La pandemia de COVID-19, producida por el coronavirus SARS-CoV-2, que se transmite generalmente por las secreciones respiratorias, viene provocando alteraciones a los estilos de vida individual y colectiva, sobre todo entre las personas contagiadas que deben someterse al aislamiento social y tratamientos médicos para mitigar los efectos del virus en la salud corporal.
En el artículo «Alteraciones del olfato en la COVID-19, revisión de la evidencia e implicaciones en el manejo de la pandemia»1, se ha señalado que en algunos pacientes con anosmia presentan síntomas habituales por esta enfermedad, aunque con ciertas limitaciones en la evidencia y recolección de datos. No obstante, se puede incluir una relación de la anosmia con la ageusia.
La presencia de la COVID-19 en el organismo se viene diagnosticando mediante la manifestación de diversos síntomas como la fiebre, el dolor de garganta, la diarrea, entre otros, pero también las disfunciones olfatorias y gustativas como la anosmia, cuando hay la pérdida total de dicha facultad, así como la ageusia, que es un trastorno en el que la persona pierde por completo el sentido del gusto2.
Es importante saber que la anosmia se presenta debido a cierta obstrucción en el interior de la nariz y daño en vías centrales nerviosas que incluye al epitelio olfativo, cuya mucosa serviría como receptor celular del SARS-CoV-2; por otro lado, la ageusia, que resultaría de la afectación de la membrana mucosa de toda la cavidad oral, particularmente de las células epiteliales de la lengua, que causa la pérdida de la modulación de la percepción del gusto3.
En este contexto sanitario es válido mencionar que existen pruebas para determinar estas disfunciones, como el Test de Connecticut, olfatometrías, electroolfatograma, entre otros, así mismo, se tiene posibles tratamientos prácticos como el entrenamiento olfativo mediante la exposición a productos con olores intensos (clavo de olor, limón, etc.), el consumo de vitamina A y omega 3, como antiflamatorios, y el consumo de alimentos fríos, evitando las frituras de carnes, huevos, cebollas, ajo, etc.4,5.
En tal sentido, es de suma importancia alertar a los pacientes con anosmia y ageusia, la existencia de riesgos medioambientales y, además, sugerir el uso de detectores de gas y monóxido de carbono con alarmas. Respecto a lo alimentario, advertir que la relación entre el gusto y el olfato podría comprometer la nutrición del paciente, debido a la disminución del apetito por la presunta insipidez de la comida, pero también caer en otro extremo nocivo, sobresazonar los alimentos que podrían tener incidencia negativa en las personas que sufren de sobrepeso, diabetes, hipertensión arterial, etc.
En síntesis, el paciente que presenta disfunciones olfativas y gustativas pre y post-viral debe mantener un distanciamiento social, someterse a las pruebas y terapias pertinentes, así como tomar todas las precauciones necesarias para no exponerse a situaciones de riesgo ambiental y alimentario tóxico, hasta no dar por superado el trastorno fisiológico de los precitados sentidos por el coronavirus SARS-CoV-2.
FinanciaciónNo existen fuentes de financiación públicas ni privadas.
Conflictos de interesesNinguno.
Contribuciones de autoríaLos autores han contribuido con la redacción y revisión de la versión final.