La Ley básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y deberes en materia de información y documentación clínica, conocida como Ley de Autonomía del Paciente (LAP)1, obliga al personal sanitario a brindar información comprensible y adecuada a las necesidades del paciente para que este tome sus propias decisiones, así como a respetar su voluntad, aun en el caso de que no quiera recibir información sobre su estado de salud.

Sin embargo, la existencia de factores contextuales e individuales del personal sanitario pueden determinar las características de la información que se está ofreciendo a los pacientes cuando son sometidos a una intervención quirúrgica. Entre los factores contextuales, señalamos la actual masificación de los servicios sanitarios y la insuficiencia de recursos humanos, que se convierten en un impedimento para ofrecer una atención personalizada que permita resolver las dudas del paciente y promover su participación activa2. Y entre los factores individuales, se ha destacado el desconocimiento de las obligaciones que impone la LAP en materia de información a los pacientes3,4.

En el ámbito quirúrgico la mayoría de los estudios en relación con la información exploran las características del consentimiento informado5,6, así como la participación del paciente en la toma de decisiones sobre su proceso7. Tan sólo un estudio, realizado fuera de nuestro país y con otro marco normativo8, explora la relación entre información y satisfacción del paciente. Por ello, es de interés indagar esta relación en el proceso quirúrgico en nuestro contexto particular.

Este estudio tiene como objetivo explorar la relación entre las características percibidas por los pacientes quirúrgicos acerca de la información recibida, y su satisfacción con ella.

Estudio transversal observacional realizado, mediante encuesta diseñada según el contenido de la LAP, por miembros del equipo investigador. Se realizó en el área quirúrgica del HUVM de Sevilla, entre marzo y julio de 2009.

Se utilizó un muestreo por conveniencia. Los sujetos seleccionados cumplían los siguientes criterios de inclusión: ser paciente quirúrgico ambulatorio u hospitalizado de cirugía general, plástica, dermatológica, urológica, ginecológica y traumatológica —especialidades en las que se realiza mayor cantidad de cirugías—; mayor de 18 años; no presentar déficit cognitivo y firmar el consentimiento informado.

Durante 3 meses, se seleccionó diariamente a la totalidad de los pacientes que cumplían dichos criterios. Una vez seleccionados, la becaria del proyecto (ajena al personal asistencial) contactaba con ellos, les explicaba los objetivos del estudio y les entregaba la encuesta, que era autocumplimentada. Posteriormente, se recogía en la habitación, si era un paciente hospitalizado, o se entregaba en el punto de información, en el caso de pacientes ambulatorios. En total, fueron seleccionados 210 pacientes, de los que 45 no respondieron porque su situación clínica se lo impedía; otros 31 no pudieron ser encuestados por la brevedad de la hospitalización; 32 pacientes ambulatorios no entregaron la encuesta cumplimentada, y 27 no quisieron participar. Finalmente, contestaron 75 sujetos (tasa de respuesta del 35,7%).

La variable dependiente en este estudio fue la satisfacción con la información recibida por parte de los cirujanos y del personal de enfermería. Fue medida en una escala del 1 (nada satisfecho) al 10 (muy satisfecho). Como variables independientes se consideraron las características de la información dada a los pacientes, las sociodemográficas y del tipo de intervención. La primera se midió mediante 10 preguntas que indagaban aspectos relevantes en relación con la información dada al paciente (se encuentran expuestas en la tabla 1). Las respuestas se realizaron mediante una escala tipo Likert de 4 puntos, donde 1 es totalmente en desacuerdo y 4 es totalmente de acuerdo. Los datos sociodemográficos (edad, sexo y nivel de estudios) y el tipo de intervención (ambulatoria o de ingreso) se recogieron en un formato de respuesta de opción múltiple.

La encuesta se pilotó con 8 pacientes, con el propósito de verificar la comprensión de las preguntas.

Para el análisis de la información se utilizó el programa estadístico SPSS 15.0. Se recodificaron las respuestas en dos categorías en función de estar o no estar de acuerdo con las afirmaciones formuladas. Se aplicó el test de ANOVA para determinar diferencias en la satisfacción, en función de las características percibidas de la información, variables sociodemográficas y del tipo de intervención.

Entre los participantes, 56 eran mujeres (74,7%). La media de edad de la muestra era 45,74±14,862 años, en un rango de 19-82; 28 de los participantes tenían estudios primarios (37,3%); 25, secundarios (33,3%); 12, universitarios (16%), y 6, ningún estudio (8%); 43 de los pacientes eran de cirugía ambulatoria (57,3%) y 32 estaban hospitalizados (42,7%). En la tabla 1 se observan las frecuencias absolutas y relativas alcanzadas en las respuestas a cada uno de los ítems de la encuesta.

La satisfacción con la información brindada por el cirujano alcanzó una media de 9,11±1,575, y la correspondiente a la información brindada por el personal de enfermería fue 8,77±1,67. Al relacionar la edad de los pacientes con la satisfacción con la información proporcionada por los médicos y por las enfermeras, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas para un valor p < 0,05 (r=0,154; r=0,196, respectivamente). En relación con el sexo y el nivel educativo, tampoco se hallaron diferencias significativas, aunque en este último hay que destacar que los sujetos con nivel educativo más bajo son los que alcanzaron la puntuación más alta en satisfacción con la información médica (media, 10±0).

Respecto a la satisfacción con las características de la información proporcionada por los cirujanos, se identificaron diferencias en función de haberla recibido antes de la intervención y que se les hubiera informado del proceso quirúrgico en un lugar privado.

En cuanto a la a la satisfacción con la información proporcionada por los profesionales de enfermería, se observaron diferencias en función de que brindaran o no información al alta sobre cuidados a seguir (tabla 2).

En este estudio, la gran mayoría de los pacientes son conscientes de su derecho a la información sanitaria y tienen un alto grado de satisfacción con la información brindada por el personal médico y de enfermería.

En cuanto a la percepción de las características de la información que se les proporciona en el proceso quirúrgico, nuestros resultados coinciden con los de otros estudios9, en los que los pacientes dicen que la información recibida era comprensible a sus capacidades. Sin embargo, también ponen de manifiesto que los pacientes no logran hacer todas las preguntas que quisieran porque no perciben un ambiente propicio para ello. Llama la atención que esta situación no parece estar relacionada con su grado de satisfacción. Esta aparente paradoja se ha intentado explicar anteriormente por la imagen que se tiene del personal sanitario —siempre sobrecargados y saturados de trabajo—, que inhibe a los pacientes para preguntar sus dudas10.

Otro de los aspectos a considerar es el posible desconocimiento del usuario en relación con la Ley de Autonomía del Paciente. En este sentido, no existen estudios que indaguen en su conocimiento específico, por lo que sería interesante realizar estudios que exploren esta cuestión.

En nuestro estudio el aspecto más débil, en relación con la aplicación de la ley, tiene que ver con no preguntar al paciente a qué personas autoriza para recibir información sobre su salud, pero esto tampoco se encuentra asociado a su grado de satisfacción. Una posible interpretación a este hallazgo es que este aspecto tiene poca importancia para la población que se atiende en nuestro hospital, dado que es común la presencia de varios familiares y allegados en los casos de intervenciones quirúrgicas, y son escasas las ocasiones en que un paciente dice no querer que se informe a alguna persona en particular.

En este estudio, ni la técnica de muestreo empleada ni el número de participantes permiten extrapolar los resultados a otras poblaciones. Adicionalmente, la baja tasa de respuesta conduce a plantear otras maneras más efectivas de recoger la información, como son la entrevista cara a cara o por vía telefónica días después del alta hospitalaria. También hay que tener en cuenta que la encuesta aplicada indaga aspectos básicos, por lo tanto, en su propósito no está incluida la validación.

Tanto las limitaciones mencionadas como la inexistencia de trabajos similares refuerzan la importancia de realizar este tipo de estudios con muestras representativas de la población diana. También sería interesante indagar si el conocimiento de la ley por parte de los pacientes influye en su percepción de la información recibida y en su satisfacción con ella.

Este artículo corresponde a resultados parciales del proyecto titulado «Elaboración de una Buena Práctica en Información Perioperatoria en el Hospital Virgen Macarena» (CS0117/07), financiado por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía para el periodo 2007-2009.

El proyecto cuenta con una becaria financiada por la Asociación Sanitaria Virgen Macarena y la Fundación Pública Andaluza para la Gestión de la Investigación en Salud de Sevilla.