Presentamos el caso de una paciente de 41 años, natural de Guinea Ecuatorial, que acudió a nuestro centro de salud por dolor torácico. La paciente no relataba antecedentes de interés. Vivía en nuestra comunidad autónoma desde hace pocos años, y únicamente había acudido en 2 ocasiones a nuestra consulta de atención primaria, ambas por traumatismos banales. En esta ocasión refirió sentir un dolor generalizado en el hemitórax superior izquierdo de unas 48h de evolución, sin traumatismo ni desencadenante. Negaba dolor a la palpación y no se acompañaba de otra sintomatología.
La exploración física no demostró ninguna anormalidad, y las constantes vitales se mantenían dentro del rango. Se realizó un electrocardiograma (ECG) (fig. 1). Al valorarlo hallamos un ritmo sinusal de 65lpm, con onda P, QRS y T negativos en I y aVL, PR normal, QRS estrecho con eje derecho y rS en precordiales, sin progresión de la onda R.
Con las anormalidades halladas en la prueba, se sospechó de un posible error en la colocación de los electrodos, por lo que fue repetido. El ECG resultante fue idéntico.
Ante la persistencia del dolor torácico, las alteraciones en la prueba y una nueva negativa de la paciente de enfermedades previas, se comentó el caso con el servicio de emergencias de nuestra zona. Tras valorar a la paciente y los ECG, recomendaron trasladarla a urgencias hospitalarias para completar el estudio y descartar enfermedad cardiaca aguda. Allí se repitió el ECG, con un trazado, sin cambios respecto al visto en nuestro centro, se solicitó una analítica sanguínea que no mostró alteraciones, y una radiografía de tórax que reveló un cambio en la anatomía compatible con una dextrocardia. Quedó descartada enfermedad cardiaca aguda.
La dextrocardia en una enfermedad muy infrecuente, con una prevalencia del 0,01%1. Se trata de una alteración congénita, aunque el diagnóstico generalmente se alcanza de forma incidental en la edad adulta al solicitar una radiografía de tórax o un ECG por cualquier motivo. Se caracteriza por un cambio de la normalidad, con una malrotación cardiaca, semejante a una imagen en espejo. El corazón se sitúa en el hemitórax derecho, con el eje base-ápex dirigido hacia abajo a la derecha2. Puede encontrarse de manera aislada o asociada a Situs inversus. Si esto ocurriera, el resto de órganos toraco-abdominales se situarían en el lado opuesto al habitual3. En caso de no asociarse con anomalías estructurales del corazón, la supervivencia y la calidad de vida de estos pacientes es similar a la población general.
Ante una dextrocardia, el trazado electrocardiográfico muestra característicamente la presencia de una onda P negativa en la derivación I (DI)4. También podría tratarse de una colocación errónea de los electrodos de los miembros superiores o de un ritmo auricular ectópico. Otros hallazgos típicos son la negativización del QRS y de la onda T en DI, el eje derecho y la no progresión de onda R en precordiales.
Si fuera necesario realizar un ECG a un paciente con dextrocardia, los electrodos deberían colocarse de forma diferente a la habitual. Los de los miembros superiores se invertirían (rojo en la izquierda y amarillo en la derecha), manteniendo igual los de los miembros inferiores. Los electrodos precordiales se colocarían en «espejo» a la forma cotidiana (V1 en cuarto espacio intercostal izquierdo y el resto en el nivel habitual, pero en hemitórax derecho)5.
La dextrocardia se encuentra en muy rara ocasión en atención primaria, pero es interesante conocerla y saberla detectar. Con una buena anamnesis e insistiendo en los antecedentes (en nuestro caso, a posteriori, la paciente manifestó conocer el diagnóstico desde unos años antes, pero lo obvió, porque le dijeron que «era una alteración sin importancia») y con una correcta interpretación del ECG, se pueden evitar estudios y derivaciones innecesarias. En nuestro caso, si hubiéramos reconocido el patrón típico habríamos ahorrado el gasto personal y material que supuso la valoración por el servicio de emergencias, y su posterior traslado y estudio hospitalario.