El sentido de comunidad es un constructo en torno al cual existen importantes discusiones en la actualidad. Los estilos de vida, prácticas de consumo y cambios culturales en las ciudades globales cuestionan las nociones tradicionales de comunidad y plantean el reto de una restructuración teórica. Las nociones tradicionales del sentido de comunidad no parecen ser consonantes con las percepciones de la gente y sus maneras de relacionarse con los demás en las ciudades. Es importante hacer una revisión del marco teórico, realizar estudios exploratorios y proponer instrumentos de medición para comprender y explicar la naturaleza de las comunidades en las ciudades contemporáneas. Hiernaux (2001) y Krause (2001) proponen reconsiderar las nociones de comunidad y sentido de comunidad y redefinir dichos constructos de forma operacional y útil. Krause (2001) propuso una estrutura mínima del sentido de comunidad que incluye como componentes la pertenencia, la interrelación y la cultura común. El propósito de este estudio es contribuir desde la psicometría al abordaje del sentido de comunidad en la Ciudad de México. Se diseñó y validó psicométricamente una escala de 39 reactivos con opciones de respuesta tipo Likert. Se llevaron a cabo análisis para conocer el poder discriminativo de los reactivos, se calculó el índice de confiabilidad y la estructura factorial válida para la población de la Ciudad de México. Se trabajó con 2 muestras, una para el análisis factorial exploratorio (N=202) y otra para el análisis factorial confirmatorio (N=218). Se concluyó con una escala culturalmente relevante, con validez de constructo, constituida por 9 reactivos organizados unifactorialmente, con un índice de confiabilidad α=0.95 y una varianza explicada del 46.11%.
Sense of community is a subject rounded by a lot of discussions about. Nowadays, lifestyles, consumption practices and cultural changes in global cities make difficult to define sense of community. Traditional notions seem not to agree with people's perceptions and ways of connect with each other in the city. It is necessary to review theoretical framework, to conduct exploratory studies and to propose assessment scales in order to understand and explain the nature of the communities in contemporary cities. Hiernaux (2001) and Krause (2001) propose to reconsider community and sense of community notions and redefine it in an operational and useful way. A minimal structure for sense of community has been defined by Krause (2001) which includes belonging, interconnection and common culture. Considering Krause's proposal and results of a previous exploratory study in Mexico City a Likert scale was developed. The main purpose is to contribute to evaluation of sense of community in the city. The original 39 items scale was applied to a sample of 202 Mexico City's in habitants to obtain its psychometrical validation, 50% were woman and 50% were men from 143 different neighborhoods. A proper analysis took place to learn about items discriminative power, reliability and valid factorial structure. Subsequently a Confirmatory Factor Analysis was conducted to verify if the structure obtained from the Principal Component Analysis was correct, and a good fit was achieved (df=26, x2=37.57, p=.066; CFI=.981; RMSEA=.045), the sample for the confirmatory factor analysis was of 218 Mexico City's inhabitants, 50% were woman and 50% were men from 90 different neighborhoods. Final scale is constitute for 9 items structured in a single factor with a reliability index of α= .85. Neighborhood's sense of community scale is a brief, with criteria validity and culturally outstanding scale.
El concepto de comunidad ha sido un objeto de interés común para la psicología social y la sociología que ha propiciado debates y cuestionamientos sobre su estructura e importancia. Si existen las comunidades es razonable pensar que en ellas se propician ciertas dinámicas y vínculos de distinta naturaleza que tienen un efecto en el bienestar y la identidad individuales. Para Krause (2001) el sentido de comunidad representa la principal expresión subjetiva de la comunidad.
En el marco sociológico, un antecedente importante es la diferenciación que hizo Ferdinand Tönnies (1979, en Hiernaux, 2001) entre comunidad y asociación, la primera originada en una voluntad esencial o natural, de sangre, pensamiento o vecindad, mientras que la segunda es una voluntad racional o instrumental, transitoria y superficial. La asociación representaría la forma primordial de relacionarse en las metrópolis; existen ideas precedentes que vinculan el estilo de vida que fue desarrollándose en las ciudades industriales con relaciones interpersonales superficiales o carentes de valores tradicionalmente atribuidos a las comunidades rurales y que contribuían a un bienestar grupal.
El trabajo de Seymour B. Sarason representa un avance conceptual importante en el marco de la psicología: en el año 1974, propuso el concepto de sentido psicológico de comunidad, que conceptualizó como «el sentimiento de que uno pertenece a, y es parte significativa de, una colectividad mayor» (Sarason, 1974, en Esteban-Guitart, 2012, p. 41); la gran aportación de Sarason fue la operacionalización de un proceso subjetivo compartido en los grupos que anteriormente no se había analizado desde la psicología. Por otra parte, Mc Millan y Chavis (1986, en Chavis, Lee y Acosta, 2008), han estudiado activamente dicho constructo con especial énfasis en su delimitación y medición; proponen como indicadores: la membresía, la influencia, la satisfacción de las necesidades y la conexión emocional compartida. Esteban-Guitart (2012) explica que a partir de los estudios de Mc Millan y Chavis se han publicado trabajos que los cuestionan o complementan. Esteban-Guitart (2012) concluye que los distintos estudios del constructo se enfocan en 3 dimensiones del mismo: su carácter territorial (comunidad local o vecindario), relacional (comunidad social) y simbólico (identidad social, comunidad cultural), pero que al considerar los análisis factoriales se podrían considerar únicamente 2 componentes básicos: «uno relacional, que parece ser más potente, y otro territorial, más débil» (Dunham, 1986; Riger y Lavrakas, 1981; Sánchez Vidal, 2001, 2009, en Esteban-Guitart, 2012, p. 534).
Krause (2001) hizo varias críticas a la noción de comunidad en la literatura científica. Por una parte, cuestiona el hecho de que, en la actualidad, continúe ligada al territorio; si bien el espacio físico puede ser un elemento fundamental y precursor de sentido de comunidad, puede haber comunidades que consoliden un espacio social aunque el físico no sea estable o fijo. De la misma manera, Hiernaux (2001) plantea esa relativización del territorio como elemento central de las comunidades; lo mismo ocurre con la temporalidad, las dimensiones tiempo y espacio se han complejizado a partir del desarrollo de la llamada tecnología 2.0 y el Internet. Por otra parte, los estudios urbanos se han enfocado en las transformaciones socioespaciales de las ciudades y las implicaciones que tienen en la vida de las personas. La dimensión social y espacial del barrio tiene un efecto parcial pero relevante en el bienestar de la gente, en el campo de la intervención social y comunitaria, así como en el desarrollo de política pública urbana la evaluación y diagnóstico de las comunidades y del sentido de comunidad manifiesto en ellas resulta primordial.
Krause (2001) defiende la necesidad de desarrollar una definición del concepto que no plantee un estado ideal, sino que resulte operativa y útil como herramienta teórica y de diagnóstico para la intervención social. En ese sentido propone como los componentes estructurales mínimos: a) la pertenencia, aspecto subjetivo que implica «que el miembro de la comunidad sienta que comparte con otros miembros ciertos valores, ideas o problemáticas, o bien los propósitos o metas de la comunidad» (p.55); la autora explica que esta identificación con los otros redunda en una identidad grupal. b) La interrelación que implica la comunicación, sin incluir una valoración positiva de la misma, necesariamente, la interdependencia y la influencia mutua son otros aspectos a considerar en esta dimensión. Y, finalmente, c) la cultura común que consiste en la existencia de significados compartidos y, en alguna medida, una interpretación de la vida cotidiana, así como ciertas conductas, ritos u objetos de significado cultural.
La medición del sentido de comunidad ha representado un reto para la psicología; por una parte, ha sido difícil llegar a un consenso al respecto de los componentes estructurales de una comunidad y pareciera ser que la teorización y la intervención en el campo no se han desarrollado de manera interrelacionada. Chavis, Lee y Acosta (2008) presentaron la versión 2 del Inventario de Sentido de Comunidad diseñado a partir de la Teoría del Sentido de Comunidad propuesta por Mc Millan y Chavis en 1986 (Mc Millan y Chavis, 1986). Los autores mencionan que este inventario es la técnica de medición cuantitativa del sentido de comunidad más usada en las ciencias sociales. Ha sido empleada en diversas culturas (Medio Oriente, Norteamérica y Sudamérica) y en múltiples contextos (urbanos, suburbanos, rurales, tribales, lugares de trabajo, escuelas, universidades, comunidades virtuales, etc.). Chavis, Lee y Acosta (2008) indican que la primera versión del Inventario de Sentido de Comunidad ha sido un fuerte predictor de conductas como la participación y un instrumento de medición válido, sin embargo, ha sido blanco de críticas y limitaciones. Reportan que la escala total constituida por 12 reactivos dicotómicos presenta una confiabilidad adecuada, pero que las 4 subescalas que la componen son inconsistentes y, en general, bajas. La segunda versión, propuesta por los autores, contiene 12 reactivos más, un total de 24 (de los 36 sometidos a validación con una muestra que incluía a 1,800 estadounidenses de diversos estados), en una escala de respuesta tipo Likert que exploran los 4 factores constitutivos del sentido de comunidad propuestos inicialmente por Mc Millan y Chavis. La escala presentó un índice de confiabilidad α=0.94. Aunque esta escala ha sido ampliamente utilizada y adaptada en distintos contextos, en este trabajo se plantea el desarrollo de una escala culturalmente relevante para los habitantes de la Ciudad de México, por lo que, se realizó el diseño y validación psicométrica de una escala para medir el sentido de comunidad. Se parte de la propuesta de Krause (2001) considerando como componentes del constructo la pertenencia (
Se diseñó una escala para medir el sentido de comunidad en el barrio a partir del modelo propuesto por Krause (2001) y de los resultados de un estudio exploratorio realizado mediante entrevistas semiestructuradas en distintas colonias de la Ciudad de México. A partir de un análisis de contenido realizado a los resultados del estudio exploratorio se concluyó que las 3 dimensiones propuestas por Krause (pertenencia, interrelación y cultura común) eran culturalmente relevantes; se detectaron también 2 categorías emergentes: la confianza entre vecinos y la tranquilidad del barrio son factores fundamentales en el sentido de comunidad de los habitantes de la Ciudad de México; se decidió incluir ambas categorías en la dimensión cultura común y se redactó la escala inicial incluyendo dichos elementos y considerando el procedimiento sugerido por Clark-Carter (2002) y Reyes-Lagunes (1993). La escala fue diseñada con opciones de respuesta tipo Likert pictográfico (Reyes-Lagunes, 1993) para medir el sentido de comunidad en la colonia, en habitantes de la Ciudad de México. La escala inicial estuvo constituida por 39 reactivos, con 4 opciones de respuesta (de «Totalmente de acuerdo» a «Totalmente en desacuerdo»), con una media teórica de 2.5.
Fase 2. Validación psicométricaSe realizó un análisis factorial exploratorio y un análisis factorial confirmatorio con la finalidad de generar una escala con propiedades psicométricas adecuadas, con confiabilidad y validez, culturalmente relevante.
ParticipantesHabitantes de la Ciudad de México (N=202) pertenecientes a 143 colonias de 33 delegaciones o municipios. Del total de participantes 119 fueron hombres (58.91%) y 83 mujeres (41.08%), de entre 14 y 82 años de edad (M=34, DE=14.08).
InstrumentoSe empleó la escala de 39 reactivos descrita en la fase 1 del estudio.
ProcedimientoSe acudió a distintos puntos geográficos de la ciudad para encuestar a transeúntes y personas que se encontraban en sus domicilios o lugares de trabajo o estudio. La aplicación fue realizada durante los meses de noviembre y diciembre de 2014. Se solicitó a los participantes contestar de manera voluntaria el cuestionario garantizándoles la confidencialidad de sus respuestas.
Con los datos obtenidos se realizaron los análisis sugeridos por Nunally y Bernstein (1994) y Reyes-Lagunes y García y Barragán (2008) que incluyeron un análisis de frecuencia de cada reactivo para identificar si todas las opciones de respuesta fueron atractivas e identificar si la tendencia de las distribuciones eran curvas sesgadas o normales; el análisis de discriminación y direccionalidad de los reactivos, el análisis de confiabilidad, el análisis de correlación como criterio de elección del tipo de análisis factorial y, finalmente, el análisis de confiabilidad total y por factores.
Fase 3. Análisis factorial confirmatorioSe realizó un análisis factorial confirmatorio para verificar que la escala obtenida mediante el análisis factorial exploratorio tenía la estructura adecuada y presenta buen ajuste con los datos. Adicionalmente se contrastó con 2 soluciones distintas para verificar la estructura más adecuada.
ParticipantesHabitantes de la Ciudad de México (N=218) pertenecientes a 90 colonias de 19 delegaciones o municipios, el rango de edad fue de los 13 a los 89 años, el 50% hombres y el 50% mujeres (M=37, DE=16.55).
ProcedimientoSe acudió a distintos puntos geográficos de la ciudad para encuestar a transeúntes y personas que se encontraban en sus domicilios o lugares de trabajo o estudio. La aplicación fue realizada durante los meses de octubre y noviembre de 2015. Se solicitó a los participantes contestar de manera voluntaria el cuestionario garantizándoles la confidencialidad de sus respuestas.
Con los datos obtenidos se realizó un análisis factorial confirmatorio en el programa SPSS Amos 21, se contrastó el modelo generado mediante el análisis factorial exploratorio con otros 2 modelos alternativos, uno unifactorial (que explica todos los elementos) y otro con los 2 factores de peso factorial más alto que incluyen la dimensión pertenencia e interrelación y cultura común (congruentes con la teoría de Krause). Como se mencionó, en el método se consideraron 6 índices de bondad de ajuste para determinar el modelo con mejor bondad de ajuste y, por lo tanto, la estructura final de la escala. Se utilizaron los índices de bondad de ajuste Chi-cuadrada normada que se considera correctamente ajustada cuando es inferior a 3, el índice de ajuste comparativo de Bentler y el índice de bondad de ajuste LISREL (ambos representan buen ajuste al ser superiores a 0.90), la raíz cuadrada media residual y la raíz cuadrada media del error de aproximación que indican un buen ajuste ya que deben ser menores a 0.08. Adicionalmente se utilizó el criterio de información Akaike como criterio de consideración del mejor modelo (el de menor índice) (Hair, Anderson, Tatham y Black, 1999).
ResultadosValidación psicométricaSe identificó que todas las opciones de respuesta de los reactivos fueron atractivas, las distribuciones de los datos fueron normales y la direccionalidad fue clara. De los 39 reactivos de la escala original, 15 tuvieron poder discriminativo y se consideraron en los análisis subsecuentes. En el análisis factorial exploratorio se obtuvo una distribución de los reactivos en 3 factores, de 8, 4 y 3 reactivos respectivamente (ver tabla 1). La rotación convergió en 5 iteraciones. Se obtuvieron resultados satisfactorios en el Índice Kaiser Meyer Olkin (0.871) y esfericidad de Bartlet (χ2=944.626, Sig=0.000). Con la finalidad de determinar la consistencia interna de la escala, se corrió un análisis de confiabilidad α de Cronbach obteniéndose un α=0.84, y una varianza explicada del 55.77%. Se definieron 3 factores iniciales: el factor 1, Cultura común, se refiere a compartir los valores confianza y tranquilidad que resultaron culturalmente relevantes al valorar a la comunidad en el estudio exploratorio; se incluye también el compartir el estilo de vida y el agrado por los vecinos, así como la afirmación de que la colonia constituye una comunidad. Está constituido por 8 reactivos con un α=0.84 y una varianza explicada del 35.23%. El factor 2, Pertenencia e Interrelación, incluye el reconocimiento de ser parte de la colonia, sentirse identificado y tener comunicación con los vecinos. El factor quedó constituido por 4 reactivos con un α=0.81 y una varianza explicada del 12,11%. El factor 3, Diferenciación, indaga en la percepción de diferencia de pensamiento y valores con los vecinos. Este factor quedó constituido por 3 reactivos con un α=0.58 y una varianza explicada del 8.42%.
Componentes de la Escala Sentido de Comunidad en el Barrio
Cultura común | Pertenencia e interrelación | Diferenciación | Total | |
---|---|---|---|---|
Le puedo confiar mis pertenencias a un(a) vecino(a) | 0.821 | −0.046 | −0.069 | |
Confío en mis vecinos | 0.753 | 0.257 | 0.122 | |
Puedo contar con mis vecinos | 0.667 | 0.331 | −0.124 | |
Mis vecinos confían en mí | 0.633 | 0.353 | −0.029 | |
Me gustan mis vecinos | 0.601 | 0.331 | 0.112 | |
Comparto el estilo de vida con mis vecinos | 0.57 | 0.115 | 0.261 | |
En mi colonia somos una comunidad | 0.53 | 0.361 | 0.151 | |
La gente de mi colonia es tranquila | 0.487 | 0.249 | 0.291 | |
Me siento parte de mi colonia | 0.109 | 0.818 | −0.011 | |
Me importa mi relación con mis vecinos | 0.287 | 0.763 | −0.084 | |
Tengo comunicación con mis vecinos | 0.272 | 0.748 | −0.055 | |
Me siento identificado(a) con la gente de mi colonia | 0.327 | 0.677 | 0.299 | |
Mis vecinos y yo pensamos diferente | 0.144 | −0.042 | 0.755 | |
Mis vecinos y yo vemos las cosas diferente | 0.134 | −0.04 | 0.722 | |
Mis valores son diferentes a los de mis vecinos | −0.082 | 0.068 | 0.67 | |
α de Cronbach | 0.842 | 0.819 | 0.585 | 0.848 |
% de varianza explicada | 35.23 | 12.11 | 8.42 | 55.77 |
Media | 2.43 | 2.64 | 2.15 | 2.42 |
Desviación estándar | 0.67 | 0.83 | 0.77 | 0.56 |
En negrita, pesos factoriales mayores de 0.40.
La muestra del análisis factorial confirmatorio presentó distribuciones normales, una media de 2.66 y una desviación estándar de 0.66. En la tabla 2 se presentan los índices obtenidos de los 3 modelos analizados en el análisis factorial confirmatorio.
Índices de bondad de ajuste para los 3 modelos contrastados
Modelo | X2 Normada | CFI | GFI | RMR | RMSEA | AIC |
---|---|---|---|---|---|---|
Un factor | 1.445, p=0.066 | 0.981 | 0.962 | 0.036 | 0.045 | 75.570 |
Dos factores | 1.303, p=0.102 | 0.988 | 0.962 | 0.035 | 0.037 | 106.227 |
Tres factores (exploratorio) | 2.160, p=0.000 | 0.921 | 0.904 | 0.053 | 0.073 | 221.873 |
AIC: criterio de información Akaike; CFI: índice de ajuste comparativo; GFI: índice de bondad de ajuste; RMR: raíz cuadrada media residual; RMSEA: raíz cuadrada media del error de aproximación.
Con base en los resultados se decidió que el modelo unidimensional, propuesto como modelo alternativo, presentó mejor ajuste que el modelo original generado en el análisis factorial exploratorio, presenta niveles adecuados en los índices de ajuste y los pesos factoriales son adecuados y significativos (p≤0.05); en la figura 1 se presenta la estructura final y los pesos factoriales. La escala final quedó constituida por 9 reactivos estructurados en un único factor, presenta un índice de confiabilidad α=0.85 y una varianza explicada del 46.11%.
Discusión y conclusionesEl sentido de comunidad es un constructo complejo, por una parte, por la dificultad que ha representado definir elementos universales en su estructura, y por otra, por la dificultad de incluir elementos específicos de la cultura en la que se analiza. Se obtuvo una escala culturalmente relevante, con las propiedades psicométricas adecuadas para la medición del sentido de comunidad en el barrio. Los resultados de los análisis efectuados como parte del proceso de validación psicométrica fueron los esperados y se obtuvo un índice de confiabilidad satisfactorio. En el interior de la escala se incluyen los 3 componentes mínimos planteados por Krause (2001): Pertenencia, Interrelación y Cultura común. Una especificidad del sentido de comunidad en el contexto Ciudad de México es la relevancia de la confianza entre vecinos; tanto en el estudio exploratorio previo al diseño de la escala como en los distintos análisis psicométricos realizados se detectó que era un elemento relevante. La confianza pareciera ser un valor apreciado entre los vecinos de la Ciudad de México; 2 de los 9 reactivos de la escala final se centran en la confianza entre vecinos y su poder discriminativo corrobora la importancia detectada de tal aspecto en las entrevistas realizadas. En la propuesta de Krause (2001) no se incluye explícitamente tal cualidad, y esto puede deberse a que en el contexto de origen de dicha teoría (Chile) la confianza entre vecinos no representa lo mismo que entre los vecinos de la Ciudad de México. La psicología transcultural busca, entre otras cosas, detectar similitudes y diferencias entre las distintas culturas; en el caso mexicano resulta relevante explorar más las implicaciones de la confianza intervecinal, pues a priori, en este estudio se identifica que es un elemento muy importante constituyente del sentido de comunidad. Por otra parte, la tranquilidad, identificada como categoría emergente en el estudio exploratorio, resultó ser otro elemento importante del sentido de comunidad en el barrio. Si bien la carga factorial del reactivo que incluye tal aspecto es la más baja de la estructura factorial total, su aportación es importante y se puede considerar otra especificidad del contexto mexicano; en una ciudad donde la violencia se ha naturalizado hasta un grado avasallador la tranquilidad del barrio resulta atípica y valorada de forma positiva. Esta escala contribuye de forma parsimoniosa pero contundente al estudio y comprensión de las comunidades urbanas, puede ser utilizada como un primer instrumento de diagnóstico comunitario, o como una medida de comparación del sentido de comunidad en distintos puntos geográficos de la ciudad. Una bondad de la escala es que es breve, de fácil aplicación y con validez de constructo. Es importante continuar realizando estudios sobre el sentido de comunidad en la Ciudad de México tanto a nivel exploratorio como descriptivo para consolidar un cuerpo teórico relevante al contexto mexicano y que contribuya a problematizar las comunidades urbanas y resolver problemas contemporáneos.
FinanciaciónConfirmo que la autora principal realizó este trabajo durante sus estudios de doctorado siendo becaria del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), sin recibir una financiación particular para la realización de este artículo.
Conflicto de interesesLas autoras declaran no tener conflicto de intereses.
La revisión por pares es responsabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México.