El envejecimiento y el incremento de la dependencia asociado al mismo hacen del cuidador una figura de gran relevancia en la actualidad. El presente estudio analiza las diferencias sociodemográficas entre cuidadores familiares y profesionales así como el grado de satisfacción e implicación de ambos grupos en un programa de formación de cuidadores.
MétodosLa muestra constó de 59 cuidadores de personas mayores (37 cuidadores familiares y 22 profesionales) que recibieron e implementaron un programa de formación de cuidadores en sus funciones de cuidados diarias. Estos cuidadores fueron formados en estrategias de comunicación y estimulación cognitiva para que las implementaran con las personas mayores que cuidaban durante un periodo de 3 meses. Todos los participantes fueron evaluados con un cuestionario sociodemográfico, con 2 instrumentos para analizar su satisfacción con el cuidado y con la formación recibida y con un cuestionario en el que se analizaba la capacidad que tenían para detectar y reaccionar ante problemas de memoria y de conducta de las personas mayores a las que atendían.
ResultadosLos resultados mostraron diferencias sociodemográficas entre ambos grupos de cuidadores, mejoras tras el tratamiento en la satisfacción laboral de los cuidadores familiares y una mayor implicación en su trabajo diario en ambos grupos de cuidadores aunque dichos efectos puedan ser debidos a diferentes motivos.
ConclusionesLa investigación realizada muestra las ventajas de llevar a cabo programas de formación de cuidadores ya que logran incrementar la calidad y la satisfacción con el cuidado. También se muestra la necesidad de adaptar dichos programas ya que las características sociodemográficas y las necesidades formativas son diferentes en función de si el cuidador es un familiar o un profesional.
The ageing population and the increasing dependency associated with it, makes the caregiver a highly relevant figure nowadays. The present study analyzes the socio-demographic differences between family and professional caregivers and their satisfaction and implication in a training program for caregivers.
MethodsThe sample consisted of 59 caregivers of older people (37 were family caregivers and 22 professional caregivers) which received and implemented a caregivers training program in their daily care functions. These caregivers were trained in communication skills and cognitive stimulation strategies so they could use them in their daily care activities with the older adults under their care during a period of 3 months. All the participants were assessed with a socio-demographic questionnaire, 2 questionnaires to analyze their satisfaction with their work and the training received and one questionnaire to analyze their ability to detect and react to memory and behavior problems in the older adults they attended.
ResultsThe results showed socio-demographic differences, improvements in satisfaction in family caregivers and a greater commitment in their daily work after the treatment in both groups although these effects could be due to different reasons.
ConclusionsThe research shows the benefits of carrying out training programs for caregivers as they significantly increase the quality and satisfaction with caregiving. The study also displays the need to adjust such programs taking into account that the socio-demographic characteristics and training needs are different depending on whether de caregiver is a family member or a professional.
En las últimas décadas hemos observado cómo la población europea mayor de 65 años ha aumentado, llegando a representar el 19,2% de la población total. Además, según un informe de Naciones Unidas, se prevé que este porcentaje alcance el 36% en 20501. Este aumento de la esperanza de vida puede dar lugar a un incremento de la incidencia y prevalencia de patologías asociadas a la edad así como del porcentaje de personas dependientes2. Estos hechos conllevan un aumento de la demanda de los servicios profesionales para el cuidado de las personas mayores y la necesidad de activar mecanismos que se encarguen de minimizar los efectos negativos del envejecimiento poblacional3.
Cuando las personas mayores empiezan a presentar cierto nivel de dependencia en su vida diaria suelen requerir de un cuidador que las atienda, convirtiéndose este en una persona fundamental en su día a día. En este contexto, se entiende que la acción de cuidar incluye ayudar a las personas mayores con cierta disfuncionalidad a realizar tareas y actividades de la vida diaria y de autocuidado4. Por ello, los cuidadores se definen como aquellos que son responsables de cuidar a la persona mayor dependiente, facilitando el ejercicio de sus actividades diarias e intentando, en la medida de lo posible, la promoción de su autonomía e independencia5,6.
Dentro de los cuidadores encontramos 2 tipos: 1) cuidadores profesionales (también llamados en la literatura científica cuidadores formales) y 2) cuidadores familiares (también llamados en la literatura científica cuidadores informales). Por cuidador profesional debe entenderse el profesional que, mediante contrato, oferta de forma especializada aquellas acciones que una persona requiere para cuidarse, intentando ir más allá de las capacidades que esta persona posee7. El cuidador familiar es una persona de la red social del receptor que, de forma voluntaria y sin que medie ninguna organización ni remuneración, provee de las ayudas y cuidados que la persona mayor requiere8.
Según la OMS9, cerca del 28% del total de personas mayores necesitan cuidados diarios y el 80% de estos cuidados son proporcionados por cuidadores familiares9. Estos cuidadores suelen ser mujeres de la familia en más de un 75% de los casos10 llegando a representar hasta el 96,2% según algunos estudios11. En cuanto a las características de estas cuidadoras, la edad media suele estar por encima de los 52 años10,11. Más del 65% de las mismas se encuentran casadas y más del 60% viven en el mismo lugar que la persona mayor a la que cuidan11. Cuando es un hombre mayor el que necesita cuidados, estos son proporcionados por sus cónyuges en un 58,54%, seguido de los hijos, especialmente de las hijas en un 40,24%12. Cuando es una mujer mayor quien necesita cuidados, estos son proporcionados por sus hijos, especialmente las hijas en un 65,26% seguido de los cónyuges en un 25,65%12. De este modo se observa que la mujer tiene que compaginar su trabajo con el desarrollo de las tareas de cuidado11–13.
Aunque la mayoría de los cuidados sean proporcionados por los familiares, parte de estos cuidados son también realizados por cuidadores profesionales en centros institucionales especializados (residencias, centros de día, centros cívicos, centro de mayores, etc.). La mayoría del personal profesional que trabaja en estos centros son mujeres (alrededor del 94,4%) con una edad media que suele estar en torno a los 45 años10 y una formación profesional como auxiliares de enfermería, geriatría o como profesionales de diferentes ámbitos de la salud11.
Dada la importancia del cuidador, numerosos trabajos, tanto a nivel nacional como internacional, se han centrado en abordar los problemas laborales y emocionales de los mismos (sobrecarga, estrés, estado de ánimo deprimido, etc.). Bourgeois et al.14 clasificaron en 4 bloques las diferentes intervenciones dirigidas a los cuidadores: asesoramiento, intervenciones psicoeducacionales, intervenciones multicomponentes e intervenciones de respiro o descanso. Inicialmente estos programas se dirigieron a la formación de cuidadores profesionales de personas con demencia15 y posteriormente se ampliaron a la formación de cuidadores familiares de personas con demencia16 y a los que atienden a personas mayores sin patologías pero con cierta dependencia13,17.
Las diferentes revisiones y metaanálisis con cuidadores familiares han mostrado que las intervenciones en formato grupal son eficaces y muestran beneficios en la calidad de vida y en el estado de ánimo de los cuidadores a la vez que disminuyen parte de su carga de trabajo y de estrés18,19.
Así, la revisión sistemática realizada por Zabalegui et al.18 presenta, en general, resultados moderados, aunque significativos, sobre la eficacia de las intervenciones dirigidas a los cuidadores principales de mayores dependientes en variables como la depresión, la ansiedad y la disminución de problemas de comportamiento en las personas cuidadas. Si bien la sobrecarga es la variable en la que los programas parecen tener menos impacto, las intervenciones grupales multicomponentes y las intervenciones centradas en la adquisición de habilidades de cuidado y modificación del entorno han mostrado resultados estadísticamente significativos a la hora de disminuir la sobrecarga objetiva de los cuidadores18.
De manera similar, encontramos el programa ALOIS20. Este programa consiste en una intervención grupal dirigida a cuidadores familiares de personas con demencia que se basa en la educación en salud y es llevada a cabo por profesionales de atención primaria en servicios de salud. Esta intervención ha mostrado unos resultados positivos en cuanto al incremento de conocimiento y habilidades para mejorar la calidad de vida de los participantes20.
Por su parte, Losada-Baltar et al.21 llevaron a cabo un estudio para valorar la eficacia diferencial de 2 intervenciones psicoeducativas dirigidas a identificar y modificar diferentes comportamientos problemáticos de la persona con demencia. Estos autores encontraron que la intervención cognitivo-conductual era la que obtenía resultados más positivos. Así, con dicho programa se observaba una reducción significativa del estrés asociado a los comportamientos problemáticos y una disminución significativa de la frecuencia de comportamientos problemáticos del familiar21. Resultados similares se han obtenido en cuidadores de personas mayores dependientes sin demencia13.
También encontramos en la literatura programas dirigidos a cuidadores profesionales de personas dependientes principalmente con demencia. Existen programas de formación como el de «Formación del Personal en Residencias de personas asistidas» (Staff Training in Assisted Living Residences, STAR), que ha tenido resultados positivos en cuidadores profesionales estadounidenses22 y de Reino Unido23. También la Universidad de Queensland de Australia creó un programa de formación de cuidadores que consistía en un conjunto de estrategias para facilitar la comunicación eficaz con personas con demencia con buenos resultados24. En esta línea de trabajo y en nuestro país podemos citar a Bravo-Benítez y Navarro-González25 que llevaron a cabo un programa de formación de cuidadores profesionales de personas con demencia para ayudarles a reducir los comportamientos problemáticos más frecuentes en esta población. Con este programa, los autores encontraron una disminución significativa de los mismos tras su aplicación25. Igualmente, encontramos el programa CUIDA-226, dirigido a la formación de cuidadores tanto profesionales como familiares de personas mayores con cierto nivel de dependencia que pretende incrementar el funcionamiento cognitivo y la autonomía de la persona mayor. La aplicación de este programa ha mostrado resultados positivos en la mejora cognitiva y funcional de los mayores tanto cuando ha sido aplicado por cuidadores profesionales como por cuidadores familiares27,28.
En definitiva, independientemente del tipo de cuidador, se ha encontrado que este tiene una influencia determinante en la evolución del mayor29 y un impacto en la funcionalidad y desarrollo cognitivo de las personas mayores atendidas por ellos30. Por este motivo, diversas propuestas actuales intentan incorporar a los cuidadores como agentes activos en el tratamiento de las personas mayores, haciendo que estos sean promotores de su autonomía y su capacidad de decisión23,31–33.
Si bien en la mayoría de las investigaciones realizadas se tienen en cuenta las diferencias en trabajo, dedicación y características personales entre los cuidadores profesionales y familiares y que incluso los diferencian en los análisis de necesidades iniciales34, en estas investigaciones no se analizan las diferencias derivadas de la aplicación de este tipo de programas según lo realice un tipo u otro de cuidador. Esto es, no se investigan los efectos que tiene el programa de formación según el cuidador que lo recibe y aplica. Este punto puede ser de gran interés en la medida en que los cuidadores son un factor clave en la intervención y los principales sustentadores del sistema de cuidados a nivel mundial.
Por todo lo anterior, el objetivo general de esta investigación ha sido comparar a cuidadores familiares y a cuidadores profesionales que, a la vez que realizaban sus tareas de cuidado, han llevado a cabo un programa de intervención cognitiva CUIDA-226 con las personas mayores a las que cuidaban. Estudios previos han demostrado los efectos beneficiosos de este programa en las personas mayores atendidas por ambos tipos de cuidadores27,28.
Este objetivo resulta novedoso en la medida en que supone comparar a cuidadores profesionales y familiares que realizan un mismo programa de formación. Los objetivos específicos de este trabajo han sido: 1) Analizar las diferencias sociodemográficas entre cuidadores familiares y cuidadores profesionales, 2) Analizar el grado de satisfacción con la tarea de cuidado entre cuidadores familiares y profesionales, 3) Analizar diferencias respecto de la información suministrada acerca de las personas cuidadas y de los posibles cambios como consecuencia de la intervención entre ambos tipos de cuidadores y 4) Analizar el grado de implicación de ambos grupos en la implementación de un programa de entrenamiento cognitivo en el día a día de las personas mayores.
Nuestras hipótesis iniciales han sido: 1) Los cuidadores familiares partirán de niveles más bajos de satisfacción y de una percepción más negativa de la experiencia de cuidado (evaluado con el cuestionario Aspectos Positivos del Cuidado (Positive Aspects of Caregiving, PAC) e incrementarán sus niveles de satisfacción y valorarán de manera más positiva su labor de cuidado (evaluado con el PAC) tras la aplicación del programa. 2) Los cuidadores familiares partirán de niveles más bajos de conocimiento sobre cómo llevar a cabo las tareas de cuidado por lo que realizarán una valoración más positiva del programa recibido (evaluado con el Cuestionario de Feedback del personal de STAR. 3) Los cuidadores familiares percibirán más problemas de memoria y problemas de comportamiento en la personas mayores cuidadas pero su reacción ante ellos será menor (evaluado con el Listado revisado de problemas de memoria y conducta, RMBPC).
MétodoParticipantesLa muestra estuvo constituida por 59 cuidadores de personas mayores de 65 años que requerían la ayuda de un cuidador por presentar cierto nivel de dependencia pero sin demencia (n=37 cuidadores familiares y n=22 cuidadores profesionales) (tabla 1).
Características de los cuidadores del grupo familiar y profesional
Familiares (n=37) | Profesionales (n=22) | ||
---|---|---|---|
Centros de día (n=15) | Residencias (n=7) | ||
Edad media | |||
M (DT) | 54,81 (10,77) | 31,53 (6,91) | 42,14 (12,58) |
Sexo | |||
Hombre | 8,1% | 26,7% | 14,3% |
Mujer | 91,9% | 73,3% | 85,7% |
Estado civil | |||
Casado | 56,8% | 26,7% | 28,6% |
Soltero | 27% | 60% | 42,9% |
Divorciado | 13,5% | 13,3% | 14,3% |
Viudo | 2,7% | - | 14,3% |
Estudios | |||
Primarios | 27% | - | - |
Secundarios | 54,1% | 66,7% | 71,4% |
Superiores | 18,9% | 33,3% | 28,6% |
Categoría laboral | |||
Auxiliar | - | 80% | 71,4% |
Licenciado | 20% | 28,6% | |
Años de media de experiencia laboral | - | 7,33 (6,44) | 12,29(5,28) |
Porcentaje de personas que cuidan | Un 8,1% cuidan a 2 personas mayoresUn 91,9% cuidan a una persona mayor | Todos los cuidadores cuidaban a una media de 16 personas mayores pero aplicaron el programa con una media de 4 personas mayores |
DT: desviación típica; M: media.
Los cuidadores familiares fueron seleccionados de 3 centros cívicos y los cuidadores profesionales de 3 centros de día y 4 residencias de la provincia de Granada (España). Como se muestra en la tabla 1, participaron 15 cuidadores profesionales de Centros de Día y 7 de residencias. No hubo diferencias significativas entre ellos en las variables sexo (χ2=0,427; p=0,477), estado civil (χ2=2,41; p=0,492), nivel de estudios (χ2=0,050; p=0,613), categoría laboral (χ2=0,200; p=0,523) y años de experiencia (U(21)=−1,773; p>0,05). Sí hubo diferencias en la edad media de ambos grupos (U(21)=−2,123; p<0,05). Todos los cuidadores fueron formados en estrategias de comunicación, estimulación cognitiva y funcional y aumento de la autonomía mediante el programa CUIDA-226 y lo pusieron en práctica durante 3 meses con las personas mayores que cuidaban. Las características de la población mayor atendida han sido publicadas previamente28.
Instrumentos de evaluaciónHoja de datos sociodemográficos, elaborada ad hoc para la investigación, en la que se recogían datos sobre variables personales como edad, nivel educativo, estado civil, número de hijos y datos laborales como centro de trabajo, años de experiencia o años que lleva cuidando de su familiar, titulación académica, número de personas a las que atiende, etc.).
Aspectos Positivos del Cuidado (Positive Aspects of Caregiving (PAC))35. Instrumento que mide la satisfacción de los cuidadores con su labor de cuidar a personas mayores35. En su versión original este instrumento consta de 11 ítems escalares del tipo («cuidar me hace sentir bien conmigo mismo»). La puntuación total varía de 11 a 55 puntos y puntuaciones más altas indican mayor percepción positiva y valoración de la experiencia de cuidador. Presenta una buena confiabilidad general (α de Cronbach=0,89) y validez estructural con un α de Cronbach de 0,93 para la escala completa35,36.
Cuestionario de Feedback del personal de STAR (The STAR Staff Feedback Questionnaire, SSFQ)23. Adaptado a población española por Losada-Baltar et al.36. Evalúa en qué medida ha sido útil y satisfactorio el programa impartido a los cuidadores. Está formado por 3 partes con 4 cuestiones cada una; las 2 primeras son escalares y evalúan la utilidad del entrenamiento y su impacto sobre el cuidador. Incluye preguntas como «mi satisfacción general con los módulos de formación recibido ha sido…» o «mi satisfacción general en relación con la aplicación del programa en mi trabajo diario ha sido…». La tercera parte es de preguntas abiertas sobre valoración global de la experiencia y aspectos a mejorar o problemas surgidos durante el programa.
Listado revisado de problemas de memoria y conducta (RMBPC)22. Adaptada al español por Losada et al.36, evalúa los problemas de memoria, comportamiento y de ansiedad y depresión de la persona cuidada. El cuidador indica con qué frecuencia ha manifestado la persona bajo su cuidado cada uno de los problemas descritos durante la semana pasada (escala de frecuencia) y el grado en que estos le molestan o preocupan (escala de reacción). Presenta una adecuada confiabilidad en las 2 medidas coeficiente αde 0,84 para la escala de frecuencia y de 0,90 para la escala de reacción24.
Programa de intervenciónEl programa de formación de cuidadores consistió en la aplicación del módulo de estimulación cognitiva del programa CUIDA-226. Dicha aplicación incluía una formación teórica de 3 módulos: 1) atención centrada en la persona, 2) estrategias de comunicación y 3) estrategias de estimulación cognitiva según una aproximación mediada. El primer módulo explica el enfoque de trabajo de atención centrada en la persona (Person Centered-Care Model)37 para promover que, siguiendo sus principios, los cuidadores trabajen de manera que mejoren la autonomía y la capacidad de decisión de la persona mayor a la que atienden. En el segundo módulo se explican las estrategias de comunicación necesarias para facilitar la relación y comunicación con las personas mayores24. En el módulo tercero se explican y trabajan las estrategias de mediación para entrenar las diferentes funciones cognitivas que se van deteriorando en personas mayores38.
Esta formación fue administrada en 2 sesiones grupales de 2h y una formación aplicada de 3 meses de prácticas individuales supervisadas. La supervisión fue realizada por las psicólogas investigadoras y autoras de este trabajo mediante observación directa y reuniones semanales para aclarar dudas y ayudar a los cuidadores profesionales y familiares a cumplimentar los registros de actividades que estos realizaban con las personas mayores.
ProcedimientoPrimero se obtuvo el permiso del Comité de Ética en Investigación de la Universidad de Granada. Posteriormente se contactó con la dirección de los diferentes centros y se informó de la puesta en marcha del programa de formación para todos aquellos cuidadores que estuvieran interesados en participar y cumplieran siguientes criterios de inclusión: estar al cuidado de una personas mayor de 65 años dependiente, que no estuviera diagnosticada de demencia, y dar su consentimiento informado para participar en el programa CUIDA-226, lo que conllevaba el compromiso de realizar el curso de formación y ponerlo en práctica con la persona mayor que cuidaba.
Además de los anteriores, para el grupo de cuidadores familiares fueron: ser miembro de la familia o cercano a la persona mayor que cuida, sin ningún tipo de contrato y/o pago por la labor de cuidado, y realizar las tareas de cuidado en el domicilio de la persona mayor. Para el grupo de cuidadores profesionales fueron no tener relación familiar con la persona a la que cuida, estar contratada y recibir una remuneración por su actividad en la institución donde la realiza.
Una vez obtenidos los consentimientos informados se recogió toda la información sociodemográfica y demás datos de los cuidadores mediante las pruebas descritas en el apartado anterior en diferentes sesiones grupales de evaluación realizadas por las investigadoras antes de la aplicación del programa. En el caso de los cuidadores profesionales, la evaluación se llevó a cabo en sus centros de trabajo, y en el caso de los cuidadores familiares, en los centros cívicos. Después se llevó a cabo la implementación del programa de formación de cuidadores CUIDA-226 en pequeños grupos en los centros de trabajo y en los centros cívicos. Tras los 3 meses de intervención se llevó a cabo la evaluación postratamiento de todos los participantes y los cuidadores contestaron a los cuestionarios PAC35, SSFQ23 y RMPBC22 siguiendo el mismo procedimiento que en la evaluación inicial.
DiseñoLas variables dependientes que se han analizado en este trabajo son aquellas que aparecen como más relevantes en relación con el trabajo del cuidador en los estudios previos antes comentados. Han sido: variables sociodemográficas de los cuidadores: edad, nivel de estudios, sexo, parentesco; la satisfacción, información y percepción de la experiencia de cuidado, la percepción y reacción antes problemas de memoria y comportamiento de la persona mayor cuidada y la valoración del programa recibido.
Los análisis han dependido de las variables dependientes. Con las variables paramétricas (todas las evaluadas en el SSFQ y RMPBC) se ha utilizado el ANOVA para las comparaciones intergrupos e intragrupos, así como el tamaño del efecto y la potencia observada. Con variables no paramétricas (todas las sociodemográficas y el grado de satisfacción evaluado por el PAC) se ha utilizado la prueba U de Mann-Whitney para comparaciones intergrupos y la prueba de Wilcoxon para las comparaciones intragrupos, así como el tamaño del efecto. La elección de cada prueba se ha realizado dependiendo de los datos proporcionados por los test de Kolmogorov-Smirnov y de Levene. También se ha seguido un diseño de comparación con análisis de distribución χ2 para las variables sociodemográficas. Para el análisis de datos se ha utilizado el paquete estadístico SPSS.
ResultadosRespecto a las variables sociodemográficas (tabla 2), se encontraron diferencias significativas intergrupos en edad y estudios, observando que el grupo de cuidadores familiares mostraba una media de edad mayor y un porcentaje menor de estudios secundarios y superiores en comparación a los cuidadores profesionales. No se encontraron diferencias intergrupos en sexo y estado civil, observando que en ambos grupos la mayor representatividad de la muestra estaba compuesta por mujeres. Además, dentro del grupo de cuidadores familiares encontramos que el 13,5% de los cuidadores eran el cónyuge (80% mujeres y 20% maridos) y el 86,5% los hijos (93,8% hijas y 6,2% hijos) de la persona mayor cuidada.
Medias y puntuaciones F, porcentajes y χ2 obtenidas por el grupo de cuidadores familiares y el de profesionales en las características sociodemográficas. Diferencias Intergrupos
Cuidadores familiares(n=37) | Cuidadores profesionales(n=22) | Prueba estadísticap | |
---|---|---|---|
Edad | 54,81(DT=10,77) | 34,91(DT=10,13) | F=49,195*0,000 |
Sexo | |||
Hombre | 8,1% | 22,7% | χ2=2,5160,113 |
Mujer | 91,9% | 77,3% | |
Estado civil | |||
Casado/a | 56,8% | 27,3% | χ2=5,5610,135 |
Soltero/a | 27% | 54,5% | |
Divorciado/a | 13,5% | 13,6% | |
Viudo/a | 2,7% | 4,5% | |
Estudios | |||
Primarios | 27% | - | χ2=7,378*0,025 |
Secundarios | 54,1% | 68,2% | |
Superiores | 18,9% | 31,8% |
DT: desviación típica; F: prueba estadística F; p: probabilidad estadística; χ2: prueba estadística chi cuadrado.
Para conocer si la satisfacción de los cuidadores variaba, se llevó a cabo un análisis de las diferencias intergrupos e intragrupos con pruebas no paramétricas ya que la satisfacción medida con el PAC no muestra distribución normal, ni homogeneidad de la varianza. Para ambas comparaciones se ha usado la probabilidad estadística de Monte Carlo al 95%. Los datos muestran que hay diferencias significativas intergrupos en la evaluación inicial (U=155.000; p<0,001; r=−0,515) y en la evaluación postratamiento (U=191.500; p<0,001; r=−0,441), encontrando una puntuación mayor en el grupo de cuidadores profesionales en ambos casos.
También observamos diferencias intragrupos (z=−4,217; p<0,001; r=−0,550), encontrando que los cuidadores familiares aumentan significativamente su puntuación de la evaluación inicial a la evaluación postratamiento (fig. 1).
Para conocer si la información que reportaban los cuidadores sobre las personas cuidadas y la detección de cambios en ellas como consecuencia de la intervención variaba según el tipo de cuidador y los momentos de evaluación, se llevó a cabo un análisis de las diferencias intergrupos e intragrupos con pruebas paramétricas corregidas con el estadístico de Greenhouse-Geisser, ya que son variables de intervalo que mantienen una varianza homogénea y la muestra es superior a 30 sujetos.
En la prueba RMPBC se observaron diferencias significativas intergrupos tanto para la frecuencia total de problemas (RMPBC-FT) (F(1, 98)=19,170; p<0,001; eta=0,164; P.O=0,991) como para la reacción total de los cuidadores ante dichos problemas de la persona mayor (RMPBC-RT) (F(1, 98)=18,105; p<0,001; eta=0,156; P.O=0,988). Estas diferencias se dieron tanto en la evaluación inicial (p<0,001; p=0,001, respectivamente) como en la evaluación postratamiento (p=0,001; p=0,001, respectivamente). De este modo se observa que el grupo de cuidadores familiares muestra puntuaciones significativamente mayores que el grupo profesional en ambos momentos y en ambas pruebas.
En ambas pruebas observamos diferencias intragrupos, mostrando un aumento significativo de la puntuación de la evaluación inicial a la evaluación postratamiento en el grupo profesional en el RMPBC-FT (p=0,013) y en el RMPBC-RT (p=0,017) (fig. 2).
Por último, se quiso conocer si había diferencias entre los cuidadores familiares y profesionales en su satisfacción con el programa y su implicación en el mismo. A partir del cuestionario SSFQ se pudo determinar que ambos grupos de cuidadores mostraron que valoraban la utilidad de los módulos del programa de manera positiva, obteniendo una media de 4,55 (DT=0,51) los cuidadores profesionales y 4,11 (DT=0,61) los familiares para el módulo 1 y una media de 4,55 (DT=0,51) los cuidadores profesionales y 4,49 (DT=0,51) los familiares para el módulo 2 en una escala ordinal de 0 a 5. En cuanto a los datos cualitativos proporcionados por la prueba SSFQ, encontramos que ambos grupos de cuidadores valoraron la participación en el programa como una experiencia muy positiva que había contribuido a aumentar el conocimiento, satisfacción y confianza en su trabajo y su satisfacción general con el programa.
DiscusiónEl cuidador tiene un papel fundamental en el día a día de las personas mayores13,14. Esto ha provocado el desarrollo de programas dirigidos a su formación, pero la mayoría de estos no diferencia entre cuidadores familiares o profesionales23,32. Esta diferenciación es importante ya que las características de ambas muestras suelen ser diferentes tanto en sus características sociodemográficas como en sus habilidades previas y necesidades de apoyo y formación4,39.
Los objetivos de nuestro estudio han sido analizar las diferencias sociodemográficas entre cuidadores familiares y profesionales que participaron en un programa de formación de cuidadores basado en el programa CUIDA-226, ver el grado de implicación y satisfacción de ambos grupos y comprobar cuáles son las diferencias entre los grupos a la hora de informar sobre las personas cuidadas y detectar cambios en ellas como consecuencia de la intervención.
Como hemos podido observar, ambos grupos parten de características sociodemográficas diferentes. Principalmente encontramos que la edad media del cuidador en el grupo de cuidadores familiares es significativamente mayor que la de los cuidadores profesionales. Esto suele ser así porque en las familias suele ejercer el rol de cuidador la mujer10,11,13,34. De este modo observamos cómo suelen ser las esposas o hijas más mayores y sin trabajo las que se ocupan del cuidado de la persona mayor dependiente de la familia12,13,29,34,39. Por otro lado, encontramos que el nivel de estudios también es diferente y los cuidadores del grupo profesional tienen estudios secundarios o superiores en mayor medida que los cuidadores familiares. Esto es debido a que para poder desempeñar su trabajo de cuidador profesional necesitan una formación básica de estudios secundarios (formación profesional como auxiliares de enfermería y diferentes colectivos de la salud)39. Gracias a su formación, los cuidadores profesionales tienen conocimientos básicos de la salud, el envejecimiento y diversas patologías asociadas a la edad, por lo que pueden garantizar unos cuidados especializados a una persona mayor dependiente. A diferencia, los cuidadores familiares no tienen este tipo de formación ya que su situación de proporcionar cuidados les suele venir impuesta13.
Todas estas características hacen que la predisposición ante los cuidados y los conocimientos de cómo proporcionarlos sea diferente entre ambos tipos de cuidadores. Por tanto, los datos encontrados confirman investigaciones previas4,39 sobre las diferencias de ambos grupos y hacen ver la necesidad de adaptar los programas de formación que se ofertan en función de las características de los mismos.
En la investigación aquí realizada se incluyó una valoración de la satisfacción y los sentimientos positivos que sentían los cuidadores al proporcionar cuidados a personas mayores a través de la prueba PAC. En los datos obtenidos se observa que antes y después del programa de formación, los cuidadores profesionales presentan mayores niveles de satisfacción que los cuidadores familiares. Esto puede ser debido a que los cuidadores profesionales están ejerciendo un trabajo para el que se han formado y en un centro exterior a su propio domicilio por lo que la posible carga asociada al trabajo de cuidar se restringe a sus horas de trabajo. Sin embargo, los cuidadores familiares se enfrentan a una situación que normalmente les ha venido impuesta por las necesidades del familiar mayor al que cuidan. Este dato es acorde con estudios previos que señalaban que la sobrecarga asociada al cuidado de un familiar es la variable sobre la que los programas de intervención suelen tener menos impacto18.
A pesar de lo anterior, los datos muestran que los cuidadores familiares incrementan significativamente su satisfacción con la tarea de prestar cuidados en la postevaluación valorada con el PAC. Estos resultados posiblemente se deban a que la formación recibida les ha permitido aprender mejor cómo hacer su tarea ya que les ha proporcionado herramientas que antes no conocían, les ha ayudado a interactuar mejor con la persona mayor y a valorar los efectos que su atención produce en la persona cuidada. Esto ha podido propiciar que la carga del cuidado sea evaluada de manera menos negativa y su estado emocional respecto al cuidado de sus familiares sea mejor31,36. No obstante, debido a las características de la muestra aquí estudiada, consideramos que estos efectos deberán ser replicados en investigaciones posteriores.
En cuanto a las diferencias a la hora de informar sobre las personas que cuidan y detectar cambios en ellas como consecuencia de la intervención, encontramos que en el RMPBC los cuidadores familiares manifiestan mayor frecuencia en la detección y mayor reacción ante problemas de memoria, conductuales y emocionales en las personas mayores que los cuidadores profesionales tanto antes como después de la intervención. Esto podría ser debido a que los cuidadores familiares están más implicados en el cuidado, pasan más tiempo con las personas mayores, y están menos familiarizados con la sintomatología y, por ello, pueden ser más sensibles y estar más atentos a las conductas del familiar al que atienden36. El hecho de que en el grupo de cuidadores familiares no haya diferencias significativas en el RMPBC tras el programa podría ser debido a las diferencias de partida entre grupos en la prueba y/o a la posible influencia de otras variables relacionadas con factores sociodemográficos, personales y/o formativos del cuidador que informa tales como la edad o la experiencia. De hecho, son los cuidadores profesionales los que aumentan de manera significativa la detección y reacción ante los problemas de conducta y de memoria evaluadas con el RMPBC después del tratamiento. El haber encontrado este incremento en habilidades que no han sido directamente entrenadas puede deberse, como ha ocurrido en estudios previos21, a que el programa de formación instruye a todos los cuidadores para ser más conscientes de los posibles problemas que presenta la persona cuidada. Se les enseña a observar y a registrar las actividades que hacen con ellos y el comportamiento de los mismos, por lo que se les hace ser más conscientes en su tarea de cuidado, lo cual puede explicar dicho aumento en la detección y reacción ante determinadas conductas problemáticas.
Finalmente, hemos evaluado la valoración que hacen los cuidadores de la participación en el programa a través de la prueba SSFQ. Los datos obtenidos muestran que los 2 grupos de cuidadores han valorado su participación en el programa de formación de cuidadores como una experiencia muy positiva que ha contribuido a aumentar el conocimiento, satisfacción y confianza en su tarea, así como su satisfacción general con la labor de cuidado diaria. Según informan los cuidadores familiares, conocer qué áreas tenían las personas mayores más deterioradas y aprender ejercicios para mejorar dichas áreas y el cómo llevarlas a cabo ha sido la parte de la formación que han encontrado más útil. También manifiestan que el mayor beneficio que han obtenido ha sido aprender a comunicarse mejor con las personas mayores y mejorar la convivencia. Para los cuidadores profesionales los aspectos más valorados han sido el mayor conocimiento sobre los residentes a los que atienden, una mayor empatía hacia ellos y una mayor capacidad para atenderlos cuando están preocupados o deprimidos. Todos los cuidadores valoran la formación recibida de manera muy positiva y estarían dispuestos a volver a participar en un programa de este tipo. Como principal inconveniente, los cuidadores profesionales señalan el poco tiempo del que disponen para atender a cada persona mayor. En este sentido, sería interesante incrementar los recursos, de manera que hubiera más cuidadores profesionales en los centros dedicados a la atención de personas mayores para que la falta de tiempo no fuera un impedimento de la correcta atención del mayor.
Como principal limitación del estudio presentado se podría señalar el tamaño de la muestra por lo que sería interesante replicar el estudio con muestras más amplias. También podemos señalar que ha sido imposible controlar ciertas variables moduladoras, como el grado de formación o las horas continuadas de trabajo que podrían ir asociadas al tipo de cuidador y que podrían influir en algunas variables medidas tales como la satisfacción con el cuidado. Si bien pensamos que estas cuestiones deberán ser estudiadas en investigaciones futuras, creemos que los resultados obtenidos son relevantes, a pesar de las limitaciones citadas.
ConclusionesA modo de resumen podemos concluir que los cuidadores familiares y profesionales muestran características y necesidades diferentes que hay que tener en cuenta a la hora de incorporarlos en un programa de formación de cuidadores ya que las circunstancias en las cuales desarrollan sus cuidados varían. Aun así, ambos tipos de cuidadores se benefician y aumentan su satisfacción con el cuidado que prestan después de realizar este tipo de formación ya que les ofrece herramientas para mejorar sus cuidados y les hace sentirse más competentes, seguros y satisfechos con su labor diaria lo cual incrementa su grado de implicación en el proceso de cuidado de la persona mayor. Este trabajo muestra que todos se benefician de una intervención en estrategias de comunicación y técnicas para mejorar cognitiva y funcionalmente a la persona mayor a la que cuidan, aunque los resultados indican que debe haber módulos específicos para cada tipo de cuidador. Así, mientras que la estructuración del contexto, las estrategias de comunicación, el acercamiento sistemático a las habilidades que quieren entrenarse debe ser común, aspectos como el conocimiento de las características del mayor, sobre todo si presenta demencia, y de sus cuidados, deberían ser incluidos en la formación de familiares, mientras que recursos para manejar el estrés o para mostrar empatía y atención centrada en la persona deberán ser enfatizados en la formación de cuidadores profesionales.
Para finalizar, hasta donde sabemos, no existen estudios previos que analicen las diferencias en los resultados de un mismo programa aplicado con cuidadores familiares y profesionales de personas mayores dependientes, aspecto este que es fundamental para el desarrollo de programas de formación de cuidadores.
FinanciaciónEl presente trabajo ha sido financiado por el Ministerio de Educación del Gobierno de España [beca FPU15/03966].
Conflicto de interesesLas autoras del presente documento declaran que no hay conflicto de intereses relacionado con la publicación del artículo.