El protagonismo creciente del carcinoma prostático en las sociedades desarrolladas hace que tenga que ser muy tenido en cuenta el balance beneficio-perjuicio de los tratamientos prestados.
Dado el enfoque terapéutico cada vez más complejo del carcinoma prostático, hoy en día se requiere de una suma de conocimientos extensos.
La deprivación androgénica juega un papel principal en esta patología. El tratamiento de la toxicidad derivada en forma de sofocos, síndrome metabólico, osteoporosis, trastornos cognitivos, etc., adquiere cada vez mayor interés.
El tratamiento farmacológico de los sofocos pasa por un manejo hormonal no exento de riesgo oncológico a la par que de una toxicidad nada despreciable. Dentro del tratamiento no hormonal de esta patología juegan un papel destacado los antidepresivos.
La trazodona, un antidepresivo SARI (inhibidores de la recaptación de serotonina/antagonista de la 2A), con un perfil de actuación más selectivo sobre los receptores implicados en los sofocos; podría ser de gran interés. Trazodona muestra una gran afinidad por los receptores 5-HT2A y una moderada afinidad por los receptores 5-HT1A.
Como es conocido los niveles de serotonina (5-hidroxitriptamina o 5-HT) en mujeres postmenopáusicas están disminuidos, normalizándose con las terapias sustitutivas. Todo ello sugiere que la deprivación abrupta de hormonas sexuales da lugar a una reducción en la circulación de serotonina, con el consiguiente aumento de sus receptores 5-HT2A hipotalámicos. Estos receptores estarían implicados en la patogénesis de los sofocos siendo su bloqueo una de las principales medidas terapéuticas.
El uso de trazodona elevando las concentraciones de serotonina y bloqueando a los receptores 5-HT2A y 5-HT1A podría plantearse como un nuevo enfoque más de acorde con la fisiopatología de los sofocos. Estudios comparativos bien dirigidos son necesarios para dar respuesta en cuanto a su efectividad. Otras cuestiones pendientes serían las dosis y el tiempo de tratamiento más eficaz para el control de los sofocos.
The growing relevance of prostate carcinoma in the developed world requires serious attention to focus on the risk-benefit relationships of the treatments used.
Given the increasingly complex therapeutic approach to prostate carcinoma, an extensive range of knowledge is required.
Androgen deprivation plays a central role in this disease. The management of androgen deprivation-derived toxicity in the form of hot flashes, metabolic syndrome, osteoporosis, cognitive disorders, etc., is of growing interest.
The drug treatment of hot flashes involves hormone management that is not without oncological risk and moreover generates considerable toxicity. Antidepressants in turn play an important role in the non-hormone treatment of this disorder.
Trazodone, a serotonin reuptake inhibitor/5-HT2A receptor antagonist affording more selective action upon the receptors implicated in hot flashes, could be of great interest. Trazodone shows great affinity for the 5-HT2A receptors and moderate affinity for the 5-HT1A receptors.
Serotonin (5-hydroxytryptamine, or 5-HT) levels are known to be lowered in postmenopausal women, and normalize when replacement therapy is provided. This suggests that abrupt sexual hormone deprivation gives rise to a reduction in blood serotonin – with a subsequent increase in its hypothalamic 5-HT2A receptors. These receptors would be implicated in the physiopathology of hot flashes; as a result, the blocking of such receptors is one of the principal therapeutic measures.
The use of trazodone, increasing the serotonin concentrations and blocking the 5-HT2A and 5-HT1A receptors, could be viewed as a novel management approach more in line with the physiopathology of hot flashes. Well designed comparative studies are needed to establish the efficacy of such treatment. Other issues pending clarification would be the most effective dose and duration of treatment for controlling hot flashes.