AT Beck formuló la teoría congnitiva hace ya más de 50 años y, desde entonces, su aplicación terapéutica ha evolucionado paralelamente a los avances en neurociencias. La terapia cognitiva y la terapia cognitivoconductual se refieren a procedimientos terapéuticos similares y la denominación puede usarse indistintamente. Constituyen el modelo de tratamiento psicológico con mayor soporte empírico basado en la evidencia, y su eficacia y efectividad se demuestran para un amplio grupo de trastornos psiquiátricos y problemas psicológicos. Esta evidencia es especialmente relevante en su aplicación a los trastornos depresivos: es el tratamiento psicológico recomendado, e incluso de elección, por las principales guías de práctica clínica, al mismo nivel de eficacia que los fármacos antidepresivos para algunas formas de presentación clínica de la depresión. En los últimos 15 años, en busca de una mayor especificidad terapéutica, se ha desarrollado un grupo heterogéneo de tratamientos cognitivoconductuales que, basándose en similares propuestas etiológicas y comprensión del trastorno (la importancia del procesamiento cognitivo de la información para la regulación emocional), proponen incidir en el proceso del pensamiento disfuncional más que en su contenido. Se trata de las denominadas terapias de tercera generación. Más recientemente, la terapia cognitiva ha progresado estableciendo sus bases neurobiológicas, y de ello se derivan nuevas propuestas terapéuticas: terapias de remediación cognitiva centradas en mejorar la disfunción cognitiva de la depresión, con resultados muy prometedores, pero aún pendientes de validación.
Cognitive theory was formulated more than 50 years ago by Beck. Since then, its therapeutic applications have evolved in parallel with advances in neuroscience. Cognitive therapy and cognitive behavioural therapy refer to similar therapeutic procedures and the terms can be used interchangeably. They constitute the most evidence-based empirical model of psychological treatment and have demonstrated their efficiency and effectiveness in a wide range of psychiatric disorders and psychological conditions. This evidence is particularly strong for their application in depressive disorders. In the main clinical practice guidelines, cognitive therapy is the recommended psychological treatment, and even the treatment of choice, for these disorders, and has the same efficiency level as antidepressants for some of the clinical presentations of depression. In the search for greater therapeutic specificity, a heterogeneous group of cognitive-behavioural treatments have been developed in the last 15 years. These new cognitive-behavioural treatments, based on similar aetiological models and understanding of the disorder (the importance of cognitive information processing to achieve emotional regulation), propose to focus on the process of dysfunctional thought rather than on its content. These treatments are known as “third-wave” cognitive-behavioural therapies. More recently, cognitive therapy has progressed by establishing its neurological basis, resulting in new therapeutic proposals: cognitive remediation therapies, which focus on improving cognitive dysfunction in depressive disorders. The results are promising but require validation.