Introducción: El queloide, bien desarrollado como respuesta a un traumatismo o bien espontáneamente, puede ser tremendamente desfigurante para el paciente y muy difícil de tratar. La incidencia de queloides es desconocida, pero un muestreo al azar en población africana descubrió una incidencia de aproximadamente el 6%. En países desarrollados suelen realizarse plastias o colgajos, pero en zonas de escasos recursos económicos el cirujano debe agudizar su ingenio para poder resolver este tipo de retos quirúrgicos con los medios disponibles.

Caso clínico: Presentamos el caso de un paciente varón de 34 años sin antecedentes patológicos de interés que acude a nuestro hospital desde una ciudad lejana presentando un queloide en la región escapular de 20 × 20 × 2 cm incapacitante y doloroso a la manipulación sin objetivar signos de sobreinfección. El paciente refiere haber sufrido una picadura de insecto en la zona años atrás. Se decide realizar dos cirugías distanciadas entre si una semana. En un primer momento se realiza un bolsillo subcutáneo en la zona infraescapular con posterior colocación de un expansor mamario procedente de donaciones de hospitales europeos. Posteriormente y, tras el llenado paulatino del expansor, se decide exéresis en bloque del queloide y se realiza un colgajo de avance cubriendo el defecto de la piel. El paciente se recuperó sin complicaciones a la semana de la segunda cirugía pudiendo permitirle retomar su trabajo con normalidad.

Discusión: Además de conceptual y técnicamente, el cirujano debe desarrollar diferentes capacidades como la optimización de los recursos disponibles en consonancia con técnicas de innovación y originalidad. De esta forma, se podrían solventar patologías que en zonas de escasos recursos que no serían subsidiarias de tratamiento quirúrgico pudiendo condenar a pacientes jóvenes a la incapacidad laboral o, así mismo, a la marginación debido a las deformaciones físicas resultantes.