Desde finales de diciembre con el comienzo de la pandemia en la pequeña municipalidad de Wahn en la China hasta hoy cuando mas de 170 países se han visto afectados es poco lo que se ha considerado la salud mental de los mas de siete mil millones de habitantes. La prioridad se ha centrado en el contexto de tratar de evitar la muerte de las personas infectadas a través de unidades de cuidados intensivos y a gran actividad científica para la búsqueda de algún tratamiento efectivo o el descubrimiento de la vacuna.
La cuarentena es hasta ahora el modelo epidemiológico que lentifica la velocidad de contagio, tratándose de un virus altamente contagioso y con gran letalidad, que permite preparar servicios de salud de alta complejidad y lleva a que con estrategias de cierres parciales y/o totales siguientes se vaya alcanzando un buen porcentaje poblacional de inmunidad; en este sentido estamos hablando de una situación que llevara bastantes meses lograrlo. Pero la cuarentena y la incertidumbre a la que estamos avocados genera importantes alteraciones en la salud mental. Si agregamos que la adquisición de nuevas formas de vivir y comportarnos esta francamente relacionado con el contagio es desde los procesos mentales que debemos impactar.
Poco tiempo y atención se ha prestado a la condición mental individual y colectiva, los programas establecidos de atención y acompañamiento a los individuos en sus alteraciones en esta área son fragmentados y de poco impacto. Los trastornos ansiosos y depresivos, mas los procesos adaptativos a una nueva cotidianidad requieren una atención tratando de que sea un abordaje organizado con buenas posibilidades de acceso y oportunidad a ellos. Si además agregamos el porcentaje alto de personas que padecían ya un trastorno mental que tienden a agravarse se hace aún de forma mas prioritaria en los sistemas de salud este componente incluyendo la disponibilidad de tratamientos farmacológicos.
De tiempo atrás en diferentes fenómenos epidémicos ya se había considerado este elemento y encontramos disponible evidencia, aunque no abundante, tanto de los modelos como de las alternativas terapéuticas para el enfrentamiento de la condición mental de las personas.
Sin esta estrategia será muy difícil poder realizar a nivel de territorios una disminución de las muertes. El comportamiento humano, la ansiedad y la depresión juegan un papel importante en este propósito.
Otra consideración necesitará el análisis luego de que pase esta pandemia.
La vida continua, el esfuerzo de la psiquiatría colombiana debe permanecer, la Asociación con su esfuerzo mantiene las acciones en este sentido, sin duda la revista y la posibilidad de mantener su publicación es una muestra de ello.