metricas
covid
Buscar en
Neurología
Toda la web
Inicio Neurología Microorganismos relacionados con un mayor riesgo de presentar la enfermedad de P...
Journal Information
Vol. 38. Issue 7.
Pages 495-503 (September 2023)
Visits
11901
Vol. 38. Issue 7.
Pages 495-503 (September 2023)
REVISIÓN
Full text access
Microorganismos relacionados con un mayor riesgo de presentar la enfermedad de Parkinson
Microorganisms associated with increased risk of Parkinson's disease
Visits
11901
E. Fernández-Espejoa,b
a Laboratorio de Neurología Molecular, Universidad de Sevilla, Sevilla, España
b Red Andaluza de Investigación Clínica y Traslacional en Neurología (Neuro-RECA), Málaga, España
This item has received
Article information
Abstract
Full Text
Bibliography
Download PDF
Statistics
Figures (2)
Tables (1)
Tabla 1. Enzimas más importantes del género Malassezia
Resumen

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurológico degenerativo que afecta a más de 7 millones de personas en todo el mundo. Se desconoce su etiología, aunque se acepta que existe una susceptibilidad genética a agentes ambientales. Estos agentes ambientales incluyen hongos, bacterias y virus. Tres microorganismos están directamente relacionados con un mayor riesgo estadístico de presentar enfermedad de Parkinson: el género de hongos Malassezia, la bacteria Helicobacter pylori y el virus de la hepatitis C. Estos microorganismos, si el huésped es vulnerable por susceptibilidad genética o debilidad inmunológica, pueden acceder al sistema nervioso, infectarlo y causar neuroinflamación crónica con neurodegeneración. Otros microorganismos se relacionan desde una vertiente epidemiológica con la enfermedad, destacando los virus influenza tipo A, de la encefalitis japonesa tipo B, de San Luis y del Nilo Occidental. Estos virus pueden afectar al sistema nervioso causando encefalitis, cuya consecuencia puede ser un parkinsonismo. En este artículo se hace una revisión de los mencionados agentes infecciosos y su papel en la enfermedad de Parkinson.

Palabras clave:
Parkinson
Neuroinflamación
Neurodegeneración
Microorganismo
Abstract

Parkinson's disease is a neurodegenerative disorder that affects more than 7 million people worldwide. Its aetiology is unknown, although the hypothesis of a genetic susceptibility to environmental agents is accepted. These environmental agents include fungi, bacteria, and viruses. Three microorganisms are directly associated with a significantly increased risk of developing Parkinson's disease: the fungal genus Malassezia, the bacterium Helicobacter pylori, and the hepatitis C virus. If the host is vulnerable due to genetic susceptibility or immune weakness, these microorganisms can access and infect the nervous system, causing chronic neuroinflammation with neurodegeneration. Other microorganisms show an epidemiological association with the disease, including the influenza type A, Japanese encephalitis type B, St Louis, and West Nile viruses. These viruses can affect the nervous system, causing encephalitis, which can result in parkinsonism. This article reviews the role of all these microorganisms in Parkinson's disease.

Keywords:
Parkinson's disease
Neuroinflammation
Neurodegeneration
Microorganism
Full Text
Introducción

La enfermedad de Parkinson (EP) es el segundo trastorno neurodegenerativo más frecuente, que afecta a más del 1% de personas mayores de 65 años. El principal cambio patológico de la EP es la degeneración y muerte de las neuronas dopaminérgicas en la substantia nigra pars compacta, una región clave del control motor en el sistema nervioso central (SNC). Este trastorno se diagnostica a través de la tríada clásica motora: bradicinesia, rigidez y temblor en reposo1,2. Desde un punto de vista anatomopatológico, la EP se considera como una alfa-sinucleopatía, un trastorno que está relacionado con la anómala agregación intraneuronal de la proteína alfa-sinucleína (aSyn)3-6. La agregación de aSyn conduce a la formación de inclusiones de Lewy y, en consecuencia, a la muerte de células dopaminérgicas de sustancia negra5-7. La EP es un trastorno multifactorial, en el que están involucrados diversos factores como la neuroinflamación, el estrés oxidativo, infecciones y los genes. En esta revisión se trata sobre los factores infeccioso y neuroinflamatorio, de creciente importancia para explicar la patogénesis de la enfermedad, así como los agentes infecciosos involucrados en la enfermedad8-10.

La infección como factor de riesgo de enfermedad de Parkinson

Metaanálisis recientes indican que al menos 3microorganismos están directamente relacionados con un mayor riesgo estadístico de presentar EP. Estos microorganismos son el género de hongos Malassezia, la bacteria Helicobacter pylori (HP) y el virus de la hepatitis C (VHC)11,12. A nivel epidemiológico, otros microorganismos se relacionan con la aparición de EP, sobre todo virus causantes de encefalitis asociada a parkinsonismo. Entre estos destacan los virus influenza tipo A, de la encefalitis japonesa tipo B, de San Luis y del Nilo Occidental13.

Las infecciones causadas por los 3principales microorganismos comentados son muy frecuentes en la población humana, pero solo un número muy limitado de individuos desarrollan EP. ¿Por qué? Es ampliamente aceptado que los microorganismos pueden promover la aparición de EP solo en individuos altamente susceptibles y además deben ocurrir varias condiciones patológicas. En primer lugar, el microorganismo debe ser neurotropo, o sea, capaz de invadir el SNC. En segundo lugar, el agente infeccioso debe causar muerte celular aguda y una fuerte respuesta defensiva en el cerebro, lo que conduce a una «tormenta de citocinas». En tercer lugar, una vez que la «tormenta de citocinas» desaparece, deben quedar secuelas perdurables que excedan al factor iniciador. En otras palabras, se desarrolla una neuroinflamación crónica debida a la activación persistente de la microglía y astrocitos, células defensivas del SNC, por lo general facilitada por un déficit inmunológico añadido14. Este déficit se caracteriza porque los linfocitos T CD4+proliferan ante la presencia del patógeno pero su respuesta defensiva, basada en la liberación de citocinas, está debilitada14. Otros autores proponen la llamada hipótesis del «doble ataque»: el primer ataque sensibiliza el cerebro a un ataque posterior, probablemente ambiental, que activa la microglía y que no sería patógeno en ausencia de un sistema nervioso ya sensibilizado («dual-hit hypothesis»)15-17. Sea lo que fuere, un estudio exhaustivo sobre los mecanismos por los cuales las infecciones aumentan el riesgo de EP puede mejorar nuestra comprensión de la fisiopatología de la EP.

Neuroinflamación como proceso patológico en la enfermedad de Parkinson

La neuroinflamación crónica está adquiriendo cada vez más importancia como proceso patológico en la EP18,19. Es conocido que hay una activación crónica de microglía y astrocitos que se manifiesta por un aumento de citocinas como interleucinas (IL-1β, IL-2, IL-4, IL-6), factor transformante alfa (TNF-α) e interferón gamma (IFN-γ). Ello origina una mayor inflamación e infiltración linfocitaria y la llegada al SNC de macrófagos de la sangre20,21. Aunque hay infiltración linfocitaria, hay déficit en la respuesta de linfocitos T CD4+como se ha comentado, probablemente relacionada con hiperactividad de IFN-γ14. La existencia de inflamación crónica se refleja analíticamente a nivel sanguíneo, pues los niveles séricos de proteína C reactiva, marcador clínico de inflamación, se encuentran elevados sea cual sea el grado de evolución de la EP22. Además, niveles superiores a 0,69mg/l de proteína C reactiva se correlacionan con un mayor deterioro motor y niveles muy elevados son de mal pronóstico vital23,24. La infección del sistema nervioso y la neuroinflamación crónica causante de neurodegeneración secundaria están relacionadas, como se ha dicho, con diversos patógenos que se describen a continuación.

Hongos del género MalasseziaMalassezia prolifera en la piel e intestino de enfermos de párkinson

Los hongos del género Malassezia se encuentran naturalmente en las superficies de la piel de los seres humanos, sobre todo en los folículos pilosos. Siete especies de Malassezia se han identificado en la piel humana: Malassezia globosa (M. globosa), Malassezia furfur, Malassezia slooffiae, Malassezia sympodialis, Malassezia Restricta (M. restricta), Malassezia obtusa y Malassezia japonicа. Los síntomas relacionados con la piel son muy comunes en la EP, pero hay poca literatura sobre la afectación de la piel o microorganismos residentes en la piel en la EP. Y merece recordar que el concepto de piel como «reflejo» de la EP se remonta a más de un siglo25. Además, la importancia de la piel en la EP se puso de manifiesto hace ya más de 10años con los estudios que demostraban la presencia de depósitos de aSyn en las terminales nerviosas autónomas cutáneas26-28.

Casi todos los enfermos de párkinson, sino todos, sufren de algún trastorno dermatológico como hiperhidrosis, foliculitis o dermatitis seborreica, que facilita el crecimiento del hongo. En concreto, la dermatitis seborreica afecta a más del 60% de los pacientes con EP, mientras que en la población general la prevalencia es del 3%29,30. Hay autores que niegan una relación causal entre EP, inflamaciones cutáneas y Malassezia, y sugieren que es un factor de comorbilidad31,32. De hecho, Malassezia es un patógeno oportunista y lipofílico, que prolifera si hay acumulación de sebo cutáneo, y la dermatitis seborreica o la foliculitis van acompañadas de una secreción excesiva de sebo cutáneo y alteración en su composición33-35.

Sin embargo, hay datos que sugieren una relación más directa, no oportunista, entre la EP y Malassezia. Así una de las causas de alteración de la composición del sebo en la piel es el envejecimiento, que es el principal factor de riesgo en la EP36. Las inflamaciones cutáneas comentadas suelen aparecer antes del diagnóstico de EP. Además, Malassezia se relaciona con las formas genéticas de parkinsonismo porque los polimorfismos genéticos asociados con la EP (LRRK2, GBA, PINK1, SPG11, SNCA) aumentan la disponibilidad de lípidos dentro de las células humanas, sobre todo ácidos grasos saturados de cadena larga y gangliósidos, que proporcionan un ambiente propicio al crecimiento de Malassezia35,37.

El género Malassezia, sobre todo M. restricta, se encuentra también presente en el intestino. Generalmente, es un microorganismo comensal que forma parte de la microbiota fisiológica del intestino, pero que prolifera y se hace patógeno si hay alteración de la misma. Esto ocurre en la disfunción gastrointestinal, que afecta a más del 80% de los pacientes de párkinson, y en los procesos inflamatorios intestinales como colitis, que son también muy frecuentes en la población parkinsoniana38. Al igual que sucede con las inflamaciones cutáneas, estas alteraciones intestinales suelen aparecer años antes del diagnóstico de la enfermedad. La inflamación entérica daña la barrera gastrointestinal y facilita la invasión transneuronal o hematógena de patógenos39,40. Autores como Braak et al. postulan incluso que los procesos patológicos en la EP se originan en el tracto gastrointestinal y se extienden hacia el SNC a través del nervio vago41. En este contexto, merece la pena mencionar que la vagotomía se relaciona con un menor riesgo de presentar la EP42,43.

La inflamación intestinal crónica se acompaña de una respuesta neuroinflamatoria potente en la pared intestinal, con producción de citocinas y anticuerpos tipo IgE contra Malassezia. Esto sucede de un modo más acentuado en personas con una determinada susceptibilidad genética, asociada a un polimorfismo en el gen CARD9, que sintetiza la proteína CARD9 que es un factor antifúngico específico44. Es muy interesante que el déficit de CARD9 también facilita la invasión fúngica del sistema nervioso45. En fin, no es descartable un papel patogénico de Malassezia de origen entérico en los pacientes de EP, sobre todo si se asocia una susceptibilidad por polimorfismo del gen CARD9.

Malassezia consume levodopa

Los hongos Malassezia producen melanina a partir de levodopa, molécula precursora de la dopamina y fármaco principal en el tratamiento de la EP46. El hongo se puede definir como levodopa-trófico y crece más fácilmente si hay levodopa en el medio. La levodopa también facilita el crecimiento de la hifa del hongo, su forma más agresiva. Todos estos hechos plantean la posibilidad de que Malassezia, si invade el SNC, pudiera ser más invasivo en regiones ricas en levodopa, como las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra47. Finalmente, el consumo de levodopa por los pacientes con párkinson podría facilitar el crecimiento de Malassezia, particularmente en la piel y en el intestino, aunque este hecho no ha sido demostrado48.

Malassezia libera factores proinflamatorios y antigénicos

La inflamación producida por Malassezia se agrava y cronifica debido a la naturaleza de sus enzimas29,35. El hongo consume lípidos celulares gracias a sus lipasas y fosfatasas, con el objeto de obtener ácidos grasos libres. Su combustible fundamental son los ácidos grasos saturados de cadena larga, que abundan en el sebo y la dieta humanos, y cuya concentración cambia con la edad, condiciones inmunológicas del sujeto y la neurodegeneración. Las lipasas y fosfatasas fúngicas pueden iniciar respuestas inflamatorias porque liberan ácido oleico y ácido araquidónico desde los lípidos sebáceos. Estos ácidos originan, además de ácidos grasos libres, citocinas proinflamatorias como IL-1β, IL-2, IL-5 e IL-6.

Otras enzimas fúngicas como la beta-glucuronidasa y la leucina-arilamidasa pueden actuar como antígenos en sujetos susceptibles y son capaces de modular la respuesta inmunitaria del huésped. Facilitan la inflamación y debilitan la respuesta linfocitaria en el tejido colonizado por el hongo29,49. Las enzimas más destacadas del hongo se presentan en la tabla 1. Finalmente, si Malassezia invadiera el SNC, la infección activaría la microglía y aumentarían los niveles tisulares de factores inflamatorios de origen microglial. como TNF-α, IFN-γ e IL.

Tabla 1.

Enzimas más importantes del género Malassezia

Familia  Tipo de enzima 
Lipasas  LipasaEsterasaLipasa-esterasa 
Fosfatasas  Fosfatasa ácidaFosfatasa alcalina 
Proteasas  Leucina arilamidasa 
Glucosidasas  Beta-glucuronidasa 
Malassezia podría invadir el sistema nervioso

Aunque la presencia de Malassezia en la sustancia negra no ha sido confirmada, el hongo se encuentra en el SNC de los pacientes con EP, como han demostrado Carrasco et al.50. Estos autores del Centro «Severo Ochoa» de la Universidad Autónoma de Madrid los detectan en tejido mesencefálico, troncoencefálico y corteza motora, aunque no estudian núcleos nerviosos de un modo más detallado. Este estudio demuestra que solo Malassezia, en concreto M. globosa y M. restricta, así como Cladosporium, un hongo muy común, están presentes en el SNC de todos los pacientes estudiados.

Se sabe que la infección causada por Malassezia se relaciona con un mayor riesgo de EP35,50 y, aunque dicha infección podría ser una comorbilidad como se ha comentado, un papel directo de Malassezia no es descartable. Podría plantearse que el hongo, como microorganismo oportunista que es, puede aprovechar ciertas limitaciones del huésped para acceder al sistema nervioso, quizás por vía hematógena o a través de nervios periféricos, como el vago o el olfatorio. La infección oportunista tendría lugar si hay una predisposición genética, un sistema inmunitario debilitado, inflamación intestinal con microbiota alterada o barreras cutáneas o mucosas dañadas. Un esquema de las vías de invasión del hongo se presenta en la figura 1. Generalmente, Malassezia es un organismo comensal que forma una parte natural de la piel humana y microbiota intestinal, pero puede adquirir capacidades patógenas si prolifera y se transforma en su forma hifal51. El modo como el hongo invade el sistema nervioso no se conoce actualmente52.

Figura 1.

Esquema que muestra las vías potenciales de invasión del sistema nervioso central por Malassezia. Estos hongos son microorganismos oportunistas que aprovechan limitaciones del huésped para acceder al sistema nervioso, dañar las neuronas y causar neuroinflamación. La infección oportunista tendría lugar si hay una susceptibilidad genética, sistema inmunitario debilitado, inflamación intestinal con microbiota alterada y barreras cutáneas o mucosas dañadas. La forma más invasiva del hongo es la hifa, que podría acceder al SNC por vía transneuronal a través del nervio olfatorio o del nervio vago, o por vía hematógena. Podría alcanzar la sustancia negra donde anidaría, pues el hongo consume levodopa y tendría predilección por regiones ricas en levodopa, como las neuronas dopaminérgicas nígricas.

(0.15MB).
La bacteria Helicobacter pyloriLa inflamación gástrica producida por Helicobacter pylori desregula la microbiota intestinal

La bacteria HP afecta a la mitad de la población, pero en los pacientes con EP el riesgo de estar infectado con HP es unas 3 veces mayor que en la población general53, de modo que la prevalencia de infección en los pacientes se estima del 35 al 70%54. Además, si se infecta una persona con HP, el riesgo de presentar EP es 1,5 a 2 veces mayor55.

La inflamación gástrica causada por el HP origina, a su vez, inflamación entérica, que modifica la microbiota intestinal. La microbiota alterada produce factores inflamatorios, altera la respuesta inmunitaria del huésped y facilita la agregación de aSyn en el nervio vago, factores que se relacionan con la patogénesis de la EP56-58. Además, como se ha comentado con Malassezia, la inflamación entérica daña la barrera gastrointestinal y facilita la invasión transneuronal o hematógena de patógenos39,40.

Todos estos hechos se enmarcan actualmente en la llamada «interacción anómala del eje intestino-cerebro» propia de la EP. Se sabe que hay factores genéticos que subyacen a esta anómala interacción intestino-cerebro y que hacen que el sujeto sea más susceptible a presentar EP. Entre estos factores genéticos se debe destacar la sobreexpresión del gen CARD15, que se asocia a colitis y enfermedad de Crohn59, la excesiva metilación del gen SNCA que genera una αSyn anómala con mayor capacidad de agregación57, o variaciones del gen TREM2 (Triggering Receptor Expressed on Myeloid cells type 2) que se relacionan con un mayor riesgo de presentar EP60.

Helicobacter pylori reduce la eficacia de la levodopa

Los pacientes con EP que muestran positividad a HP presentan respuestas motoras disminuidas a la levodopa61-63, pues la bacteria reduce la eficacia del fármaco. La erradicación de HP, de hecho, eleva los niveles de levodopa plasmáticos en los pacientes y mejora su respuesta motora64-66. La interacción de la bacteria con el fármaco parece ser que se realiza a 3niveles. Primero, el HP cambia el pH gástrico, como es bien conocido, y ello repercute en una menor absorción de levodopa67. Segundo, la bacteria consume levodopa, al menos in vitro, lo cual disminuiría la biodisponibilidad del fármaco68. Finalmente, atrapa al fármaco por medio de adhesinas de la membrana bacteriana e induce inflamación entérica, lo que en conjunto disminuye la reabsorción intestinal de levodopa67,68.

Helicobacter pylori produce factores neurotóxicos y antigénicos

Otra posibilidad que ayude a explicar el mayor riesgo de EP asociado a la infección con HP es la producción de toxinas y antígenos con acción deletérea sobre neuronas. Así, el HP libera toxinas como VacA (vacuolating cytotoxin) y CagA (cytotoxin-associated gene encoding CagA), que muestran un efecto neurotóxico sobre neuronas dopaminérgicas. De hecho, todos los pacientes con EP y positividad a HP expresan CagA en los inmunoblots séricos, lo que indica que esta sustancia podría afectar al sistema nervioso69. El HP posee una enzima, la colesteril-glucosiltransferasa, que glucosila el colesterol de membrana dando 3derivados glucosilados. Estos derivados poseen acción neurotóxica sobre neuronas dopaminérgicas y muestran actividad proagregante de la aSyn en el nervio vago del estómago70-72. A este respecto, recuérdese la ya comentada hipótesis de Braak sobre que los procesos patológicos en la EP se extienden hacia el SNC a través del nervio vago41.

El HP produce proteínas fucosiladas que tienen capacidad antigénica, pues se parecen a glucoconjugados de membrana de las neuronas73. Esta acción antigénica puede generar autoanticuerpos que reaccionen con las neuronas dopaminérgicas del sistema nervioso o causen una tormenta de citocinas a nivel cerebral, que agrava la neurodegeneración, como ya se ha comentado71,74. Hay que añadir que la bacteria no se ha localizado en sustancia negra de los enfermos ni tejido cerebral, e incluso en sangre74.

En resumen, los efectos del HP son indirectos o sobre la biodisponibilidad de levodopa. Por una parte, produce factores neurotóxicos y antigénicos con acción deletérea sobre neuronas dopaminérgicas, e induce inflamación gástrica e intestinal que modifica la microbiota del intestino, haciéndola patógena. Todo ello repercute negativamente en sujetos susceptibles genéticamente de presenta EP. Por otro lado, la eficacia terapéutica de la levodopa está disminuida en los pacientes infectados con HP. Un esquema de los posibles mecanismos de acción del HP en la EP se presenta en la figura 2.

Figura 2.

Esquema que muestra los posibles mecanismos de acción patogénica de la bacteria Helicobacter pylori en la enfermedad de Parkinson. La bacteria Helicobacter pylori produce factores neurotóxicos y antigénicos con acción deletérea sobre neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra. También induce inflamación gástrica e intestinal, que modifica la microbiota del intestino haciéndola patógena. Finalmente, la biodisponibilidad y la eficacia terapéutica de la levodopa están disminuidas en los pacientes infectados con Helicobacter pylori.

(0.16MB).
Virus de la hepatitis C

El VHC aumenta el riesgo de presentar EP entre 1,5 y 2 veces75-78 y dicho riesgo elevado desaparece tras una terapia antiviral efectiva79,80. Parece ser que hay individuos especialmente susceptibles, donde el VHC puede atravesar la barrera hematoencefálica, producir una tormenta de citocinas cerebral con neuroinflamación y dañar las neuronas de dopamina de la sustancia negra75. En estos individuos hay un perfil receptorial específico para el VHC, que incluye las proteínas de membrana CD81, claudina-1, LDLR y ocludina. Estos receptores se expresan sobre todo en las células endoteliales de la microvasculatura cerebral y permiten la entrada masiva del virus en el cerebro humano75,81.

Virus relacionados epidemiológicamente con la enfermedad de ParkinsonVirus influenza tipo A

Muchos subtipos de virus influenza tipo A son neurotrópicos y, además de los cuadros respiratorios, pueden originar complicaciones en el SNC82,83, dando lugar a encefalitis y neuroinflamación que pueden ocasionar neurodegeneración a largo plazo83,84. Originan parkinsonismo postencefalítico, como se puso de manifiesto por la mayor incidencia de EP tras pandemias gripales como la de 1918, causada por la cepa H1N1, que causó más de 30millones de muertes85,86. Además, las personas que nacieron alrededor de 1918 tenían un riesgo 2-3 veces mayor de presentar EP que los nacidos con posterioridad a 192487,88. Experimentalmente, se sabe que los virus influenza A H1N1 infectan las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra y activan mecanismos celulares patológicos que subyacen a la EP, como disfunción mitocondrial, estrés de retículo endoplásmico y deficiencia autofágica89,90.

Otros subtipos de virus influenza A, como H5N3, H3N2 y H7N7, algunos causantes de pandemias de gripe como la de 1968 de la cepa H3N2, que causó un millón de fallecimientos, producen tormentas de citocinas a nivel cerebral y daño dopaminérgico, como se demuestra a nivel experimental91-94. Aunque no producen un cuadro encefalítico, la neuroinflamación crónica originada por la tormenta de citocinas podría causar parkinsonismo a largo plazo, como ya se ha comentado12. A este respecto, los virus SARS-CoV (acute respiratory syndrome coronaviruses), como el SARS-CoV-2, causante de la actual pandemia del 2019, inducen una fuerte tormenta de citocinas en el cerebro humano y alteran la función mitocondrial y la autofagia celular95-97. Todo ello se podría traducir en un mayor riesgo de presentar EP, hecho que solo se dilucidará en un futuro.

Otros virus causantes de parkinsonismo postencefalítico

Como se ha comentado, otros virus causantes de encefalitis se asocian a parkinsonismo. Entre estos destacan los virus de la encefalitis japonesa tipo B, de San Luis y del Nilo Occidental13. Estos virus son capaces de producir encefalitis cuya consecuencia puede ser un parkinsonismo atípico, que muestra la clásica sintomatología de la EP, pero que a veces no responde a levodopa y no se asocia a la presencia de cuerpos de Lewy98-102.

Conclusiones

Se desconoce la etiología de la EP, pero se acepta que existe una susceptibilidad genética a agentes ambientales. Entre estos agentes ambientales destacan hongos, bacterias y virus. Tres microorganismos están directamente relacionados con un mayor riesgo estadístico de presentar EP: el género de hongos Malassezia, la bacteria HP y el VHC. Estos microorganismos, si el huésped es vulnerable por susceptibilidad genética o debilidad inmunológica, pueden acceder al sistema nervioso, infectarlo y causar neuroinflamación crónica con neurodegeneración. Otros microorganismos se relacionan desde una vertiente epidemiológica con la enfermedad, destacando los virus influenza tipo A, de la encefalitis japonesa tipo B, de San Luis y del Nilo Occidental. Estos virus pueden afectar al sistema nervioso causando encefalitis, cuya consecuencia puede ser un parkinsonismo.

Financiación

Sin financiación.

Conflicto de intereses

El autor declara que no hay conflictos de intereses.

Agradecimientos

El autor agradece la inestimable ayuda y amistad de Fernando Rodríguez de Fonseca (Instituto de Investigación Biomédica de Málaga, IBIMA), Antonio Córdoba Fernández y Ángel Martín de Pablos (Universidad de Sevilla).

Bibliografía
[1]
D.J. Gelb, E. Oliver, S. Gilman.
Diagnostic criteria for Parkinson disease.
Archiv Neurology., 56 (1999), pp. 33-39
[2]
W. Poewe, G. Wenning.
The differential diagnosis of Parkinson's disease.
Eur J Neurol., Suppl 3 (2002), pp. 23-30
[3]
M.G. Spillantini, R.A. Crowther, R. Jakes, N.J. Cairns, P.L. Lantos, M. Goedert.
Filamentous alpha-synuclein inclusions link multiple system atrophy with Parkinson's disease and dementia with Lewy bodies.
Neurosci Lett., 251 (1998), pp. 205-208
[4]
K.A. Jellinger.
Neuropathological spectrum of synucleinopathies.
Mov Disord., 18 (2003), pp. S2-S12
[5]
T.G. Beach, C.H. Adler, L.I. Sue, J.B. Peirce, J. Bachalakuri, J.E. Dalsing-Hernandez, et al.
Reduced striatal tyrosine-hydroxylase in incidental Lewy body disease.
Acta Neuropathol., 15 (2018), pp. 445-451
[6]
T.G. Beach, C.H. Adler, L.I. Sue, L. Vedders, L. Lue, C.L. White, Arizona Parkinson's Disease Consortium, et al.
Multi-organ distribution of phosphorylated alpha-synuclein histopathology in subjects with Lewy body disorders.
Acta Neuropathol., 119 (2010), pp. 689-702
[7]
E. Ghebremedhin, K. del Tredici, J.W. Langston, H. Braak.
Diminished tyrosine hydroxylase immunoreactivity in the cardiac conduction system and myocardium in Parkinson's disease: An anatomical study.
Acta Neuropathol., 118 (2009), pp. 777-784
[8]
B. Liu, H.M. Gao, J.S. Hong.
Parkinson's disease and exposure to infectious agents and pesticides and the occurrence of brain injuries: Role of neuroinflammation.
Environ Health Perspect., 111 (2003), pp. 1065-1073
[9]
M.P. Mattson.
Infectious agents and age-related neurodegenerative disorders.
Ageing Res Rev., 3 (2004), pp. 105-120
[10]
H. Vlajinac, E. Dzoljic, J. Maksimovic, J. Marinkovic, S. Sipetic, V. Kostic.
Infections as a risk factor for Parkinson's disease: A case-control study.
Int J Neurosci., 123 (2013), pp. 329-332
[11]
H. Wang, X. Liu, C. Tan, W. Zhou, J. Jiang, W. Peng, et al.
Bacterial, viral, and fungal infection-related risk of Parkinson's disease: Meta-analysis of cohort and case-control studies.
Brain Behav., 10 (2020), pp. e01549
[12]
N.F. Fletcher, G.K. Wilson, J. Murray, K. Hu, A. Lewis, G.M. Reynolds.
Hepatitis C virus infects the endothelial cells of the blood-brain barrier.
Gastroenterology., 142 (2012), pp. 634-643
[13]
H. Jang, D.A. Boltz, R.G. Webster, R.J. Smeyne.
Viral parkinsonism.
Biochim Biophys Acta., 1792 (2009), pp. 714-721
[14]
A. Dutta, S.C. Miaw, J.S. Yu, S.C. Chen, C.Y. Lin, Y.C. Lin, et al.
Altered T-bet dominance in IFN-γ-decoupled CD4+T cells with attenuated cytokine storm and preserved memory in influenza.
J Immunol., 190 (2013), pp. 4205-4214
[15]
D.B. Calne, J.W. Langston.
Aetiology of Parkinson's disease.
Lancet., 2 (1983), pp. 1457-1459
[16]
J.W. Langston, L.S. Forno, J. Tetrud, A.G. Reeves, J.A. Kaplan, D. Karluk.
Evidence of active nerve cell degeneration in the substantia nigra of humans years after 1-methyl-4-phenyl-1,2,3,6-tetrahydropyridine exposure.
[17]
A. Lourbopoulos, A. Ertürk, F. Hellal.
Microglia in action: How aging and injury can change the brain's guardians.
Front Cell Neurosci., 23 (2015), pp. 54
[18]
Y. Chao, S.C. Wong, E.K. Tan.
Evidence of inflammatory system involvement in Parkinson's disease.
Biomed Res Int., 2014 (2014), pp. 308654
[19]
P. Troncoso-Escudero, A. Parra, M. Nassif, R.L. Vidal.
Outside in: unraveling the role of neuroinflammation in the progression of Parkinson's disease.
Front Neurol., 9 (2018), pp. 860
[20]
M. Mogi, M. Harada, P. Riederer, H. Narabayashi, K. Fujita, T. Nagatsu.
Tumor necrosis factor-alpha (TNF-alpha) increases both in the brain and in the cerebrospinal fluid from parkinsonian patients.
Neurosci Lett., 165 (1994), pp. 208-210
[21]
H.D.E. Booth, W.D. Hirst, R. Wade-Martins.
The role of astrocyte dysfunction in Parkinson's disease pathogenesis.
Trends Neurosci., 40 (2017), pp. 358-370
[22]
I.U. Song, J.S. Kim, S.W. Chung, K.S. Lee.
Is there an association between the level of high-sensitivity C-reactive protein and idiopathic Parkinson's disease? A comparison of Parkinson's disease patients, disease controls and healthy individuals.
Eur Neurol., 62 (2009), pp. 99-104
[23]
H. Sawada, T. Oeda, A. Umemura, S. Tomita, M. Kohsaka, K. Park, et al.
Baseline C-Reactive protein levels and life prognosis in Parkinson disease.
PLoS One., 10 (2015), pp. e0134118
[24]
A. Umemura, T. Oeda, K. Yamamoto, S. Tomita, M. Kohsaka, K. Park.
Baseline plasma C-reactive protein concentrations and motor prognosis in Parkinson disease.
PLoS One., 10 (2015), pp. e0136722
[25]
W.R. Gower.
A manual of diseases of the nervous system.
Churchill, (1893),
[26]
M. Ikemura, Y. Saito, R. Sengoku, Y. Sakiyama, H. Hatsuta, K. Kanemaru, et al.
Lewy body pathology involves cutaneous nerves.
J Neuropathol Exp Neurol., 67 (2008), pp. 945-953
[27]
N. Wang, C.H. Gibbons, J. Lafo, R. Freeman.
α-Synuclein in cutaneous autonomic nerves.
Neurology., 81 (2013), pp. 1604-1610
[28]
K. Doppler, S. Ebert, N. Uçeyler, C. Trenwalder, J. Ebentheuer, J. Volkmann, et al.
Cutaneous neuropathy in Parkinson's disease: A window into brain pathology.
Acta Neuropathol., 128 (2014), pp. 99-109
[29]
V.S.A. Arsenijevic, D. Milobratovic, A.M. Barac, B. Vekic, J. Marinkovic, V.S. Kostic.
A laboratory-based study on patients with Parkinson's disease and seborrheic dermatitis: The presence and density of Malassezia yeasts, their different species and enzymes production.
BMC Dermatol., 14 (2014), pp. 5
[30]
A.H. Ravn, J.P. Thyssen, A. Egeberg.
Skin disorders in Parkinson's disease: Potential biomarkers and risk factors.
Clin Cosmet Invest Dermatol., 10 (2017), pp. 87-92
[31]
M. Mastrolonardo, A. Diaferio, G. Logroscino.
Seborrheic dermatitis, increased sebum excretion, and Parkinson's disease: A survey of (im)possible links.
Med Hypotheses., 60 (2003), pp. 907-911
[32]
M. Skorvanek, K.P. Bhatia.
The skin and Parkinson's disease: Review of clinical diagnostic, and therapeutic issues.
Mov Disord Clin Pract., 4 (2016), pp. 21-31
[33]
J.L. Burton, M. Cartlidge, N.E. Cartlidge, S. Shuster.
Sebum excretion in parkinsonism.
Br J Dermatol., 88 (1973), pp. 263-266
[34]
L. Naldi, A. Rebora.
Clinical practice seborrheic dermatitis.
N Engl J Med., 360 (2009), pp. 387-396
[35]
M. Laurence, J. Benito-León, F. Calon.
Malassezia and Parkinson's disease.
Front Neurol., 10 (2019), pp. 758
[36]
C.C. Zouboulis, R. Elewa, M. Ottaviani, J. Fluhr, M. Picardo, A. Bernois, et al.
Age influences the skin reaction pattern to mechanical stress and its repair level through skin care products.
Mech Ageing Dev., 170 (2018), pp. 98-105
[37]
I. Alecu, S.A.L. Bennett.
Dysregulated lipid metabolism and its role in α-synucleinopathy in Parkinson's disease.
Front Neurosci., 13 (2019), pp. 328
[38]
A. Minguez-Castellanos, D.B. Rowe.
Lesions associated with autonomic dysfunction: Gastrointestinal disorders.
Non-dopamine lesions in Parkinson's disease, pp. 103-122
[39]
T. Brudek.
Inflammatory bowel diseases and Parkinson's disease.
J Parkinsons Dis., 9 (2019), pp. S331-S344
[40]
M.C. Houser, J. Chang, S.A. Factor, E.S. Molho, C.P. Zabetian, E.M. Hill-Burns.
Stool immune profiles evince gastrointestinal inflammation in Parkinson's disease.
Mov Disord., 33 (2018), pp. 793-804
[41]
H. Braak, R.A. de Vos, J. Bohl, K. del Tredici.
Gastric alpha-synuclein immunoreactive inclusions in Meissner's and Auerbach's plexuses in cases staged for Parkinson's disease-related brain pathology.
Neurosci Lett., 396 (2006), pp. 67-72
[42]
B. Liu, F. Fang, N.L. Pedersen, A. Tillander, J.F. Ludvigsson, A. Ekbom, et al.
Vagotomy and Parkinson disease: A Swedish register-based matched-cohort study.
Neurology., 88 (2017), pp. 1996-2002
[43]
E. Svensson, E. Horváth-Puhó, R.W. Thomsen, J.C. Djurhuus, L. Pedersen, P. Borghammer, et al.
Vagotomy and subsequent risk of Parkinson's disease.
Ann Neurol., 78 (2015), pp. 522-529
[44]
J.J. Limon, J. Tang, D. Li, A.J. Wolf, K.S. Michelsen, V. Funari, et al.
Malassezia is associated with Crohn's disease and exacerbates colitis in mouse models.
Cell Host Microbe., 25 (2019), pp. 377-388
[45]
R.A. Drummond, A.L. Collar, M. Swamydas, C. Rodriguez, J.K. Lim, L.M. Mendez, et al.
CARD9-dependent neutrophil recruitment protects against fungal invasion of the central nervous system.
PLoS Pathog., 11 (2015), pp. e1005293
[46]
S. Youngchim, J.D. Nosanchuk, S. Pornsuwan, S. Kajiwara, N. Vanittanakom.
The role of L-DOPA on melanization and mycelial production in Malassezia furfur.
[47]
N. Mons, F. Tison, M. Geffard.
Identification of L-dopa-dopamine and L-dopa cell bodies in the rat mesencephalic dopaminergic cell systems.
Synapse., 4 (1989), pp. 99-105
[48]
J.L. Burton, S. Shuster.
Effect of L-dopa on seborrhoea of parkinsonism.
Lancet., 2 (1970), pp. 19-20
[49]
H.R. Ashbee.
Recent developments in the immunology and biology of Malassezia species.
FEMS Immunol Med Microbiol., 47 (2006), pp. 14-23
[50]
D. Pisa, R. Alonso, L. Carrasco.
Parkinson's disease: A comprehensive analysis of fungi and bacteria in brain tissue.
Int J Biol Sci., 16 (2020), pp. 1135-1152
[51]
K. Góralska, J. Blaszkowska, M. Dzikowiec.
Neuroinfections caused by fungi.
Infection., 46 (2018), pp. 443-459
[52]
N. Deigendesch, J. Costa Nunez, W. Stenzel.
Parasitic and fungal infections.
Handb Clin Neurol., 145 (2017), pp. 245-262
[53]
A. Charlett, R.J. Dobbs, S.M. Dobbs, C. Weller, P. Brady, D.W. Peterson.
Parkinsonism: Siblings share Helicobacter pylori seropositivity and facets of syndrome.
Acta Neurol Scand., 99 (1999), pp. 26-35
[54]
G. Çamcı, S. Oğuz.
Association between Parkinson's disease and Helicobacter Pylori.
J Clin Neurol., 12 (2016), pp. 147-150
[55]
X. Shen, H. Yang, Y. Wu, D. Zhang, H. Jiang.
Meta-analysis: Association of Helicobacter pylori infection with Parkinson's diseases.
Helicobacter., 22 (2017),
[56]
R.J. Dobbs, A. Charlett, S.M. Dobbs, C. Weller, A. Ibrahim, M.A.O. Iguodala, et al.
Leukocyte-subset counts in idiopathic parkinsonism provide clues to a pathogenic pathway involving small intestinal bacterial overgrowth. A surveillance study.
Gut Pathog., 4 (2012), pp. 12
[57]
A. Mulak, B. Bonaz.
Brain-gut-microbiota axis in Parkinson's disease.
World J Gastroenterol., 21 (2015), pp. 10609-10620
[58]
J.M. Noto, R.M. Peek Jr..
The gastric microbiome, its interaction with Helicobacter pylori, and its potential role in the progression to stomach cancer.
PLoS Pathog., 13 (2017), pp. e1006573
[59]
M. Bialecka, M. Kurzawski, G. Klodowska-Duda, G. Opala, S. Juzwiak, G. Kurzawski, et al.
CARD15 variants in patients with sporadic Parkinson's disease.
Neurosci Res., 57 (2007), pp. 473-476
[60]
S. Rayaprolu, B. Mullen, M. Baker, T. Lynch, E. Finger, W.W. Seeley, et al.
TREM2 in neurodegeneration: Evidence for association of the p.R47H variant with frontotemporal dementia and Parkinson's disease.
Mol Neurodegener., 8 (2013), pp. 19
[61]
M. Pierantozzi, A. Pietroiusti, G. Sancesario, G. Lunardi, E. Fedele, P. Giacomini, et al.
Reduced L-dopa absorption and increased clinical fluctuations in Helicobacter pylori-infected Parkinson's disease patients.
Neurol Sci., 22 (2001), pp. 89-91
[62]
W.Y. Lee, W.T. Yoon, H.Y. Shin, S.H. Jeon, P.L. Rhee.
Helicobacter pylori infection and motor fluctuations in patients with Parkinson's disease.
Mov Disord., 23 (2008), pp. 1696-1700
[63]
K.R. Mridula, R. Borgohain, V. Chandrasekhar Reddy, V.Ch. Bandaru, T. Suryaprabha.
Association of Helicobacter pylori with Parkinson's disease.
J Clin Neurol., 13 (2017), pp. 181-186
[64]
M. Pierantozzi, A. Pietroiusti, A. Galante, G. Sancesario, G. Lunardi, E. Fedele, et al.
Helicobacter pylori-induced reduction of acute levodopa absorption in Parkinson's disease patients.
Ann Neurol., 50 (2001), pp. 686-687
[65]
M. Pierantozzi, A. Pietroiusti, L. Brusa, S. Galati, A. Stefani, G. Lunardi, et al.
Helicobacter pylori eradication and l-dopa absorption in patients with PD and motor fluctuations.
Neurology., 66 (2006), pp. 1824-1829
[66]
S.M. Dobbs, A. Charlett, R.J. Dobbs, C. Weller, O. Iguodala, C. Smee, et al.
Antimicrobial surveillance in idiopathic parkinsonism: Indication-specific improvement in hypokinesia following Helicobacter pylori eradication and non-specific effect of antimicrobials for other indications in worsening rigidity.
Helicobacter., 18 (2013), pp. 187-196
[67]
E. Lahner, B. Annibale, G. delle Fave.
Systematic review: Helicobacter pylori infection and impaired drug absorption.
Aliment Pharmacol Ther., 29 (2009), pp. 379-386
[68]
M. Lyte.
Microbial endocrinology as a basis for improved L-DOPA bioavailability in Parkinson's patients treated for Helicobacter pylori.
Med Hypotheses., 74 (2010), pp. 895-897
[69]
C. Weller, A. Charlett, N.L. Oxlade, S.M. Dobbs, R.J. Dobbs, D.W. Peterson, et al.
Role of chronic infection and inflammation in the gastrointestinal tract in the etiology and pathogenesis of idiopathic parkinsonism Part 3: Predicted probability and gradients of severity of idiopathic parkinsonism based on H. pylori antibody profile.
Helicobacter., 10 (2005), pp. 288-297
[70]
Y. Hirai, M. Haque, T. Yoshida, K. Yokota, T. Yasuda, K. Oguma.
Unique cholesteryl glucosides in Helicobacter pylori: Composition and structural analysis.
J Bacteriol., 177 (1995), pp. 5327-5333
[71]
C.H. Hawkes, K. del Tredici, H. Braak.
Parkinson's disease: A dual-hit hypothesis.
Neuropathol Appl Neurobiol., 33 (2007), pp. 599-614
[72]
P.T. Ly, S. Pelech, C.A. Shaw.
Cholesteryl glucoside stimulates activation of protein kinase B/Akt in the motor neuron-derived NSC34 cell line.
Neurobiol Lipids., 7 (2008), pp. 620081
[73]
E. Hildebrandt, D.J. McGee.
Helicobacter pylori lipopolysaccharide modification Lewis antigen expression, and gastric colonization are cholesterol-dependent.
BMC Microbiol., 9 (2009), pp. 258
[74]
D.J. McGee, X.H. Lu, E.A. Disbrow.
Stomaching the possibility of a pathogenic role for Helicobacter pylori in Parkinson's disease.
J Parkinsons Dis., 8 (2018), pp. 367-374
[75]
Q. Alam, M.Z. Alam, G. Mushtaq, G.A. Damanhouri, M. Rasool, M.A. Kamal, et al.
Inflammatory process in Parkinson disease: Role for cytokines.
Current Pharmaceutical Design., 22 (2016), pp. 541-548
[76]
J.T. Boyd, K.J. Wangensteen, E.L. Krawitt, R.W. Hamill, C.H. Kao, H.H. Tsai, et al.
virus infection as a risk factor for Parkinson disease: A nationwide cohort study.
[77]
J.M. Kim, et al.
Association between hepatitis C virus infection and Parkinson's disease.
Mov Disord., 31 (2016), pp. 1584-1585
[78]
K. Wijarnpreecha, S. Chesdachai, V. Jaruvongvanich, P. Ungprasert.
Hepatitis C, virus infection and risk of Parkinson's disease: A systematic review and meta-analysis.
Eur J Gastroenterol Hepatol., 30 (2018), pp. 9-13
[79]
T.H. Su, H.C. Yang, T.C. Tseng, S.W. Chou, C.H. Lin, C.H. Liu, et al.
Antiviral therapy in patients with chronic hepatitis C is associated with a reduced risk of parkinsonism.
Mov Disord., 34 (2019), pp. 1882-1890
[80]
W.Y. Lin, M.S. Lin, Y.H. Weng, T.H. Yeh, Y.S. Lin, P.Y. Fong, et al.
Association of antiviral therapy with risk of Parkinson disease in patients with chronic hepatitis C virus infection.
JAMA Neurology., 76 (2019), pp. 1019
[81]
N.F. Fletcher, G.K. Wilson, J. Murray, K. Hu, A. Lewis, G.M. Reynolds, et al.
Hepatitis C virus infects the endothelial cells of the blood-brain barrier.
Gastroenterology., 142 (2012), pp. 634-643
[82]
Y. Hayase, K. Tobita.
Influenza virus and neurological diseases.
Psychiatry Clin Neurosci., 51 (1997), pp. 181-184
[83]
J. Guarner, C.D. Paddock, W.J. Shieh, M.M. Packard, M. Patel, J.L. Montague, et al.
Histopathologic and immunohistochemical features of fatal influenza virus infection in children during the 2003-2004 season.
Clin Infect Dis., 43 (2006), pp. 132-140
[84]
D. Kobasa, S.M. Jones, K. Shinya, J.C. Kash, J. Copps, H. Ebihara, et al.
Aberrant innate immune response in lethal infection of macaques with the 1918 influenza virus.
Nature., 445 (2007), pp. 319-323
[85]
C.P. Maurizi.
Why was the 1918 influenza pandemic so lethal? The possible role of a neurovirulent neuraminidase.
Med Hypotheses., 16 (1985), pp. 1-5
[86]
R.T. Ravenholt, W.H. Foege.
1918 influenza, encephalitis lethargica, parkinsonism.
[87]
C.N. Martyn, C. Osmond.
Parkinson's disease and the environment in early life.
J Neurol Sci., 132 (1995), pp. 201-206
[88]
C.N. Martyn.
Infection in childhood and neurological diseases in adult life.
[89]
M. Takahashi, T. Yamada, S. Nakajima, K. Nakajima, T. Yamamoto, H. Okada.
The substantia nigra is a major target for neurovirulent influenza A virus.
J Exp Med., 181 (1995), pp. 2161-2169
[90]
R. Marreiros, A. Müller-Schiffmann, S.V. Trossbach, I. Prikulis, S. Hänsch, S. Weidtkamp-Peters, et al.
Disruption of cellular proteostasis by H1N1 influenza A virus causes α-synuclein aggregation.
Proc Natl Acad Sci USA., 117 (2020), pp. 6741-6751
[91]
K. Matsuda, C.H. Park, Y. Sunden, T. Kimura, K. Ochiai, H. Kida, et al.
The vagus nerve is one route of transneural invasion for intranasally inoculated influenza a virus in mice.
Vet Pathol., 41 (2004), pp. 101-107
[92]
K. Matsuda, T. Shibata, Y. Sakoda, H. Kida, T. Kimura, K. Ochiai, et al.
In vitro demonstration of neural transmission of avian influenza A virus.
J Gen Virol., 86 (2005), pp. 1131-1139
[93]
H. Jang, D. Boltz, J. McClaren, A.K. Pani, M. Smeyne, A. Korff, et al.
Inflammatory effects of highly pathogenic H5N1 influenza virus infection in the CNS of mice.
J Neurosci., 32 (2012), pp. 1545-1559
[94]
S. Hosseini, E. Wilk, K. Michaelsen-Preusse, I. Gerhauser, W. Baumgärtner, R. Geffers, et al.
Long-term neuroinflammation induced by influenza A virus infection and the impact on hippocampal neuron morphology and function.
J Neurosci., 38 (2018), pp. 3060-3080
[95]
J. Xu, S. Zhong, J. Liu, L. Li, Y. Li, X. Wu, et al.
Detection of severe acute respiratory syndrome coronavirus in the brain: potential role of the chemokine mig in pathogenesis.
Clin Infect Dis., 41 (2005), pp. 1089-1096
[96]
C.S. Shi, H.Y. Qi, C. Boularan, N.N. Huang, M. Abu-Asab, J.H. Shelhamer, et al.
SARS-coronavirus open reading frame-9b suppresses innate immunity by targeting mitochondria and the MAVS/TRAF3/TRAF6 signalosome.
J Immunol., 193 (2014), pp. 3080-3089
[97]
P.J. Serrano-Castro, G. Estivill-Torrús, P. Cabezudo-García, J.A. Reyes-Bueno, N. Ciano Petersen, M.J. Aguilar-Castillo, et al.
Influencia de la infección SARS-CoV-2 sobre enfermedades neurodegenerativas y neuropsiquiátricas: ¿una pandemia demorada?.
Neurologia., 35 (2020), pp. 245-251
[98]
T. Ishii, M. Matsushita, S. Hamada.
Characteristic residual neuropathological features of Japanese B encephalitis.
Acta Neuropathol., 38 (1977), pp. 181-186
[99]
M.R. Pranzatelli, S.H. Mott, S.G. Pavlakis, J.A. Conry, E.D. Tate.
Clinical spectrum of secondary parkinsonism in childhood: A reversible disorder.
Pediatr Neurol., 10 (1994), pp. 131-140
[100]
F. Cerna, B. Mehrad, J.P. Luby, D. Burns, J.L. Fleckenstein.
St. Louis encephalitis and the substantia nigra: MR imaging evaluation.
Am J Neuroradiol, 20 (1999), pp. 1281-1283
[101]
T. Solomon, P.M. Winter.
Neurovirulence and host factors in flavivirus encephalitis —evidence from clinical epidemiology.
Arch Virol Suppl., 18 (2004), pp. 161-170
[102]
M. Diagana, P.M. Preux, M. Dumas.
Japanese encephalitis revisited.
J Neurol Sci., 262 (2007), pp. 165-170
Copyright © 2020. Sociedad Española de Neurología
Download PDF
Article options
es en pt

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?

Are you a health professional able to prescribe or dispense drugs?

Você é um profissional de saúde habilitado a prescrever ou dispensar medicamentos

Quizás le interese:
10.1016/j.nrl.2018.12.008
No mostrar más