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Inicio Revista Colombiana de Psiquiatría El testimonio. Aportes a la construcción de la memoria histórica
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Vol. 42. Núm. 2.
Páginas 222-226 (junio 2013)
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Vol. 42. Núm. 2.
Páginas 222-226 (junio 2013)
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El testimonio. Aportes a la construcción de la memoria histórica
The Testimony. Contributions to the Construction of Historical Memory
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Ismael Roldán
Autor para correspondencia
isrova39@yahoo.com
ismael.roldan@usa.edu.co

Autor para correspondencia. Correo electrónico.
Médico Psiquiatra, Profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia, Director Científico de la Escuela de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Sergio Arboleda y de la Fundación Víctimas Visibles, Líder del Grupo Investigación COPE 2000, Categoría A1 del Colciencias, Colombia
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Tabla. Síntomas reportados por los asistentes a los talleres
Resumen
Introducción y objetivos

El testimonio es un acto complejo que contribuye de forma importante a la elaboración del duelo tanto individual como en el plano colectivo. Esta es la idea central que se discute en el texto, empleando como base los resultados de la investigación de intervención realizada como prueba piloto en el año 2010 para la Fundación Víctimas Visibles, que luego se replicó en otras cuatro regiones del país. En 1998, el Ejército de Liberación Nacional atentó contra el oleoducto de OCENSA y causó graves daños a los pobladores de Machuca (Segovia, Antioquia). En 2010, la psicóloga Ligia Rascovsky puso en práctica una estrategia de intervención para apoyar la construcción de memoria individual y colectiva entre los sobrevivientes al atentado, quienes, además de daños graves en la integridad física y psicosocial, quedaron con secuelas como el síndrome de estrés postraumático. Los resultados de ese trabajo sirven para entender la relevancia del testimonio en los procesos de recuperación psicosocial, que son un gran desafío para la sociedad colombiana de la actualidad.

Métodos

El tipo de estudio realizado fue de intervención psicosocial en 43 personas adultas de ambos sexos, residentes en Machuca, que se vieron afectadas por el atentado y aceptaron de manera voluntaria participar en los talleres diseñados. Los talleres siguieron técnicas de tipo vivencial (psicodrama y psicofantasías, entre otras) cuyo propósito fue la identificación del daño mediante la elaboración testimonial de la memoria de lo sucedido.

Resultados

Los talleres permitieron expresar las emociones de dolor, reconocer lo injusto del sufrimiento, luchar contra la memoria defensiva que justifica la violencia y hacer pedagogía sobre los derechos humanos. También facilitaron el proceso de dignificación, empoderamiento y seguridad en la reconstrucción personal y colectiva. Al expresar de esta forma sus memorias, pudieron liberarse del miedo y adquirir mayor confianza en ellos mismos, como individuos y como grupo social, como se aprecia en la formación de liderazgos individuales. Estos resultados son la base de la discusión que se presenta.

Conclusiones

En ese contexto se ha encontrado que la narrativa testimonial es un instrumento de sanación personal y social, como se ha demostrado en los talleres que se realizaron con los habitantes de Machuca y los realizados con otras mil personas en las otras localidades. Lo clave del testimonio es reconocer la dignidad de la persona y, de esa manera, desde la memoria individual reconstruir la memoria colectiva. Este trabajo testimonial brinda suficientes elementos para proponer líneas de trabajo en aras de una política psicosocial, con el fin de conjugar la búsqueda de la verdad y la reconstrucción de la memoria colectiva, junto con la atención a las víctimas, la reparación y la reconciliación social en Colombia.

Palabras clave:
Testimonio
Talleres psicosociales
Estrés postraumático
Memoria individual y colectiva
Abstract
Introduction and objectives

Testimony is a complex act that contributes significantly to the elaboration of mourning, both individually and on a collective level. This is the central idea that is discussed in the text, using as a basis, the results of research conducted as a pilot intervention in the year 2010 for Visible Victims Foundation, and was then replicated in four other regions. In 1998 the National Liberation Army attacked the pipeline OCENSA causing severe damage to the people of Machuca (Segovia, Antioquia). In 2010 the psychologist Ligia Rascovsky implemented an intervention strategy to support the construction of individual and collective memory among survivors of the attack, who, in addition to serious injuries, suffered physical and psychosocial after effects such as post-traumatic stress disorder (PTSD). The results of this work are used to understand the relevance of the testimony in the psychosocial recovery processes, which is a major challenge for Colombian society today.

Methods

The type of study was psychosocial intervention in 43 adults of both sexes, Machuca residents who were affected by the bombing, and agreed to voluntarily participate in designed workshops. The workshops followed experiential type techniques (psychodrama, psycho-fantasies, etc.), in which the purpose was to identify the damage by developing testimonial memory of what happened.

Results

The workshops express the emotions of grief, recognize the injustice of suffering, fight memory defense that justifies violence and raising awareness of human rights. It also facilitated the process of dignity, empowerment and security in personal and collective reconstruction. In expressing their memoirs thus, they could be free from fear and gain more confidence in themselves as individuals and as a social group, as seen in the formation of individual leadership. These results are the basis of the discussion presented.

Conclusions

In this context it has been found that the testimonial narrative is an instrument of personal and social healing, as demonstrated in the workshops held with the inhabitants of Machuca, and made with a thousand other people in other locations. The testimony is essential to recognize the dignity and thus reconstruct individual memory from the collective memory. This work provides sufficient testimonial evidence to propose lines of work in the interests of psychosocial policy in order to combine the search for truth and reconstruction of collective memory, along with to the care of victims, and reparation and social reconciliation in Colombia.

Keywords:
Testimony
Psychosocial workshops
Post-traumatic stress
Individual and collective memory
Texto completo
Introducción y planteamiento del problema

El temor a recordar sucesos dolorosos o traumáticos sufridos por un grupo social hace imposible construir conciencia de la historia colectiva y, paradójicamente, se tornan difíciles el olvido y la reconciliación. El testimonio de estos hechos es un acto complejo porque trasciende lo meramente individual y lleva a lo colectivo, dado que las experiencias del sujeto están influidas y se modelan según las perspectivas del grupo social y sus instituciones.

Con esta idea, la Fundación Víctimas Visibles puso en práctica una estrategia para apoyar la construcción de memoria individual y colectiva en una población piloto, Machuca, Antioquia. En esta población, en 1998, el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) dinamitó el oleoducto de Oleoducto Central S.A. (OCENSA), lo que originó un incendio que alcanzó a la cabecera de la población. Como resultado, 84 personas murieron quemadas, la mayoría menores de edad, 30 sobrevivieron con heridas y 46 viviendas fueron destruidas. En 2001 llegaron escuadras de paramilitares que asesinaron a varias personas frente a la comunidad, desaparecieron a otras y dejaron amenazas para quienes juzgaron como simpatizantes de la guerrilla. Ocasionaron un desplazamiento de la población que redujo la población de 2.220 habitantes en el corregimiento a 920, de los que quedaron en el casco urbano sólo 322, según datos del DANE.

Metodología: Machuca, los talleres psicosociales

Machuca es un corregimiento del Municipio de Segovia cuya principal actividad económica es la minería artesanal del oro y la agricultura en pequeña escala. La mayoría de sus habitantes son descendientes de africanos. Esta pequeña población situada en el nordeste de Antioquia recibió especialmente el impacto del incendio, pues una parte importante de sus pobladores quedó muerta o herida.

La Fundación Víctimas Visibles, con el patrocinio de Acción Social de la Presidencia de la República, acudió a la psicóloga Ligia Rascovsky, quien en 2010 emprendió un trabajo de caracterización psicosocial del daño sufrido y acudió al testimonio para reconstruir la memoria de la comunidad.

Para determinar el trauma, se llenó una hoja de registro con los adultos, de los que se tomaron datos demográficos de sexo, edad, escolaridad, actividad y tipo de desastre y tragedia a la que se vieron enfrentados. Los cuestionarios incluyeron una guía de los síntomas frecuentes de estrés postraumático que permitió un inventario de las condiciones de afectación física y emocional. Con ese inventario, se ajustaron los protocolos de intervención en los talleres1.

La modalidad escogida fue la de talleres psicosociales vivenciales, que se adecuaron bien al nivel y la calidad de la escolaridad de la población, que presenta bajos niveles educativos (Rascovsky L, Fundación Víctimas Visibles, 2010).

En los talleres, las técnicas vivenciales que se utilizaron son el uso de símbolos, el psicodrama, las psicofantasías, los rituales y las ceremonias1.

Las personas que participaron en los talleres fueron los pobladores que respondieron a la convocatoria hecha por el equipo de investigación, en la que se explicó el propósito y la metodología de los talleres. Cada participante dio de forma expresa su consentimiento después de las explicaciones realizadas, de manera que se conservara la privacidad de la información y que esta se pudiera utilizar con fines de estudio, educativos y de conocimiento de lo sucedido a escala local y nacional.

Resultados y discusión

En los talleres participaron 43 personas, el 37% varones, con una media de edad de 35 años. La mayor asistencia fue la de los mayores de 50 años, pues los jóvenes estaban trabajando y los adolescentes, estudiando. En la tabla se recogen los síntomas reportados por los asistentes a los talleres1. Estos síntomas son claros, en cuanto tipifican un cuadro de estrés postraumático.

Tabla.

Síntomas reportados por los asistentes a los talleres

Síntomas  Frecuencia, % 
Dolores en el cuerpo  74 
Insomnio  70 
Pesadillas  63 
Falta de apetito  56 
Náuseas  47 
Sensibilidad extrema al sonido  72 
Sensibilidad extrema al olor  60 
Sensibilidad extrema al tacto  49 
Recuerdos recurrentes  93 
Pérdida del interés por el trabajo  53 
Pérdida de interés por la familia  43 
Cambios súbitos de temperamento  88 
Llanto frecuente  53 
Dificultad para concentrarse  72 
Confusión  74 
Aislamiento  63 
Dificultad para controlar el miedo  60 
Sentimientos de desesperanza  51 
Sentimientos de impotencia  65 

Los ejercicios realizados incluyeron una conmemoración pública, en la que se acudió a la escritura de los nombres de los seres queridos en piedras, lo que permitió dignificar no sólo a las víctimas, sino también a sus familias.

El psicodrama se realizó en una sesión que se denominó «El protocolo de Miguelito», el cual fue diseñado para trabajar con grupo de jóvenes, adolescentes y adultos; se construyó conjuntamente un relato en el que un adolescente recibía de un abuelo chamán sus secretos para lidiar con situaciones difíciles. Luego de este ejercicio, el grupo de jóvenes manifestó el alivio de empezar a romper las ataduras que les impedían progresar.

En la misma reunión toda la población participó en un ejercicio con un muñeco de algodón del tamaño de la figura humana, que les permitió proyectar e identificar sus experiencias dolorosas, y manifestó los sentimientos de cada uno de los asistentes.

En el protocolo de la silla vacía colectiva, las personas expresaron el duelo por sus seres queridos y reflexionaron sobre la violencia sufrida y la reconstrucción de los lazos familiares y vecinales.

Los participantes tomaron el conjunto de ejercicios vivenciales como el símbolo de un Machuca renacido y protegido de agentes destructores y desestabilizadores. Allí se reconoció el dolor, se respetó el derecho de los más victimizados, lo injusto del sufrimiento, se luchó contra la memoria defensiva que justifica la violencia y se hizo pedagogía sobre los derechos humanos.

Los talleres facilitaron el proceso de dignificación, el empoderamiento y la seguridad en la reconstrucción personal y colectiva, ya que, al liberarse del miedo, los participantes pudieron tener mayor confianza en sí mismos. Es importante tomar en cuenta que las acciones de la Fundación VíctimasVisibles en Machuca no han sido tan solo los talleres psicosociales, sino que ha apoyado a las organizaciones y los grupos de la sociedad civil en acciones concretas en esta comunidad. Los talleres psicoterapéuticos son una parte de un gran contexto psicológico, social y espiritual, mucho más integral. Por lo mismo, se llevaron a cabo la reconstrucción del puesto de salud de Machuca, la dotación de equipos médicos, la inversión en medicamentos de primera necesidad y la compra de una ambulancia exclusivamente para el uso de los habitantes de la población. Siendo además conscientes de la dimensión espiritual de los habitantes de Machuca, la Fundación Víctimas Visibles consiguió fondos para la remodelación de la iglesia. Así pues, se hicieron intervenciones en los aspectos psicológicos, materiales, espirituales y sociales1.

Se afianzaron liderazgos, como el caso de María Cecilia Mosquera, quien perdió a sus hijos, a su esposo y a muchos miembros de su familia, y además quedó con secuelas físicas por las quemaduras en un 40% de la piel. El liderazgo de esta mujer la ha convertido en voz activa en eventos, congresos, talleres y foros por todo el país y fuera de él. Por ejemplo, el Senado de la República, en sesión informal plenaria en 2009 y 2010, recibió el testimonio de ella y otras líderes de víctimas, lo que llevó a crear el día de solidaridad del Senado con las víctimas. Fue esto lo que dio aliento a la formulación de la Ley de Víctimas y restitución de tierras en 2011. María Cecilia Mosquera hoy forma parte de un amplio movimiento de víctimas que han incidido en la formulación de políticas públicas y trabajan en la creación de conciencia sobre las secuelas del conflicto.

Los resultados de los talleres de Machuca guardan similitud con los hallazgos de la misma Fundación en Bogotá, San Carlos (Antioquia), Cali y Pasto, donde se brindó atención psicosocial a cerca de mil personas1. También de estos talleres han salido líderes sociales comprometidos con el trabajo por encontrar verdad, justicia y reparación.

Propuestas y conclusiones

El caso de Machuca es semejante al de muchas otras poblaciones colombianas afectadas por hechos de violencia en las décadas pasadas, en cuanto al daño sufrido y la necesidad de los pobladores de encontrar canales que les permitan elaborar las situaciones traumáticas que les ha tocado vivir.

En ese contexto, se ha encontrado que la narrativa testimonial es un instrumento de sanación personal y social, como se ha demostrado en los talleres con los habitantes de Machuca y los realizados con otras mil personas en las otras localidades. Lo clave del testimonio es reconocer la dignidad de la persona y así, desde la memoria individual, reconstruir la historia para incidir en la memoria colectiva.

El testimonio de las víctimas adquiere un fuerte estatus en la política de justicia transicional que está en el orden del día en Colombia. A través de este, se hace posible mostrar al país las vivencias, crear conciencia pública sobre el sufrimiento y fortalecer la capacidad de perdonar y de construir nación.

Otro elemento muy importante está en recuperar las memorias locales, en las veredas y los pueblos del país, pues al volcar la mirada pública hacia lo local, la sociedad colombiana puede tomar partido por principios éticos incluyentes de rechazo al uso de la violencia. También puede acometer desarrollos institucionales y mecanismos legales, la Ley 1448 de Víctimas y Restitución de Tierras (2011) entre ellas. De esta manera, el testimonio tiene un papel activo en la sociedad y en el futuro del país.

Pero el testimonio también crea tensión. Muchas veces no coincide lo que dice el sujeto de la experiencia vivida frente a lo que dicen las instituciones, por ejemplo, frente a lo que dice algún actor como el Ejército. De igual manera, distintos actores locales pueden tener versiones contrarias sobre los hechos y también pueden entrar en contradicción con la interpretación de la sociedad colombiana o de su dirigencia. Así, la tarea es compleja, pues se trata de recomponer poco a poco la historia de traumas de la sociedad colombiana tomando en consideración los testimonios de variados agentes sociales y escuchando de manera prioritaria las voces de las víctimas y sus visiones, a veces encontradas.

En resumen, el perdón y el olvido no residen en la represión de la situación traumática dolorosa, sino en la superación de los traumas a través de diferentes formas de catarsis, entre las cuales el testimonio ocupa un lugar sobresaliente. El testimonio hace parte de la construcción de memoria y ayuda a abrir el camino a la reconciliación colectiva, así como a la individual. A través de esto se puede lograr el perdón, porque las víctimas no se quedan congeladas en la venganza, el odio o el dolor y porque, al contrario, elaboran el duelo a través de la expresión de sus vivencias emocionales.

El acto de testimoniar está dentro del gran contexto del sistema de ideales y percepciones de la sociedad, en especial en relación con la violencia, y se despliega en varios aspectos donde lo narrativo trasciende la historia personal para movilizar el sistema compartido de valores. Desde la memoria individual, surgen la historia y la memoria colectiva, porque allí están involucrados todos los actores e incluso sus diferencias y contradicciones.

Esta experiencia de expresión testimonial nos permite proponer elementos para una política psicosocial en el proceso que vive Colombia, cuyo fin es conjugar la búsqueda de la verdad y la reconstrucción de la memoria colectiva, junto a la atención a las víctimas, la reparación y la reconciliación social.

El trabajo que desarrollaron la doctora Rascovsky y el equipo de la Fundación Víctimas Visibles con la población de Machuca guarda similitud con los elementos de la política psicosocial diseñados en los trabajos de Beristaín et al2,3 y con algunos de los señalados en trabajos de la Comisión Nacional de Reparación de Colombia (Memoria histórica de las Masacres de Trujillo, Valle del Cauca, septiembre de 2008, y El Salao, Los Montes de María, Sucre, septiembre de 2009). Como elemento en común, está la idea de que la noción de reparación se enmarca en el ámbito de una «terapia social que va más allá del ámbito psicológico originario, como también de reducir la noción de indemnización a nivel del proceso político y social. Hay una gran parte del dolor y el sufrimiento que no se puede reparar, pero se necesitan medidas que ayuden a superar el impacto y la frustración de las víctimas y analizar su conflictividad social y el escepticismo hacia el respeto de los derechos humanos»2,3.

Los elementos de política compartidos por estos trabajos y especialmente desarrollados en los trabajos citados de Beristaín et al2 pueden resumirse en los siguientes lineamientos:

  • 1.

    Reconocer la verdad. Se logra con actos simbólicos como los realizados en los talleres y también a través de publicaciones, investigaciones, audiencias públicas, entre otros1,2.

  • 2.

    Impulsar la construcción de memoria histórica. Esta construcción debe ser impulsada por las propias comunidades con apoyo de instituciones o fundaciones independientes porque, de lo contrario, se puede distorsionar y pervertir4.

  • 3.

    Crear mecanismos de verdad, justicia y reparación que permitan la adecuada atención a las víctimas y la promoción de sus derechos. En esto el Estado debe tener un papel fundamental como principal responsable de la salvaguardia de los derechos de su población. El Estado debe tener instituciones fuertes con obligaciones definidas en materia de justicia transicional. Debe impulsar un adecuado sistema de atención integral a las personas víctimas de la violencia y debe garantizar el efectivo acceso de las víctimas a sus derechos a verdad, justicia y reparación, a través de la creación de políticas públicas en las que las personas víctimas tengan una participación activa1,2.

  • 4.

    Hacer especial énfasis en la reparación integral, pues solo garantizándola se resarcirán los derechos y las necesidades de las personas víctimas de la violencia armada en Colombia. Es importante destacar que por reparación se entiende mucho más que la reparación administrativa, que se reduce a la simple indemnización monetaria. Hay que implementar restituciones, medidas de satisfacción y, claro, garantías de que no se repetirá1.

  • 5.

    Luchar para que los victimarios no apelen a justificación de los hechos violentos. El victimario siempre trata de decir que su labor de victimario es una labor altruista, que es en la defensa de los derechos de los ciudadanos más pobres, justamente los primeros que sufren la violencia; es la más grande contradicción entre la ideología y la práctica2.

  • 6.

    Los trabajos que se hagan desde el punto de vista psicosocial deben ser multidisciplinarios. Así se logra dignificar a las víctimas y sus familias a través del reconocimiento de los hechos, las peticiones de perdón por el daño ocasionado y hacer conmemoraciones públicas1,2.

  • 7.

    Reconocer el papel de las víctimas. Se trata de reconocer y valorar las acciones que realizan las propias víctimas para su recuperación2.

  • 8.

    Proporcionar seguridad y confianza. La seguridad es lo primordial para la reconstrucción personal y colectiva; en ese sentido, lo primero es hacer que la gente pueda vivir sin miedo. Las víctimas deben poder expresar sus testimonios, sus experiencias, porque es una manera de reducir el temor y hacerse más libres1,2,5.

  • 9.

    El Estado debe prevenir las causas para que no se repitan estas acciones y por lo mismo debe establecer garantías de que no se repetirá1,2.

  • 10.

    Consolidar principios éticos de la sociedad. «Esto se logra mediante el reconocimiento de las distintas historias, la reflexión ética sobre la violencia y la condena moral de los hechos, que permiten crear una conciencia social de lo que es el bien y el mal»1,4.

Bibliografía
[1.]
L. Rascowsky, M. Giraldo, et al.
Talleres psicoterapéuticos. Fundación Víctimas Visibles-Acción Social de la Presidencia.
EB, (2010),
[2.]
C. Beristaín, D. Páez.
Violencia. Apoyo social y reconstrucción social.
Fundamentos, (2000),
[3.]
Martin-Baro..
Psicología social de la guerra.
San Salvador, (1990),
[4.]
D. Jodelet, B. Rimé, J.W. Pennebaker, J.F. Valencia, D. Páez.
Memorias colectivas de procesos culturales y políticos.
Universidad del País Vasco, (1998),
[5.]
J. Pennebaker.
El arte de confiar en los demás.
Alianza, (1994),
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