La violencia de pareja es un problema frecuente a nivel mundial. La pandemia por COVID-19 y el confinamiento pusieron a los agresores y víctimas en un mismo ambiente por lo que dicho problema pudo haber aumentado. El objetivo de este estudio es visualizar la situación de violencia física de pareja en el período 2017-2022 en Perú.
Materiales y métodosA partir de la información brindada por el Centro de Emergencia Mujer, se realizó un análisis descriptivo de tendencias temporales entre enero del 2017 a diciembre del 2022, para evaluar la relación con el número de los casos se realizó un análisis de regresión y se reportaron los coeficientes de determinación antes y después al confinamiento por COVID-19.
ResultadosSe obtuvo un total de 179737 casos de violencia física de pareja durante el período de estudios. Se observó una tendencia a la disminución los meses posteriores al confinamiento por COVID-19. La zona rural mantuvo una constancia en el número de casos antes y después de la pandemia. También se obtuvieron diferencias importantes en las parejas o exparejas que conviven y no conviven, siendo aquellas que no conviven con mayor disminución a finales del 2022.
ConclusiónLas tendencias del número de casos tuvieron diferencias antes y después del confinamiento por COVID-19 de acuerdo con las variables estudiadas. Algunas situaciones como la situación familiar pospandemia o la situación de vigilancia en los casos de violencia pueden influir en los resultados presentados y requieren un análisis más riguroso.
Intimate partner violence is a frequent problem worldwide. The COVID-19 pandemic and confinement put both aggressors and victims in the same environment, which may have increased this problem. The aim of this study is to visualize the physical violence situation in couples from 2017 to 2022 in Peru.
Materials and methodsUsing information provided by the Center for Women's Emergency, a descriptive analysis of temporal trends from January 2017 to December 2022 was carried out. To evaluate the relationship with the number of cases, a regression analysis was performed, and determination coefficients were reported before and after COVID-19 confinement.
ResultsA total of 179,737 cases of physical violence in couples were obtained during the study period. A tendency towards a decrease was observed in the months following COVID-19 confinement in all categories. The rural area maintained a persistence in the number of cases before and after the pandemic. Significant differences were also found in couples or ex-couples who live together or apart, with those who do not live together having a greater decrease by the end of 2022.
ConclusionThe trends in the number of cases showed differences before and after the COVID-19 lockdown, according to the studied variables. Certain factors, such as post-pandemic family situations or the surveillance status in cases of violence, could impact the presented outcomes and necessitate a more rigorous analysis.
La violencia contra la mujer es un problema frecuente a nivel mundial1 y es más frecuente cuando nos referimos a la violencia de pareja íntima2. Se estima que aproximadamente 1 de cada 3 mujeres fueron víctimas de violencia física o sexual, además, se estima que el 27% de las mujeres entre 15 a 49 años que han tenido una relación han experimentado algún tipo de violencia física o sexual por parte de su pareja3.
En Perú, las tendencias de la Encuesta Demográfica y Salud Familiar informan que todos los tipos de violencia se encuentran en declive4, sin embargo, el portal estadístico del programa AURORA del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) menciona que existen más reportes de casos de violencia de todos los tipos hasta el 20195. La violencia contra la mujer, en todos los aspectos, es un problema de salud pública que debería mitigarse y vigilarse, ya que, un desenlace fatal ante la consistencia de dichos actos, es el fallecimiento de la víctima a causa del feminicidio que representa la forma más extrema de violencia contra la mujer6,7.
A pesar de contar con los datos de los registros a nivel nacional, no se tiene una visión objetiva de la cantidad de casos durante el transcurso de los años y principalmente, después de la pandemia por COVID-19, que tuvo repercusión ante las cifras de violencia intrafamiliar, doméstica o de pareja a nivel mundial8. De la misma forma, no se observan las tendencias de acuerdo con las diversas características como la edad de la víctima o el agresor o el área donde se desarrolló el acto violento, ya que, con esa información, las estrategias de vigilancia y erradicación de violencia podrían direccionarse correctamente.
Por lo anteriormente mencionado, se desarrolló este estudio que tiene por objetivo evaluar la situación de la violencia física de pareja en Perú mediante un análisis de tendencias entre el 2017 al 2022.
Materiales y métodosDiseño y fuentes de informaciónEl presente estudio se trabajó mediante un diseño observacional de corte transversal y se usó un análisis de serie de tiempo descriptivo para la información de las variables.
Los datos provienen del sistema de información del Centro de Emergencia mujer (CEM) que es parte del programa nacional AURORA, iniciativa del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP). El CEM es el encargado de realizar los registros, seguimientos y evaluación de los casos de violencia en general en todo el territorio peruano, esta entidad recibe también las denuncias realizadas ante la Policía Nacional del Perú (PNP) y la Fiscalía de la Nación por lo que se realiza un registro uniforme en todo el Perú. El CEM recolecta la información de los casos de violencia de la mujer, con o sin denuncia policial, mediante una ficha de recolección de datos elaborado y aprobado mediante una resolución ministerial (Suplemento 1). La ficha es uniforme para todos los CEM a nivel nacional y es completada mediante autorreporte de la víctima o el testigo del acto violento.
PoblaciónPara este estudio, se tomó como unidad de análisis aquellos registros que reportan violencia física en la pareja o expareja entre el 2017 al 2022 (ya sean casos nuevos o reincidentes durante dicho período). La población estuvo conformada por todas las observaciones sobre violencia física que tenían como víctima a una mujer peruana entre 18 y 59 años y un agresor adulto entre 18 y 59 años. Se tomó de manera más específica a aquellas víctimas cuyos agresores eran la pareja o expareja de esta. Se excluyeron aquellos registros que fueron completados por algún testigo y no por la víctima directamente.
VariablesLas variables incluidas en este estudio fueron las características sociodemográficas de la víctima y del agresor, entre ellas, la edad de la víctima y del agresor, el área de residencia de la víctima (rural o urbano), nivel educativo de la víctima y agresor (sin educación, primaria completa, secundaria completa y universitario o superior), tipo de relación en el momento del acto violento (pareja o expareja) y si la víctima convive o no con el agresor. También se tomó como variable de tiempo al mes de ocurrencia tomando como primer mes a enero del 2017 y el último a diciembre del 2022. No se tomaron los meses de marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre del 2020 ya que el Centro de Emergencia Mujer (a nivel nacional) cesó sus actividades de registro por la pandemia por COVID-19.
Análisis estadísticoSe realizó un primer análisis descriptivo acerca de las variables estudiadas y serán resumidas mediante frecuencias absolutas o relativas, si la variable es categórica, si la variable es cuantitativa se usó la media y desviación estándar. Para el análisis de tendencias, se usaron los números absolutos de los casos y se tuvo como unidad de tiempo el mes de acuerdo con el calendario gregoriano. El número de casos por mes se analizó de acuerdo con las diversas variables mencionadas previamente. Se hizo una separación entre los períodos precuarentena (enero del 2017 a febrero del 2020) y poscuarentena (octubre del 2020 a diciembre del 2022), no se tomaron los meses de marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre del 2020 por la falta de registros en el CEM. Para evaluar las diferencias acerca de las características generales entre todos los casos de violencia, se realizó la prueba de chi cuadrado de Pearson entre el periodo previo a la cuarentena y posterior a la cuarentena. También se hizo un análisis de regresión lineal para evaluar la relación con el período de estudios, se reportó el coeficiente de determinación (R2) para evaluar la correlación entre el tiempo y el número de casos absolutos. El análisis estadístico se realizó en el programa estadístico STATA v17.0 (STATA Corp., Texas, Estados Unidos), las tablas y figuras fueron realizadas en el programa MS Excel 365.
Aspectos éticosEl presente estudio trabaja con datos de una entidad nacional que está a disponibilidad de todo el público que visite el portal del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (https://portalestadistico.aurora.gob.pe/bases-de-datos-2021/). No se ponen en conocimiento nombres o números de identidad, por lo que se tiene confidencialidad en los datos desconociendo en totalidad a las víctimas o agresores que están involucrados en el presente estudio. Por el carácter del estudio a partir de una base de datos secundaria, así como cumplir la confidencialidad de los participantes, este estudio no requirió una aprobación por un comité de ética institucional.
ResultadosSe recopilaron 179737 casos de violencia física en la pareja o expareja durante el período 2017-2022. Con respecto a la variable edad, en las víctimas se encontró una media de 31,99 años (DE=8,96) en el período anterior a la cuarentena, mientras que en el período posterior fue de 32,28 años (DE=9,03) con una diferencia estadísticamente significativa (p<0,001). La edad del agresor fue de 35,24 años (DE=9,47) en el período previo a la cuarentena y de 35,44 años (DE=9,49) posterior a la cuarentena, con una diferencia estadísticamente significativa (p<0,001). El 84,71% (previo a la cuarentena) y 80,38% (posterior a la cuarentena) de los casos correspondían a víctimas que viven en zona urbana (p <0,001). Con respecto al tipo de vínculo entre la víctima y el agresor, el 66,39% (previo a la cuarentena) y 63,83% (posterior a la cuarentena) tuvieron un vínculo de pareja en el momento del reporte (p <0,001). Se pueden apreciar todas las características y diferencias entre los dos períodos en la tabla 1.
Características generales de los casos de violencia física de pareja en Perú, 2017-2022
Precuarentena | Poscuarentena | ||||
---|---|---|---|---|---|
n | % | n | % | Valor p | |
Edad de la víctima | 31,99* | 8,96** | 32,28* | 9,03** | <0,001a |
Edad del agresor | 35,24* | 9,47** | 35,44* | 9,49** | <0,001a |
Área de residencia de la víctima | |||||
Urbana | 83372 | 84,71 | 65367 | 80,38 | <0,001b |
Rural | 15047 | 15,29 | 15951 | 19,62 | |
Nivel educativo de la víctima | |||||
Sin educación | 11965 | 12,16 | 9595 | 11,8 | <0,001b |
Primaria completa (básica) | 28645 | 29,11 | 23057 | 28,35 | |
Secundaria completa (media) | 42222 | 42,9 | 35766 | 43,98 | |
Universitario (superior) | 15587 | 15,84 | 12900 | 15,86 | |
Nivel educativo del agresor | |||||
Sin educación | 7862 | 8,04 | 6281 | 7,81 | <0,001b |
Primaria completa (básica) | 26102 | 26,7 | 20937 | 26,03 | |
Secundaria completa (media) | 48306 | 49,41 | 40504 | 50,36 | |
Universitario (superior) | 15497 | 15,85 | 12706 | 15,8 | |
Vínculo relacional | |||||
Pareja | 65342 | 66,39 | 51905 | 63,83 | <0,001b |
Expareja | 33077 | 33,61 | 19413 | 36,17 | |
Convivencia | |||||
Conviven | 48278 | 49,05 | 43761 | 50,95 | <0,001b |
No conviven | 50141 | 53,81 | 37557 | 46,19 |
Se consideró estadísticamente significativo a un valor p <0,05.
El análisis de tendencias temporales demuestra que antes del período de cuarentena por COVID-19 los casos de violencia física contra la mujer aumentaron de manera consistente, mientras que para el período poscuarentena, entre los meses de octubre del 2020 a diciembre del 2022 hubo una disminución (fig. 1A). Las tendencias de acuerdo con las áreas de residencia de la víctima mostraron que, años previos a la cuarentena, los casos de violencia tuvieron un aumento consistente entre enero del 2017 a febrero del 2020 (R2=0,95, p <0,001), mientras que, entre octubre del 2020 a diciembre del 2022, esta disminuyó de manera irregular, con elevación y disminución de casos en los distintos meses (R2=0,22, p=0,012). En cuanto a la zona rural, se tuvo resultados similares con el área urbana con respecto a la zona urbana con respecto a las tendencias de aumento (R2=0,87, p <0,001) y a la disminución (R2=0,53, p <0,001) en el período pre- y poscuarentena respectivamente (fig. 1B y 1C).
Con respecto a la edad, se calcularon las tendencias de acuerdo con la media de la edad por mes. La media de la edad de la víctima (33,07 años en enero del 2017 a 31,93 años en febrero del 2020, R2=0,74, p <0,001) y del agresor (36,73 en enero del 2017 a 35,02 en febrero del 2020, R2=0,77, p <0,001) tuvieron una disminución hasta antes del período de cuarentena por COVID-19. A partir de octubre del 2020 se tuvo un aumento de la media de la edad de la víctima (32,07 años a 32,49, R2=0,50, p <0,001) y de la media de la edad del agresor (35,82 años a 35,88, R2=0,39, p <0,001) (fig. 2), se pueden observar también las tendencias de acuerdo a la cantidad absoluta de casos por categoría de edad en la figura 3.
Tendencias del número absoluto de casos de violencia física de pareja por mes de acuerdo con el grupo etario. A: víctimas antes de la cuarentena por COVID-19; B: víctimas después de la cuarentena por COVID-19; C: agresor antes de la cuarentena por COVID-19; D: agresor después de la cuarentena por COVID-19.
Se obtuvo un aumento del número de casos hasta el mes previo de inicio a la cuarentena en las víctimas de acuerdo con el nivel educativo, sin nivel (R2=0,84, p <0,001), primaria completa (R2=0,94, p <0,001), secundaria completa (R2=0,95, p <0,001) y universitario o superior (R2=0,92, p <0,001). Meses posteriores a la cuarentena se observó una disminución del número de casos con respecto al nivel educativo de la víctima, sin nivel (R2=0,44, p <0,001), primaria completa (R2=0,47, p <0,001), secundaria completa (R2=0,23, p=0,010) y universitario o superior (R2=0,01, p=0,630) (fig. 4A y 4B). Con respecto al agresor se obtuvo también un aumento previo a la cuarentena en aquellos que no tenían instrucción alguna (R2=0,79, p <0,001), primaria completa (R2=0,94, p <0,001), secundaria completa (R2=0,96, p <0,001) y superior o universitario (R2=0,91, p <0,001). También se percibió una disminución en el número de casos poscuarentena en los agresores que no tenían instrucción (R2=0,43, p <0,001), primaria completa (R2=0,50, p <0,001), secundaria completa (R2=0,17, p=0,031) y universitario o superior (R2=0,19, p=0,020) (fig. 4C Y 4D).
Tendencias del número absoluto de casos de violencia física de pareja por mes de acuerdo con el nivel educativo. A: víctimas antes de la cuarentena por COVID-19; B: víctimas después de la cuarentena por COVID-19; C: agresor antes de la cuarentena por COVID-19; D: agresor después de la cuarentena por COVID-19.
Con respecto a la situación de pareja, durante el período precuarentena, los casos de violencia física aumentaron tanto para el vínculo de pareja (R2=0,95, p <0,001) o expareja (R2=0,95, p <0,001), mientras que, a partir de octubre del 2020, estos disminuyeron para el vínculo de pareja (R2=0,35, p=0,001) o expareja (R2=0,17, p=0,030) (fig. 5A y 5B). Los casos que tuvieron convivencia o no, tuvieron un aumento significativo antes de la cuarentena (R2=0,93, p <0,001), los casos disminuyeron posteriores a la cuarentena, tanto para los que conviven (R2=0,51, p <0,001), como para los que no conviven (R2=0,04, p=0,279) (fig. 5C y 5D).
Tendencias del número absoluto de casos de violencia física de pareja por mes de acuerdo con la situación de pareja. A: vínculo relacional antes de la cuarentena por COVID-19; B: vínculo relacional después de la cuarentena por COVID-19;C: convivencia antes de la cuarentena por COVID-19; D: convivencia después de la cuarentena por COVID-19.
Los resultados del presente estudio muestran que los casos de violencia física de la pareja o expareja tienen tendencias que van en disminución con respecto a los años transcurridos después de la cuarentena por COVID- 9. Aunque en este manuscrito no se evaluaron los casos durante el período de confinamiento por COVID-19, este se propuso como un riesgo para la víctima, ya que se encontraba en convivencia con el posible agresor, siendo la violencia doméstica un posible desenlace9,10. Una revisión sistemática menciona que la violencia doméstica e intrafamiliar tuvieron un aumento consistente en los diversos países, producido principalmente por el contacto entre la víctima y el agresor, así mismo, se propone que el número de denuncias o reportes policiales disminuyó, por lo que las cifras pueden verse subestimadas11. Incluso, diversas características como el embarazo o el desempleo en la víctima pueden ser condicionantes a percibir violencia doméstica12,13. A pesar de no tener el número de denuncias en el periodo de confinamiento como tal (por los meses no incluidos en los resultados), las cifras posteriores disminuyeron ligeramente, por lo que se podría proyectar también una disminución de los casos en el transcurso de los años posteriores. Se debe considerar también que el aumento previo a la cuarentena por COVID-19 se deba a la mejor vigilancia por parte de los organismos e instituciones nacionales como el CEM, aunque tendencias internacionales también reportan un aumento en el último milenio14–17.
En concordancia con la tendencia a nivel nacional, al estratificarlo según área urbana y rural podemos distinguir una diferencia importante entre el período pre- y poscuarentena por COVID-19 conforme el aumento y disminución de casos respectivamente. Aunque las características entre las víctimas y agresores pueden diferir de acuerdo con la urbanidad o ruralidad18, en los resultados presentados en este estudio resaltamos la diferencia acerca de la tendencia y cambio marcado hacia un aumento de casos en la zona urbana a diferencia de la zona rural. Esta diferencia puede deberse a la migración de las personas que viven en zonas rurales hacia zonas urbanizadas19, así, las personas que migran de zonas rurales a las zonas urbanas continúan experimentando actos violentos20. Posterior al confinamiento, se aprecia una disminución de los casos absolutos tanto en la zona urbana y rural, consistente con la disminución a nivel nacional. Es importante mencionar también que la tolerancia a la violencia21 y la cultura patriarcal o machista22,23 en los entornos rurales disminuye la posibilidad de reporte, por lo que los resultados pueden verse subestimados en dicha zona. Incluso se podría proponer a la disposición del personal que registra el caso, así como las barreras de acceso al CEM o la distancia hacia dicha institución como posibles barreras que evitan el reporte de los actos violentos por parte de la víctima o testigo.
La media de la edad de la víctima y el agresor se comporta de manera similar al transcurrir el tiempo de estudio en los hallazgos presentados. Si bien se trata de una víctima y agresor de edad media, esto se debe a la selección específica de la población (edad entre 18 a 59 años), sin embargo, resultados similares se encuentran a nivel nacional24 e internacional25. Con énfasis en las tendencias, es resaltante la ligera disminución de la edad antes del confinamiento por COVID-19 y también es importante el aumento de la edad posconfinamiento para ambos grupos (víctimas y agresores). Aunque la diferencia no es numéricamente grande (menos de un año entre el inicio y fin de un periodo y otro), podría significar una mayor captación de los casos de violencia en parejas jóvenes previos a la cuarentena por parte del CEM. Mientras que el aumento de la media de edad poscuarentena podría reflejar que la edad mayor responde a un factor importante para que se desarrolle la violencia de pareja26–28.
Un aspecto importante que se reporta en los resultados de este estudio es la tendencia de acuerdo con la situación actual de la pareja y la convivencia (tengan o no lazo de pareja). Dentro de la violencia de pareja, existen diversos factores que pueden aumentar la posibilidad de experimentarlo como lo son el abuso de sustancias, condiciones de bajo ingreso económico y fomento de la violencia a temprana edad29. Si bien este estudio no trata de visualizar los factores que conllevan a la violencia de pareja, es importante resaltar la tendencia de disminución en el número de casos en aquellas parejas o exparejas que conviven posterior a la cuarentena en comparación con los que no conviven. Una posible razón para esta diferencia es el levantamiento del confinamiento con medidas menos estrictas en la movilización en Perú, de esta forma las parejas o exparejas que conviven fueron separándose por temas laborales presenciales, por tanto, aumenta la diferencia entre aquellas parejas que conviven y no conviven poscuarentena estricta30.
Relevancia para la salud pública y toma de decisionesLa violencia contra la mujer y en específico la violencia física de pareja es un problema común en Perú31, si bien el CEM fomenta el reporte por parte de las víctimas y promueve que las víctimas no permitan ningún tipo de violencia32, las estrategias implementadas aún resultan insuficientes ya que como se exhibieron en los resultados del presente estudio, existen más de 2500 reportes por mes en los años posteriores a la cuarentena. Se deben implementar acciones con respecto al antecedente de violencia por algún miembro familiar y también establecer tamizajes desde edades tempranas, así se pueden evitar actos violentos en el futuro, o evitar sucesos catastróficos como feminicidios o tentativas de feminicidios33. El estudio también revela la diferencia entre la zona rural y la zona urbana, obteniéndose una diferencia importante en la cantidad de casos entre dichas zonas, las intervenciones a nivel rural deben ser de vigilancia continua y manteniendo la longitudinalidad entre los proveedores nacionales y las víctimas34,35. Si se realiza una vigilancia cercana posiblemente se podrían obtener una mayor cantidad de casos por parte de aquellas mujeres que no reportan o no tienen los medios (económicos, legales o institucionales) para poder hacer la denuncia correspondiente. Presentamos estos resultados para la valoración objetiva de la situación de violencia física contra la pareja o expareja en Perú y que se tomen las medidas necesarias con respecto al seguimiento y correcta vigilancia de acuerdo con las variables presentadas como la edad o el tipo de vínculo con el agresor.
Fortalezas y limitacionesLos resultados presentados se respaldan al obtener un gran tamaño de muestra a partir de los datos de una entidad nacional que realiza el registro correspondiente de todos los casos que puedan ser detectados o informados a en todo el Perú, por lo que también pueden ser extrapolados a los diferentes departamentos del territorio, tanto en zona urbana como rural. También poseemos los registros desde el año 2017 que nos permiten evaluar las tendencias durante el período previo y posterior a la cuarentena por COVID-19, siendo este un factor clave en el cambio (aumento o disminución) de muchos de los problemas sanitarios a nivel mundial.
También es importante mencionar las limitaciones de la investigación realizada. El período de no registro (de marzo a septiembre del 2022) surge como la primera gran limitación, sin embargo, los resultados pre- y poscuarentena son alentadores al evaluar la dinámica siendo recopilados los datos hasta el 2022. Al obtener los datos de una base de datos secundaria, nos regimos a la calidad de datos recolectada por el personal que corresponde, sin embargo, al usar datos de las características sociodemográficas, no tendría repercusión en los resultados. La exclusión de las víctimas menores de 18 años y mayores de 60 podría limitar los hallazgos tan solo a la población adulta, sin embargo, la dinámica y los tipos de violencia hacia los niños, adolescentes y adultos mayores es distinta a la de la violencia de pareja en un adulto, se espera que dicha delimitación muestral sea específica y no genere confusión. También es necesario mencionar que, al tener los casos registrados y reportados ante el CEM, podríamos cometer un sesgo de selección y excluir de manera no intencional a las víctimas que no reportan los actos violentos que puedan experimentar por distintos motivos, por lo que estos hallazgos deberían reflejar la situación de aquellos casos reportados y fomentar la investigación primaria con recolección de datos mediante el trabajo de campo.
ConclusiónLa violencia física de pareja tuvo un aumento gradual hasta antes del inicio de la cuarentena obligatoria por COVID-19, sin embargo, meses después del inicio de la pandemia se tuvo una disminución de los casos hasta el final del período de estudios. En la zona rural, esta disminución no es significativa en comparación con la zona urbana. También se observa una diferencia entre las parejas o exparejas que conviven y las que no, teniendo una disminución significativa aquellas que mantienen la convivencia. Se debe fortalecer la investigación en este tópico y, sobre todo, evaluar las estrategias brindadas por las entidades nacionales.
FinanciaciónEl estudio fue financiado por los autores.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.