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Inicio Revista Española de Geriatría y Gerontología Deterioro cognitivo y riesgo de caída en el anciano
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Vol. 46. Núm. 6.
Páginas 311-318 (noviembre - diciembre 2011)
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Deterioro cognitivo y riesgo de caída en el anciano
Cognitive impairment and the risk of falling in the elderly
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Álvaro Casas Herrero
Autor para correspondencia
alvaro.casas.herrero@navarra.es

Autor para correspondencia.
, Nicolás Martínez Velilla, Francisco Javier Alonso Renedo
Servicio de Geriatría, Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona, Navarra, España
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Tabla 1. Tipos de pruebas duales en la práctica clínica
Resumen

El anciano con deterioro cognitivo presenta un alto riesgo de caída puesto de manifiesto por asociaciones específicas entre parámetros de la marcha y funciones cognitivas. En las últimas décadas se ha demostrado esta asociación, existiendo cada vez más evidencia de que los dominios de la cognición tales como la atención, función ejecutiva y tipos de memoria son críticos para una regulación correcta de la marcha. Las alteraciones de la marcha pueden comportarse como marcadores diagnósticos precoces de demencia. Un método novedoso, sencillo y relevante de evaluar el riesgo de caída, especialmente en ancianos con deterioro cognitivo, es la utilización de pruebas duales. La evidencia sobre las posibles actuaciones para disminuir el riesgo de caída en este grupo poblacional resulta escasa, siendo la vitamina D y el ejercicio físico las intervenciones más prometedoras.

Palabras clave:
Riesgo de caída
Demencia
Valoración de la marcha
Pruebas duales
Vitamina D
Ejercicio físico
Abstract

Risk of fall is significantly increased in old people with cognitive decline due to specific associations between gait parameters and cognition. This association has recently been demonstrated, there being increasing evidence that cognitive domains such as attention, executive function and types of memory are critical for the correct regulation of gait. Gait disturbances can appear as early predictors of dementia in elderly patients. In the assessment of the fall risk, the use of dual tasks is novel, simple and relevant, especially in cognitive decline. Evidence for interventions in this population is limited, with vitamin D and physical exercise being the most encouraging, for decreasing the risk of fall in dementia.

Keywords:
Risk of falling
Dementia
Gait analysis
Dual task
Vitamin D
Exercise
Texto completo
Introducción

El progresivo envejecimiento poblacional es un fenómeno real e inexorable en nuestros días. Una expectativa de vida alta suele acompañarse de deterioro funcional y, consecuentemente, de discapacidad y dependencia. Una proporción substancial de este deterioro en la función de los ancianos suele provenir de dos grandes síndromes geriátricos: deterioro cognitivo y alteraciones en la movilidad.

Los expertos del grupo europeo PROFANE (Prevention of Falls Network Europe) han redefinido recientemente la caída como «aquel suceso inesperado en el cual el sujeto va a parar al piso, suelo o a un nivel inferior» 1. Constituye uno de los más importantes síndromes geriátricos debido a su frecuencia, elevada morbimortalidad, deterioro en la funcionalidad y al impacto sobre la institucionalización. Además, la tendencia a caerse constituye un indicador de fragilidad. Es conocida la alta incidencia y prevalencia de caídas en la comunidad y en el anciano institucionalizado2. Aunque las caídas tienen múltiples y diversas etiologías, frecuentemente comparten factores de riesgo comunes que son el resultado de la acumulación de déficits en múltiples sistemas. Es más, una aproximación inteligente para abordar un problema tan complejo debe tener en cuenta los factores de riesgo contribuyentes más relevantes y la pérdida de mecanismos adaptativos que evitan las caídas (entre los que destacan las alteraciones de la marcha y el equilibrio), la comorbilidad asociada, y sus consecuencias más devastadoras: las fracturas de cadera.

El conjunto sindrómico del deterioro cognitivo leve está conceptualizado en ancianos como un estado transicional entre la normalidad cognitiva y la demencia. Inicialmente considerado como un síndrome amnésico, el concepto actual se ha expandido incluyendo términos no mnésicos como la función ejecutiva3. La demencia se caracteriza por un deterioro cognoscitivo que ocasiona una creciente dificultad para realizar actividades cotidianas, cumplir con funciones sociales y mantener la autonomía. La existencia de un deterioro de la memoria junto con un síndrome agnósico-afásico-apráxico y alteración en las funciones ejecutivas suelen ser aspectos clave. En el deterioro cognitivo leve y en la demencia, incluso en estadios precoces y en ausencia de otros signos neurológicos, el riesgo de caída está aumentado. La incidencia de caídas es dos o tres veces mayor en ancianos con demencia que en aquellos sin deterioro cognitivo4. Clásicamente, la existencia de deterioro cognitivo, sea o no demencia, se ha asociado con alteraciones del equilibrio estático o trastornos de la marcha directamente relacionados con la gravedad del deterioro cognitivo5. Sin embargo, recientemente se ha comprobado cómo las alteraciones sutiles en la marcha y en el equilibrio pueden comportarse como marcadores diagnósticos precoces de demencia en diversos estudios epidemiológicos6.

El binomio marcha-cognición: evidencia de una relación

Aunque tradicionalmente caminar se ha considerado como un acto motor automático, la literatura más reciente sugiere que esta afirmación pudiera ser simplista7. Más bien es un acto motor complejo que depende de la interacción coordinada de múltiples sistemas y en el que la función cognitiva jugaría un papel clave en su regulación, fundamentalmente en ancianos (fig. 1).

Figura 1.

Niveles requeridos para una marcha normal. Adaptada con permiso de Snijders AH, Van de Warrenburg BP, Giladi N, Bloem BR54.

(0.62MB).

Así mismo, parece que este papel sería aún más marcado en pacientes con deterioro cognitivo cuya ejecución estaría claramente afectada por una carga extra sobre la función cognitiva. Los ancianos normalmente caminan más despacio que cuando eran más jóvenes. Este enlentecimiento de la marcha, entre ancianos relativamente sanos, se atribuye frecuentemente al «envejecimiento normal». Sin embargo, se ha demostrado cómo, incluso en ancianos con una situación funcional conservada, la velocidad de la marcha puede ser un marcador precoz preclínico de determinadas enfermedades y muerte8. De forma similar, el envejecimiento se asocia a una mayor prevalencia de deterioro en la cognición y demencia. Se ha estimado que el 8% de la población española mayor de 65 años cumple criterios de demencia y esta prevalencia se incrementa hasta el 25% en mayores de 85 años9. Los trastornos de la marcha y el deterioro cognitivo (atención, función ejecutiva y memoria) parece que están más relacionados entre sí conforme la población envejece. Además, las alteraciones de la marcha y una pobre función cognitiva constituyen los factores de riesgo de caída más importantes en población anciana, particularmente en aquellos con demencia10, y una pobre función motora en miembros superiores e inferiores es más prevalente en ancianos con demencia que en aquellos sin deterioro cognitivo11. Característicamente, demencia y una velocidad de la marcha enlentecida suelen coexistir en el mismo individuo y normalmente se ha atribuido a cambios en determinadas áreas cerebrales. Se ha comprobado cómo las bases neurológicas que muestran la asociación entre marcha y cognición pueden explicarse por el papel dual del hipocampo y la corteza prefrontal y la relación funcional que mantienen a través de la sustancia blanca periventricular12 (fig. 2).

Figura 2.

Bases neuroanatómicas en la relación marcha-cognición55. E: corteza entorrinal; H: hipocampo; NS: sistema nigroestriado; PFC: corteza prefrontal; STR: estriado.

(0.38MB).
Riesgo de caída en demencia. ¿Método diagnóstico precoz?

Los tratamientos actuales disponibles para la demencia, cualquiera que sea la etiología, no resultan curativos aunque sí pueden enlentecer su evolución13. La enfermedad de Alzheimer (EA) es la causa principal de demencia. Aunque existen criterios diagnósticos operacionales, se ha comprobado que solo se diagnostican el 50% de los deterioros cognitivos asociados a EA y únicamente un 30% en estadios precoces14. Probablemente estos datos estén relacionados con los límites confusos entre el envejecimiento cognitivo normal, el deterioro cognitivo leve (DCL) y la demencia precoz. Es necesario, por lo tanto, establecer marcadores clínicos más específicos para el diagnóstico precoz de EA. Clásicamente se ha descrito cómo los trastornos de la marcha y las caídas aparecen en estadios finales en la evolución de la demencia, fundamentalmente en la EA. Sin embargo, en este sentido, en la década pasada diversos estudios han puesto en entredicho esta afirmación, demostrándose que las alteraciones en el control cortical de la marcha y ciertas deficiencias motoras eran uno de los signos precoces de EA y demencia-no Alzheimer. Así, en el Bronx Aging Study15 se demostró que las alteraciones de la marcha pueden predecir demencia. Este hallazgo también se puso de manifiesto en el Oregon Brain Study10 y en el Sidney Older Persons Study16, un estudio longitudinal en 630 ancianos mayores de 75 años, donde se demostró cómo los participantes con deterioro cognitivo en combinación con una marcha enlentecida eran los que presentaban más riesgo de desarrollar demencia (OR 6,1) durante los 6 años del estudio. Es más, recientemente Verghese et al.17 han demostrado que las mediciones cuantitativas de la marcha pueden predecir el riesgo futuro de deterioro cognitivo y demencia en ancianos sin ninguna alteración cognitiva inicial.

Evaluación del riesgo de caída en el anciano con deterioro cognitivo

Como se ha mencionado, el anciano con deterioro cognitivo tiene un elevado riesgo de caídas12. A pesar de que en nuestro medio existen protocolos de valoración clínica del riesgo de caída18, no existen recomendaciones específicas para el anciano con caídas y deterioro cognitivo asociado19. La primera estrategia en la evaluación del riesgo de caída en el anciano que consulta por caídas, exista o no deterioro de la cognición, siempre se debe basar en la historia previa de caídas, ya que se ha demostrado que es el más importante factor predictor de futuras caídas y debe incluir como aspectos más importantes una completa evaluación de la marcha y el equilibrio, fuerza muscular, agudeza visual y revisión de la medicación. Siempre debemos hacer una adecuada valoración funcional19. De forma adicional, es obligado tener en cuenta aspectos hemodinámicos como los trastornos del ritmo, hipotensión postural y síntomas vasovagales que están detrás de un 10-20% de las caídas. Es obligado buscar y tratar la osteoporosis como factor de riesgo de fractura. Las circunstancias en las que se desarrolla una caída (síntomas asociados, frecuencia de caídas y traumatismos derivados) han cobrado un mayor peso específico en las recientes recomendaciones de las sociedades británica y americana de Geriatría19 y son importantes a la hora de considerar un patrón médico o ambiental. Es fundamental realizar una adecuada revisión del calzado y de los pies. Cuando la historia de caídas es negativa, se considera al análisis de la marcha y el equilibrio como la parte más importante de la valoración multifactorial de riesgo de caída19.

¿Cómo debe ser el análisis?

Desde un punto de vista práctico, una primera estrategia debe basarse en la observación clínica ya que puede detectar la mayoría de los trastornos de la marcha en el anciano, por lo que el análisis más complejo, instrumental, solo es necesario en determinadas circunstancias (estrategias de rehabilitación/investigación).

Los trastornos de la marcha en el anciano pueden clasificarse en tres niveles jerárquicos en función del nivel sensitivo-motor afecto (fig. 3). En las alteraciones del nivel inferior suelen observarse problemas en la extremidad inferior o disfunción periférica. Hasta en un 50% de los ancianos que consultan por un problema de la marcha se objetivan problemas articulares o musculares en los miembros inferiores20. En el nivel medio el problema suele radicar en la modulación del control sensitivo y motor de la marcha sin afectar el inicio de la misma. Los ejemplos más característicos los constituyen la enfermedad de Parkinson y la espasticidad secundaria a hemiplejía. En el nivel superior, los patrones son menos característicos y específicos, mientras que el deterioro cognitivo, los problemas atencionales y el miedo a la caída se convierten en aspectos más predominantes. La marcha frontal, cautelosa, y los fallos en la iniciación son rasgos predominantes de este grupo. Así mismo, frecuentemente se observan en el anciano trastornos de la marcha por combinación de varios niveles y en ocasiones no se identifica una enfermedad causal bien definida, en lo que se ha denominado «marcha senil o idiopática». Bloem et al.6 observaron cómo estos ancianos en los que no se conseguía identificar el trastorno de la marcha presentaban un mayor riesgo de caídas, fracturas, hospitalización y muerte después de 3 años de seguimiento si se comparaban con aquellos que caminaban normalmente.

Figura 3.

Clasificación de los trastornos de la marcha en función del nivel sensitivo-motor. Adaptada con permiso de Nutt JG, Marsden CD, Thompson PD56.

(0.19MB).

Tradicionalmente, la valoración de la marcha se ha realizado mediante el análisis de variables cuantitativas temporoespaciales que nos proporciona información acerca de parámetros del ciclo de la marcha. Existen multitud de variables medibles aunque, quizás, la mayoría de ellas solo tengan utilidad en un laboratorio instrumental. Dentro de las variables cuantitativas, la velocidad de la marcha destaca por su simplicidad y utilidad en la práctica clínica diaria. Se ha demostrado que es un marcador específico de alteración de la marcha (independientemente de la causa), se asocia con comorbilidad, fragilidad, deterioro funcional y eventos adversos en población anciana y es predictora de futuras caídas8,21 y riesgo de caída22, exista o no deterioro en la cognición. Existen otras pruebas utilizadas en la práctica clínica para valorar el riesgo de caída. Destaca por su sencillez el Time Up and Go23. En ancianos frágiles se ha propuesto el punto de corte de 12 segundos para detectar aquellos con más riesgo de caerse, no existiendo puntos de corte definidos en caso del anciano con deterioro cognitivo. Otras pruebas como la escala de Berg24, el Performance Oriented Mobility Test (POMA)25 y el tiempo de mantenimiento unipodal26 se han validado como pruebas útiles para valorar el riesgo de caída en diferentes escenarios. Una herramienta eficaz para la valoración de la función física en el anciano es la prueba corta de desempeño físico (SPPB), que combina mediciones de equilibrio, marcha, fuerza y resistencia. Su puntuación se correlaciona de forma significativa con institucionalización y mortalidad27.

Nuevos métodos de detección del riesgo de caída. Pruebas duales

La valoración de la marcha en sujetos sin defectos groseros de la misma no permite detectar alteraciones sutiles en estadios incipientes. Es importante destacar que los ancianos con deterioro cognitivo pueden mantenerse funcionalmente intactos, pero con trastornos subclínicos en la marcha, como una velocidad disminuida, que son difíciles de detectar en valoraciones clínicas sencillas. Un método sensible para detectar estos cambios sutiles es medir el efecto de una carga cognitiva (por ejemplo, contar o hablar simultáneamente mientras se camina) en la ejecución de la marcha basado en las relaciones neuroanatómicas y funcionales que explican la asociación entre la marcha y la cognición12. Es lo que se conoce como paradigma de prueba dual. Las investigaciones previas28,29 han descrito el efecto de las pruebas duales mostrando asociaciones específicas entre una marcha disminuida y alteración de la capacidad ejecutiva y déficit de atención. Las alteraciones de la marcha que se relacionan con la realización de pruebas duales reflejan la capacidad de asignar la atención de forma apropiada a dos pruebas que se realizan simultáneamente y que además son un reflejo del buen funcionamiento de la función ejecutiva29. Existen multitud de variedades de pruebas duales y las que se utilizan para valorar trastornos de la marcha en el anciano emplean normalmente un acto motor como prueba distractora (generalmente caminar) asociado a una prueba cognitiva o motora como prueba primaria (aritmética, fluencia verbal, otro acto motor complejo, etc.) (tabla 1).

Tabla 1.

Tipos de pruebas duales en la práctica clínica

Prueba de la marcha  Descripción  Variables medibles  Limitaciones de la prueba 
Parar mientras se camina  Caminar mientras se lleva una conversación (responder preguntas)  Velocidad de la marcha. Número de paradas  No estandarización preguntas. Examinador consistente con las preguntas y el nivel de dificultad 
Prueba aritmética  Participante camina mientras realiza substracciones desde 100 (de 1 en 1, de 3 en 3, de 7 en 7, etc.)  Velocidad de la marcha. Errores de cálculo. Número de cálculos completados  Habilidad dependiente: puede ser más difícil de realizar para algunos participantes que otros. Prueba dependiente: no todas las pruebas aritméticas influyen del mismo modo 
Llevar un bandeja o un vaso de agua  Participante camina mientras sujeta una bandeja o vaso de agua  Velocidad de la marcha. Número de paradas. Cantidad de agua derramada  Implicación de los miembros superiores puede afectar a la marcha. Dificultad depende de la cantidad de agua que lleve el vaso 
Fluencia verbal  Participante camina mientras nombra aspectos que empiecen con una letra o tengan algo en común (animales)  Velocidad de la marcha. Número de palabras generadas  Habilidad dependiente: puede ser más difícil de realizar para algunos participantes que otros. Participantes pueden decir más palabras en la parte inicial de la prueba 

Adaptada con permiso de Yogev-Seligmann G et al.51.

Recientemente se han publicado diversas revisiones sobre su utilidad y papel en la predicción del riesgo de caída en el anciano. En la revisión de Beauchet et al.30 se concluye que, a pesar de la heterogeneidad en las condiciones de las pruebas duales, los cambios objetivados en la marcha durante la realización de las mismas se asociaban de forma significativa a un aumento del riesgo de caída en ancianos (OR 5,3). La mayoría de estudios con valores predictivos más altos fueron los realizados en ancianos institucionalizados y en hospitalizados. Es más, observaron cómo el uso y elección correcta de la prueba dual resultó crucial a la hora de predecir el riesgo de caída. Finalmente se aboga por el uso de mediciones cuantitativas de la marcha como la variabilidad en el tiempo de zancada-zancada y cambios en la realización de pruebas atencionales como las nuevas aproximaciones en el uso de pruebas duales en el riesgo de caída30. Las nuevas escalas recientemente desarrolladas para la valoración específica de las alteraciones del equilibrio, como el BESTest, incluyen dentro del apartado de la valoración de estabilidad de la marcha la utilización de pruebas duales asociadas a tests clásicos de valoración de la marcha31.

Muy recientemente, en estudios prospectivos, se ha comprobado cómo los ancianos que presentan una función ejecutiva más deteriorada, puesta de manifiesto mediante la realización de pruebas duales, tienen una mayor probabilidad de caerse32, y cómo pruebas de función ejecutiva como el Trail Making Test se correlacionan con el deterioro de la movilidad y la función de la extremidad inferior en ancianos de la comunidad33.

Así, muchos autores30 han comenzado a proponer el empleo rutinario de las pruebas duales y de función ejecutiva en la valoración del anciano con caídas, especialmente si hay deterioro cognitivo asociado (fig. 4). Otras funciones cognitivas no ejecutivas pero dependientes de su integridad, como la capacidad visuoespacial34 y la memoria de trabajo35, pueden estar específicamente relacionadas con el riesgo de caída y una velocidad de la marcha enlentecida en el anciano con deterioro cognitivo, aunque los estudios todavía son preliminares.

Figura 4.

Propuesta de valoración en el anciano con caídas y deterioro cognitivo. POMA: Performance Oriented Mobility Assessment; TUG: Time Up and Go Test; VM: velocidad de la marcha.

(0.42MB).
Intervenciones

Hasta la fecha, la evidencia científica en cuanto a las intervenciones que puedan resultar eficaces para disminuir el riesgo de caída en el anciano con deterioro cognitivo es muy escasa. Tradicionalmente y hasta nuestros días, la literatura ha señalado las intervenciones multifactoriales, teniendo en cuenta la existencia de múltiples factores de riesgo, como las estrategias más efectivas en caídas. En la actualidad, diversas revisiones y estudios de calidad han puesto en entredicho su efectividad36,37. Más aún, y como se menciona en una de estas revisiones recientes36, en la mayoría de estos estudios revisados se excluye a los ancianos con deterioro cognitivo, por lo que la evidencia actual de estas actuaciones resulta insuficiente en este grupo de ancianos19.

Podríamos destacar las siguientes:

Vitamina D

La vitamina D es una hormona esteroidea que tradicionalmente ha tenido una destacada función en la salud ósea mediante la regulación de los niveles de calcio, fósforo y mineralización ósea, asignándole un importante papel en la prevención de caídas. Actualmente se considera una verdadera hormona multifunción con importantes acciones extraóseas que podrían jugar un destacado papel en el riesgo de caída, entre las que destaca el mantenimiento de la función muscular y su acción potencial sobre el sistema nervioso central. En cuanto al primer aspecto, es conocido que existen receptores en el músculo (VDR, vitamin D receptors) y que la vitamina D mantiene la función de las fibras tipo II, lo que ayuda a preservar la fuerza y la potencia musculares38. Así mismo se ha descrito que, al igual que ocurre en la pérdida muscular asociada a la edad (sarcopenia), las fibras musculares tipo II se afectan en la hipovitaminosis D y el tratamiento con vitamina D durante 3 meses es capaz de aumentar el número relativo y el tamaño de estas fibras39. No obstante, los estudios observacionales y de intervención han puesto de manifiesto que la relación entre la vitamina D y la función física y muscular permanece controvertida y poco comprendida40.

Son menos conocidos los efectos de la vitamina D sobre la función cognitiva. Se han descrito receptores de vitamina D en determinadas áreas cerebrales, especialmente en el hipocampo e hipotálamo, pero también en áreas corticales, subcorticales y motoras espinales. Así mismo, se ha demostrado su implicación en la regulación de neurotransmisores y en la síntesis de determinados factores de crecimiento41. Está implicada en la neuroprotección a través de acciones inmunomoduladoras, antiisquémicas y antioxidativas y puede tener un papel vasculoprotector42. En estudios observacionales se ha objetivado cómo los ancianos con insuficiencia de vitamina D tienen 2 veces más riesgo de desarrollar demencia43. Buell et al.44 han puesto de manifiesto esta asociación, demostrando una correlación positiva entre niveles de vitamina D y función cognitiva, particularmente con mediciones de función ejecutiva.

La vitamina D parece mejorar la estabilidad postural y, con ello, el riesgo de caída a través de un beneficio sobre las capacidades atencionales, independientemente de su acción sobre el metabolismo óseo y muscular. En esta línea, Deshi et al.45 demostraron que la suplementación en ancianos «caedores» disminuyó de forma significativa el tiempo de reacción a estímulos y mejoró el equilibrio postural, independientemente de su acción muscular. Estos mismos autores, en otro grupo de «caedores», encontró asociaciones entre niveles bajos de vitamina D y una elevada amplitud en el tiempo de balanceo46. Más aún, la vitamina D se ha asociado a la velocidad de la marcha y a la capacidad de aceleración por mecanismos que engloban no solo al sistema muscular, sino también al sistema nervioso central47.

En relación con lo expuesto anteriormente, la hipótesis de que la vitamina D influye en el riesgo de caída no solo a través de su acción sobre el sistema muscular sino también a través de su implicación en las funciones cognitivas, fundamentalmente ejecutivas, parece cobrar fuerza en los estudios más recientes. Esto es especialmente cierto en el anciano con caídas y deterioro cognitivo. No obstante, hasta la fecha no existen ensayos clínicos aleatorizados, por lo que resulta un campo interesante de investigación futura.

Ejercicio físico

Probablemente no exista una sola intervención terapéutica en geriatría que resulte tan beneficiosa en tan diversos ámbitos y quizás sea la intervención más probada y testada en la prevención de caídas. Es conocido que resulta una intervención eficaz para reducir el riesgo y la tasa de caídas tanto en población comunitaria como residencial19. Los ejercicios en grupo multicomponente (equilibrio, fortalecimiento, fuerza y resistencia) y el Tai Chi como ejercicio grupal parecen reducir la tasa y el riesgo de caídas36. Así mismo, cada vez la evidencia es más consistente en cuanto a los beneficios de la actividad física sobre la cognición48. Es comprensible, dada la relación bidireccional comentada entre la marcha-cognición y las caídas, que aquellas intervenciones que mejoran la marcha pudiesen resultar beneficiosas para la cognición y viceversa. En este sentido, Liu-Ambrose et al.49 han demostrado cómo programas de ejercicio de resistencia semanales durante 12 semanas en una cohorte de ancianas resultan beneficiosos en la mejoría de la función ejecutiva y en aumentos de la velocidad de la marcha. En un análisis secundario50 han mostrado cómo mejorías en la función ejecutiva se asocian con incrementos en la velocidad de la marcha y en la fuerza muscular del cuádriceps.

Entrenamiento en pruebas duales

Dado que las pruebas duales y sus déficits constituyen una estrategia eficaz en la evaluación del riesgo de caída, algunos autores han propuesto su utilización en programas de entrenamiento51. Hasta la fecha los estudios son escasos en ancianos con demencia, aunque estudios aleatorizados recientes han demostrado resultados prometedores52.

Fármacos

Algunos autores han probado el uso de fármacos, como el metilfenilato, que actúan sobre funciones atencionales, encontrando mejorías en mediciones de función ejecutiva, variabilidad de la marcha y puntuaciones del Time Up and Go. Son necesarios más estudios de efectividad y eficacia53.

Conclusiones

El deterioro cognitivo y las caídas constituyen dos verdaderos síndromes geriátricos muy prevalentes. Recientemente hemos conocido que el anciano con demencia tiene un riesgo de caída elevado y que ambos síndromes están correlacionados de forma interesante por asociaciones específicas entre funciones cognitivas preferentemente ejecutivas y parámetros de la marcha. Actualmente podemos evaluar este riesgo mediante la utilización de pruebas duales. Son necesarios más estudios que aclaren qué intervenciones son eficaces, pero la vitamina D y el ejercicio físico pueden jugar un papel destacado.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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