de las tres modalidades, cuando son comparadas sus opiniones en relación a la evaluación de la competición en que obtuvieran sus mejores y peores resultados, se muestran en la tabla 2.

A través del análisis de la tabla anterior, se constata la existencia de diferencias significativas globales entre los grupos, no solo en lo que respecta al tiempo transcurrido desde la competición en que se verificó sus mejores resultados (F(2,335) = 5,243, p = 0,006), sino también cuando la referencia pasó a ser sus peores resultados (F(2,335) = 7,082, p = 0,001).

Concretamente, en lo que concierne a los resultados positivos, las diferencias medias (dif.) se manifiestan entre el grupo de los jugadores de fútbol y de los practicantes de atletismo (dif. = 1,135, p = .0,010), mientras en el caso de los fracasos deportivos existieron diferencias estadísticamente significativas en dos de los pares estudiados, es decir, entre el grupo de los jugadores de fútbol y el de los practicantes de atletismo (dif. = 1,110, p = 0,009), así como entre los jugadores de fútbol y los esgrimistas (dif. = 1,489, p = 0,008).

Hay que referir que se encontraron, igualmente, diferencias significativas globales en las dimensiones referentes a la nitidez de recuerdo del mejor resultado (F(2,335) = 6,213, p = 0,002) y a la importancia del juego/prueba frente al peor resultado (F(2,335) = 10,398, p = 0,000).

Específicamente, cuando se comparan los tres grupos entre sí, en lo que respecta a la nitidez de recuerdo del mejor resultado, se verifica que en dos de los pares existe heterogeneidad en los resultados obtenidos: los casos del atletismo cuando se comparan con el fútbol (dif. = 0,464, p = 0,016) y con la esgrima (dif. = 0,772, p = 0,004), siendo el atletismo el que asocia valores estadísticos significativamente mayores que los otros, en la evaluación de esta dimensión.

En cuanto a la importancia atribuida a la competición en que se obtuvieron los peores resultados, se verifican, también, diferencias significativas cuando se comparan los practicantes de atletismo con los jugadores de fútbol (dif. = -1,106, p = 0,000) y los esgrimistas (dif. = -0,982, p = 0,017), siendo los primeros quienes tienen valores estadísticamente más reducidos para esta dimensión.

En los restantes parámetros evaluados se verificó la homogeneidad entre los grupos estudiados. En la tabla 3 se presentan los valores correspondientes al modo como los atletas caracterizan los resultados obtenidos.

Como se verifica, en la vertiente de los fracasos deportivos, los atletas de los diferentes grupos asumieron una tendencia similar de respuesta, no encontrándose ninguna diferencia estadísticamente significativa en los tres parámetros evaluados.

En lo que concierne a los éxitos, se comprueban diferencias significativas globales entre los grupos en dos de las dimensiones evaluadas: probabilidad de ocurrencia (F(2,335) = 6,990, p = 0,001) y clasificación del resultado obtenido (F(2,335) = 4,083, p = 0,018).

En la probabilidad de ocurrencia hay heterogeneidad sólo cuando se comparan los grupos de los practicantes de fútbol y atletismo (dif. = -0,889, p = 0,001), siendo estos últimos los que tienen valores más elevados en esta dimensión.

También en la clasificación del resultado obtenido, sólo los grupos de los jugadores de fútbol y los esgrimistas divergieron de opinión (dif. = 0,627, p = 0,020), teniendo los primeros valores estadísticos significativamente mayores que los últimos en la evaluación de este parámetro.

Como ya se indicó, en las restantes dimensiones las diferencias no alcanzaron significación estadística.

En lo que concierne a la manera como los atletas clasificaron dimensionalmente las causas subyacentes a sus éxitos y fracasos, la tabla 4 sintetiza las diferencias encontradas. El análisis de la tabla muestra que son numerosas las diferencias encontradas entre la caracterización que los atletas efectuaron de las causas que explican los resultados alcanzados.

De una manera global, se verifican diferencias estadísticamente significativas entre los grupos en las dimensiones de éxito referentes al locus de causalidad (F(2,335) = 7,257, p = 0,001), estabilidad (F(2,335) = 4,025, p = 0,019) y control externo (F(2,335) = 6,067, p = 0,003), así como en los resultados de fracaso referentes a todas las dimensiones estudiadas: locus de causalidad (F(2,335) = 8,881, p = 0,000), estabilidad (F(2,335) = 3,868, p =  0,022), control personal (F(2,335) = 16,030, p = 0,000) y control externo (F(2,335) = 19,046, p = 0,000).

Más específicamente, cuando se comparan los grupos dos a dos, se constata que en relación a las diferentes dimensiones en las situaciones  de éxito, el grupo de los jugadores de fútbol clasificó los resultados de manera significativamente más interna (dif. = 2,476, p = 0,001), menos inestable (dif. = 2,288, p = 0,014) y más controlables por ellos mismos (dif. = 1,706, p = 0,047) frente a los esgrimistas. Es curioso constatar que en la dimensión de control personal se verificó, globalmente, homogeneidad entre los tres grupos en estudio; sin embargo, cuando se hace el test post hoc y se analizan los pares de grupos, esas mismas diferencias se revelan suficientes para ser consideradas estadísticamente significativas entre los futbolistas y esgrimistas, por lo que se considera, teniendo en cuenta los datos disponibles, que existe heterogeneidad entre los referidos grupos en esta dimensión y en situaciones de éxito deportivo.

Hay que señalar que también en la dimensión referente al control externo existieron diferencias significativas entre el grupo de fútbol y el de atletismo, aduciendo los futbolistas un mayor control externo que el grupo de atletismo (dif. = 2,414, p = 0,002) en la explicación de sus éxitos.

En las situaciones de fracaso, las diferencias entre los grupos son igualmente muy pronunciadas, pues se constata que los jugadores de fútbol clasifican de manera significativamente más interna (dif. = 2,337, p = 0,003), menos inestable (dif. = 1,934, p = 0,016) y más controlable por ellos mismos (dif. = 2,362, p = 0,011) y externo (dif. = 3,678, p = 0,000) las causas de sus resultados cuando se comparan con los practicantes de atletismo. A su vez, estos últimos diferían de los esgrimistas, ya que tienen valores significativamente más reducidos en las dimensiones de locus de causalidad (dif. = -3,888, p = 0,000) y control personal (dif. = -6,637, p = 0,000).

Por último, al comparar a los jugadores de fútbol con los esgrimistas se constata, también, la existencia de diferencias estadísticamente significativas en dos de las dimensiones estudiadas: control personal (dif. = -4,274, p = 0,000) y control externo (dif. = 5,056, p = 0,000), siendo los jugadores de fútbol quienes tienen valores menores en control personal y, por consiguiente, más referidos a control externo en la explicación de sus fracasos frente a las opiniones de los atletas practicantes de esgrima.

Discusión

En lo que respecta a la modalidad practicada y a su influencia en las atribuciones de causalidad efectuadas por los atletas, cabría la posibilidad de suponer que como practicantes de un deporte colectivo, tenderían a diluir la responsabilidad individual en los resultados obtenidos, tanto negativos como positivos, entre los restantes miembros de su propio equipo. Es decir, conjeturamos que los practicantes de deportes colectivos (jugadores de fútbol) considerarían las causas de sus resultados de manera menos interna, más inestable y menos controlables por sí mismos en comparación con los practicantes de deportes individuales (atletismo y esgrima), pues la distribución de la responsabilidad por los resultados del equipo llevaría a una explicación causal más alejada de la esfera personal del atleta, aunque todavía englobada en la vertiente relacionada con su propio equipo.

Las indicaciones de Leary y Forsyth36 apuntan precisamente en este sentido, cuando los autores defienden que en los deportes colectivos la interdependencia funcional de varios miembros del equipo crea en los atletas el sentimiento de que los éxitos o fracasos alcanzados no pueden ser atribuibles solo a factores causales que se asocian al rendimiento de cada atleta.

Esta interdependencia funcional podrá, entonces, equiparar los compañeros del equipo a factores menos internos, más inestables y menos controlables por el propio atleta haciendo posible, así, compartir la responsabilidad por los resultados conjuntos.

Los resultados de este estudio evidencian, en las situaciones de éxito, una clara tendencia de los jugadores de fútbol a clasificar de una manera más interna, menos inestable y más controlable por sí mismos, las causas de sus resultados en comparación con los grupos de deportes individuales (atletismo y esgrima).

Por el contrario, en las situaciones de fracaso, aunque la tendencia de respuesta de los jugadores de fútbol en relación al grupo de atletismo queda inalterable, ya no ocurre lo mismo en relación a los esgrimistas. De hecho, este último grupo clasificó como más interna y más controlable por ellos mismos las causas de sus peores resultados en comparación directa con los jugadores de fútbol, lo que puede sugerir una no responsabilización individual en los practicantes de deportes colectivos (como el fútbol), en el sentido de una tendencia a una ligera dilución de los fracasos del equipo entre los restantes compañeros del grupo de trabajo.

Sin embargo, los resultados de este estudio sólo coinciden con los de investigaciones anteriores cuando se comparan los esgrimistas y jugadores de fútbol en las situaciones de fracaso deportivo. En efecto, un estudio realizado en Portugal por Fonseca14 con jugadores de voleibol y nadadores y gimnastas (en modalidad individual) confirmó la tendencia que un estudio previo de Tenenbaum y Furst37 había evidenciado: los practicantes de deportes individuales perciben las causas de sus resultados (tanto los éxitos como los fracasos) de una manera más interna, menos inestable y más controlable por sí mismos que los atletas de deportes colectivos.

Una posible justificación para la divergencia verificada entre nuestros resultados y los de estos autores remite al hecho de que, en la sociedad portuguesa, el fútbol está significativamente más arraigado que el voleibol (modalidad usada por Fonseca14 para representar los deportes colectivos), lo que puede consagrar un mayor "egoísmo atribucional" por parte de los jugadores de fútbol en la explicación de sus éxitos, como resultado de las presiones situacionales a que están sometidos, por ejemplo, la influencia de los órganos de comunicación social y, por tanto, la mayor exposición mediática.

Por otro lado, la idea de la realización de una investigación de este tipo, sugerida hace ya bastante tiempo por varios autores37,38, cuando subrayaron la posibilidad de que el tipo de deporte practicado por los atletas pudiera ejercer alguna influencia en la manera como estos interpretan sus resultados, deriva, por ejemplo, al comprobar que el número de factores eventualmente envueltos en la obtención de un determinado resultado sea más reducido en unos contextos que en otros.

Así, las características restrictivas de ciertos contextos, en lo que concierne al número de posibles causas influenciadoras de los resultados obtenidos, pueden estar en la base de la estructuración por parte de los interventores de una percepción de mayor contingencia y, por consiguiente, más limitativa, entre sus comportamientos y los resultados alcanzados, que las estructuradas por practicantes de modalidades que se desenvuelven en contextos con características estimuladoras de explicaciones más amplias.

No se conocen estudios atribucionales anteriores que comparen la explicación causal entre atletas de esgrima y atletismo, ni de otras modalidades cuyas características eventualmente se pudieran parecer. Entonces, se entroncan las explicaciones para los resultados obtenidos entre los participantes de estas dos modalidades, en las peculiares y restrictivas características donde se desarrollan las competiciones de esgrima, pues tratándose de una modalidad de acción, considerada como deporte de combate, podrá favorecer la promoción de una tendencia atribucional más interna y controlable por uno mismo por parte de sus practicantes, en situaciones de fracaso deportivo.

Otra posible explicación puede asentar en la comprobación, en el contexto deportivo portugués, de una significativa heterogeneidad, en términos socioeconómicos, entre practicantes de atletismo y esgrimistas, siendo este último grupo proveniente, mayoritariamente, de extractos de población más favorecidos, en comparación directa con los practicantes del atletismo.

Así, una explicación basada en la influencia de aspectos económicos y socioculturales consustanciados, por ejemplo, por la modalidad practicada por los atletas, no deberá faltar en la evaluación del tipo de atribuciones elaboradas por los deportistas.

La carencia de estudios atribucionales con variables independientes relacionadas con el componente socioeconómico de los atletas permite, simplemente, poner esta reflexión que pudiera relacionarse con la explicación diferenciada encontrada entre atletas practicantes de las dos modalidades individuales.

En otro plano del análisis, la mayor responsabilización de los esgrimistas por sus resultados negativos, en comparación con los practicantes de atletismo, puede quedar, también, demostrada en la evaluación de sus respuestas a las dimensiones no causales relativas a la importancia de la competición en que obtuvieron el resultado negativo, así como al grado de dificultad asociado a ese mismo resultado. De hecho, en las dos dimensiones referidas, los esgrimistas dan valores más elevados que los practicantes de atletismo para justificar el resultado encontrado.

Otro conjunto de explicaciones para las diferencias encontradas entre los esgrimistas y practicantes de atletismo en situaciones de fracaso deportivo puede asentar en el hecho de que la modalidad de atletismo es significativamente más mediática y valorada, en términos sociales, en el contexto geográfico donde tuvo lugar el estudio (Portugal), que la esgrima, lo que podrá favorecer una atribución causal más interna en situaciones de éxito y, por consiguiente, más autodefensiva en el caso de los fracasos, por parte de los practicantes de atletismo en comparación con los esgrimistas.

También en esta situación las atribuciones de este tipo efectuadas por el grupo de atletismo buscan proteger los niveles de autoestima reforzando, igualmente, el efecto de deseabilidad social, pues solo de esta manera el impacto de la explicación de los resultados, así como sus implicaciones en el plan motivacional, en lo que respecta a las expectativas de éxito y grado de empeño en situaciones futuras, se podrán mantener inalterables.

En conclusión, la variable "modalidad practicada" parece tener un efecto predictor en la explicación que los deportistas elaboran acerca de los resultados más importantes de sus carreras. Sin embargo, son necesarios más estudios para la comprobación de la tendencia atribucional efectuada por los practicantes de deportes individuales en comparación con la explicación causal enunciada por atletas de deportes colectivos.


Correspondencia:

P. Malico Sousa.

Correo electrónico:pmalico@mail.pt

Historia del artículo:

Recibido el 15 de julio de 2008

Aceptado el 12 de agosto de 2008

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