La inercia terapéutica se define como la omisión de tomar una conducta terapéutica, tal como iniciar, adicionar un fármaco o incrementar su dosis durante el seguimiento del paciente, a pesar de tener indicación para ello. En hipertensión arterial, actualmente se considera que la inercia terapéutica es un notable impedimento para lograr un adecuado control y esto tiene implicaciones en el pronóstico de la enfermedad. La inercia terapéutica puede deberse a distintos factores que involucran al médico, al paciente y al sistema sanitario. Gran número de estudios han intentado encontrar determinantes que condicionen la presentación de inercia terapéutica en hipertensión arterial y explicar las causas por las que el profesional sanitario responsable del tratamiento no realiza las modificaciones terapéuticas adecuadas. Entre las múltiples causas que podrían motivar la aparición de inercia terapéutica por parte del médico, se describen la presencia de diversos sesgos cognitivos y afectivos que influyen en el razonamiento clínico y en la toma de decisiones durante la actividad asistencial en el consultorio. Identificar y reconocer estos sesgos cognitivos y afectivos podría ser importante para plantear estrategias educativas en los profesionales de la salud. Para esto se requiere un abordaje multidimensional, incluyendo otros conocimientos más allá de lo observado hasta ahora en relación con el déficit de información y actualización en la patología, abriendo el análisis a la consideración de otras causas. Evitar la inercia terapéutica debería considerarse una prioridad junto a otras importantes medidas, para lograr el control de la hipertensión arterial y minimizar sus consecuencias.
Therapeutic inertia is defined as the failure to take therapeutic decisions, such as initiating, adding or increasing the dose of a drug during patient follow-up, despite there being an indication to do so. It is currently considered that therapeutic inertia is a considerable impediment to achieving adequate control of hypertension, and this has implications for the prognosis of the disease. Therapeutic inertia might be due to various factors involving physicians, patients and the health system. Many studies have attempted to find determinants for therapeutic inertia in hypertension and to explain the reasons why health professionals in charge of treatment are failing to make the appropriate modifications to therapy. The many reasons for therapeutic inertia on the part of physicians include the various cognitive and affective biases that influence clinical reasoning and decision-making during healthcare activity in doctors’ surgeries. Identifying and recognising these cognitive and affective biases could be important for planning educational strategies for health professionals. This requires a multi-dimensional approach, including knowledge beyond that observed in terms of insufficient information and updating on the disease, and starting to analyse and consider other reasons. Preventing therapeutic inertia should be made a priority along with other important measures to control hypertension and minimise its consequences.