El síndrome de Down (SD) es la aneuploidía más frecuente en la especie humana. Los niños con SD tienen predisposición a la obesidad, y bien es sabido que el fenotipo de estas personas puede llevar a un sesgo en el uso del índice de masa corporal (IMC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
ObjetivosEste estudio propone valorar la composición corporal en niños, adolescentes y adultos jóvenes con SD utilizando la técnica de densitometría (DXA), el patrón de referencia actual para comparar estos valores con los propios de la población general.
MétodoSe recolectaron aleatoriamente los datos de los pacientes, tales como IMC y composición corporal valorada mediante DXA (Lunar Prodigy Advance®), comparando dichos valores con las referencias de la literatura y analizándose estadísticamente con arreglo a la clasificación Z para el IMC de la OMS.
ResultadosSe analizaron 45 individuos, con una prevalencia del 58% en niñas, con edad media de 11 años, siendo el 35,5% de ellas obesas con arreglo a la clasificación Z para el IMC de la OMS. El 57,1% del subgrupo de individuos eutróficos con SD valorados mediante el IMC de la OMS reflejaron valores alterados de la composición corporal.
ConclusiónLa puntuación Z para el IMC de la OMS en pacientes con SD se corresponde con la composición corporal únicamente en individuos clasificados de sobrepeso u obesidad mediante la puntuación Z para el IMC. Se concluye que el IMC no es una herramienta adecuada para calcular la composición corporal en niños con SD.
Down syndrome (DS) is the most frequent aneuploidy in the humans. Children with DS have a predisposition to obesity, and it is known that the phenotype of these individuals may lead to a bias in the use of the World Health Organization body mass index (WHO BMI).
ObjectivesThis study proposes the assessment of body composition in individuals with DS using the dual X-ray absorptiometry (DXA) technique, the current gold standard for comparison of its values with those found in general population.
MethodData was collected randomly from patients, such as their BMI and body composition with the DXA machine Lunar Prodigy Advance®, with their values compared to literature references and statistically analyzed with their WHO BMI Z-score.
Results45 individuals were analyzed, with a prevalence of 58% of girls, mean age of 11 years old and 35.5% were obese by WHO BMI Z-score; 57.1% of the subgroup of eutrophic individuals with DS by WHO BMI had altered body composition values.
ConclusionThe WHO BMI Z-score in patients with DS has a correspondence with the body composition only in individuals classified as overweight or obese by BMI Z-score. It was concluded that BMI is not an appropriate tool to infer the body composition in children with DS.
El síndrome de Down (SD) es la aneuploidía más común de la especie humana, que se produce en un caso por cada 600 a 800 recién nacidos. La esperanza de vida media en el SD se ha incrementado en las últimas décadas, desde los 35 a los 60 años en la actualidad1–3. Este hecho en sí mismo implica unos costes elevados para cada sistema sanitario, que se justifica por una mayor prevalencia de comorbilidades en esta población específica4.
Dichas comorbilidades son variadas e incluyen enfermedades cardiacas, hipotiroidismo, problemas traumatológicos y obesidad infantil2,5, los cuales constituyen una problemática moderna y enorme, que se incrementa en los países desarrollados y subdesarrollados.
Aunque se da una alta prevalencia de la obesidad en la población general, existe poca información acerca de este problema en los niños con SD a nivel internacional. Muchos autores han descrito la elevada prevalencia del exceso de peso en adultos con SD, utilizando indiscriminadamente las clasificaciones generales sobre IMC6–8. Dichos informes pueden no reflejar las características exclusivas de las personas con SD, justificadas por ciertas diferencias propias de la composición corporal de los adultos con SD en comparación con la población general9, dado que los porcentajes de grasa corporal son similares, pero la densidad ósea y la masa muscular son menores. Por tanto, dichos hallazgos pueden mostrar que el índice de masa corporal (IMC) puede no ser la herramienta perfecta para evaluarlas1,8.
Si existe el objetivo de controlar los factores de riesgo infantiles en la población con SD, también existe la necesidad de realizar una evaluación precisa, utilizando técnicas modernas para concluir cuál es el mejor modo de valorar y prestar atención a la obesidad en esta situación.
ObjetivoLa alta prevalencia de la obesidad y sus consecuencias negativas para la población suponen un reto hacia la necesidad de establecer programas sanitarios y crear intervenciones médicas específicas al respecto2,6. Se necesita un mejor modo de clasificar la obesidad, especialmente en la infancia, para tomar las decisiones correctas10–12. Esta investigación tiene como objetivo clarificar suficientemente las características orgánicas de esta población para poder crear nuevas estrategias de cara a la atención sanitaria en el SD, y descubrir la posibilidad de que los niños con SD tengan mejores porcentajes de grasa corporal que aquellos valorados por las tablas de IMC.
MétodosSe recolectaron datos aleatoriamente de 45 niños con SD, que incluyeron edad, sexo, peso, altura y estado puberal con arreglo a su edad (superior a 8 años en niñas, y a 9 años en niños). Todos ellos pertenecían al Ambulatório Multidisciplinar de Orientação à Síndrome de Down da Santa Casa de São Paulo (AMOR/SSDC), y sus IMC se calcularon y clasificaron utilizando las tablas de puntuación Z de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Se valoró la composición corporal de los niños el mismo día en que se recolectaron sus datos, utilizando la técnica de densitometría (DXA) de Lunar Prodigy Advance®10. Se eligió esta técnica a la vista de su gran precisión a la hora de medir los porcentajes de grasa corporal, y de su seguridad.
La DXA calcula la masa corporal magra, la grasa corporal y la densidad mineral ósea utilizando la absorción diferencial de los rayosX o los haces de fotones de los dos niveles de intensidad. La DXA se basa en el principio de que la intensidad de un rayoX o un haz de fotones se altera por el grosor, densidad y composición química de un objeto que se sitúe en su trayectoria. En niños, el escaneo tarda aproximadamente 10min. La dosis de radiación media, dependiendo del instrumento y del tamaño del cuerpo, es de 0,04 a 0,86mRem, que es inferior a la exposición media a una radiografía de tórax. La precisión de la DXA (coeficiente de variación) es inferior al 2%10.
Los resultados se compararon con las tablas de la población general elaboradas con arreglo a estándares internacionales y brasileños, que utilizan valores de Buchman et al. y MacCarthy et al.10,13 (tabla 1).
Composición corporal por edad y sexo
Masa magra (kg) | Masa grasa (kg) | Porcentaje de grasa | |
---|---|---|---|
Edad - Niños | |||
Al nacer | 3,06 | 0,49 | 14 |
6 m | 6 | 2 | 25 |
12 m | 7,9 | 2,3 | 22 |
2 años | 10,1 | 2,5 | 20 |
4 años | 14 | 2,7 | 16 |
6 años | 17,9 | 2,8 | 14 |
8 años | 22 | 3,3 | 13 |
10 años | 27,1 | 4,3 | 14 |
12 años | 34 | 8 | 19 |
14 años | 45 | 10 | 18 |
16 años | 57 | 9 | 14 |
18 años | 61 | 9 | 13 |
20 años | 62 | 9 | 13 |
22 años | 62 | 10 | 14 |
Edad - Niñas | |||
Al nacer | 2,83 | 0,49 | 15 |
6 m | 5,3 | 1,9 | 26 |
12 m | 7 | 2,2 | 24 |
2 años | 9,5 | 2,4 | 20 |
4 años | 13,2 | 2,8 | 18 |
6 años | 16,3 | 3,2 | 16 |
8 años | 20,5 | 4,3 | 17 |
10 años | 26,2 | 6,4 | 20 |
12 años | 32 | 10 | 24 |
14 años | 38 | 13 | 25 |
16 años | 42 | 13 | 24 |
18 años | 43 | 13 | 23 |
20 años | 43 | 14 | 25 |
22 años | 43 | 14 | 25 |
El presente estudio fue aceptado por el comité ético del Hospital da Santa Casa de Misericórdia de São Paulo.
ResultadosEl grupo se compuso por un 42% de niños y un 58% de niñas, con una edad media de 11,2 años y una moda de 10 años. Se observó que el 35,5% de ellos presentaban obesidad con arreglo a la clasificación de puntuación Z de la OMS, y que el 17,7% tenían sobrepeso, y que únicamente el 51,1% tenían el peso ideal. La obesidad fue más común entre las niñas, con un 46,1%, frente al 21% de prevalencia entre los niños, siendo esta diferencia aún más clara tras la edad puberal (fig. 1).
El presente estudio prosigue el análisis de las frecuencias cruzadas entre las referencias de IMC y DXA7,13. Se observó que el 57% de los niños con SD, valorados y clasificados como adecuados con arreglo a la puntuación Z para el IMC de la OMS, tenían realmente alterados sus porcentajes de grasa corporal. A fin de validar esta diferencia estadística se realizó la prueba χ2 y se verificó un valor p<0,0001 para nuestras 4 referencias, lo cual significa que el error estadístico para clasificar la obesidad utilizando los cuadros de puntuación Z para el IMC de la OMS era extremadamente elevado, influyendo probablemente de manera negativa en la atención sanitaria ideal para estos niños.
Por tanto, los datos se dividieron en 4 grupos de interés, en los cuales incluimos a los niños y niñas, así como su estado puberal. Debido al número restringido de estos fragmentos, en algunos casos no se aplicaron las pruebas proporcionales.
Los hallazgos más significativos residieron en el segmento de niñas en edad prepuberal, cuyo resultado fue un pequeño grupo de 5 niños en los que no se produjo conflicto entre la puntuación Z para el IMC y el porcentaje de grasa corporal obtenido mediante DXA. Por otro lado, para las niñas en edad pospuberal se encontraron diferencias para 21 individuos, con 7 casos de IMC clasificados como normales, mientras que todas ellas tenían un porcentaje de grasa corporal alterado con arreglo a los valores de Buchman et al., MacCarthy et al.13 y DXA, con p<0,0001.
Por último, un gráfico elaborado con el porcentaje de grasa corporal halló la edad de los individuos estudiados categorizada de 0 a 4 años, de 5 a 8, de 9 a 12, de 13 a 16, y de más de 16 años (fig. 1). Las curvas diseñadas reflejaron que las niñas manifestaban un incremento de grasa corporal ascendente, especialmente tras la edad pospuberal, mientras que los niños tenían una tendencia a disminuir su porcentaje de grasa corporal tras la edad pospuberal, con un incremento a partir de los 16 años.
ConclusiónLos pacientes con SD e IMC adecuado con arreglo a la clasificación Z de la OMS no guardan correlación con los valores de composición corporal calculados mediante DXA, lo cual se justifica por los altos niveles del porcentaje de grasa corporal hallados en ellos.
Estos hallazgos guardan relación con la hipótesis de que existe realmente una elevada prevalencia de la obesidad en los niños con SD, con predominancia de estas características en las niñas, que tienen mayor prevalencia del porcentaje de grasa corporal que los niños, especialmente tras la edad puberal. Esta observación puede explicarse debido a los cambios hormonales y las diferencias entre los grupos de edad y sexo.
En figura 2 se muestra la diferencia estadística encontrada entre el grupo de IMC adecuado clasificado mediante la puntuación Z de la OMS y su composición corporal calculada mediante DXA, con p<0,0001. Esto permite concluir que el IMC no es una herramienta precisa para valorar la composición corporal entre los niños con SD, en especial aquellos con rango de clasificación Z adecuado. Esto nos ayuda a comprender la necesidad de contar con estrategias sanitarias específicas para el SD, ya que puede existir una infraestimación de las comorbilidades debido al uso regular de las herramientas generales de evaluación clínica.
Deberá completarse el seguimiento clínico de los niños con SD e IMC adecuado con un análisis de la composición corporal mediante DXA, para realizar una evaluación precisa de su estado metabólico. Si ello no fuera posible, deberá prestarse atención sanitaria a estos niños como si sus porcentajes de grasa corporal fueran elevados.
La solución para resolver esta cuestión es suscitar la concienciación sobre la atención sanitaria de los niños con SD, que debe revisarse y actualizarse a su nuevo estatus social, debido al gran incremento de su esperanza de vida y a la posibilidad de realizar un cambio en nuestra sociedad.
Conflicto de interesesLos autores no tienen relación financiera ni personal alguna que pueda causar conflicto de intereses en relación con el presente artículo.