Material y métodos: Fueron seleccionadas 13 fotografías de sonrisa en las que no aparecía ni mentón ni nariz, presentando alteraciones variadas en la estética, y se revelaron en formato brillo con marco negro a tamaño 10 × 15 cm. Estas 13 sonrisas fueron evaluadas, mediante un cuestionario, por tres grupos de población diferentes. Los grupos establecidos fueron los siguientes: 30 odontólogos, 30 profesionales con conocimientos de estética, 30 legos (personas sin conocimientos del tema). Cada sonrisa fue valorada en el cuestionario mediante dos apartados: en el primero se puntuaba la sonrisa del 0 al 10 según el nivel estético de la misma, en el segundo se localizaban los problemas que mermaban la estética de dicha sonrisa. Se realizó un análisis estadístico de los datos obtenidos para valorar las diferencias entre los grupos de población.
Resultados: No se observaron diferencias significativas entre los tres grupos, ni en cuanto a las puntuaciones medias otorgadas a cada una de las sonrisas, ni en cuanto a la localización de los problemas.
Conclusiones: La estética dental es un campo muy complejo en el que entra en juego la subjetividad individual, por lo que es fundamental animar al paciente a que exprese su opinión, constatar qué es lo que le preocupa e intentar aplicar el tratamiento adecuado para solucionar su problema. No podemos imponer nuestros conceptos estéticos a los pacientes, creándoles falsas necesidades, ya que, como demuestra esta investigación, ellos tienen la misma capacidad de análisis estético que nosotros. El paciente sabe qué es lo que no le gusta y el odontólogo sabe cómo solucionarlo.