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Así, desde los congresos y las jornadas monográficas, pasando por los medios de comunicación y terminando en las discusiones familiares, sin olvidar a políticos y gestores de la educación y la sanidad, la problemática generada por el TDAH se plantea cada vez más en términos emocionales («no creo en el TDAH») o de «guerra de ideas» («es un producto de la industria farmacéutica»), contra la sólida argumentación científica esgrimida por los profesionales que, basándose en la amplísima literatura científica actual, consideran que el TDAH es una disfunción crónica que se extiende a lo largo de la vida y es altamente destructiva, si no se trata adecuadamente, para el individuo que la padece.</p><p id="par0010" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Por ello, es muy importante que desde una aproximación científica al problema se intente delimitar, objetivamente, la clínica y las secuelas del TDAH desde la infancia a la vejez, resaltando aquellos aspectos que, actualmente, pueden parecer más confusos. Es por ello que el magnífico artículo: <span class="elsevierStyleItalic">Implicaciones forenses en adultos con trastorno por déficit de atención con hiperactividad</span>, publicado en el presente número de la revista, es especialmente bienvenido al abordar un aspecto clave de la evolución del TDAH, es decir, su relación con la impulsividad patológica y la delincuencia.</p><p id="par0015" class="elsevierStylePara elsevierViewall">El TDAH se relaciona con el fracaso escolar, las adicciones, los accidentes de tráfico, los embarazos indeseados, las dificultades laborales, etc., y, también, con la agresividad, la violencia indiscriminada, las bandas urbanas, la delincuencia y, finalmente, con la marginalidad y la cárcel. Ante ello, es necesario preguntarse, el TDAH ¿es siempre destructivo? Y, el TDAH no tratado, ¿aboca siempre a problemas legales?</p><p id="par0020" class="elsevierStylePara elsevierViewall">En los últimos años, los estudios biográficos de personalidades singulares del mundo científico, literario, artístico, etc. están mostrando que la frecuencia del TDAH «no destructivo» es muchísimo más frecuente de lo que se consideraba hasta fechas relativamente recientes (para nombres concretos consultar la web <a href="http://www.fundacioncadah.org/">www.fundacioncadah.org</a>). Por lo tanto, parece que se puede diferenciar entre un TDAH «destructivo», de elevada frecuencia y con habituales problemas legales y un TDAH, que podría denominarse «constructivo» a falta de un mejor descriptor, que es menos frecuente, que cursa sin problemas legales asociados y que, por el contrario, parecería «ayudar» a los que lo presentan a desarrollar una vida «original», «singular», «activa», «emprendedora», «artística», «empresarial», etc., en la que el éxito social y económico es relativamente frecuente, si bien no consiguen acomodarse a los valores sociales «puntual», «estándar», como ser «normativo», «terminar los estudios», «ser buena pareja», etc.</p><p id="par0025" class="elsevierStylePara elsevierViewall">¿Cabe, entonces, si existe una evolución «constructiva», referirse al TDAH como enfermedad o trastorno? Ante esta evidencia, progresivamente estos términos van dando paso al de «disfunción» o «desadaptación», sin que ello comporte minimizar los múltiples riesgos y problemas que van a jalonar la vida del individuo que lo presenta. Mientras, cada vez se hace más evidente la urgente necesidad de poder dilucidar cuáles son los factores determinantes de una evolución «constructiva» versus «destructiva» del TDAH y delimitar si es posible actuar tempranamente para cambiar e invertir la evolución</p><p id="par0030" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Son múltiples las variables estudiadas y, a la espera de que la genética pueda aclarar los condicionantes biológicos de esta tan divergente evolución clínica, los factores que parecen estar directamente relacionados son: 1.- El cociente intelectual, 2.- La comorbilidad con los trastornos de conducta, principalmente el trastorno límite de la personalidad, 3.- El haber padecido maltrato infantil, 4.- El soporte familiar y escolar en la infancia y 5.- El haber seguido un adecuado tratamiento en edades tempranas.</p><p id="par0035" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Son factores de buen pronóstico un alto cociente intelectual, la ausencia de trastornos de conducta concomitantes, el haber tenido una infancia «normal» con buen soporte familiar y escolar y, finalmente, el haber sido diagnosticado y tratado con éxito al presentar los primeros síntomas.</p><p id="par0040" class="elsevierStylePara elsevierViewall">De entre todos los que implican mal pronóstico, se destaca en los últimos años, interactuando con todos los demás, el haber sufrido maltrato infantil, si bien la comorbilidad con el trastorno límite de la personalidad y el no haber seguido un tratamiento adecuado van a la par. Es de destacar, sin embargo, que aunque progresivamente la mayoría de los estudios proporcionan una gran cantidad de datos que reafirman esta visión del problema, no dejan de seguir publicándose trabajos bien diseñados en buenas revistas científicas, que sin negar la existencia ni la gravedad del trastorno, no consiguen replicar estos estudios evolutivos e, incluso, a veces, los contradicen.</p><p id="par0045" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Todo ello indica, claramente, que el fenómeno «TDAH» es muy complejo, que probablemente es una disfunción que engloba diferentes entidades nosológicas y que no debiendo aceptar una evolución tórpida como final inexorable de los TDAH descompensados y más graves, sí es necesario advertir a padres, educadores, profesionales sanitarios y gestores de la salud, que el TDAH comporta, muy frecuentemente asociados, unos elevados riesgos de marginalización y delincuencia que, afortunadamente, pueden ser minimizados aceptando y comprendiendo el problema en términos científicos y en el contexto de los avances de las neurociencias.</p><p id="par0050" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Capítulo aparte, si bien absolutamente complementario, es el dilucidar las repercusiones legales de sufrir un TDAH «destructivo» si, como se ha apuntado en el presente editorial, el «individuo delincuente» que lo presenta no es más que un sujeto pasivo, que padece una vulnerabilidad biopsicosocial que le condiciona y que se encuentra a merced de las circunstancias que lo han rodeado desde su infancia, sin que nunca haya podido elegir, ni decidir, sobre los factores que habrían podido convertir su problema «destructivo» en uno «constructivo».</p></span>" "pdfFichero" => "main.pdf" "tienePdf" => true "fechaRecibido" => "2015-03-24" "fechaAceptado" => "2015-03-24" "lecturaRecomendada" => array:1 [ 0 => array:3 [ "vista" => "all" "titulo" => "<span class="elsevierStyleSectionTitle" id="sect0005">Bibliografía recomendada</span>" "seccion" => array:1 [ 0 => array:2 [ "texto" => "<p id="par0055" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Andreu C, Letosa J, López M, Mínguez V. 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Video game violence use among «vulnerable» populations: The impact of violent games on delinquency and bullying among children with clinically elevated depression or attention deficit symptoms. J Youth Adolesc. 2014;43:127–36.</p> <p id="par0080" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Ferrer M, Andion O, Matalí J, Valero S, Navarro JA, Ramos-Quiroga JA, et al. Comorbid attention-deficit/hyperactivity disorder in borderline patients defines an impulsive subtype of borderline personality disorder. J Pers Disord. 2010;24: 812–22.</p> <p id="par0085" class="elsevierStylePara elsevierViewall">González RA, Kallis C, Coid JW. Adult attention deficit hyperactivity disorder and violence in the population of England: Does comorbidity matter?. PLoS One. 2013;8.</p> <p id="par0090" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Klein RG, Mannuzza S, Olazagasti MA, Roizen E, Hutchison JA, Lashua EC, et al. Clinical and functional outcome of childhood attention-deficit/hyperactivity disorder 33 years later. Arch Gen Psychiatry. 2012;69:1295–303.</p> <p id="par0095" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Knecht C, de Alvaro R, Martinez-Raga J, Balanza-Martinez V. Attention-deficit hyperactivity disorder (ADHD), substance use disorders, and criminality: A difficult problem with complex solutions. Int J Adolesc Med Health. 2014.</p> <p id="par0100" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Långström N, Larsson H. Medication for attention deficithyperactivity disorder and criminality. N Engl J Med. 2012;367:2006–14.</p> <p id="par0105" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Philipsen A1, Limberger MF, Lieb K, Feige B, Kleindienst N, Ebner-Priemer U, et al. Attention-deficit hyperactivity disorder as a potentially aggravating factor in borderline personality disorder. 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