La COVID-19 ha tenido efectos significativos en la salud mental de la población sanitaria, incrementando los indicadores de agotamiento asociado al trabajo.
ObjetivoEstimar la prevalencia de burnout y los factores asociados en una muestra de profesionales del área de la salud en Latinoamérica.
MétodoEstudio multicéntrico transversal, se incluyeron 5.437 profesionales de la salud, de 6 países de América Latina. Se utilizó el Mini Z, adaptado y un cuestionario demográfico. Se estimó la prevalencia de burnout a partir de los puntos de corte del instrumento y se realizó una regresión logística binaria.
ResultadosEl 59,8% de la población encuestada presentó burnout. Se identificó mayor riesgo los profesionales de Argentina (OR=0,673; p <0,001), el personal sanitario joven (OR=0,975; p <0,001), las mujeres (OR=0,847; p <0,001), quienes trabajan en el sector público (OR=1,352; p <0,001), los médicos especialistas (OR=1,352; p <0,001) y generales (OR=1,363; p <0,001).
ConclusionesLa prevalencia de burnout en los profesionales de salud de América Latina fue alta. Ofrecer programas de atención psicosocial para el personal de salud orientados a mitigar los efectos de la pandemia en la salud mental de estos profesionales es fundamental.
The COVID-19 pandemic has had a significant impact on the mental health of healthcare workers.
ObjectiveTo estimate the prevalence of Burnout and its associated factors in a sample of healthcare professionals in Latin America.
MethodIn a cross-sectional multicenter study, 5.437 health professionals from 6 Latin America countries were included. The Mini-Z adapted, and a demographic questionnaire was used. The prevalence of burnout was estimated from the cut-off points of the instrument, and binary logistic regression was performed.
Results59.8% of the surveyed population suffered from burnout. A higher risk was found in professionals from Argentina (OR=0.673; P<.001), young health workers (OR=0.975; P<.001), women (OR=0.847; P<.001), public sector workers (OR=1.352; P<.001), specialists (OR=1.352; P<.001) and general practitioners (OR=1.363; P<.001).
ConclusionsThe prevalence of burnout among health professionals in Latin America is high. It is essential to offer psychosocial care programs for health personnel to mitigate the effects of the pandemic on their mental health.
El SARS-CoV-2 trajo consigo cambios significativos en la calidad de vida de los profesionales sanitarios, generando innumerables problemas de salud mental1. Teniendo en cuenta que los pacientes saturaron las clínicas y hospitales2, incrementando las jornadas laborales y los tiempos de atención, con efectos diversos sobre las condiciones físicas y emocionales de estos profesionales, las cuales fueron ampliamente descritas1,3,4. En varios países de América Latina se observaron dificultades en las prestaciones clínicas durante la urgencia sanitaria; identificándose problemas de infraestructura, desgaste de los implementos de bioseguridad, entre otros5; con lo cual aumentó el miedo al contagio propio y de los familiares, así como de las complicaciones asociadas a la COVID y el miedo a la muerte6. Por lo cual, como se observó durante el primer año de pandemia, junto al colapso de los sistemas de salud, del mismo modo, se vio comprometida la salud mental del personal de sanitario7-9.
Como consecuencia, fue casi natural que entre el personal de salud encargado de la atención de los pacientes contagiados con COVID-19, previo al desarrollo de las vacunas e, inclusive, posterior al implemento de los programas masivos de vacunación, se generaran diversas complicaciones mentales, como fueron angustia psicológica, estrés crónico, ansiedad, temor al contagio, fatiga crónica, estigmatización, discriminación, violencia física y acoso10,11. Por lo que se comenzó a describir una seria de manifestaciones psiquiátricas, como el estrés12, la ansiedad generalizada13, la depresión14 y el síndrome de burnout (BO)15. Este último, ampliamente descrito en diversos estudios globales, durante el primer y segundo año de pandemia15-17.
El BO se entiende como el agotamiento físico y psicológico producto de una excesiva carga laboral18,19, siendo una de las principales causas de disminución de calidad de vida, alteraciones emocionales y disminución de la productividad laboral 20. Varios estudios identificaron algunos indicadores objetivos frente a la disminución de la calidad de la atención del personal de salud21, configurando el BO como un importante problema social durante la pandemia, explicando en muchos casos el ausentismo laboral y la disminución en la calidad de la atención clínica10,22.
Al respecto, uno de los primeros estudios en abordar los problemas de salud mental del personal sanitario a nivel global se realizó en China y reportó un incremento de estrés (73,4%), ansiedad (44,7%) y depresión (50,7%)23. Mientras que las estadísticas de BO en la región durante la primera y segunda ola fueron oscilaron entre el 49,3 y el 60,7%24, revelando que entre los profesionales de primera línea de atención de pacientes contagiados con COVID-19 se incrementaron las jornadas laborales, junto al estrés y el BO22,25; situación que continúo ocurriendo, inclusive, después de la pandemia, como lo demuestra una reciente revisión sistemática, la cual informa de que la prevalencia global de BO podría estar entre el 4,3 y el 90,4%25.
Los estudios más recientes sobre el BO hacen hincapié en la importancia de realizar un seguimiento activo para poder proporcionar de forma oportuna estrategias de apoyo y prevención en el personal hospitalario25. Por lo tanto, considerando que las estadísticas globales de problemas de salud mental, una vez concluida la pandemia, siguen incrementándose y generando múltiples comorbilidades, el objetivo de nuestro estudio fue estimar la prevalencia de BO y los factores asociados para el agotamiento laboral, en una muestra de profesionales sanitarios en Latinoamérica, con el fin de obtener información actualizada que pueda ser utilizada para el desarrollo de programas de salud mental especializados.
MétodoDiseñoEstudio transversal multicéntrico con metodología e-Salud26, el cual tiene un enfoque en el uso de las tecnologías digitales, usado ampliamente en todos los sectores sanitarios para responder al brote COVID-19. Por ello, utilizando herramientas digitales, como el formulario de Google y las diferentes plataformas de redes sociales, el estudio se llevó a cabo entre junio y octubre del 2022 en América Latina, con muestreo no probabilístico, siguiendo el sistema de bola de nieve27.
ParticipantesSe incluyó a 5.437 proveedores de área de la salud de Latinoamérica. Se evaluó personal de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, que laboraran en hospitales y clínicas, atendiendo o no pacientes con COVID-19. Se incluyeron médicos generales, médicos residentes, especialistas, personal de enfermería, profesionales de apoyo clínico (kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, laboratoristas, tecnólogos y auxiliares) y personal administrativo. Los participantes fueron reclutados correos electrónicos institucionales, redes sociales o anuncios.
ProcedimientoIniciando la pandemia de la COVID-19, un consorcio de investigación multicéntrico, liderado por la Universidad Santo Tomás (Chile), Universidad de La Costa (Colombia) y Universidad Católica San Pablo (Perú), efectuó un estudio enfocado en la salud mental de la población sanitaria en América Latina. Se llevaron a cabo reuniones virtuales con la dirección de centros clínicos, hospitales y asociaciones médicas de varios países de la región. Una vez explicada la naturaleza del estudio, mediante redes sociales y correos electrónicos masivos, se informó el objetivo del estudio, compartiendo por email y WhatsApp un formulario de Google que contenía: 1) información del estudio; 2) consentimiento informado; 3) preguntas demográficas y el test Mini-Z. El tiempo para completar el formulario no excedía los 2 min. Al finalizar la valoración, se solicitaba el correo electrónico de cada participante. Posteriormente, de forma aleatoria, los sujetos evaluados fueron contactados por correo electrónico para corroborar las características demográficas informadas en el formulario virtual. Quienes no respondieron el correo electrónico, así como los formularios incompletos, fueron eliminados de la base de datos. Los análisis se efectuaron, una vez se confirmó el 80% del total de los datos de los participantes.
InstrumentosSe utilizó un formulario de Google que incluía consentimiento informado, preguntas demográficas y el test Mini-Z, adaptado al contexto latinoamericano28. El Mini-Z fue desarrollado para analizar el ambiente laboral e identificar el BO en proveedores sanitarios29. Es una escala breve de 10 ítems, con valores clínicos equiparables con el inventario de Maslach30. Cada ítem tiene 5 tipos de respuestas que, aunque no están homogenizadas internamente en cada pregunta, permite una calificación en intervalos que va de 1 a 5 puntos; sin embargo, la escala solo tiene 1 pregunta que indaga directamente sobre la percepción del BO (ítem 3); otros 2 ítems están enfocados en conocer el nivel de satisfacción y estrés laboral (ítem 1 y 2, respectivamente). El resto de los ítems del test (4 a 10) detectan factores disparadores del BO: control sobre la carga laboral, tiempo suficiente para completar el trabajo, atmósfera laboral adecuada, alineación con los valores del líder de la organización, trabajo en equipo, cantidad de tiempo trabajado en casa y jornadas laborales frustrantes29,30. El Mini Z ha sido validado en Colombia28, Brasil31, EE. UU.32, Turquía33, India34 y Japón35. Así mismo, ha demostrado gran utilidad psicométrica en población sanitaria22,28-32,34,36-43. Para identificar el BO se viene utilizando el ítem 3 de la escala, con un puntaje ≥ 3 en las opciones de intervalos de este ítem (usando su propia definición de BO o agotamiento, elija una de las respuestas a continuación: 1) me gusta mi trabajo; no tengo síntomas de agotamiento; 2) estoy estresado y no siempre tengo tanta energía como antes, pero no me siento quemado; 3) definitivamente estoy quemado y tengo uno o más síntomas de agotamiento; por ejemplo, agotamiento emocional; 4) los síntomas de agotamiento que estoy experimentando no desaparecen, pienso mucho en las frustraciones del trabajo; 5) me siento completamente quemado; estoy en un punto en el que puede que necesite buscar ayuda).
Análisis estadísticoSe utilizaron pruebas paramétricas para el contraste de los factores sociodemográficos (prueba t para muestras independientes y ANOVA). Además, se efectuó una regresión logística binaria, utilizando como variable dependiente la categoría positivo/negativo del test Mini-Z. Se escogió el ítem 3 del test para identificar el BO (≥ 3). Como variables independientes o predictoras, se consideraron las siguientes variables categóricas: edad (profesional joven ≤ 39 años; personal mayor ≥ 40 años), el sexo (masculino/femenino), el país (nominal), la ocupación del personal de salud (nominal), el tipo de sistema sanitario (público o privado) y la atención de pacientes (con/sin COVID). Los datos fueron procesados con el software R versión 4.02 en su entorno de programación R Studio versión 1.3.595 (RStudio Team, 2020. RStudio: Integrated Development for R. RStudio, PBC, Boston, MA, Estados Unidos).
Aspectos éticosEste trabajo se desarrolló siguiendo los estándares éticos de la Declaración de Helsinki de 1975, revisada en 2008. Se obtuvo el consentimiento informado en línea de todos los sujetos. Terminada la evaluación, se entregó un informe de resultados junto a documento con orientaciones psicológicas. El estudio fue aprobado por comité de ética institucional (Acta No 86-2020). Ref. Proyecto: 140-02-004-15.
ResultadosSe incluyeron 5.437 encuestas de profesionales sanitarios de Argentina (769), Bolivia (757), Chile (879), Colombia (1516), Ecuador (833) y Perú (683). La edad promedio fue de 40,29 años (DE=8,57). Según la ocupación, la mayoría de los encuestados fueron médicos generales (22,55%), especialistas, residentes y médicos generales, pero también se valoraron enfermeras, personal clínico (técnicos de imágenes diagnóstica laboratorio, terapistas respiratorios y auxiliares) y personal administrativo. La mayoría de los profesionales trabajada en clínicas u hospitales privados (57,47%) y el 56,3% atendía a pacientes con COVID-19 (tabla 1).
Características demográficas y profesionales de los participantes
Argentina | Bolivia | Chile | Colombia | Ecuador | Perú | |
---|---|---|---|---|---|---|
ME±DE/F(%) | ME±DE/F(%) | ME±DE/F(%) | ME±DE/F(%) | ME±DE/F(%) | ME±DE/F(%) | |
Participantes | n=769 | n=757 | n=879 | n=1516 | n=833 | n=683 |
Edad | 41,75±9,30 | 39,73±7,88 | 40,99±8,37 | 37,65±9,68 | 40,19±8,38 | 41,48±7,85 |
Sexo | ||||||
Masculino | 346 (45,0) | 384 (50,7) | 407 (46,3) | 656 (43,3) | 417 (50,1) | 339 (49,6) |
Femenino | 423 (55,0) | 373 (49,3) | 472 (53,7) | 860 (56,7) | 416 (49,9) | 344 (50,4) |
Ocupación | ||||||
Enfermería | 213 (28,0) | 206 (27,3) | 244 (27,7) | 325 (20,5) | 224 (26,9) | 210 (30,7) |
MD Residente | 59 (7,7) | 54 (7,1) | 66 (20,0) | 182 (2,0) | 106 (12,7) | 35 (5,1) |
MD Especialista | 294 (38,2) | 183 (24,2) | 224 (25,5) | 412 (27,2) | 226 (27,1) | 241 (35,3) |
MD General | 152 (19,8) | 183 (24,2) | 171 (19,5) | 392 (25,9) | 158 (19,0) | 170 (24,9) |
Administrativos | 11 (1,4) | 23 (3,0) | 43 (4,9) | 65 (4,3) | 31 (3,7) | 9 (1,3) |
Apoyo clínico | 40 (5,2) | 108 (14,2) | 131 (14,9) | 140 (9,3) | 88 (10,6) | 18 (2,7) |
Lugar de trabajo | ||||||
Clínicas | 321 (41,7) | 345 (45,6) | 370 (42,1) | 820 (54,1) | 411 (49,3) | 300 (43,9) |
Hospitales | 448 (58,3) | 412 (54,4) | 509 (57,9) | 696 (45,9) | 422 (50,7) | 383 (56,1) |
¿Atención a pacientes COVID? | ||||||
No | 321 (41,7) | 368 (48,6) | 358 (40,7) | 708 (46,7) | 350 (42,0) | 279 (40,8) |
Sí | 448 (58,3) | 389 (51,4) | 521 (59,3) | 808 (53,3) | 483 (58,0) | 404 (59,2) |
DE: desviación estándar; F: frecuencia; MD: médico; ME: media.
Según el puntaje de corte de los test empleados (tabla 2), el 59,8% del personal de salud latinoamericano sufre de BO. El análisis por países revela que Argentina (44,3%), Chile (43,1%) y Ecuador (42,1%) presentan los indicadores más altos de BO. En contraste, en Bolivia (39,1%), Perú (37,5%) y Colombia (37%) las estadísticas de BO, aunque altas, son más bajas que en los demás países analizados.
Prevalencia de Burnout por países
Burnout | Argentina | Bolivia | Chile | Colombia | Ecuador | Perú | F | p |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
x¯±DE/F (%) | x¯±DE/F (%) | x¯±DE/F (%) | x¯±DE/F (%) | x¯±DE/F (%) | x¯±DE/F (%) | |||
Puntaje | 3,56±0,89 | 3,61±1,00 | 3,58±0,93 | 2,33±0,98 | 3,59±0,96 | 3,71±0,88 | 398,230 | 0,000 |
No presenta | 428 (55,7) | 461 (60,9) | 500 (56,9) | 956 (63,0) | 482 (57,9) | 427 (62,5) | ||
Presenta | 341 (44,3) | 296 (39,1) | 379 (43,1) | 561 (37,0) | 351 (42,1) | 256 (37,5) |
Por su parte, la regresión logística confirmó un mayor riesgo de BO en los profesionales de Argentina (OR=0,673; p <0,001) y Chile (OR=0,737; p=0,005), así como en el personal sanitario joven (OR=0,975; p <0,001), las mujeres (OR=0,847; p <0,001) y quienes trabajan en el sector público atendiendo pacientes contagiados con COVID-19 (OR=1,352; p <0,001) (tabla 3). En cuanto al tipo de profesional, se observó mayor riesgo para desarrollar BO en los médicos especialistas (OR=1,352; p <0,001) y médicos generales (OR=1,363; p <0,001), pero disminuyó en el personal de apoyo clínico (OR=0,691; p <0,001).
Factores de riesgo y protección para Burnout
Intercepto | OR | P valor | Inferior | Superior |
---|---|---|---|---|
1,922 | <0,001 | 0,314 | 0,993 | |
Edad | 0,975 | <0,001 | –0,032 | –0,018 |
Masculino | 0,959 | 0,464 | –0,154 | 0,070 |
País | ||||
Bolivia | 0,813 | 0,050 | –0,415 | 0,000 |
Chile | 1,002 | 0,981 | –0,196 | 0,201 |
Colombia | 0,673 | <0,001 | –0,576 | –0,214 |
Ecuador | 0,921 | 0,425 | –0,283 | 0,119 |
Perú | 0,737 | 0,005 | –0,517 | –0,.092 |
Ocupación | ||||
Residente | 1.152 | 0.201 | –0,075 | 0,358 |
M. especialista | 1.352 | <0,001 | 0,149 | 0,454 |
M. general | 1.363 | <0,001 | 0,151 | 0,469 |
Administrativo | 1.092 | 0,588 | –0,232 | 0,409 |
Apoyo clínico | 0,691 | <0,001 | –0,590 | –0,150 |
OR: odds ratio.
χ2: 126,716; p <0,001; R2=0,017.
El interés por el agotamiento laboral en el personal médico ha estado presente en la literatura global44,45, pero de forma más significativa durante la pandemia global del coronavirus, debido a las innumerables alertas e informes que mostraban elevados indicadores de alteraciones emocionales y cognitivas en el personal sanitario por la atención de pacientes contagiados con COVID46,47. En este contexto, nuestro estudio se enfocó en estimar la carga de BO en el personal sanitario de Latinoamérica, durante la pandemia de COVID-19; igualmente, se analizaron los factores asociados, de riesgo y protección, para el agotamiento laboral en estos profesionales.
Nuestros datos aportan información relevante sobre la situación de salud mental de los proveedores de salud. Al respecto, encontramos una prevalencia de BO del 59,8% en el personal sanitario encuestado. Esta cifra es preocupante si se considera que el agotamiento laboral está fuertemente asociado con el estrés, la ansiedad, la depresión, entre otros trastornos psiquiátricos y neurocognitivos, junto al consumo de sustancias y la violencia intrafamiliar48-50, los cuales han sido identificados de forma consistente en estos profesionales a lo largo de las etapas del brote de COVID22,51. Además, varios estudios realizados en otros países de la región han informado estadísticas similares17,52,53. Aunque a nivel global, la prevalencia de trastornos mentales y BO es más alta25,54,55, con una clara tendencia en estudios recientes22,25,51,56,57. A pesar de que las estadísticas regionales son más bajas que las globales, a nuestro juicio este panorama puede ser más complejo en América Latina, donde los proveedores de servicios de salud se vieron expuestos a condiciones precarias de prevención y a jornadas de trabajo más extendidas5,58. Varios países de la región experimentaron desafíos logísticos y de infraestructura sanitaria, así como escándalos y lentitud en el proceso de vacunación, especialmente entre la población general59, por lo que, junto a las largas horas de trabajo y las preocupaciones sobre la propagación del virus en sus familias, en estos profesionales ha podido quedar instalada la sensación de vulnerabilidad, malestar emocional y laboral60.
Lo cierto es que este es el primer estudio que revela las condiciones de agotamiento laboral en los proveedores de salud, durante la cuarta ola de contagio por COVID-19 en Latinoamérica. Antes de la pandemia, los estudios que documentaban el BO en los médicos y demás profesionales hospitalarios mostraban un creciente agotamiento laboral asociado principalmente a factores estresantes que podrían calificarse como remediables61-64. Algunos de estos factores estresantes y desencadenantes de BO fueron el control deficiente de la carga de trabajo, ambiente de trabajo frenético y escaso tiempo para documentación clínico30,65,66. En cambio, desde que la OMS dio la alarma sanitaria global sobre la volatilidad del SARS-CoV-2, y sin disponer de tratamiento o vacuna alguna, fue natural que los principales factores estresantes y disparadores de agotamiento laboral en el personal sanitario estuvieran asociados con las condiciones contextuales de la pandemia: el incremento de los volúmenes de atención, el miedo al contagio propio y de los familiares, y el miedo a la muerte por COVID22,67, incrementando las estadísticas de alteraciones emocionales y BO en todo el mundo68-71.
Si consideramos los datos analizados, en cuanto a los países de la región, el panorama de desgaste laboral fue homogéneo, aunque en Argentina y Chile fue mayor. En estos países, durante el primer año de pandemia, la evidencia disponible informó altos indicadores de BO 72,73. En el caso de Argentina, se asoció con la desigualdad laboral, donde el personal sanitario femenino experimentó un aumento en la demanda laboral74, desarrollando mayor riesgo de sufrir acoso, maltrato y violencia en el lugar de trabajo75. Mientras que en Chile los síntomas de BO estuvieron relacionados con mayor carga en el hogar y el cuidado de los hijos73,76.
Otro resultado interesante estuvo asociado con las variables sexo y edad. Ambas fueron clasificadas de forma categórica. Observamos que los profesionales más jóvenes (≤ 39 años) y las mujeres experimentaron mayor BO que los hombres y profesionales más experimentados. En este grupo, la evidencia previa ha demostrado mayor probabilidad de desarrollar alteraciones neuropsiquiátricas77,78. Al parecer, la falta de experiencia laboral podría estar asociada a menores recursos de afrontamiento y resiliencia para responder adaptativamente a las extenuantes condiciones de estrés laboral que impuso la pandemia79. En cuanto a la variable sexo (profesionales hombres vs. profesionales mujeres), la evidencia viene confirmando que son el grupo de mayor vulnerabilidad; donde las cargas familiares, el cuidado de los hijos y las responsabilidades laborales, la desigualdad y la sobrecarga laboral, están explicando el mayor riesgo de presentar trastornos mentales40,41,80,81.
Finalmente, entre los médicos generales y especialistas se encontró el doble de riesgo de BO, en quienes persiste la sobre carga laboral, especialmente, en quienes atendieron a pacientes con COVID82,83 y laboraban en entidades públicas22. A nivel mundial, los profesionales de primera línea de atención que laboraron en instituciones médicas de mayor complejidad, como son los hospitales, fueron los profesionales con mayor aumento de los problemas de salud mental84. Estudios realizados en China e Italia ilustraron estas consecuencias y advirtieron en su momento sobre secuelas a largo plazo23,85.
Previendo esta situación, desde el inicio de la pandemia se realizaron esfuerzos por identificar los indicadores de BO con instrumentos rápidos y confiables. El BO es un término anglosajón que traducido al español significa «quemarse por el trabajo». Este es un fenómeno que fue bien descrito inicialmente por el psiquiatra Freudenberger86, pero ampliamente desarrollado por la Dra. Maslach87, quien posicionó el BO como una condición que afecta de manera determinante a la calidad de vida de las personas a nivel mundial en todas las culturas. Así entonces, en la convención americana de la asociación de psicología, la Dra. Maslach definió el BO como un síndrome caracterizado por un desgaste profesional, poniendo énfasis en los oficios que tienen un contacto directo con usuarios, especialmente personal sanitario y profesores88. Por lo que el síndrome de BO sería una respuesta al estrés crónico laboral, con consecuencias severas en lo psicofísico, relacional y afectando el desempeño organizacional89. Luego, en 1981 definió los criterios de evaluación de este síndromes y diseño un instrumento estandarizado para su evaluación objetiva90.
El inventario de Maslach (MBI por sus siglas en inglés) es un test autoadministrado que evalúa el estrés crónico en profesionales de la salud. Consta de 22 ítems con un sistema de valoración intervalar, con 7 opciones de respuestas. Cuenta adecuadas cargas factoriales que llegan a explicar más del 44% de la varianza y una consistencia interna por encima del 0,9091. El MBI es la escala Likert más conocida y de mayor uso para valorar el BO. Sin embargo, es un instrumento que toma bastante tiempo su administración y los derechos de licencia pueden limitar su uso92,93.
Por el contrario, el Mini-Z es un instrumento de desarrollo reciente94, basado en un proyecto que vincula las condiciones laborales con las reacciones de los médicos (satisfacción, estrés y agotamiento) y los resultados de los pacientes (calidad y errores)95. El proyecto se enfocó en reducir el estrés crónico asociado a las condiciones laborales en los profesionales médicos (Zero Burnout Program, por sus siglas en inglés). La versión original del test contiene 10 preguntas; las 2primeras evalúan los niveles de satisfacción y el estrés, y el tercer ítem identifica el agotamiento laboral; los restantes 7 ítems están enfocados en identificar los factores más comunes que desencadenan el BO. El test está diseñado para ser completado en menos de 1 min, por lo que sería una forma rápida de evaluar el BO sin alterar las exigentes jornadas hospitalarias28-30. Además, exhibe adecuadas propiedades psicométricas, con un alfa de Cronbach de 0,8 para todo el test, y de 0,72 a 0,74 para 2subescalas que incluyen el test. La validez interna se determinó mediante un análisis correlacional, con correlaciones entre la mayoría de las variables predictivas y el agotamiento en el nivel p <0,001. Finalmente, la medida de agotamiento de un solo ítem (N.° 3) ha demostrado muy buenas correlaciones con la escala de agotamiento emocional del Maslach Burnout Inventory30,96,97. Recientemente, se validó una versión 2.0 ajustada que contine 15 preguntas39, la cual fue traducida al japonés35 y una versión corta32. En Latinoamérica, solo existe una validación en idioma español de nuestro grupo de trabajo, realizada en personal de salud colombiano28. Por lo que es un instrumento que requiere seguir siendo analizado en diversos contextos culturales y con muestras clínicas para revisar su capacidad discriminante.
Pese a la relevancia del estudio, debemos resaltar algunas limitaciones. En primer lugar, este es un estudio transversal, por lo que no se pueden establecer relaciones causa-efecto. Sin embargo, al tomar como referencia el puntaje de corte de la prueba de BO, permite establecer con precisión este problema de salud mental. Por otro lado, al ser un estudio donde los datos fueron obtenidos por medios virtuales, no fue posible conocer el estado premórbido de los participantes; además, algunos formularios pudieron ser completados por participantes que no estaban dentro de la población objetivo. Sin embargo, se realizó un control aleatorio sobre el 80% de la muestra, mediate correos electrónicos, con el finde controlar la profesión sanitaria de los sujetos evaluados. Por otro lado, a pesar de que se evaluó un número significativo de profesionales sanitarios, no se pudieron realizar cálculos muestrales. Tampoco se pudo incluir algunas variables debido a la cantidad limitada de preguntas demográficas, ni se incluyeron otros instrumentos para contrastar psicométricamente el agostamiento laboral. En este sentido, a nuestro juicio, una importante limitación del estudio está relacionada con el hecho de que a la fecha no se conocer indicadores psicométricos del Mini-Z en otros contextos regionales o con muestras clínicas, por lo que es necesario continuar analizando el instrumento. Finalmente, se presentaron problemas de conectividad que impidieron completar el cuestionario en varios casos o no pudieron evaluar profesionales de regiones geográficamente apartadas. Sin embargo, el uso de las tecnologías de la informática en la medición de la salud mental ha demostrado ser beneficiosa98,99. Solo queda esperar que las condiciones de conectividad en algunos países de la región mejoren, con el fin de implementar de forma masivas este tipo de estudios.
Con estas limitaciones en mente, podemos concluir que la prevalencia de BO en los profesionales de salud de Latinoamérica exhibe cifras alarmantes (59,8%); en Argentina, Chile y Ecuador se encontraron las estadísticas más altas de agotamiento laboral; a su vez, entre los médicos generales y especialistas, quienes atendieron a pacientes contagiados con COVID en hospitales públicos, las mujeres y los profesionales más jóvenes, se observó un mayor riesgo de presentar BO. Conociendo estas cifras, es necesario que se implementen programas de atención psicosocial para el personal de salud, con el fin de minimizar el riesgo psicosocial, alteraciones psiquiátricas y abandono laboral.
FinanciaciónEste estudio, fue aprobado y financiado en parte por la Universidad de la Costa. Referencia de Proyecto INV.140-02-004-15.
Conflicto de interesesNinguno.