This article aims to analyse the existing information on the suitability and effectiveness of the community pharmacy in the shared management of vaccination strategies on population at risk, especially against seasonal influenza, which have developed in different countries around us.
Although the real impact of this integration presents different results, mainly due to the fact that its implementation is carried out in health systems of different models and presents different approaches and designs that must be taken into account in its evaluation, the conclusion that can be reached is that the inclusion of the community pharmacist developing the functions of educator, facilitator or administrator of certain types of vaccines (anti-flu or pneumococcal, for example), increases vaccination coverage when compared to traditional models that integrate us. Being, in addition, highly positive the experience of the users of these services, integrated in a collaborative way with other centres or health actors.
However, the integration of the community pharmacist in strategic and operational planning to increase vaccine coverage must clearly respond to specific needs based on local epidemiological data. And be closely coordinated with the Health Plans or the agendas of the National Public Health Agencies. This is the only way to take full advantage of the strengths and capabilities of community pharmacists in an approach that maximises the effectiveness of their actions.
El presente artículo pretende analizar la información existente sobre la idoneidad y la efectividad de la farmacia comunitaria en la gestión compartida de las estrategias vacunales sobre población de riesgo, especialmente contra la gripe estacional, que se han desarrollado en distintos países de nuestro entorno.
Aunque el impacto real de dicha integración presenta resultados dispares debido fundamentalmente a que su implantación se realiza en sistemas sanitarios de modelos distintos y presenta enfoques y diseños diferentes que deben tenerse en cuenta en su evaluación, la conclusión a la que puede llegarse es que la inclusión del farmacéutico comunitario desarrollando funciones de educador, facilitador o administrador de ciertos tipos de vacunas (antigripal o antineumocócica, por ejemplo) aumenta las coberturas vacunales cuando se compara con modelos tradicionales que nos los integran. Siendo, además, altamente positiva la experiencia de los usuarios de estos servicios, integrados de manera colaborativa con otros centros o actores sanitarios.
Con todo, la integración del farmacéutico comunitario en la planificación estratégica y operativa para aumentar las coberturas vacunales debe responder claramente a las necesidades específicas basadas en datos epidemiológicos locales. Y estar estrechamente coordinada con los Planes de Salud o las agendas de las Agencias Nacionales de Salud Pública. Solo así podrán aprovecharse plenamente las fortalezas y las capacidades de los farmacéuticos comunitarios en un abordaje que permita maximizar la efectividad de sus actuaciones.