La elevada y preocupante cifra de desempleo juvenil actualmente en España invita a reflexionar sobre cómo era esta situación en los prolegómenos de la actual crisis económica y social. En el presente artículo se analiza y reflexiona si tras la explicación predominante, basada en la responsabilización del joven, se eludían otros aspectos interesantes a tener en cuenta. Para ello se aplica una metodología variada, basada en la revisión estadística y documental, complementada con observación participante y entrevistas (semiestructuradas y estructuradas) a jóvenes (16-19 años), a profesionales del ámbito educativo-ocupacional y a responsables de la administración local. La principal aportación realizada es, por un lado, la identificación, a partir del análisis empírico, de algunas reflexiones en torno a elementos que cuestionan el discurso culpabilizador hacia el joven y, por otro, la presentación de elementos exógenos a la figura del joven interesantes de incorporar en el análisis sobre jóvenes e inserción laboral.
Currently, the high and alarming youth unemployment rate in Spain invites to reflect on how this situation was on the previous and early stages of current economic and social crisis. In this article we analyze and reflect upon whether the predominant explanation, based on blaming young people for youth unemployment, eludes other interesting aspects to consider. Our analysis is based on research that combines statistical and documentary review, participant observation and interview (semi-structured and structured), aimed at young people (16-19 years), professionals in the field of formal training and occupation, and responsibles for local administration. The main contribution is firstly, the identification, from empirical analysis, of some reflections about elements that question the blame-discourse to the young and; secondly, the presentation of exogenous elements (alien to young people), which are interesting to be incorporated in the analysis of youth and employment.
El presente artículo recoge en forma de ensayo una reflexión acerca de las “miradas”, las “visiones” y los discursos que vienen elaborando los propios jóvenes con respecto al trabajo y a la construcción de una trayectoria académico-laboral y social, con miras a la transición a la vida adulta, en el contexto de España durante el periodo previo a la actual crisis económica.
Este texto es un ensayo ya que no pretende profundizar en la discusión teórica y analítica sobre jóvenes y desempleo, sino que busca presentar y compartir reflexiones que aportan matices al análisis de un fenómeno social tan complejo como el desempleo juvenil y los elementos que lo conforman (expectativas de los jóvenes, estrategias laborales de los jóvenes, coyuntura mercado de trabajo…). Dichas reflexiones emergen del análisis empírico 2de los jóvenes y su relación con la ocupación/desocupación, sus aspiraciones laborales, sus expectativas de futuro y las estrategias de construcción de trayectorias laborales, académicas…, en el contexto particular de la España pre-crisis.
Se pretende explorar hasta qué punto la tan aludida desmotivación de los jóvenes hacia el trabajo y la educación era la principal explicación de una tasa de desempleo juvenil del 18% en tiempos de supuesta bonanza económica (2007); o bien, si tras esta explicación predominante se eludían otros aspectos interesantes a tener en cuenta.
Para desarrollar esta exploración y construir los argumentos que sustentan las reflexiones que aquí se plantean, se analizan, por un lado, las lógicas discursivas de los jóvenes con respecto al mundo del trabajo y la instrucción; por otro, la visión y los discursos de los profesionales que trabajan con la población joven en relación con su percepción de las expectativas del futuro de éstos; y por último, se recogen datos e informaciones publicadas en informes y medios de comunicación (esencialmente prensa escrita) sobre jóvenes y desempleo, los cuales contribuyen a construir una opinión social respecto a este fenómeno. Resulta preciso puntualizar que los datos estadísticos que se presentan son una forma de dibujar un contexto general, en el cual se desarrolla el caso particular que se analiza. Y la única pretensión que se persigue es poner en diálogo esos datos más generales con los testimonios entrevistados para evidenciar así puntos de conexión y discrepancia entorno a la cuestión que nos ocupa.
Para ello, se utilizan diversas técnicas de investigación como la revisión estadística y documental (tanto de literatura específica como artículos de prensa), la entrevista semi-estructurada y estructurada, y la observación participante.
Concretamente, se han entrevistado a 118 jóvenes de entre 16 y 19 años residentes en una gran ciudad española (Barcelona), 22 profesionales que trabajan directamente con el colectivo joven (educadores, profesores…) y ocho técnicos y responsables de las administración local (regidores, técnicos de la administración, etc.).
El procedimiento muestral desarrollado ha sido la elección intencional, tanto de los jóvenes como de los profesionales, seleccionado aquellos testimonios más representativos y significativos para el objeto de estudio. Se ha optado por el muestreo cualitativo porque facilita la heterogeneidad y una representación tipológica (no estadística) de la muestra. Este tipo de muestreo propicia el análisis de un mismo objeto de estudio (los trayectos juveniles en ámbitos como el laboral y/o escolar) considerando distintas miradas y voces. Por ello, subrayamos que en ningún caso las reflexiones ni los resultados recogidos en este texto pretenden ser generalizables, pero sí elementos de reflexión y debate que aportan matices al análisis de la ocupación-desocupación y los jóvenes. Por esta razón, cuando en el presente ensayo se hace referencia al colectivo joven, nos referimos a los jóvenes entrevistados en el marco de la investigación mencionada.
Los resultados de este proceso de investigación y reflexión muestran que, en un momento de supuesta bonanza económica, el discurso predominante en torno a los jóvenes y sus trayectorias laborales y escolares se basaba en responsabilizar al joven de sus logros personales, y en especial de sus “fracasos”. Se extendió una visión notablemente negativa de los jóvenes, considerándolos apáticos, vagos, con pobres aspiraciones de futuro. De hecho, esta visión no sólo culpabilizaba al joven que se encontraba en situación de desempleo, sino que se aplicaba de forma potencial a gran parte de la población juvenil española. Una muestra de ello es la construcción social de la etiqueta de “generación nini”.3
Si contrastamos estos discursos y datos con las visiones y relatos de los propios jóvenes (entrevistados), se ponen de manifiesto algunas incongruencias entre ambas fuentes. Algunas de las más relevantes es que la justificación del desempleo juvenil ha focalizado su atención en la capacidad-incapacidad del joven, pero no ha tenido en cuenta aspectos exógenos al joven, señalados como relevantes por gran parte de éstos y de algunos profesionales. Los más destacados por los testimonios entrevistados son: la influencia de las expectativas de los profesionales que trabajan con jóvenes; procesos contextuales durante los que se mediatizan dichas expectativas, como la segregación escolar y el tiempo libre; y las debilidades de programas y dispositivos de formación ocupacional, como, por ejemplo, la no inserción en el mercado de trabajo tras finalizar el proceso de formación o la estigmatización de los usuarios vinculados a determinados proyectos o recursos destinados a promover la ocupación juvenil.
Juventud y empleo: de la “culpabilización” del joven a su “compasión”“La juventud está desmotivada, desilusionada, apática, no tiene interés en estudiar ni en trabajar”. “Como lo tienen todo, no se esfuerzan como lo han hecho generaciones anteriores...”. Éstas son declaraciones que aparecían reiteradamente en periódicos, informes y discursos de profesionales que trabajan en el ámbito de la juventud en los prolegómenos de la actual crisis económica.4Sin embargo, hoy, y principalmente desde 2010, 5estos argumentos se están viendo sustituidos velozmente por: “el mercado de trabajo no ofrece oportunidades laborales a los jóvenes, ni tan siquiera a la generación más preparada de la historia del país”; “el riesgo de una generación perdida”; “el éxodo de cerebros puede suponer una intensa descapitalización futura del país”.6
Si bien es cierto que la tasa de paro juvenil en España en 2013 es absolutamente desorbitada, situándose en la actualidad, según la EPA 7 (tercer trimestre, 2013), en el 54.37% 8 (73.85% en jóvenes de 16 a 19 años, y 53.65% en los de 20 a 24 años), también es cierto que el desempleo juvenil no es un problema novedoso para la sociedad española, así como tampoco lo es estrictamente coyuntural. De hecho, a principios de la década de los 2000, coincidiendo en el inicio del periodo de mayor crecimiento económico, la tasa de ocupación juvenil en España 9 era del 19.3%. Ésta era significativamente más baja que la media europea (34%) y, además, sufría una fuerte variabilidad con el ciclo económico, mientras que en el resto de los países ésta era mucho más estable. Durante los momentos buenos del ciclo, el porcentaje de jóvenes trabajando se elevó hasta superar el 40%, mientras que en países como Alemania o Reino Unido, la tasa de ocupación sobre el total de los jóvenes era mucho más elevada, situándose por encima del 50%. Respecto a la tasa de desempleo juvenil, en España en el año 2000 ésta era del 22.9%, desciendo hasta el 18% a principios del año 2007. En definitiva, en un momento considerado de bonanza económica, es importante no olvidar que en España un 18% de los jóvenes menores de 25 años estaban desempleados.10
En aquellos momentos las interpretaciones que se hacía de estos datos se sintetizaban en titulares como: “los jóvenes de hoy en día son unos vagos”; “la juventud no quieren trabajar porque como lo tienen todo sin esfuerzo…”; “gran parte de los jóvenes del siglo xxi son ni-nis: ni estudian, ni trabajan, ni tienen intención de hacerlo”; 11 “esta juventud no tiene proyectos de futuro ni ilusión”.12
De ellos se desprende que las principales explicaciones al problema del desempleo juvenil giraban entorno a lo que la literatura denomina naturalización e individualización de las trayectorias vitales.13 La individualización parte de la base de que es el sujeto joven el que tiene que construir su propia biografía sin tener que poder apoyarse en contextos estables. Por tanto, el joven es responsable de su capacidad o incapacidad para afrontar los retos relacionados con el diseño de sus trayectorias escolares y laborales. Desde esta postura, ante una situación de dificultad, se sostiene que el “culpable” de dicha dificultad es el propio individuo, debido a una falta intrínseca de talento y/o voluntad.14 Y es esa deficiencia la que convierte a una persona en incapaz de aprovechar las oportunidades que la sociedad parece brindarle, por ejemplo, mediante la educación, cursos de formación, programas educativos de segunda oportunidad o dispositivos de integración socio-laboral. Afirmaciones de este tipo confirman la tendencia de establecer una correlación entre desocupación juvenil y aspectos fundamentalmente intrínsecos al joven, como la supuesta apatía y desmotivación de los jóvenes por estudiar y formarse y/o por trabajar, la aparente falta de esfuerzo, la falta de acreditaciones, conductas sociales inadecuadas, su presunta gran dependencia del sistema de bienestar, entre otros. Tal y como sostiene du Bois-Reymond et. al15 y du Bois-Reymond y López, 16este tipo de atribuciones señaladas individualizan los problemas con que se enfrentan los jóvenes en su carrera vocacional, situándolos en una lógica basada en la acentuación del déficit y la “culpabilización de la víctima”, sin tener en cuenta que dicho déficit quizá no sea (exclusivamente) individual, sino consecuencia de condicionamientos derivados de déficits estructurales, desajustes en el mercado laboral, el sistema educativo, políticas sociales, programas y recursos de formación ocupacional, entre otros.
Jóvenes y aspiraciones: ¿desmotivación y apatía o ilusión desorientada?Al igual que gran parte de los estudios sobre jóvenes y mundo del trabajo coinciden en que la integración laboral representa un elemento central para la configuración ideal y práctica de los proyectos de vida de los jóvenes, también sostienen que las aspiraciones y expectativas de futuro de los jóvenes con respecto a la educación y el trabajo juegan un papel fundamental en la construcción de dichos proyectos.
El discurso predominante, en especial en los medios de comunicación, en relación con la juventud española durante los momentos de bonanza económica se basaba principalmente en la proyección de una juventud dormida, desmotivada, sin aspiraciones.
El trabajo empírico pone de manifiesto, a través del testimonio de los jóvenes entrevistados, datos e informaciones que como mínimo invitan a cuestionar esa supuesta apatía generalizada.
La totalidad los jóvenes consultados ha manifestado tener expectativas de futuro, y en ningún caso se han evidenciado respuestas del tipo: me es indiferente, no quiero hacer nada, no tengo ningún interés ni motivación, no quiero trabajar... En todos los casos ha habido una respuesta orientada hacia algún plan de futuro. Otra cuestión sería analizar hasta qué punto son viables estos planes, si son coherentes con sus acciones presentes, etc. Pero, de todos modos, esto es un cantar diferente a la gene-ralizada “apatía juvenil” tan esgrimida por algunos sectores de la población adulta, así como por los medios de comunicación de masas en el momento en que situamos el análisis.
Entre el 50 y el 73% de los jóvenes entrevistados declaran su intención de ocuparse en profesiones liberales, principalmente del ámbito de la salud, la educación y las ingenierías, mientras que el porcentaje de jóvenes que manifiesta interés por trabajar en oficios es del 38%. Los oficios que suscitan más interés son: peluquería, esteticista, mecánica y fontanería.
–Ana, 17 de 17 años, explica–: a mí me encantaría poder estudiar magisterio de educación especial porque me gustaría ayudar a niños con problemas físicos y psíquicos. Mi madre siempre me ha dicho que ve en mí muchas cualidades para ser una buena profesora. Creo que es una profesión muy gratificante. –En esta línea, Beatriz, de 16 años, afirma–: yo quiero acabar la ESO 18 y empezar el bachillerato social-humanístico para luego estudiar periodismo. Me encantaría poder escribir en un periódico o ser corresponsal, así podría viajar, conocer a mucha gente y ganarme bien la vida.
Decantándose más por una inserción laboral en el ámbito de los oficios, Pedro, de 16 años, comenta: “Cuando acabe la eso me gustaría hacer un ciclo formativo de grado medio de mecánica, porque así en dos años puedo trabajar en algún taller, y en algún tiempo puedo intentar tener el mío propio”.
En relación con las expectativas profesionales, al igual que hemos apuntado anteriormente cuando hablábamos de las expectativas académicas, un 25.83% de los jóvenes, participantes en el trabajo de campo, afirman no tener muy claro su futuro profesional y no saber todavía a qué querer dedicarse laboralmente. Esta manifestación de duda e indecisión se ha evidenciado principalmente en aquellos jóvenes que aún no han finalizado la eso. También se aprecia, aunque en menor medida, entre aquellos que ya cursan estudios post-obligatorios. Pero a pesar de no tener claro en qué profesión ocuparse, todos los jóvenes comparten su deseo de trabajar en un futuro a corto, medio o largo plazo, en función de sus motivaciones, expectativas de futuro y rendimiento académico. A modo de ejemplo, Juan, de 17 años, dice: “Yo aún no sé muy bien de qué quiero trabajar, pero quiero trabajar ya y ganar dinero. Yo no sirvo para estudiar; siempre me quedan casi todas. Sólo quiero hacer algo y no perder el tiempo sentado en una silla aburriéndome como una ostra”. Desde otra postura, Elena, de 18 años, apunta: “Yo en poco tiempo acabaré el bachillerato, y todavía no tengo muy claro a qué quiero dedicarme. Hay varias cosas que me gustan: fisioterapia, veterinaria, no sé… Creo que me daría igual una que otra”.
A diferencia de la realidad que mostraban los titulares de los periódicos a los que hemos hecho mención anteriormente, así como al boom del fenómeno ni-ni en estadios iniciales de la crisis económica, que señalaba de forma alarmante que en 2009, 70 mil jóvenes menores de 34 años en España ni estudiaba ni trabajaba, 19 el trabajo empírico desarrollado pone de manifiesto que un 17.7% de jóvenes entrevistados (recordamos, de entre 16 y 19 años), en 2008-2009, dijo estar trabajando. Este grupo de jóvenes se divide en dos sub-grupos: el primero, conformado por el 2.54% que dice trabajar a tiempo completo, y el segundo, que aglutina a un 10.16%, compagina estudios y trabajo a jornada parcial (fines de semana, festivos, media jornada, empleo eventual...).
El grupo de jóvenes que trabaja a tiempo completo manifiesta de forma unánime su voluntad de cambiar de trabajo hacia un trabajo que les permita tener unos horarios más cómodos, mayor estabilidad laboral, aumento de sueldo, y la posibilidad de vivir nuevas experiencias de realización profesional y personal. 20 Sofía, 19 años, explica: “Cuando acabé la eso, con 16 años, no quería seguir estudiando y quería empezar a trabajar. Al poco, empecé a trabajar como dependienta en una tienda de ropa. El trabajo no está mal, pero en poco tiempo espero cambiar, y encontrar un trabajo con mejor horario, mejor sueldo y más estable”.
Los jóvenes que compaginan estudios y trabajo se ocupan principalmente en trabajos relacionados con la economía sumergida e informal, como por ejemplo, clases de repaso, babysitter, etc., así como trabajos temporales por horas (monitores de tiempo libre, ayudantes en una tienda...). La valoración que este sub-grupo hace del trabajo es más positiva que la apuntada por el sub-grupo anterior, ya que valoran el hecho de trabajar como un medio para seguir estudiando y ganar algo de dinero, lo cual les aporta cierta independencia económica y mayor autonomía personal.
Lucía, de 18 años, explica: “Yo trabajo en una tienda de ropa durante los viernes por la tarde, fines de semana y festivos. Es un horario algo pesado, pero me permite poder estudiar sin problemas, y además tener algo de dinerillo”. Otro ejemplo, es el que relata Ainoa, de 19 años: “A mí me gusta trabajar como monitora de comedor y de actividades extra-escolares. Me gusta estar con niños y me lo paso muy bien. Además, me permite ganar experiencia, ya que estoy estudiando un ciclo formativo de educación infantil, y a la vez ganar algo de dinero. Por ahora, esta situación es perfecta para mí”.
Un aspecto en que todos los jóvenes coinciden es en subrayar las enormes dificultades que tienen para encontrar un trabajo estable, que se adapte a sus intereses y cualificaciones, y bien pagado. Y en es en este proceso de espera del “trabajo ideal”, en que la educación y la formación es considerada una antesala a la inserción laboral. Cabe señalar que se aprecian distintos posicionamientos entre el colectivo joven entrevistado. Para algunos de ellos, la educación es un valor añadido y manifiestan su confianza en que la mejora de su nivel de estudios y su grado de formación les facilitará el encontrar un trabajo mejor y de forma más rápida. Para otros, la educación es una vía preparatoria para el mundo del trabajo, y por ello debe de ser altamente especializada y no muy extensa. Y por último, otros jóvenes valoran el paso por la escuela como una pérdida de tiempo, y no confían en que la educación les abra las puertas del mercado laboral.
En síntesis, el análisis empírico (sin intención de generalizar) sitúa el foco de la duda sobre la opinión y el discurso predominante que señala la incapacidad y la desmotivación de los jóvenes por estudiar y trabajar como la principal explicación a las dificultades de inserción de la población juvenil.
Expectativas de futuro: planes construidos entre jóvenes, profesionales y contextos de interacciónLas expectativas de futuro de los jóvenes son fruto de un proceso complejo de construcción, en el cual intervienen múltiples aspectos, que van desde la influencia del grupo de iguales, los modelos imperantes expuestos en los medios de comunicación, hasta las expectativas de los profesionales 21 con los que interaccionan –transmitidas mediante los discursos y las conductas– y pasando por el tipo de escuela donde estudian o barrio donde viven.22
Estancamiento y descenso del nivel de instrucción de la población joven debido a la desmotivación respecto al estudio, las bajas expectativas de futuro sobre el nivel académico y laboral, al absentismo escolar y al abandono escolar prematuro son los argumentos más repetidos en los discursos de los profesionales (entrevistados) que trabajan con jóvenes a la hora de describir su situación en el ámbito escolar y laboral.
Se aprecia la misma tendencia pesimista entre los profesionales cuando se refieren al futuro laboral de los jóvenes. “Creo que los chicos tienen una seria dificultad para encontrar trabajo debido a la falta de actitudes como la puntualidad, el respeto a la autoridad y las reglas”, afirma una educadora de un centro juvenil. En la misma línea, el responsable de una organización ejecutora de las políticas de promoción económica del ayuntamiento sostiene: “Muchos jóvenes, especialmente aquellos con menor formación, no están motivados para trabajar ni estudiar, sólo quieren ganar dinero fácil y rápidamente. Sus puntos más débiles son la falta de formación básica y la falta de motivación para formarse. A veces, buscar posibilidades de inserción para determinados casos es muy difícil”.
Desde el ámbito de la administración local, la visión recogida no es más optimista y señala a los jóvenes como un colectivo vulnerable en el cual se invierte gran cantidad de recursos (cursos de formación ocupacional, oficinas de orientación profesional, programas de refuerzo escolar, programas de inserción laboral), y, sin embargo no se alcanzan los resultados esperados. Desde el punto de vista de la regidora de uno de los distritos de la ciudad: “el principal problema de los jóvenes es que no creen en que estudiar les vaya a dar un beneficio personal y profesional. No confían en esto y por ello no se esfuerzan y no sacan todo el partido que podrían a recursos ofrecidos”.
Tal y como se desprende del testimonio anterior, se señala la falta de esfuerzo y motivación del joven como principales explicaciones de los insatisfactorios resultados de unas medidas dirigidas a la población joven, principalmente en materia de refuerzo escolar y de inserción laboral.
Se evidencia cómo numerosos profesionales se refieren a las expectativas de futuro como una construcción que realiza de forma individual el joven, independientemente de los contextos en los que interacciona o bien las influencias que recibe de su entorno. Para ellos, los elementos clave son la motivación, el interés, el esfuerzo personal, etc. Es decir, estos interlocutores suscriben los argumentos que plantean la individualización de las trayectorias juveniles y la teoría de la culpabilización de la víctima, expuestos en el apartado anterior.
Diferenciadamente, tres de cada cuatro jóvenes entrevistados y un sector reducido de profesionales sostienen que en la configuración de sus expectativas influyen de manera considerable aspectos que son ajenos a su persona; como, por ejemplo, las aspiraciones de sus compañeros, las expectativas que depositan en ellos sus padres, profesores o educadores, el ambiente escolar o de ocio en términos de exigencias, cultivo de intereses…
El análisis empírico reafirma aquellos postulados teóricos que sostienen que las expectativas de futuro son una conjunción entre aspectos personales y sociales, y por ende, apunta una serie de aspectos como elementos relevantes a la hora de analizar las expectativas de la población joven y su postura ante la formación y el empleo: i) la visión del colectivo joven por parte de los profesionales que trabajan con ellos; ii) sus expectativas de futuro respecto a la población joven; y, iii) procesos que mediatizan las expectativas de los profesionales y contaminan su visión y proyección hacia los jóvenes. Concretamente, se señalan como procesos mediatizantes las tendencias a la segregación escolar23 y el tiempo libre.
La directora de una escuela de educación primaria pública comenta: En nuestros barrios se aprecia una clara huida de aquellos jóvenes con altas expectativas académicas y laborales y un rendimiento escolar satisfactorio hacia las escuelas concertadas 24 y/o privadas, mientras que en la pública se concentran aquellos con mayores dificultades, con un rendimiento y unas expectativas más bajas, un nivel socio-económico más bajo y de origen extranjero. Es difícil trabajar así y a veces es inevitable que baje el nivel académicamente hablando.
De hecho, los jóvenes también perciben esta segregación y aportan argumentos que la reflejan: Empecé bachillerato en este centro porque mi colegio anterior se lo recomendó a mis padres. Nunca me ha gustado el instituto público del barrio, porque va gente que no tiene granas de estudiar […]. Allí no hay quien haga clase y al final todo se pega. En cambio, aquí nos exigen bastante, y además nos ayudan mucho –explica Laura, de 16 años.
En el uso del tiempo libre se evidencia una tendencia similar. Los indicios de segregación en el marco del ocio también son percibidos por los propios jóvenes. Alberto, de 16 años, explica: “No me he informado mucho de las actividades que hacen en ese centro porque no me interesan. No me gusta lo que hacen ni las personas que van”. Alicia, de 18 años, añade: “El ambiente que he visto en algunos centros no me gusta nada y no creo que me aportara mucho. Siempre hay gente que va a liarla, y yo paso de esto, la verdad, es más, prefiero que nadie me relacione con ese tipo de gente”. Desde otro punto de vista, Efraín, de 16 años, comenta: “algunos de los que viven en el barrio que se creen ricos o algo así no quieren juntarse con nosotros. Dicen que creamos problemas y mal ambiente, por eso se van… Me da igual, son unos pijos, ¡que se vayan!”.
Estos relatos ponen de manifiesto cómo este tipo de procesos influyen en la creación de un clima institucional que contribuye en parte a la construcción de la propia imagen así como de la imagen de los demás, tanto en el caso de los jóvenes como de los profesionales. También propicia el contacto y el contagio de expectativas, inquietudes y comportamientos.
Respecto a la cuestión de cómo el ambiente escolar o de ocio puede influir en la forma en que un profesional construye su visión y sus expectativas respecto a los jóvenes educandos, una asistente social entrevistada manifiesta su preocupación, especialmente cuando dicha construcción se da en el marco de contextos segregados. Comenta: Si los profesionales construyen su visión de la juventud en base a una segregada red escolar y de ocio, se corre el peligro de que éstos proyecten bajas expectativas hacia el rendimiento y potencialidades de la juventud, lo que se ha constatado en multiples estudios, influye significativamente en las expectativas de los jóvenes sobre su propio futuro. Esto influye negativamente en el llamado efecto Pigmalión y en la construcción del denominado techo de cristal. Hay que tener cuidado y los profesionales debemos trabajarnos mucho este aspecto.
En síntesis, los datos empíricos reafirman el argumento de que hay múltiples elementos exógenos al joven que influyen en la construcción de sus expectativas de futuro, así como de sus estrategias de transición a la vida adulta (ámbito laboral, escolar, social….), y se alejan de los discursos fundamentados en la responsabillización y culpabilización del joven. Entre estos elementos exógenos cabe destacar, por un lado, la visión que tienen los profesionales del colectivo joven y las expectativas de futuro que construyen para ellos, y, por otro, procesos, como la segregación escolar y en el tiempo libre, que mediatizan y contaminan tanto la visión de los jóvenes entre sí como la visión entre los profesionales y los jóvenes, y las expectativas que se definen y se proyectan los unos hacia los otros. Dicho de otro modo, las expectativas de los profesionales que trabajan con los jóvenes, así como los ambientes de relación e interacción devienen en elementos fundamentales en la configuración de las expectativas y estrategias de futuro de la juventud.
Imperfecciones en las medidas de intervención en materia formativo-ocupacional dirigidas a la población jovenLa gran mayoría de jóvenes entrevistados y algunos profesionales incluyen elementos de tipo institucional a la lista, iniciada en los apartados precedentes, relativa a aspectos exógenos influyentes en las expectativas de futuro de los jóvenes y las percepciones que guían sus comportamientos y toma de decisiones en relación con ámbitos prioritarios para la transición a la vida adulta (escolar, formativo-laboral). Focalizan estos aspectos institucionales en el marco de los programas y dispositivos de formación ocupacional; concretamente, en relación con el planteamiento de dichos programas y determinados efectos no deseados vinculados a su implementación, como, por ejemplo, la estigmatización asociada a determinados recursos y programas educativoocupacionales.
El responsable del servicio de atención ciudadana que ofrece el ayuntamiento explica: muchos de los programas de formación ocupacional o de inserción laboral dirigidos a jóvenes no responden a las necesidades reales de formación ni de inserción que tienen los jóvenes actualmente, y en muchos casos se reducen a dar una solución temporal al paro juvenil, sabiendo que la inserción laboral no se efectuará al finalizar el proyecto.
Añade que es consciente de que estas incoherencias deslegitiman estos recursos entre los jóvenes, al mismo tiempo que debilitan su confianza en ellos y minan sus expectativas de futuro.
De igual modo, el coordinador de una fundación que trabaja para la inserción de jóvenes, especialmente aquellos en riesgo de exclusión social, afirma tener la impresión de que el proyecto que coordina está estigmatizado y que se asocia en exclusiva a familias pobres, jóvenes problemáticos, y/o inmigrantes, pero no a jóvenes que quieran formarse para encontrar un trabajo mejor. Desde su punto de vista, esta situación, por un lado, desvirtúa el principal objetivo del proyecto, el cual es potenciar una satisfactoria inserción laboral juvenil mediante la formación, y por otro, estigmatiza a los jóvenes que se matriculan en este tipo de proyectos. El testimonio de un joven reafirma la impresión de este coordinador, al explicar que le han propuesto matricularse en el próximo curso en este proyecto, pero que ha rechazado la propuesta argumentando que “allí sólo van inmigrantes, gente con problemas, y yo sólo quiero que me orienten a buscar trabajo”.
Estas informaciones recogidas a partir del análisis empírico reafirman algunas alertas ya apuntadas por la literatura.25 Distintos trabajos sostiene que uno de los peligros reales inherentes a intervenciones psicosociales en el ámbito de la formación ocupacional es la de caracterizar a los jóvenes que toman parte de dichas medidas en función de rasgos individuales, como, por ejemplo, la falta de formación básica, la desmotivación, etc. Esta tendencia propicia el refuerzo de percepciones individualistas del empleo y el desempleo, idea sobre la cual subyace la postura de culpabilización del usuario y/o participante. Y, colateralmente, acentúa la sensación de estigmatización que dicen experimentar los jóvenes participantes de dicho tipo de proyectos.
En definitiva, los testimonios entrevistados apuntan, en primer lugar, las incoherencias internas entre el planteamiento inicial y el desarrollo de medidas en materia de formación ocupacional, y en segundo lugar, la existencia de ciertos efectos no deseados, como la estigmatización del servicio y de sus usuarios, entendidos como elementos relevantes a tener en cuenta en el análisis sobre jóvenes, formación, inserción laboral y desempleo juvenil.
Reflexiones finalesEn un momento de bonanza económica en el que el desempleo juvenil no alcanzaba cifras tan deseables como las que parecía obtener la producción económica, parece que el discurso mayoritario acerca del joven, en general, y del joven con problemas de inserción laboral, en particular, se basaba en la responsabilización y culpabilización del joven. Socialmente se les reprochaba ser vagos, estar desmotivados y no tener expectativas de futuro por las que esforzarse. Una muestra de esta tendencia, tal y como ya se apuntaba al inicio de este artículo, es la versión española que se ha hecho del término inglés neet (Not in Employment, Education or Training) añadiendo al no estudia ni trabaja la falta de intención hacerlo. Además, se ha producido una notable profusión del uso de este tipo de terminología para hablar sobre el conjunto de la población joven. En múltiples ocasiones, da la sensación de que cualquier joven es un potencial ni-ni hasta que no se demuestre lo contrario.
Pero desde esta lectura que atribuye a la falta de capacidad, de responsabilidad, de motivación, de esfuerzo del joven en el epicentro de las explicaciones a por qué España tiene la tasa de desempleo juvenil que tiene, o a por qué determinadas inversiones en materia de ocupación juvenil no alcanzan las expectativas previstas, se obvian aspectos exógenos (ajenos a la persona del joven) que el análisis empírico releva como interesantes de contemplar a la hora de analizar el problema de la inserción laboral juvenil, así como otras circunstancias, como la falta de formación básica, el fracaso escolar, etc. Entre estos aspectos destacan: i) la influencia de las expectativas de los profesionales respecto al colectivo joven con el que trabajan, mediatizadas por procesos como la segregación; ii) las incoherencias internas entre el planteamiento inicial y el desarrollo del proyecto; iii) la falta de evaluación de los programas y de ciertos efectos no deseados, como la estigmatización de un servicio específico y de sus usuarios.
Teniendo en cuenta todo lo expuesto, en este texto se quiere invitar a reflexionar si en España no se ha malgastado un tiempo –en que parecía haber recursos económicos– responsabilizando al joven de no tener ganas de trabajar, de no tener horizontes de futuro, y, en cambio, no se ha prestado ninguna atención a aspectos, especialmente de tipo institucional, que quizá hubieran ayudado a definir medidas o programas que en la actualidad podría contribuir a contener o paliar este desbocado paro juvenil.
Este artículo es una versión del ensayo ganador del Primer Premio Fermín Caballero 2013, otorgado por la Asociación Castellano-Manchega de Sociología al mejor ensayo en Ciencias Sociales.
Doctora en Sociología por la Universitat de Barcelona. Profesora asociada e investigadora en la misma institución.
Este análisis empírico se enmarca en la investigación llevada a cabo en la esis doctoral “Procesos de integración y exclusión social juvenil en las periferias de Barcelona y Milán”, dirigida por la Dra. Marisol García, de la Universitat de Barcelona (España), y financiada parcialmente por la Secretaria de Joventut de la Generalitat de Catalunya y la Obra Social de Ibercaja.
La traducción que se ha hecho al español de las siglas en inglés NEET (Not in Employment, Education or Training) es ni-ni. Esta etiqueta en este contexto se utiliza para referirse a un joven que no estudia ni trabaja, y rápidamente se le ha añadido la coletilla de ni tiene intención de hacerlo. De manera que la etiqueta ni-ni incluye implícitamente información relativa a las motivaciones, expectativas y aspiraciones de los jóvenes.
En relación con las declaraciones aparecidas en los años anteriores a la actual crisis económica, ver: OCDE (2012), Panorama de la educación en España. Indicadores de la OCDE 2012, Ministerio de Educación, Madrid; ver también Gutiérrez, Maite (2010), “Los lunes al sol, versión adolescente”, en La Vanguardia, 8 de noviembre, p. 47; y ver también Teruel, Ana y Aunión, José (2010), “España es el país de Europa con más jóvenes que ni estudian ni trabajan”, en El País, 12 de octubre, online en <http://elpais.com>.
A pesar de que el inicio de la crisis económica mundial es datada por los expertos el 9 de agosto de 2007, en España ésta no es reconocida por el gobierno hasta julio de 2008. Y no es hasta finales de 2009 y principios de 2010 cuando los efectos de esta crisis comienzan a apreciarse de forma acentuada entre la ciudadanía, principalmente a consecuencia de medidas centradas en la reforma laboral y el recorte del gasto social.
En relación con las declaraciones argumentadas en la actualidad, ver: Tortosa, María Jesús (2013), “Formados y sin trabajo”, en El País, 12 de mayo, online en <http://elpais.com> y ver De la Rica, Sara (2013), “Educación superior necesaria, pero no suficiente”, en El País, 28 de abril, online en <http://elpais.com>
La Encuesta de Población Activa (EPA) es una investigación continua y de periodicidad trimestral realizada por el Instituto Nacional de Estadística con la finalidad principal de obtener datos sobre la población en relación con el mercado de trabajo.
En el primer trimestre de 2013 el porcentaje de desempleo juvenil en España era de 53.13% y en el segundo trimestre del mismo año, del 57.22%.
Ministerio de Empleo y Seguridad Social (2013), Estrategia de emprendimiento y empleo joven 2013-2016, online en <http://www.empleo.gob.es>.
Cuzin, Elodie (2011), “Un ‘Tanguy’ espagnol délogé du nid familial”, en Le Monde, 28 de abril, online en <http://www.lemonde.fr>.
Barbería, Jose Luis (2009), “Generación ‘ni-ni’: ni estudia ni trabaja”, en El País, 22 de junio, online en <http://elpais.com>.
Kieselbach, Thomas (1989), “El desempleo juvenil: Consecuencias en la salud y recomendaciones para las intervenciones psicosociales”, en, J. R. Torregrosa, J. Bergere y J. L. Alvaro (eds.), Juventud, trabajo y desempleo: un análisis psicosociológico, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, pp. 521-557; ver Machado Pais, José (2002), “Laberintos de vida, paro juvenil y rutas de salida (jóvenes portugueses)”, en Revista Estudios de Juventud, Madrid, INJUVE, núm. 56, pp. 87-101; ver López Blasco, Andreu (2002), “De los itinerarios lineales a las trayectorias yo-yo”, ponencia presentada en la Conferencia Europea para Investigadores y Técnicos Jóvenes y políticas de transición en Europa, 6 al 8 de junio, INJUVE, Madrid.
Ver Stolcke, Verena (2000), “¿Es el sexo para el género lo que la raza para la etnicidad... y la naturaleza para la sociedad?”, en Política y Cultura, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, núm. 14, México, pp. 25-60.
Ver du Bois-Reymond, Manuela et. al (2002), “Transiciones modernizadas y políticas de desventaja: Países Bajos, Portugal, Irlanda y jóvenes inmigrantes en Alemania”, en Revista de Estudios de Juventud, núm. 56, INJUVE, Madrid, pp. 55-75.
Ver du Bois-Reymond, Manuela y López Blasco, Andreu (2004), ”Transiciones tipo yo-yo y trayectorias fallías: hacia políticas integradas de transición para los jóvenes europeos”, en Revista de Estudios de Juventud, núm. 65, INJUVE, Madrid, pp. 11-29.
Los nombres utilizados en el texto son ficticios. De este modo se preserva la confidencialidad de los jóvenes entrevistados.
Educación Secundaria Obligatoria en el sistema educativo español, comprende de los 12 a los 16 años.
Sobre esto, cabe puntualizar cómo criterios y aspiraciones de este tipo se han visto fuertemente mermadas durante los últimos cuatro años de crisis económica, debido especialmente a la precarización de las condiciones de trabajo (aumento de la temporalidad en la contratación y la reducción de salarios).
Sobre las percepciones y expectativas que los adultos depositan en los jóvenes, ver: Bandura, Albert (1987), Pensamiento y acción. Fundamentos sociales, Ediciones Martínez Roca, Barcelona; y también Cava, María Jesús y Musitu, Gonzalo (2001), “Autoestima y percepción del clima escolar en niños con problemas de integración social en el aula”, en Revista de psicología general y aplicada, Federación Española de Psicología, vol. 54, núm. 2, Madrid, pp. 297-311.
Sobre la influencia del contexto residencial y escolar sobre las expectativas de los jóvenes ver: Webber, Richard y Butler, Tim (2007), “Classifying pupils by where they live: How well does this predict variations in their GSCE results?”, en Urban Studies, Glasgow, University of Glasgow, vol. 44, núm. 7, pp. 1229-1253.
La segregación escolar es analizada por distintos autores, entre otros, ver: Oberti, Marco (2005), “Differenciation sociale et scolaire du territoire: Inegalites et configurations locales”, en Revue Sociétés contemporaines, Centre National de la Recherche Scientifique, vol. 59-60, núm. 3, París, pp.13-42; Oberti, Marco (2007), “Social and school differentiation in urban space: Inequalities and local configurations”, en Environment and Planning, Londres, Pion Ltd, vol. 39, núm 1, pp. 208-227; Fernández-Enguita, Mariano (2003), “Desigualdades ante la educación. Una herida que no cierra”, en Cuadernos de Pedagogía, Wolters Kluwer, núm. 326, Barcelona, pp. 44-51.
La escuela concertada es una tipología de escuela presente en la red escolar española, la cual es creada por iniciativa de la sociedad civil (aunque en gran parte de los casos está vinculada a una orden religiosa), pero mantenida, total o parcialmente, con fondos públicos.