Desde hace años, el hipotiroidismo autoinmunitario se ha relacionado con el desarrollo de otras enfermedades, evidenciando el posible rol que podrían desempeñar los anticuerpos antitiroideos a nivel sistémico. Algunas de ellas son la enfermedad celiaca, diabetes mellitus tipo 1, anemia perniciosa, esclerosis múltiple, vitíligo, dermatitis herpetiforme y la urticaria crónica1. Asimismo, existen estudios que muestran la asociación entre patología tiroidea autoinmune y disfunción vestibular (enfermedad de Ménière, vértigo paroxístico posicional benigno, etc.), aunque hasta la fecha son escasos, con resultados discordantes y no aclaran el papel de los anticuerpos antitiroideos en la patogénesis de la disfunción vestibular2–4. El objetivo del presente trabajo es valorar la relación entre el síndrome vestibular periférico y la tiroiditis autoinmune.
Para ello, se ha realizado un estudio epidemiológico observacional, descriptivo, retrospectivo y transversal, entre el 1 de noviembre de 2017 y el 31 de octubre de 2018, en el Hospital Universitario Los Arcos del Mar Menor, Murcia. Se analizaron 52 pacientes que presentaban anticuerpos antiperoxidasa y antitiroglobulina positivos o datos anatomopatológicos sugestivos de tiroiditis linfocitaria tras biopsia o exéresis quirúrgica de la glándula por bocio multinodular sintomático o nódulos tiroideos sospechosos. En todos ellos, se investigó el antecedente o la presencia de síntomas vertiginosos, es decir, la sensación de giro de objetos, asociados o no a náuseas y vómitos en el último año. Se excluyeron los pacientes con antecedentes de patología o cirugía otológica previa, patología vascular o neurológica que pudiera simular síntomas vestibulares (ictus, accidente cerebrovascular transitorio, esclerosis múltiple, etc.) y el consumo de fármacos que pudieran tener como efecto secundario alteraciones vestibulares. Los niveles cuantitativos plasmáticos de las hormonas T4 libre, TSH y anticuerpos antitiroideos fueron determinados mediante inmunoanálisis de electroquimioluminiscencia «ECLEIA». Y para el análisis de los datos se utilizó el software estadístico IBM SPSS Statistics 24®.
De los 52 pacientes incluidos en el estudio, 19 presentaron criterios clínicos compatibles con disfunción vestibular (36,5%), de los cuales 15 eran mujeres y 4 varones, con una edad media de 56,5 años. Los pacientes que manifestaban clínica vestibular tenían niveles significativamente más altos de TSH (18±33,9UI/ml) y más bajos de T4 plasmática (0,95±0,37ng/dL) respecto a los que no, con un valor p=0,039 y 0,04, respectivamente. No se encontró relación estadísticamente significativa entre los niveles de anticuerpos antitiroideos y la presencia o no de clínica vestibular. Sin embargo, el 45% y el 57% de los pacientes con niveles de anticuerpos antiperoxidasa y antiroglobulina superiores a 700UI/ml respectivamente, asociaban clínica vertiginosa. De los 18 pacientes (34,6%) intervenidos de tiroidectomía total, todos presentaron características anatomopatológicas definitorias de tiroiditis linfocitaria, no obstante, el 22,2% de los mismos asociaban datos de bocio multinodular y el 39% de cáncer papilar de tiroides. Diez de los pacientes tiroidectomizados además presentaban un síndrome vertiginoso y un 70% de ellos refirió una franca mejoría clínica tras la cirugía.
A pesar del limitado tamaño muestral, nuestros resultados ponen de manifiesto una prevalencia aumentada de hipotiroidismo en pacientes con disfunción vestibular, con respecto a la población general (15-20%)5, y un mejor control de los vértigos tras la tiroidectomía, lo cual podría explicarse por el papel que desempeña la autoinmunidad tiroidea en estos pacientes. Hasta la fecha, el rol de la cirugía tiroidea en el control vestibular de pacientes con tiroiditis autoinmune no ha sido publicado. Es por ello que creemos necesario plantear nuevos protocolos asistenciales que incluyan el estudio de la función tiroidea en los pacientes que consultan por vértigo, y de igual forma, incidir en la anamnesis sobre la presencia de síntomas compatibles con patología vestibular periférica en pacientes con tiroiditis autoinmunitaria y en la permanencia o resolución de la clínica vertiginosa tras la tiroidectomía. Con ello, podríamos contribuir a un diagnóstico temprano de ambas patologías y nos daría la oportunidad de realizar estudios prospectivos aleatorizados a gran escala, para clarificar la implicación de los anticuerpos antitiroideos en la patología vestibular y el rol de la cirugía tiroidea en el tratamiento de la disfunción vestibular severa secundaria a autoinmunidad tiroidea.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.