El propósito de este trabajo fue describir indicadores de deseo sexual, impulsividad sexual y autoerotismo en 402 mujeres entre 17 y 35 años de edad residentes de la Ciudad de México. Se encontraron relaciones positivas entre los factores de autoeficacia sexual y cuatro de los seis factores de deseo sexual (atracción, excitación, romanticismo y entrega) y sólo una relación negativa entre autoeficacia y culpabilidad sexual. La impulsividad sexual correlacionó positivamente con culpabilidad sexual. El deseo de autoerotismo se vinculó negativamente con los factores de autoeficacia y culpabilidad sexual. Tanto en los grupos divididos por edad como en los grupos divididos por haber o no iniciado una vida sexual activa; se encontraron algunas diferencias significativas siendo las mujeres con más edad y las que habían ya iniciado su vida sexual, las que obtuvieron las medias más altas en los factores de deseo sexual (entrega y excitación).
The purpose of this study was to describe indicators of sexual desire, sexual impulsivity and auto-eroticism in 402 women aged between 17 and 35 years living in Mexico City. Positive relationships were found between the factors sexual self-efficacy and four of the six factors of sexual desire (‘attraction’, ‘excitement’, ‘romance’ and ‘sexual surrender’) and only one negative relationship between ‘self-efficacy’ and ‘sexual guilt’. ‘Sexual impulsivity’ correlated positively with sexual guilt. ‘Autoerotic desire’ correlated negatively with the factors ‘self-efficacy’ and ‘sexual guilt’. Some significant differences were found between age groups and between those classified as being or not sexually active. The group of elder women and of those who had already started their sexual life obtained the highest averages in the factors ‘sexual surrender’ and ‘excitement’.
De acuerdo con Martínez (2013 p.33) la sexualidad femenina: “se ha estructurado siguiendo líneas muy diversas entre las que sobresalen las investigaciones sobre la fisiología humana. Éstas describen los cambios fisiológicos que se despliegan durante la conducta sexual, tanto autoerótica como relacional, y gracias a éstos se conocen las expresiones corporales que se despliegan en todas las mujeres cuando se masturban o se involucran en una relación sexual; por ejemplo los cambios en la frecuencia cardiaca, en la respiratoria, en la presión sanguínea, en la temperatura, así como en la presencia de lubricación vaginal”.
Estos aspectos fisiológicos deben coexistir con todas las normas, creencias y valores de la cultura de cada mujer. En culturas tradicionales como la mexicana la normatividad del erotismo sigue siendo distinta para hombres y mujeres. Todavía en la actualidad y a pesar de que las mujeres han ganado espacios en el área laboral y en espacios públicos (Rocha & Cruz del Castillo, 2013) en el área privada se sigue castigando el ejercicio abierto de la sexualidad y ligando la sexualidad exclusivamente al ámbito de la reproducción y enmarcada dentro de una relación de pareja estable. Hablar de deseo sexual, de autoerotismo y de conducta sexual no sólo se restringe culturalmente sino individualmente por el desconocimiento de las mujeres de sus propios cuerpos, necesidades e intereses sexuales. Y como lo señala Elizalde (2009) siguen existiendo operaciones de regulación del género y la sexualidad que se ejercen social e institucionalmente sobre las mujeres en relación con su reputación sexual y moral.
De acuerdo con García (2013) las mujeres comienzan a involucrarse en actividades eróticas primeramente en un contexto relacional o de interacción (para besar en la boca se necesitan dos), para después incursionar en la exploración de su autoerotismo (masturbarse) y finalmente involucrarse en una relación sexual con un compañer(o). Hecho que se confirma con la coincidencia de la edad del primer noviazgo y la edad del primer beso y nos revela que las primeras expresiones del erotismo femenino ocurren, por lo general, en el marco de relación de pareja.
Datos recientes recabados por Kamei y Kamei (2005) quienes aplicaron el Índice de Función Sexual Femenina a 217 mujeres chilenas y encontraron que el 67.7% presentaron disfunción sexual femenina a través de la alteración de uno o más de los siguientes aspectos: sin deseo sexual 52.9%; ausencia de orgasmo 37.3%; falta de lubricación 28.6%; dispareunia 17.9%; falta de excitación 24.8%; y falta de satisfacción sexual 78.8%. Sumado a que el 80.6% consideró la relación sexual importante para sus relaciones de pareja.
Para hacer referencia específicamente al deseo sexual un estudio con mujeres danesas mujeres de 70 años, mujeres 40 años y mujeres 22 años encontró que experimentar deseo sexual de manera espontánea sucede en el 95% de las mujeres de 22 años, el 67% de las mujeres de 40 años y en el 72% de las mujeres de 70 años. Que en cuanto haberse masturbado al menos una vez en su vida el 81% de las jóvenes y el 38% del grupo de mujeres mayores reportó haberlo hecho. Que el uso de fantasías como ayuda al masturbarse se reportó por el 68% de mujeres jóvenes y por el 50% de las de 70 años. Las tres generaciones de mujeres indicaron que el mejor orgasmo se lograba con una pareja cercana y amorosa en la que confiaran y se sintieran libres y seguras de hablar acerca de sus sueños, fantasías y necesidades (Lunde, Kramshoj, Fog & Garde, 1991).
En cuanto a investigaciones en México sobre deseo sexual aparece el trabajo de Sánchez, Corres, Blum y Carreño (2009) en el que compararon un grupo sin disfunciones sexuales y un grupo con deseo sexual hipoactivo. Los datos que encuentran indicaron lo relevante que es el deseo sexual tanto en el bienestar como en la falta de bienestar en las mujeres, ya que las mujeres con deseo sexual hipoactivo tuvieron un decremento en la autoestima y un incremento en las características de sumisión, además de reportar experiencias sexuales infantiles traumáticas y problemas conyugales en la actualidad.
Para Regan y Berscheid (2000) el deseo sexual es un interés en objetos o actividades sexuales como besar, masturbarse o tener coito y/o la excitación sexual como la lubricación vaginal. Mientras que Giles (2006) menciona que el deseo sexual es un término socialmente construido que existe y toma su forma debido a la cultura y a la historia. A lo que Baumeister (2000) agrega que la motivación extrínseca puede ser especialmente relevante para la motivación sexual femenina, ya que el deseo e impulso sexual femenino es más sensible que el de los hombres a las influencias situacionales y culturales. Dentro de las motivaciones extrínsecas más frecuentes en las mujeres están el querer tener un hijo, el mantener o tener una relación de pareja estable a lo que coincide con lo que Regan y Berscheid (1996) encuentran acerca de que las mujeres describen al amor y a la intimidad emocional como metas importantes del deseo sexual.
El autoerotismo es una conducta sexual frecuentemente asociada a la culpabilidad sexual (Sierra, Perla & Gutiérrez-Quintanilla, 2010) sentimiento en el que está implicada la sociedad que desanima a las mujeres de masturbarse (Baumeister, Catanese & Vohs, 2001). En el mismo sentido Geer y Robertson (2005), al validar el “Inventario de Actitudes Negativas hacia la Masturbación” encuentran que las mujeres puntuaron más alto en las actitudes negativas hacia la masturbación y que tales actitudes se relacionaron con mayor culpabilidad sexual. A pesar de la inhibición social del autoerotismo en Estados Unidos se ha encontrado que el 61% de los varones y el 38% de las mujeres (Das, 2007) han realizado conductas autoeróticas en el último año, siendo muy similares las cifras en Gran Bretaña (Gerressu, Mercer, Graham, Wellings & Johnson, 2008). En México de acuerdo con García (2013) y a pesar de que desde el punto de vista cultural, niñas y niños no sean reconocidos como sujetos capaces de ejercer sus sexualidad de manera activa, los datos indican que algunas mujeres participaron en actividades eróticas como besar la boca, masturbarse y tener coito desde la infancia.
Una vez que las mujeres comienzan a tener una vida sexual activa, sus relaciones sexuales ocurren primordialmente con sus novios (García, 2013). De ahí la posibilidad de diferencias en la manera y el grado en el cual las mujeres experimentan deseo, excitación, orgasmo y satisfacción se amplían considerablemente (Martínez, 2013), pues lo sexualmente atractivo para una mujer puede no serlo para otra; el grado de estimulación sexual que necesita una mujer para sentirse excitada y llegar a la fase del orgasmo difiere del que requiere otra, además, algunas mujeres pueden requerir que el lugar donde se llevará a cabo la conducta sexual tenga determinadas características para que ésta ocurra, agregando que la conducta sexual puede desarrollarse en un contexto relacional, es decir, con una pareja sexual.
Consistente con lo que señalan García (2013) y Martínez (2013) en cuanto a la variabilidad sexual de las mujeres Buss y Meston (2010) mencionan que las mujeres difieren considerablemente unas de otras en cuanto al grado de intensidad con que buscan sexo con diversos compañeros sexuales y que son muchos los factores que determinan que la mujer decida o no ser monógama y que en las estrategias de emparejamiento femeninas también desempeña un importante papel el deseo sexual. Schmitt y Shackerford (2008) encuentran que son dos los rasgos de personalidad que guardan relación la búsqueda de variedad sexual en las mujeres: la impulsividad y la extraversión. La impulsividad es propia de las mujeres que actúan en el calor del momento y sin inhibiciones al seguir sus impulsos. La extraversión corresponde a las mujeres sociables, gregarias y amantes de la interacción social. Los datos indicaron que cuanto más impulsivas y extravertidas eran las mujeres más buscaban variedad sexual.
El libre ejercicio de la sexualidad, el conocimiento del cuerpo y la experimentación del placer están íntimamente ligadas a la autonomía de las mujeres y en consecuencia a los papeles relaciones que juegan dentro de la sociedad, aspectos por los que se vuelve indispensable indagar y reconocer las manifestaciones de los deseos sexuales, las prácticas sexuales autoeróticas y las relacionales, en cuanto a que tan autoeficaces y/o impulsivas se perciben en sus encuentros sexuales, dentro de una cultura que restringe su expresión fuera de los ámbitos familiares y de reproducción.
MétodoParticipantesParticiparon 402 mujeres, mediante un muestreo no probabilístico, entre 17 y 35 años de edad, con una orientación sexual mayormente heterosexual (93%) y una minoría homosexual (3.5%) y bisexual (3.2%). La mayoría de las mujeres reportaron ser solteras (78.8%), y el resto vivir en unión (14.8%) y casadas (6.5%). El 19.9% de las mujeres no habían iniciado su vida sexual.
InstrumentosPara evaluar el deseo sexual de las mujeres se empleó la Escala de Componentes del Deseo Sexual de Cruz del Castillo y Díaz-Loving (2010), y que fue validado con hombres y mujeres, e hipotetizando que la estructura factorial podría variar, se realizó un análisis factorial empleando a las 402 mujeres. Con este factorial se encontraron seis factores y 28 reactivos (con formato tipo Likert de cinco puntos de nunca a siempre) y con un Alpha de Cronbach de .87. Los seis factores son: Atracción física, Excitación/Exploración, Romanticismo, Entrega, Mito del tiempo y Culpabilidad sexual. El factor de Atracción física, con un Alpha de Cronbach de .80, contiene reactivos que denotan el vínculo entre los estímulos físicamente atractivos y las sensaciones de deseo sexual por ejemplo: Cuando veo a alguien físicamente atractivo siento deseo sexual. El factor de excitación/exploración, Alpha de Cronbach de .70, contiene reactivos que evalúan las conductas ligadas con el deseo sexual como tener relaciones sexuales, excitarse o estimularse, por ejemplo: La exploración y estimulación del cuerpo son acciones que manifiestan el deseo sexual que siento. El factor Romanticismo, Alpha de Cronbach de .73 conjunta reactivos que refieren la relación entre el amor y el deseo sexual, por ejemplo: El deseo sexual que siento por mi pareja, es señal del amor que le tengo. El factor de Entrega, Alpha de Cronbach de .62, agrupa reactivos que señalan las sensaciones de deseo sexual como una señal de la entrega y de la fusión con la pareja, por ejemplo: El deseo sexual me acerca a mi pareja y fortalece nuestra relación. El factor Mito del Tiempo, Alpha de Cronbach de .66, concentra reactivos acerca de las variaciones del deseo de acuerdo con el ciclo de vida, por ejemplo: El deseo sexual cambia con la edad. El factor de Culpabilidad Sexual, Alpha de Cronbach de .56, reúne reactivos que reflejan las restricciones culturales en cuanto a sentir placer y tener sexo no sólo por reproducción, por ejemplo: Me siento culpable por sentir deseo sexual.
Para evaluar la impulsividad sexual se utilizó usó la escala original de García (2007), para ver si había una estructura específica en mujeres se realizó un análisis factorial con esta muestra de mujeres, que arrojó 15 reactivos distribuidos en dos factores con un Alpha de Cronbach de .83. Los reactivos tienen un formato tipo Likert de cinco puntos de totalmente en desacuerdo a totalmente de acuerdo. El factor de Impulsividad sexual, con un Alpha de Cronbach de .86, que se refiere al poco control sobre la conducta sexual, por ejemplo: Tengo relaciones sexuales de manera compulsiva. El factor de Autoeficacia Sexual, con un Alpha de Cronbach de .80, que describe la confianza acerca de las habilidades sexuales, por ejemplo: Tengo confianza en mi capacidad como pareja sexual. .
Para evaluar el autoerotismo se utilizaron los siguientes indicadores: “comparada a otras personas de tu edad cómo consideras tu deseo de estimularte sexualmente (autoerotismo/masturbación)” en una escala del uno al siete, siendo uno muy bajo deseo y siete muy alto deseo. Y “durante el último mes con qué frecuencia te hubiera gustado estimularte sexualmente (autoerotismo / masturbación)” del cero al siete en donde cero era ninguna vez y siete más de una vez al día.
Finalmente para evaluar la conducta sexual se aplicaron también dos indicadores muy similares a los utilizados para evaluar autoerotismo:
“Comparada a otras personas de tu edad y sexo ¿cómo estimas o consideras tu deseo para involucrarse en conductas sexuales?” en una escala del uno al siete, siendo uno muy bajo deseo y siete muy alto deseo. Y “durante el último mes ¿con qué frecuencia te hubiera gustado tener relaciones sexuales?” del cero al siete en donde cero era ninguna vez y siete más de una vez al día.
ResultadosCon el objetivo de describir ampliamente a este grupo de mujeres en cuanto a los factores de deseo sexual, impulsividad sexual e indicadores de deseo y conducta sexual, se empleó la variable de edad para dividir a las mujeres en dos grupos, considerando que las experiencias sexuales pueden variar ampliamente desde los 17 a los 35 años. Razón por la que se conformó un grupo de 17 a 24 años y un segundo grupo de 25 a 35 años. Se compararon ambos grupos de edad con respecto a los seis factores de deseo sexual, encontrando diferencias significativas (t=-2.414; p=.016) sólo en el factor de excitación/ exploración teniendo una media más alta (M=2.7) las mujeres de mayor de edad, que indica que para ellas el tener relaciones sexuales, estimularse y/o excitarse manifiestan el deseo sexual que se siente más que para el grupo de mujeres más jóvenes. Cabe mencionar que en los otros cinco factores no se encontraron diferencias significativas. En cuanto a la descripción de los factores del deseo sexual se encontró que en esta muestra de mujeres el romanticismo (M=2.71) y la entrega hacia la pareja (M=2.69) son los factores que más elicitan el deseo sexual, seguidos por los factores de excitación (M=2.63) y la cercanía con estímulos atractivos -factor atracción- (M=2.03). Finalmente se observó una baja culpa experimentada a partir del deseo sexual (M=1.65), aunque todas están por debajo de la media teórica. No se encontraron diferencias significativas ni en los factores de impulsividad sexual ni en los indicadores que evalúan el deseo de autoerotismo y conducta sexual.
Además de la edad se quiso averiguar si el estatus sexual podría hacer alguna diferencia en los factores de deseo sexual, impulsividad sexual y los indicadores de deseo de autoerotismo y conducta sexual. Por lo que se ocupó el haber tenido o no relaciones sexuales como grupo de comparación. Se encontraron diferencias significativas en el factor de excitación/exploración (t=4.515; p=.000) y en el factor de entrega (t=2.554; p=.012), factores de la escala de deseo sexual, en ambos factores las mujeres con una vida sexual activa obtuvieron una media más alta respectivamente (M=2.71; M=2.75). En cuanto al indicador de deseo por involucrarse en conductas sexuales se encontró una media significativamente mayor (t=2.463; p=.014) en las mujeres con vida sexual activa (M=3.2) a diferencia de las mujeres sin vida sexual (M=2.81).
Para identificar las relaciones entre los factores de la escala de deseo sexual y los factores de la escala de impulsividad sexual se efectuaron correlaciones producto-momento de Pearson. Los coeficientes indicaron que el factor de autoeficacia sexual está relacionado con prácticamente todos los factores del deseo sexual femenino. Se observó una correlación positiva entre el factor atracción física y ambos factores de la escala de impulsividad sexual, es decir cuando una mujer experimenta deseo sexual ante un estímulo atractivo para ella -persona, material de contenido erótico, etc.-, se incrementa tanto su impulso sexual -factor impulsividad-, como su seguridad y confianza sexual -factor autoeficacia sexual- ante sus conductas sexuales.
En el factor excitación/exploración como desencadenante del deseo sexual se encontró una correlación moderada positiva con la autoeficacia sexual. A mayor deseo sexual elicitado por la exploración y experiencia de erotismo mayor autoeficacia como pareja sexual.
También se detectó una correlación positiva entre la autoeficacia en la conducta sexual, el romanticismo y la entrega. Una mujer que vincula su deseo sexual con el romanticismo, el amor, la unión y la entrega hacia su pareja también experimenta mayor autoeficacia como pareja sexual.
Finalmente se obtuvieron correlaciones bajas pero significativas entre los factores de impulsividad sexual y la experiencia de culpabilidad por sentir deseo sexual, siendo que a mayor impulsividad mayor culpabilidad y a mayor culpabilidad menor autoeficacia (ver Tabla 1).
Además se obtuvieron las correlaciones entre los dos factores de la escala de impulsividad sexual y los indicadores de conducta sexual y autoerotismo. Las correlaciones producto momento de Pearson que resultaron significativas fueron positivas entre los dos factores de impulsividad sexual, indicando que entre más alto es el deseo de las mujeres por involucrarse en conductas sexuales mayor serán sus niveles tanto de impulsividad sexual como de una sensación de autoeficacia sexual. De manera opuesta se encontraron relaciones negativas entre la impulsividad y autoeficacia sexual, el deseo de autoerotismo en comparación con otras mujeres y las ganas de tener sexo en el último mes (ver Tabla 2).
Relación entre los dos factores de la escala de impulsividad sexual y cuatro indicadores acerca de conducta sexual sexuales y autoerotismo
Impulsividad Sexual | Autoeficacia Sexual | ||
---|---|---|---|
1. | Comparada a otras personas de tu edad y sexo ¿cómo estimas o consideras tu deseo para involucrarse en conductas sexuales? | .17** | .29** |
2. | Comparada a otras personas de tu edad ¿cómo consideras tu deseo de estimularte sexualmente (autoerotismo/masturbación)? | -.21** | -.20** |
3. | Durante el último mes ¿con qué frecuencia te hubiera gustado tener relaciones sexuales? | -.19** | -.24** |
4. | Durante el último mes ¿con qué frecuencia te hubiera gustado estimularte sexualmente (autoerotismo/masturbación) | -.18** | -.05 |
Nota: *p=.05,
En México se sigue valorando que las mujeres resistan las relaciones sexuales y que no sientan ni expresen deseos Rivas (1998 en García, 2013), aunado a esto, culturalmente se prescribe la presencia de lazos afectivos, es decir, de una relación de pareja en la que exista amor, como requisito indispensable para el ejercicio del erotismo femenino. En este sentido, pareciera que el amor dirige el rumbo de la sexualidad de las mujeres. Este aspecto no solamente se observa en las medias de los factores de la escala de deseo sexual en donde el romanticismo y la entrega tienen las medias más altas, en estos dos factores el amor y la pareja permean y desencadenan el deseo sexual. Todavía sentir deseo por simple atracción física o por deseos de estimularse no predomina en este grupo de mujeres y sin tomar en cuenta las diferencias entre factores, todas las medias se encuentran por debajo de la media teórica lo que indica un bajos deseos sexuales y esto a pesar de que las edades de las mujeres sugerían una mayor apertura sexual que posiblemente generaciones de mujeres mayores.
Al parecer la edad, al menos en este rango de 17 a 35 años, no es una característica que genere diferencias en la experiencia de deseo sexual, parece entonces que en el asunto de la sexualidad no hay ni más apertura ni mayor conocimiento del cuerpo por el simple “paso del tiempo” lo cual lleva a pensar que son necesarias acciones específicas en cuanto a la modificación de creencias y en cuanto a la enseñanza del placer. Y más que la edad como señalaba Martínez (2013) la amplia posibilidad de diferencias en la manera y el grado en el cual las mujeres experimentan deseo, excitación, orgasmo y satisfacción.
Lo anterior se refuerza con el hecho, de que a diferencia de la edad, el estatus sexual, tener o no vida sexual, si hace diferencia en cuanto a que la exploración y la estimulación del cuerpo se vincula con el deseo, siendo las mujeres que han tenido relaciones sexuales las que puntúan más alto. Estos datos reafirman que en el marco de la conducta sexual es más permisible la aparición de deseos sexuales, lo que en parte coincide con lo que García (2013) indica en cuanto a que las mujeres comienzan a involucrarse en actividades eróticas primeramente en un contexto relacional o de interacción. Del mismo modo en el factor de entrega son las mujeres que ya tienen relaciones sexuales las que mayormente asumen que el deseo es una especie de señal de fusión con la pareja, como una especie de justificación del deseo como símbolo de amor hacia el otro.
Por otro lado y ya vinculando el deseo sexual con la autoeficiacia sexual aparece que si el deseo se experimenta como algo placentero, ligado al amor a la fusión y entrega la autoeficacia sexual se incrementa, pero si se siente culpa por experimentar deseo sexual la autoeficacia sexual disminuye.
Es de resaltar que la relación más alta del factor de impulsividad sexual es con el factor de atracción sexual que hace referencia a sentirse atraída por desconocidos o por estímulos atractivos pero que no están vinculados ni con el afecto ni con una pareja como indicaron Schmitt y Shackerford (2008) y que a la vez esta factor de impulsividad y aunque con una relación muy baja se liga a experimentar culpa. Esto señala el vínculo entre sentir deseo de manera independiente al amor y experimentar culpa aspecto que coincide a lo mencionado por Sierra et al., (2010) en cuanto a la culpabilidad sexual y a la forma en la que de acuerdo con Baumeister et al., (2001) la sociedad desanima el autoerotismo y la experiencia de placer en las mujeres.
Además sobresale como la autoeficacia y la impulsividad sexual aumentan entre mayor es el deseo de las mujeres por involucrarse en conductas sexuales cuando ellas se comparan con otras mujeres de su edad y cuando de acuerdo a su propia percepción sus ganas exceden las ganas de otras mujeres lo que coincide en cierto modo con lo que encontraron Schmitt y Shackerford (2008) en cuanto a que a mayor impulsividad sexual más buscaban variedad sexual.
De manera opuesta en las mujeres que perciben sus ganas de masturbarse más altas que el resto de mujeres de su edad, su percepción de autoeficacia sexual y de impulsividad bajan, lo que posiblemente se relacione a lo que Geer y Robertson (2005), encuentran que las mujeres puntuaron más alto en las actitudes negativas hacia la masturbación y que tales actitudes se relacionaron con mayor culpabilidad sexual y /o al hecho de que no se visualiza la posibilidad de que un alto autoerotismo se vincula con mayores habilidades sexuales.
Finalmente y a partir de los datos arrojados en esta investigación queda clara la necesidad de seguir indagando lo relacionado con la sexualidad de la mujeres como para verificar si los bajos niveles de deseo reportados son los reales o se deben a la falta de autoconocimiento o a aspectos de deseabilidad social y de represión sexual que todavía predomina en nuestra cultura. Así también la necesidad de seguir indagando el vínculo entre la impulsividad sexual y la percepción de autoeficacia ya que a pesar de las relaciones encontradas con el deseo no queda suficientemente claro el papel que juega el deseo. Y con respecto a la edad y a pesar de que hay muchos estudios que documentan la disminución del deseo conforme avanza la edad (como el realizado con mujeres danesas por Lunde et al., (1991) no existen suficientes estudios acerca de cómo el deseo sexual modera la conducta sexual y el autoerotismo antes y después de que se inicia la vida sexual y cómo se relaciona tanto a la percepción de autoeficacia como de impulsividad y de una mayor búsqueda de parejas sexuales.