El Asclepion, hospital de Asclepio en Pérgamo, fue fundado en el siglo IV a.n.e. por el poeta Arquias, en agradecimiento a los cuidados que había recibido en Epidauro. Es uno de los centros de salud más conocidos del mundo antiguo y, para algunos autores, uno de los primeros hospitales para enfermos mentales del mundo, si bien algunas de las terapias que se aplicaban en este centro se practicaban también en Epidauro. En este hospital se formó y trabajó Galeno -originario de Pérgamo- atendiendo a los gladiadores. El conjunto recuerda un moderno balneario, con sus fuentes, gimnasios y baños, pero cuenta también con un odeón donde se celebraban conciertos con el propósito de aplicar una especie de protomusicoterapia -heredera de la corriente pitagórica- para la mejora de los enfermos. El hospital estaba rodeado de bosques y jardines en los que los sacerdotes cultivaban las plantas sagradas de Asclepio (plantas medicinales). También disponía de un túnel por el que deambulaban los pacientes a la manera de un tratamiento psicoterapeútico, un teatro donde se realizaban representaciones con propósitos terapéuticos, y una biblioteca que, según algunos autores, era de uso exclusivo de los pacientes y no tenía libros de medicina (esta versión parece no concordar con el desarrollo posterior de este santuario-hospital como escuela de médicos).
La antigua ciudad de Pérgamo, actual Bergama, estaba situada en el noroeste de Asia Menor, en la actual Turquía, a 30 kilómetros de la costa del mar Egeo, en la región de Misia. Los restos arqueológicos demuestran su ocupación desde el año 3000 a.n.e. Durante el período helenístico (desde la muerte de Alejandro Magno en el año 323 a.n.e. hasta el año 31 a.n.e., época de Augusto en Roma), Pérgamo es, junto con Alejandría, uno de los centros culturales, científicos y médicos más importantes.
La acrópolis fue fortificada entre los siglos V y IV a.n.e. y en ella se encuentran los restos de la biblioteca de Eumenes II (197-159 a.n.e.), una de las bibliotecas más importantes de la antigüedad junto a la de Alejandría y la de Éfeso, y que llegó a tener unos 200.000 volúmenes. Eumenes decoró la biblioteca con esculturas de los dioses y sabios de la época (Homero, la poetisa Safo y la diosa Atenea Pártenos). Los reyes de Pérgamo -como buenos bibliófilos- se preocuparon de enriquecer los fondos de la biblioteca con las obras de escritores, filósofos y científicos de la cultura griega e hicieron posible que Pérgamo fuera uno de los enclaves más importantes del conocimiento durante la época helenística. La hegemonía de Pérgamo en la elaboración y comercialización del pergamino lleva a considerar la existencia de un gran centro de producción y especialización en la elaboración de este nuevo soporte mediante el tratamiento de las pieles con un proceso de lavado, raspado y secado para convertirlas en los conocidos rollos de pergamino, más flexible y resistente que el papiro, de ahí que este material tomara el nombre de la ciudad. El origen del pergamino tiene lugar en Oriente, 1.500 años antes de la existencia de Pérgamo. Pero Pérgamo generaliza su uso en la misma época en que aún seguía usándose el papiro como soporte de la escritura en los grandes centros de las ciencias y las artes, entre otros, Alejandría. A la desaparición de la biblioteca de Pérgamo contribuyeron los saqueos derivados de los enfrentamientos políticos que tuvieron lugar en Asia Menor durante aquella época. Los cronistas cuentan también cómo Marco Antonio regaló a Cleopatra más de 170.000 pergaminos para la biblioteca de Alejandría; los terremotos, frecuentes en la zona, y el propio paso del tiempo, hicieron el resto. La mayor parte de los pergaminos procedentes de la biblioteca de Pérgamo desaparecieron definitivamente con el incendio de la biblioteca de Alejandría en el año 47 a.n.e.
En el conjunto actual (fig. 1) aún se pueden observar muy variados y valiosos restos arqueológicos, entre los que destacan: el teatro, el gymnasium, los baños, el arsenal, la plaza sagrada de Demeter, el templo de Trajano, el templo de Dionysios, el templo de Atenea Niké, el santuario de Hera, el ágora superior, el ágora inferior, el palacio del rey, los propileos, el Asclepion, el cementerio de Musalla, el serapeion, las murallas de Atalo I, el odeón y el maravilloso altar de Zeus dedicado a Atenea Niceforos, erigido por Eumenes II para conmemorar sus victorias contra los gálatas, actualmente en el Pergamon Museum de Berlín. Las excavaciones fueron realizadas por el ingeniero alemán Karl Humann en 1878, dirigido por Alexander Conze, director del Museo de Berlín. Esta circunstancia, unida a la decadencia del imperio otomano, puede explicar cómo -a cambio de 20.000 marcos- encontramos hoy en el Museo de Berlín una de las obras más importantes del período helenístico.
Figura 1 Asclepión, vista de la galería norte.
En la mitología griega, Asclepio es el dios de la medicina y, en época romana, pasará a llamarse Esculapio. Según el poeta Píndaro, vivió en Tesalia y era hijo de Apolo y Corónide, aunque existen muchas versiones y leyendas sobre su nacimiento. Dado que Corónide le fue infiel, Apolo la mató y confió la educación de Asclepio a Quirón, quien le enseñó el arte de la medicina. Asclepio no se limitó a curar a los enfermos, sino que también resucitaba a los muertos, con lo que provocaba la alteración del orden universal, razón por la que Zeus lo fulminó con un rayo. Apolo vengó su muerte matando a los cíclopes que habían fabricado el rayo asesino. A pesar de todo, a Asclepio se le concedió la inmortalidad y el rango de dios, convirtiéndose en una constelación, el Serpentario, también llamada Ofiuco.
Durante mucho tiempo, el culto a Asclepio motivó la construcción de un gran número de santuarios (unos 320) que, a su vez, eran hospitales y escuelas de medicina. Entre los más conocidos están los de Epidauro (Grecia), Tricca (Grecia), Lebén (Creta), Cos (Grecia), Atenas (Grecia), Delfos (Grecia), Esmirna (Turquía), Cirene (Libia), Mesene (Sicilia) y Pérgamo (Turquía). En España se encuentran los restos de uno de estos templos-hospitales o santuarios de curación en Ampurias (Gerona). Los romanos, en el siglo III a.n.e., importaron el culto a Asclepio transformándolo en Esculapio y construyendo un santuario-hospital en la isla Tiberina.
La mitología nos describe a Asclepio apoyándose en un bastón con una serpiente enroscada. En el mundo griego antiguo las serpientes se consideraban animales sagrados, transmisores de la voluntad del dios y símbolo de las virtudes medicinales de la tierra; así, se creía que si una serpiente lamía los ojos de un enfermo podía curarle la ceguera. De su imagen como animal sanador nos cuenta la leyenda que estando Asclepio atendiendo a Glauco -casi moribundo- apareció una serpiente a la que Asclepio mató con una vara; en ese instante, otra serpiente entró en la habitación llevando unas hierbas con las que revivió a la serpiente muerta. Ante estos acontecimientos, Asclepio le dió las hierbas a Glauco y le salvó de la muerte. El báculo de Asclepio con la serpiente enroscada, o Esculapio para los romanos, es el origen del emblema clásico de la medicina que simboliza el efecto benefactor de la misma y el poder curativo del dios, aunque el caduceo de Hermes consistente en una vara con alas y dos serpientes entrelazadas sea hoy el símbolo más utilizado.
José María López Piñeiro (La medicina en la historia) señala que los templos de Asclepio nunca fueron centros de asistencia laica y, en este contexto, habría que explicar el origen de la medicina racional griega por la confluencia de las interpretaciones de los filósofos presocráticos con las experiencias clínicas acumuladas por los asclepíadas o miembros de las agrupaciones de practicantes de la medicina que se acogían al patronazgo de Asclepio.
Asclepio tuvo muchos hijos: Macaón y Podalirio, que aparecen citados en la Ilíada (canto XI). Las hijas de su esposa Epíone, entre ellas, Higía (la salud), Panacea (la curación universal mediante plantas), Yaso (la curación), Egle (partera y oculista) y Aceso. Higía se convirtió en diosa de la salud y era adorada como su padre; a Higía y a Panacea se las menciona en el juramento hipocrático: "Juro por Apolo Médico y Esculapio e Higia (Hygeia) y Panacea...". En los santuarios de Epidauro y de Pérgamo se crearon escuelas de medicina donde practicaban los descendientes de Asclepio, denominados asclepíadas, e Hipócrates, padre de la medicina, es uno de ellos. De las escuelas de los santuarios de Asclepio surgen los primeros estudios botánicos.
En palabras de Indro Montanenelli, "fue este dios socorredor y algo charlatán, pero bondadoso o, por decir mejor, fueron sus sacerdotes los que monopolizaron la medicina griega hasta el siglo V. Sólo en tiempos de Pericles asomó la medicina laica. El verdadero fundador fue Hipócrates, si bien [...] antes que él, en Crotona, había habido otro, Alcmeón, formado en la escuela de Pitágoras, al que se atribuye el descubrimiento de las trompas de Eustaquio y el nervio óptico [...] Hipócrates [...] era célebre por aforismos como: "El arte es largo, pero el tiempo es fugaz", que dejaba a los pacientes con reumatismos y sus jaquecas, pero que les sugestionaban".
Sabino Perea Yébenes (Santuario Hospital de Asclepio en Pérgamo [Noticia de Rufo de Éfeso, en Oribasio]) hace mención a un tratado de Rufo de Éfeso, médico del siglo I, recogido en las Collectione Medicae de Oribasio de Pérgamo, donde se relata la curación milagrosa de Teucro de Cizio, aquejado de epilepsia, en el santuario-hospital de Asclepio en Pérgamo: Teucro viaja a Pérgamo para consultar a Asclepio sobre su epilepsia y el dios le pregunta si estaría dispuesto a cambiar sus dolencias actuales por otras. Teucro respondió que prefería curarse pero, si no había otra solución, le gustaría saber las incomodidades futuras y Asclepio le indicó que serían más ligeras. Teucro aceptó la nueva enfermedad, una fiebre cuartana, y quedó curado de la epilepsia. Se trata de una terapia de sustitución. La figura de Asclepio se humaniza al establecer el diálogo con el paciente y al ofrecerle una alternativa razonable para su dolencia. Rufo de Éfeso ya es un médico hipocrático y, al narrar este caso en el que la humanización de Asclepio rebaja el rol sagrado de la epilepsia -considerada en la antigüedad una enfermedad de los dioses- sin negarle la condición que la enfermedad tenía de divina, concilia la tradición sagrada con la nueva medicina racional.
Se sabe por distintas fuentes que el hospital de Asclepio en Pérgamo tenía en su entrada una inscripción con la siguiente frase: "Para la grandeza de todos los dioses está prohibida la entrada de la muerte en esta plaza sagrada". Los enfermos eran examinados (clasificados) en la Gran Puerta y, si no se podían curar, no se les permitía la entrada. Los enfermos graves eran sacados del Asclepion y las mujeres embarazadas no podían dar a luz en el hospital. La idea era que nadie muriera dentro de este hospital consagrado a la curación del cuerpo y el alma bajo la advocación de Asclepio. Tenemos conocimiento de esta norma asclepiana gracias al gran viajero de la antigüedad, el griego Pausanias.
Los tratamientos que se administraban en este santuario-hospital incluían dosis de agua de la fuente sagrada, ayuno, abluciones, baños de barro, terapia de interpretación de los sueños, masajes, ungüentos, hierbas, música, danza, plegarias y paseos por los jardines. Se celebraban competiciones deportivas y batallas navales simuladas. Se inducía el sueño para que el dios, Asclepio, indicara al enfermo la causa y el remedio para su enfermedad y como los pacientes no eran capaces de interpretar el sueño acudían a los médicos-sacerdotes para su interpretación, de ahí que el diagnóstico se hiciera a través del análisis de los sueños. Las curas de sueño mediante la sugestión permitían a algunos enfermos tener "visiones nocturnas" en las que el dios Asclepio aparecía y los curaba o les indicaba el remedio para su curación. Esta terapia se denomina la incubatio y constituye la técnica más usual de curación de la medicina griega y romana entre el siglo V a.n.e y el siglo II d.n.e.
En todos los santuarios-hospitales dedicados a Asclepio la asistencia era gratuita pero, en señal de agradecimiento por su curación, los enfermos realizaban ofrendas en metálico, según sus posibilidades y los más pudientes, además de las ofrendas en moneda, mandaban realizar exvotos (fig. 2) con la representación de la parte curada (orejas, manos, ojos, corazón, extremidades, etc.), que ofrecían también a los dioses como prueba de su agradecimiento. En las excavaciones arqueológicas han aparecido restos de estos exvotos. Esta práctica de ofrenda votiva será seguida, como bien sabemos, en muchos cultos religiosos posteriores, incluido el culto cristiano.
Figura 2 Exvoto.
Material gráfico: Rodríguez Alonso, M.ª Aurora. Títulos: [Fotografías], Exvoto y Aclepion, vista de la galería Norte
*Autor para correspondencia.
Correo electrónico: aurora.rodriguez@sespa.princast.es (M.A. Rodríguez-Alonso).
Recibido el 9 de septiembre de 2010;
aceptado el 1 de octubre de 2010
Bibliografía
Delgado Linero C. "El grandioso altar de Pérgamo: emblemática obra del mundo helenístico". En: Cuadernos de Filología Clásica: Estudios griegos e indoeuropeos. Vol. 12. 2002. p. 324-44.
González Zymla H. En torno a la iconografía de la serpiente de Asclepio: símbolo sanador de cuerpos y almas. Disponible en: http://www.ucm.es [consultado 26/01/2010].
Grimal P. Diccionario de mitología griega y romana. 1.ª ed. 5.ª reimp. Barcelona: Paidós; 1991.
López Piñeiro JM. La medicina en la historia. Madrid: La Esfera de los Libros; 2002.
Montanelli I. Historia de los griegos. Barcelona: Plaza & Janés; 1990.
Perea Yébenes S. "Santuario Hospital de Asclepio en Pérgamo (Noticia de Rufo de Éfeso, en Oribasio)". En: MHNH: revista internacional de investigación sobre magia y astrología antiguas. 2007;7:199-216.