El pasado 20 de enero de 2024 falleció, en Oviedo, Andrés Ribas Barceló a la edad de 83 años a causa de un cáncer de colon.
Andrés Ribas Barceló fue jefe de servicio de Anatomía Patológica de los extintos hospitales General de Asturias y Central de Asturias, hoy reconvertidos en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).
Andrés Ribas Barceló se licenció en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela con un expediente más que brillante (obtuvo 24 matrículas de honor). Terminada la carrera de Medicina se incorporó como médico residente en el Antiguo Hospital de Puerta de Hierro en Madrid (1964-1967). Allí hizo las especialidades de Medicina Interna y Endocrinología. Terminada su formación como residente, optó por seguir con su formación en los EE. UU., donde fue médico residente en el Milwaukee VA Medical Center (Wisconsin) en las especialidades de Anatomía Patológica y Análisis clínicos (1969-1974). Realizó también el internado rotatorio en el New Britain General Hospital, Connecticut (1968-1969).
Tras su estancia en los EE. UU, regresó a España y se incorporó como jefe de servicio de Anatomía Patológica en el Hospital General de Asturias (diciembre de 1974), centro dependiente de la Diputación Provincial y con un edificio anexo para la Medicina privada. Allí se dio cuenta de que los estudios de biopsias se procesaban mediante cortes por congelación, y los exámenes citológicos se realizaban utilizando el objetivo de inmersión. Nada de esa forma de trabajar se podía comparar a lo que había aprendido durante su estancia en los EE. UU. De esa manera, introdujo en los laboratorios de su servicio la técnica de la inclusión en parafina para las biopsias y formó a personal (tres citotécnicas) en la realización del «screening» citológico.
Rápidamente, a base de diagnósticos rápidos y certeros, Andrés Ribas supo ganarse la confianza de los médicos de su hospital, tanto cirujanos como internistas, neumólogos, cardiólogos y demás especialistas clínicos. Recuerdo que me contó en más de una ocasión cómo los clínicos bajaban hasta el edificio de la morgue, donde estaba el laboratorio de histopatología, la sala de autopsias y su despacho, interesándose por un diagnóstico que había emitido de una lesión como maligna, mientras que los clínicos optaban por benigna, pues respondía muy bien a la terapéutica pactada. Él contestaba siempre lo mismo: «Si se hace la autopsia lo veremos» (sic).
Al poco tiempo se incorporó a su servicio la Dra. María Teresa García Miralles, quien había realizado la especialidad de Anatomía Patológica en Filadelfia (Pensilvania). Con su sólida formación en Citopatología en el Instituto Karolinska de Estocolmo, se ocupó de dicha disciplina como jefa de sección, impulsando la citología por punción, siendo ella misma la que acuñó el término punción aspiración con aguja fina (PAAF).
En el servicio de Andrés Ribas, además de una labor asistencial impecable y humana, también hubo una importante actividad docente e investigadora. Muchos fueron los patólogos que se formaron allí como residentes. Como mención especial, hay que destacar a la Dra. Aurora Astudillo, quien llegó a ser catedrática de Anatomía Patológica en la facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo.
Yo conocí a Andrés Ribas en 1990, por mediación de la Dra. María Teresa García Miralles, quien me sugirió la idea de formarme en citopatología y poder dar una enseñanza de calidad a los técnicos de Formación Profesional. Acepté encantado, y tanto María Teresa como Andrés supieron transmitirme la pasión por la citopatología.
Tras 35 años de actividad asistencial, Andrés Ribas se jubiló como jefe de servicio en el año 2009. Desde enero de 2010 hasta octubre de 2016, formó parte como asesor en el área de Anatomía Patológica y Citología en el Centro Médico de Asturias, hospital de titularidad privada en Oviedo. En noviembre de 2016 colgó definitivamente su bata como patólogo.
Termino dando mi más sincero pésame a su mujer Pilar Bueno Ruiz, y a sus hijos Cristina, Javier y Marta.
Descanse en paz.
Madrid, 25 de abril de 2024.
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