El concepto de reflexividad es clave en la obra de Anthony Giddens porque enlaza temas básicos como los de acción estratégica, rutinas e instituciones. Una revisión bibliográfica examina los usos y límites que hace de la reflexividad. En referencia al problema del enlace micro / macro en Sociología, primero se identifica el papel de la reflexividad en la teoría de la estructuración. Después se analiza en cuanto a su papel en la producción, reproducción y cambio de las instituciones modernas. En tercer lugar, con el fin de ampliar su utilidad analítica, se propone una distinción de tres usos que hace de la reflexividad y se destaca tanto la perspectiva de observación como el sujeto de la reflexividad. Las distinciones propuestas se ponen en juego al discutir la aparente contradicción entre reflexividad y rutinas. Como conclusión se enfatizan algunas limitaciones de la obra de Giddens y se sugieren caminos para avanzar con el estudio de la reflexividad.
The concept of reflexivity is key within the body of work of Anthony Giddens because it links basic topics such as agency, routines and institutions. A bibliographic analysis examines reflexivity's different uses and limitations. According to the problem about the link between the micro and the macro in sociology, the first part identifies the role of reflexivity within the theory of structuration. Then the analysis shifts to the role of Reflexivity in the production, reproduction, and change of modern institutions. Finally, as means to increase the analytic usefulness of the concept, a proposal for three uses of the term reflexivity is discussed. The proposal also highlights the perspective of observation and the subject of reflexivity. The proposed distinctions are put into play in order to argue against the apparent contradiction between reflexivity and routines. The conclusion highlights on several of the limitations in Giddens’ work and show a few ways to advance with the study of Reflexivity.
O conceito de reflexividade é fundamental dentro da obra de Anthony Giddens porque liga temas básicos como agência, rotinas e instituições. Fazemos aqui uma revisão bibliográfica a respeito dos usos e limitações da reflexividade. A partir do problema da ligação entre os níveis micro e macro na sociologia, primeiro identifica-se o papel da reflexividade dentro da teoria da estruturação. Depois, analisa-se a sua função na produção, reprodução e transformação das instituições modernas. Em seguida, como estratégia para aumentar a utilidade analítica do conceito, propõe-se uma distinção de três usos do termo. A proposta destaca tanto a perspectiva da observação quanto o sujeito da reflexividade. As distinções feitas servem pra discutir a aparente contradição entre reflexividade e rotinas. Finalmente, o texto destaca alguns limites na obra de Giddens e sugere certos caminhos possíveis de avançar com o estudo de reflexividade.
La obra de Giddens se puede concebir como una apuesta audaz por articular los sensibles problemas entre el orden y el cambio social y el enlace entre lo micro y lo macro en la Sociología.1 En particular, mediante la teoría
de la estructuración2 y la noción de dualidad de estructura, Giddens intentó sintetizar una diversidad de teorías para darle coherencia y dinamismo a la continuidad entre la acción y la estructura. En su ambicioso entramado teórico, la “reflexividad” –el proceso continuo de retroalimentación de conocimiento social– tiene un papel destacado, al grado de que constituye uno de los rasgos distintivos con los que describe a la modernidad.3 Como se argumentará a continuación, el uso que hace Giddens del concepto de reflexividad puede entenderse como un eslabón necesario entre el actor y la estructura y entre la posibilidad del orden y del cambio sociales. Por lo tanto, la primera parte del presente texto identifica el papel de la reflexividad en cuanto a la producción social mientras que la segunda se ocupa de la reflexividad en cuanto a la reproducción y el cambio social.
La teoría de la estructuración es considerada exitosa por ofrecer un esquema formal abstracto muy efectivo para describir, analizar e interpretar eventos.4 Sin embargo, por momentos, su manera de trabajar mediante “herramientas sensibilizadoras” termina por ofrecer planteamientos genéricos que para algunos investigadores resultan de poca utilidad para problemas concretos.5 Incluso, quienes la han encontrado iluminadora para sus objetivos, han destacado importantes limitaciones,6 contradicciones internas7 y puntos ciegos8 que ameritan continuar con su desarrollo. La tercera parte del artículo buscará contribuir con precisiones analíticas del concepto de reflexividad, en particular con usos diferenciados que ayudan a resolver algunas de las disputas que sus críticos han desarrollado. Asimismo, el análisis de su obra facilitará observar algunos de sus límites y mostrar posibles avenidas para ampliar la comprensión de un concepto fundamental para la teoría social como es el caso de la reflexividad.
1La teoría de la estructuración en la producción socialLa estrategia de Giddens para enmarcar el problema entre lo micro y lo macro es la contraposición de dos extremos para los cuales sugiere una tercera vía: la teoría de la estructuración. En la apertura de su obra más importante, La constitución de la sociedad,9 Giddens declara que su objetivo es encontrar un campo intermedio, por un lado, entre el funcionalismo de Parsons y el (Post) estructuralismo de Levi-Strauss y de Foucault y, por el otro, con la fenomenología de Schutz, el interaccionismo simbólico de Goffman y la etnometodología de Garfinkel. Siguiendo una estrategia donde excesivamente simplifica y agrupa complejas teorías sociales, Giddens se opone a los primeros porque el “todo social” domina “sobre sus partes individuales (o sea, los actores que lo constituyen, los sujetos humanos).”10 Simultáneamente rechaza las teorías de los segundos, en las cuales “acción y sentido reciben el primado para explicar la acción humana.”11Su tercera vía es una teoría que resta determinismo a la estructura y provee de algún constreñimiento al sentido de la acción individual.
1.1La reflexividad como acción estratégicaGiddens inicia el planteamiento de la teoría de la estructuración acotando el concepto de acción.12 Primero se cuida de empantanarse en el debate sobre las motivaciones inconscientes y se inclina por el término “obrar” (Agency, en el original en inglés),13 con el cual pone el énfasis en la capacidad del agente de ser competente en un entorno institucional y no en el de las motivaciones de su acción.14 A Giddens le importa más lo que un agente hace que lo que un agente busca.
Posteriormente propone dos formas de entender el obrar: la consciencia práctica y la consciencia discursiva. Giddens parte del supuesto de que los agentes humanos tienen, “como un aspecto intrínseco de lo que hacen, la aptitud de comprender lo que hacen en tanto lo hacen.”15 Con esto se refiere a que si se le pregunta a un agente sobre las razones de su actuar, por lo general puede iniciar un proceso reflexivo y explicarlas. A esta capacidad del agente la denomina consciencia discursiva de su actuar.16 No obstante, el agente rara vez tiene que ofrecer explicaciones sobre sus acciones. Por ello a su capacidad para ser la mayor parte del tiempo competente la llama consciencia práctica.17 Esta habilidad incluye lo que los agentes creen o saben acerca de las condiciones sociales de su propia acción pero dicho conocimiento no siempre se encuentra asequible a una expresión discursiva explícita y sin embargo se activa cuando se le requiere para actuar.18
Dentro de este contexto Giddens no sólo piensa la reflexividad como auto-consciencia sino como el carácter registrado del fluir corriente de una vida social […] una acción humana ocurre como una duración, un fluir continuo de conducta y lo propio vale para una cognición […] conviene pensar la reflexividad fundada en el registro continuo de una acción […] más como un proceso que como un estado y como parte intrínseca de la competencia de unos agentes.19
Con un eco a la teoría de Mead,20 la reflexividad sería entonces un proceso en el que un actor pone en juego su conocimiento del mundo social para que su acción sea efectiva, es decir, para ser un agente competente. Para Giddens, siguiendo a Schutz, 21 la reflexividad implica un conocimiento previo sobre la efectividad o no de ciertas acciones; un conocimiento tácito y práctico pero que regula, al guiar, el comportamiento del agente. La reflexividad también le permite una explicación discursiva de su acción que sea reconocida como válida por lo otros; apela a un saber mutuo acorde con los esquemas interpretativos que dan sentido a la vida social, es decir, regulan la acción en tanto que el actor necesita que sea coherente con su entorno y con los otros.22 La reflexividad es un proceso constante, práctico y discursivo, que al aportar consistencia e inteligibilidad, caracteriza el obrar estratégico de un agente.
1.2Las rutinas y las regiones como base de la estructuraciónProducto del obrar cotidiano, la rutinización y la regionalización son dos de los pilares de la teoría de la estructuración. La repetición de acciones estratégicas ordenadas como posiciones dentro de regiones constituye la naturaleza recursiva de la vida social a través de tiempo y espacio.23 Giddens argumenta que ambos procesos sustentan un sentimiento de confianza en el orden o constancia social que constituye la seguridad ontológica. Esta seguridad ontológica es la certeza subjetiva de que los mundos físico y social son lo que parecen ser y que seguirán así; lo que vive un agente hoy podrá ser vivido de forma similar mañana, por lo que puede ligar la experiencia del pasado con las expectativas del futuro.24 La ausencia de seguridad ontológica supone una angustia indescriptible que sólo puede encontrarse en episodios psicóticos de desintegración; un caos físico y social sumamente intenso. Como acertadamente se ha precisado en otro lugar,25 Giddens en realidad se refiere a una inseguridad psicológica, más no ontológica. En cierta medida la “seguridad ontológica”, como la nombra Giddens, es el correlato psicológico de la estabilidad de un orden social y no de la existencia de lo social.
La constancia necesaria para mantener la seguridad ontológica del agente permite que las rutinas poco a poco generen reglas que regulan la interacción social y movilizan recursos. Las reglas serían procedimientos generalizables que los actores usan en múltiples circunstancias como fórmulas para la acción. Asimismo, las rutinas requieren de la capacidad de realizar tareas, para lo cual se requieren recursos, es decir, el equipamiento material y la habilidad organizativa de actuar en determinadas situaciones.26 Las reglas se vuelven parte del conocimiento previo de los agentes y con ello, crucialmente, los agentes son capaces de reflexivamente transformar las reglas en nuevas combinaciones según se confrontan y negocian unos con otros en diferentes contextos de interacción y con distintas capacidades para movilizar recursos. Las reglas y los recursos estructuran los lazos sociales porque mediante ellas los agentes crean, sostienen, o transforman sus relaciones a lo largo de tiempo y espacio y, precisamente porque son transformativas, generan diversas combinaciones que enlazan muchos patrones distintos de relaciones sociales.27 Por lo tanto, el conocimiento de las rutinas efectivas y los recursos disponibles se convierte en un elemento esencial para un agente competente.
En un proceso complejo y opaco las rutinas recurrentes y la continua movilización de recursos se conviertan en instituciones sociales que se extienden en el espacio y en el tiempo, las cuales, a su vez, forman sistemas sociales.28 Primero plantea que la reciprocidad de prácticas en copresencia genera una integración social que da continuidad a esas mismas prácticas. Después esa integración se vuelve sistémica cuando ya no requiere de la copresencia de los actores sino que se sustenta en las reglas y recursos acumulados. Giddens no se extiende en los mecanismos por los cuales una rutina se solidifica en una serie de reglas, tan sólo los asume y describe como: “entrelazamiento de sentido, elementos normativos, y poder.”29 Sin embargo, una vez que existen, tienen una importancia capital en la permanencia de las instituciones. Como en la teoría de Searle,30 las reglas que se repiten a lo largo de tiempo y espacio son las instituciones. Así es como Giddens se separa de un planteamiento cosificado de estructura y propone que las rutinas y las regiones se organizan para crear la recursividad de la actividad social. Prefiere discutir la estabilidad social en términos de propiedades estructurales, es decir, prácticas sociales reproducidas en las que “estructura existe, como presencia espacio-temporal, sólo en sus actualizaciones en esas prácticas y como huellas mnémicas que orientan la conducta de agentes humanos entendidos.”31 Por lo tanto, las instituciones no existen más que como prácticas situadas que se reproducen gracias a un saber mutuo que reflexivamente conforma rutinas.
1.3Instituciones que habilitan y constriñenGiddens busca enlazar lo micro y lo macro cuando teoriza que la dualidad de estructura siempre es un continuo de prácticas sociales.32 La dualidad implica que las instituciones son “tanto un medio como un resultado de las prácticas que ellas organizan de manera recursiva”33 y si al reproducir las propiedades estructurales se reproducen las condiciones que posibilitan una acción, estructura es a la vez constrictiva y habilitante. Con ello Giddens no sugiere una suerte de volatilidad de las instituciones, únicamente recuerda que no existirían sin el obrar humano. Por el contrario, él afirma que “a mayor distanciamiento espacio-temporal de los sistemas sociales, más resistentes serán a su manipulación o cambio por parte de un agente individual.”34 El constreñimiento institucional al agente puede ser de tres tipos: material, cuando cualidades físicas limitan la acción; por sanciones, cuando hay una respuesta punitiva de unos agentes hacia otros; y estructurales, cuando las opciones disponibles para un actor o grupo de actores están limitadas por su relación con otros actores situados en cierta circunstancia.35
La teoría de Giddens se centra en el agente pero no olvida el constreñimiento estructural en el que ocurren las prácticas sociales. Como destaca Farfán,36 el que un agente sea capaz de dar razones de su actuar no implica que conoce en toda su extensión lo que está haciendo y mucho menos que controle las consecuencias de su acción, ya que la estructura opera justamente al limitar sus márgenes de posibilidad.
La reflexividad es dentro de la teoría de la estructuración un elemento necesario para asegurar que las prácticas situadas continúen como instituciones. Sin la posibilidad de recurrir a un conocimiento previo y a un saber mutuo el obrar no podría ser recursivo, por lo que la reflexividad primero se utiliza como la bisagra entre el obrar y las rutinas y luego como la bisagra entre las instituciones y su conocimiento acumulado.37 Sólo mediante la reflexividad el conocimiento social puede orientar el obrar del agente hacia la estabilidad institucional y la integración sistémica. A continuación se revisará cómo es que Giddens utiliza la reflexividad para reconciliar la necesidad de estabilidad con el cambio social.
2La teoría de la estructuración en la reproducción y el cambio socialPara integrar a su teoría el cambio social Giddens primero recurre a la discusión de Merton38 sobre las consecuencias no deseadas de la acción. Parte de que los agentes realizan acciones sociales con base en razones que obtienen de un conocimiento previo, mismo que puede ser discursivo o práctico. Sin embargo, estas acciones ocurren en condiciones de un entendimiento limitado de sus consecuencias. “Los actores tienen razones para lo que hacen y lo que hacen tiene ciertas consecuencias especificables que ellos no buscan.”39 Las limitaciones del entendimiento sobre las consecuencias de la acción también son límites de la reflexividad pero que no inhiben la acción.
Giddens identifica tres de estos límites.40 El primer límite a este entendimiento es la imposibilidad de observar el final de la cadena de consecuencias de una acción: La acción A causa B y luego causa C y luego D y E en una serie cuyo final (si existe) el agente no puede observar y mucho menos anticipar. En la segunda forma de consecuencias no previstas el agente realiza una acción individual esperando una consecuencia dentro de su esfera de control sin considerar que otros agentes realizan una acción similar cuyo efecto agregado tiene consecuencias imprevistas que pueden incluso oponerse a la racionalidad inicial del agente. El tercer límite al entendimiento sobre las consecuencias de la acción atañe directamente a los procesos de estructuración e integra los dos límites anteriores. Una acción rutinaria localizada, además de los efectos psicológicos sobre el agente, tiene como consecuencia no deseada la reproducción social en contextos un poco más lejanos. Después, “lo que ocurre en esta segunda serie de contextos influye, de manera directa o indirecta, sobre las posteriores condiciones de una acción en el contexto original.”41
Las instituciones son contingentes a la acción individual. El agente rara vez tendrá como objetivo próximo de su acción la legitimación y continuidad de una institución pero aun así contribuye a perpetuarla. De ahí que se destaque que el “punto ciego” de Giddens se encuentra precisamente al plantear la continuidad entre acción y estructura desde la observación del agente y su acción. En su teoría la estructura suele aparecer como contexto predefinido, como una fórmula o forma que el agente no siempre puede enunciar pero que sin embargo puede utilizar. El agente garantiza la reproducción social como el producto no buscado de la estabilidad de sus rutinas.42
2.1Reflexividad y cambio socialCon la ayuda de Merton, Giddens consigue explicar la reproducción que genera un orden o forma social a pesar de desigualdades endémicas.43 Sin embargo, después se ve obligado a justificar cómo es posible cambiar una rutina sin que pierda sus virtudes psicológicas, pero aun así modifique las instituciones que reproduce de forma no planeada. En suma, la pregunta es: ¿por qué cambian las instituciones si su recursividad ofrece la tan importante estabilidad psicológica? Para contestarlo, una vez más, Giddens se apoya en la reflexividad.
De nuevo la clave empieza en la cotidianidad del agente. Si bien gran parte de la acción se orienta por la consciencia práctica en forma de rutinas, Giddens considera que el sentido común es susceptible de ser confrontado y modificado reflexivamente como creencia y no como conocimiento o como conocimiento en contradicción consigo mismo cuando cambia la forma de valorarlo.44 Giddens arguye que el sentido común es la puerta de entrada por la cual la reflexividad funciona como mecanismo para modificar el obrar.45 La premisa es que el agente es capaz de reflexionar sobre los procesos sociales que vive y moldea. Los agentes todo el tiempo ingresan nueva información sobre el entorno social, la asimilan en sus rutinas y así modifican las instituciones sociales. Nueva y mejor información sobre el mundo social actualiza el acopio de conocimiento y por consiguiente puede cambiar rutinas. Giddens con frecuencia defendió que no puede haber leyes sociológicas universales y atemporales precisamente por la capacidad de agencia humana que le permite cambiar su propia organización social. Incluso, como se discutirá a mayor detalle en la siguiente sección, mediante procesos de doble hermenéutica, gracias a la reflexividad sobre sus rutinas, los agentes profanos pueden usar el conocimiento sociológico para repensar su situación y modificarla.46
En el proceso de estructuración, los cambios en la reflexividad de los agentes, si se vuelven habituales, paulatinamente irán modificando decisiones y consiguientemente las reglas que gobiernan las instituciones. La reflexividad permite atenuar el impacto de cambios graduales en la angustia. Algunos críticos erróneamente arguyen que por este uso Giddens considera que la reflexividad, en forma de mejor información, es todopoderosa para cambios de gran escala.47 Lo que se olvida es que para Giddens el constreñimiento institucional siempre está en operación y el proceso de cambio es largo, necesariamente colectivo, limitado de forma material y con consecuencias imprevisibles e incontrolables para el individuo.
Los agentes son regulados por instituciones sociales que constriñen y habilitan la acción estratégica pero estas también son poco a poco modificadas por la información que reflexivamente cambia el sentido común de los agentes y así actualiza los principios estructurales. Más aún, la reflexividad facilita la integración entre el conocimiento previo y el actual para dar una explicación práctica y discursiva coherente a las transformaciones sociales. La modificación de la acción que puede transformar instituciones no es vivida por el agente como especialmente trascedente por la facilidad con que la reflexividad la incluye o asimila en el resto de su historia personal. La trascendencia del cambio sólo se puede apreciar en una observación de segundo orden, es decir, cuando se mira el proceso desde el paso del tiempo, a mayor escala, y se aprecia la transformación de las preferencias y las instituciones. Sin modificar la perspectiva, la observación de primer orden del agente sólo muestra la aparente pasividad de la rutina y la eficacia tenaz de la consciencia práctica para guiar la acción.
2.2Desanclaje / reanclajePor insignificantes que puedan parecer los cambios en las rutinas, para Giddens son en gran medida responsables de configurar la modernidad, principalmente a través de los procesos de desanclaje y reanclaje.48 En el mundo premoderno o tradicional la rutina estaba estructurada por las relaciones de parentesco, las normas comunitarias, y las cosmologías religiosas.49 La identidad individual no constituía un problema gracias a que ya estaba en gran medida asignada debido a que las elecciones eran reducidas y las funciones sociales estaban más o menos bien delimitadas y ancladas a un lugar fijo. En cambio, con la modernidad, la identidad individual se vuelve un problema porque implica una forma de ser, entre otras, y la biografía se revela como un modo de proceder, pero que pudo haber sucedido de otra forma. En la modernidad las opciones se multiplican y el estilo de vida que busca colonizar el futuro cobra enorme relevancia.50
Notablemente, para Giddens, la modernidad tardía se caracteriza por una radicalización y generalización de los principios modernos (como la propia reflexividad y el desanclaje, pero también la separación de tiempo y espacio o los mecanismos de fiabilidad, mismos que no se discuten por una cuestión de espacio), lo que tiene un impacto considerable en el mantenimiento de las rutinas. Giddens identificó una “desorientación generalizada” que: [...] se expresa en la opinión de que no es posible obtener un conocimiento sistemático de la organización social, [ésta] resulta en primer lugar de la sensación que muchos de nosotros tenemos de haber sido atrapados en un universo de acontecimientos que no logramos entender del todo y que en gran medida parecen escapar a nuestro control.51
Giddens sostiene que la contingencia y la velocidad del cambio institucional le impiden al agente identificar con claridad las razones por las que ajusta sus rutinas y por ello se siente atrapado y desorientado con su nueva forma de actuar. A pesar de los ajustes reflexivos del agente, el acelerado ritmo de la modernidad impide la adaptación al siempre nuevo orden social. Tomando la metáfora de Bauman,52 esta desorientación o incomodidad se debe a la sensación del hombre común por patinar a gran velocidad sobre hielo quebradizo.
En la modernidad el agente tiene menos referentes para orientar sus rutinas53 e incluso su complejidad sugiere que sólo tiene fragmentos para organizar su identidad.54 Sin embargo, Giddens destaca que el agente no parece estar tan perdido como un sociólogo pesimista podría esperar. A pesar de que sólo tiene fragmentos incoherentes que no comprende para entender su posición biográfica dentro de instituciones complejas, de acuerdo a Giddens, el agente logra armar una narrativa identitaria coherente.55 Giddens analiza que la modernidad no sólo implica un desanclaje de la tradición sino un reanclaje en instituciones modernas. Explica que la reflexividad le permite al agente ligar el pasado y el futuro en un relato identitario coherente que mantiene relativamente segura la seguridad ontológica, incluso y a pesar de la desorientación que provoca el desanclaje. A pesar de que las instituciones sociales se transformen de manera importante, el agente crea un relato biográfico continuo y cotidiano. Mientras los Beck56 se preocupan por cómo los agentes creen encontrar soluciones biográficas a desigualdades sistémicas, Giddens quiere entender cómo transformaciones sociales se experimentan como continuidades biográficas coherentes.57 Y, como se verá en la siguiente sección, la reflexividad juega un papel esencial para lograrlo.
3La reflexividad a partir de la teoría de la estructuraciónHasta ahora se hizo hincapié en el destacado papel de la reflexividad en la teoría de la estructuración, en particular su función tanto en la producción como en el cambio social, así como en el impacto que tiene en los individuos, sobre todo para sostener sus rutinas en el contexto de la modernidad tardía. A continuación se profundizará el análisis de la reflexividad en tres direcciones distintas: los diferentes usos que hace Giddens de su concepto de reflexividad, la perspectiva de observación al usar la reflexividad y el sujeto de la reflexividad.
3.1Usos de la reflexividadEl análisis de la obra de Giddens desde la reflexividad destaca una aparente contradicción: ¿Cómo es posible que la reflexividad permita tanto la continuidad social como el cambio? ¿La reflexividad ayuda a mantener la seguridad ontológica o la socava? Como se argumentará a continuación, las respuestas pueden encontrarse al distinguir los usos que hace de la reflexividad. Amanera de síntesis de lo ya expuesto, se muestran tres usos distintos que Giddens hace en referencia al agente. Aquí se enfatiza la función teórica de enlace o bisagra entre sus otros conceptos porque ahí es donde radica parte de su importancia al dotar de coherencia a la teoría de la estructuración.
- 1)
Eslabón entre el obrar del agente y sus rutinas que facilita la recursividad de la vida social. La reflexividad guía el obrar porque permite que la acción sea inteligible para sí mismo y coherente entre el pasado y el presente del agente.
- 2)
Eslabón entre las rutinas y las instituciones: vuelve la acción efectiva y coherente con el contexto de interacción para sus propósitos estratégicos. La recursividad institucional acumula conocimiento y permite la creación de sistemas sociales.
- 3)
Eslabón entre nuevo conocimiento y la reproducción social. Reintroduce nuevo conocimiento del entorno social y altera el obrar al cuestionar el sentido común y al desanclar rutinas. Cuando la modificación es colectiva y constante modifica las instituciones y dinamiza cambios sociales.
Las distinciones anteriores pretenden mostrar que si bien la reflexividad es el proceso continuo de retroalimentación de conocimiento social, este puede tener tres propósitos distintos. Por supuesto que las distinciones sólo son analíticas pero facilitan problematizar contradicciones, como cuando Archer58 destaca que la reflexividad no puede conducir tanto a la continuidad como al cambio. De forma similar se ha destacado la contradicción entre dos usos que hace Giddens de la seguridad ontológica: como intocable para evitar la angustia mediante rutinas y al mismo tiempo susceptible de ciertos umbrales cuando se trata del desanclaje y el reanclaje.59
A partir de las distinciones señaladas se puede replantear el problema para destacar que el nuevo conocimiento que implica el desanclaje (que se integra mediante el tercer uso) no suele ser tan intenso como para desestabilizar la coherencia entre pasado y futuro del agente (primer uso). La asimilación de algo tan intenso para la identidad del agente sólo puede hacerse de manera gradual justamente porque no puede comprometerse la seguridad psicológica del agente; ver, por ejemplo, la teoría de la disonancia cognitiva para profundizar en la necesidad humana de consistencia interna.60 Si el reanclaje es posible se debe a que el agente puede darle coherencia y sentido al nuevo conocimiento. La nueva información rara vez pondrá en juego la confianza básica en el mundo pero sí podrá recodificar paulatinamente las reglas y los contextos de interacción (segundo uso), lo que sin duda generará una desorientación importante mas no una angustia existencial.61 Con el desanclaje la seguridad psicológica del agente está a salvo porque Giddens no piensa en despersonalizaciones sino en experiencias como la del Forastero de Schutz.62
Estas distinciones facilitan comprender con mayor precisión el análisis de Giddens sobre la aceleración del el tercer uso de la reflexividad pero que no necesariamente implica una aceleración del primer y segundo usos. La aceleración del tercer uso de la reflexividad obligó y obliga al hombre a reajustarse en nuevas rutinas por la incorporación de información pero, por más que la consciencia discursiva socave las rutinas, modifique rituales de interacción y genere cierta ansiedad por la puesta en duda de algunas de las certezas del agente, éste cuenta con otros dispositivos para obtener la confianza (fiabilidad) necesaria tanto del mundo, como de los otros y de sí mismo.63 La reflexividad-para-el-cambio tiene la potencialidad de alterar rutinas pero rara vez la fuerza como para fracturar seriamente la identidad del yo porque la reflexividad-para-la-continuidad permite asimilar con coherencia la novedad con la estabilidad. El agente ordinario genera el cambio social pero lo vive como desorientación mas no como desintegración. A pesar del cambio social, el agente siempre se “reancla”, no deja de ser competente y, aunque las acciones sean hasta cierto punto confusas para sí mismo (primer uso), consigue que sean coherentes con el contexto (segundo uso).
3.2Perspectivas de la reflexividad: Doble hermenéuticaLos dos primeros usos de la reflexividad presuponen una observación de primer orden. Sin embargo, Giddens también reconoce que la reflexividad puede ser de segundo orden cuando se analiza el obrar de otros de manera aislada o como instituciones.64 Al constante deslizamiento de marcos de sentido entre la observación de primer orden del agente y la de segundo orden del analista social Giddens lo llama doble hermenéutica65. Por lo general Giddens piensa en el rol de los sociólogos pero esta perspectiva de observación es válida para cualquiera que genere información social; verdadera o falsa, científica o de divulgación.
El problema radica en que las teorías y los descubrimientos de las ciencias sociales no están aislados del universo de sentido y acción del que tratan; no hay una frontera entre objeto de estudio y sujeto que estudia. La calidad de experto no libera al analista de compartir un saber mutuo con los agentes que estudia: él o ella es parte del fenómeno.66 Un sociólogo que debate si nos encontramos en la modernidad o en la posmodernidad vive en ella(s); vive su vida como observación de primer orden y analiza sistemas sociales como observación de segundo orden. Esto también supone que los usos de la reflexividad se alternan constantemente, al igual que las perspectivas de observación.
Adicionalmente, como ya se mencionó, el problema de la doble hermenéutica también se refleja en que el momento de producción de nueva información sobre un sujeto / objeto social es el mismo momento en el que dicho sujeto se transforma debido a la propia información generada (tercer uso de la reflexividad). Constantemente el hombre común, con sólo mirar la televisión, obtiene información sobre su entorno que lo vuelve una especie de científico social que teoriza y reinterpreta su mundo una y otra vez. Esto equivale a decir que Giddens modificó (ligerísimamente) el rumbo de la modernidad con sus teorías por el impacto que tuvo en nuestro saber sobre el mundo social. De igual forma, equivale a decir que el momento de publicar sus libros fue el mismo momento en el que su análisis se volvió impreciso y en cierta medida caduco.
3.3Sujeto de la reflexividad: ¿instituciones reflexivas?Si bien Giddens teoriza sin precisar tres usos distintos de la reflexividad, uno de los puntos más vulnerables de su teoría se refiere al sujeto que realiza dicha observación. Si Giddens constantemente afirma que la reflexividad sólo es de los agentes, entonces no queda claro si la modernidad o alguna de sus instituciones puede ser reflexiva. En otras palabras, ¿quién o qué es el sujeto que usa la reflexividad?
Giddens insiste en distanciarse de posiciones funcionalistas porque se niega a otorgar racionalidad a los sistemas sociales. En su opinión la racionalidad sólo puede ser de los agentes, aun cuando sea limitada tanto por los consecuencias no deseadas de la acción como por la debilidad del individuo aislado ante los constreñimientos institucionales. Si el orden y el cambio son posibles se debe a que una auto regulación reflexiva genera lazos causales entre agentes que realimentan una reproducción sistémica. La pregunta es entonces cómo puede ser la modernidad Reflexiva. Si la modernidad es entendida como una serie de principios estructurales compartidos por la mayoría de las instituciones sociales pero anclada siempre en las rutinas de los agentes, entonces atribuirle una capacidad reflexiva es dotarla de una racionalidad muy parecida a la que se opone.
Giddens identifica el peligro en el que incurre y ofrece una explicación débil con la que regresa el análisis social a divisiones micro/macro. Efectivamente acepta la reflexividad institucional pero a condición de hacer epojé sobre su base situada en las rutinas de los agentes. Un análisis institucional “pone en suspenso las destrezas y la conciencia de los actores para considerar las instituciones como reglas y recursos reproducidos inveteradamente.”67 Poner entre paréntesis las rutinas en un análisis institucional o a las instituciones en un análisis del obrar estratégico es un mal necesario al exponer la complejidad social. No obstante, Giddens libra la contradicción cuando explica la modernidad Reflexiva como una radicalización de procesos como el desanclaje que tienen su base misma en un cambio de rutinas. Incluso cuando describe la reflexividad de la modernidad la muestra como el proceso de examinar y preguntarse de manera constante sobre las prácticas sociales mismas al introducir incesantemente la duda como método.68 A final de cuentas, la reflexividad siempre es de los agentes y si habla de modernidad reflexiva es la ilusión de la epojé; la consecuencia inadvertida de usar un atajo retórico.
4ConclusionesEl esfuerzo de Giddens por sintetizar los grandes problemas de teoría social no era un intento por hacer una gran teoría como la de Parsons sino un intento de conciliación para encontrar los puntos de consenso en la creciente diversidad teórica. Su obra ayuda a repensar si las divisiones que tanto obsesionan a la teoría social son en realidad falsos problemas efecto de la manera en que se teoriza. Giddens no fue el único que quiso establecer un piso común para la Sociología y recibió críticas similares, por lo que sus escritos se asemejan más a los de Bourdieu69 o Coleman.70 Al igual que el concepto de habitus en Bourdieu71 o el de capital en Coleman,72 el concepto de reflexividad en la obra de Giddens corre el riesgo de perder su poder analítico debido a su ubicuidad y elasticidad. Y precisamente por ello es que hace falta continuar con su precisión teórica.
La teoría de la estructuración tiene limitaciones que deberían convertirse en nuevos problemas a resolver. Por momentos parece paralizante para avanzar la teoría social: la acción individual requiere de un proceso tortuoso para producir un cambio y la estabilidad institucional no puede garantizarse porque los sujetos cambian sus rutinas todo el tiempo en direcciones incontrolables y poco predecibles.73 En el mismo sentido, una cosa es afirmar que las rutinas se convierten en instituciones y otra muy distinta es demostrar bajo qué condiciones algunas se vuelven instituciones y bajo cuáles no.74 Aún falta un mayor trabajo para acercar la obra de Giddens a un uso empírico.
No obstante, un gran mérito de Giddens está en su habilidad para mostrar múltiples usos del concepto de reflexividad. Aun cuando su definición es por momentos vaga y siempre flexible, tiene la consistencia para mostrar su expresión ante diversos problemas como el del agente y la estructura o el del orden y el cambio social. Quien retome su concepto de reflexividad debería de ser cuidadoso en cuanto a si se lo adjudica al hombre común en una observación de primer orden o a un analista social en una observación de segundo orden. De igual forma, los estudios de fenómenos sociales que incluyan a la reflexividad se verán beneficiados si distinguen adecuadamente entre niveles de análisis: interaccional cuando el interés sean las conductas estratégicas de copresencia,75 institucional cuando se quiera entender la integración social76 y societal cuando se busquen grandes principios estructurales como los de la modernidad.77
La discusión sobre si la reflexividad es de los agentes o de las instituciones es fundamental si se quiere comparar el concepto de reflexividad de Giddens con el de otros autores, por ejemplo con Luhmann.78 Aun cuando el recurso a la epojé pueda parecer una salida fácil, cualquier análisis que retome el entramado teórico de Giddens deberá de tomar en cuenta las tesis elementales de la teoría de la estructuración y situar la reflexividad en los agentes.79 Para Giddens no existe tal cosa como una reflexividad entre sistemas más que como una metáfora del efecto de las prácticas de los agentes. Esta postura aún constituye un recordatorio refrescante que regresa al ser humano a la Sociología. Al mismo tiempo constituye una limitación porque, siguiendo a Archer,80 a Giddens le cuesta explicar por qué un sistema educativo es centralizado (una persona jamás) y una madre sufre por su hijo (una institución jamás).
La elasticidad del concepto de reflexividad en la obra de Giddens le permite utilizarlo como eslabón de varios de sus conceptos más importantes. Sin embargo, su ubicuidad resulta una de las debilidades más importantes de la teoría de la estructuración a menos que se consiga distinguir el uso que se hace de ella. Por ejemplo, la reflexividad en Giddens puede ser tanto la causa de la aceleración de la modernidad como el atenuante de sus efectos en la biografía individual. Por tal motivo, el análisis que se realizó en las páginas precedentes busca ser un refinamiento teórico que favorezca la precisión de un concepto central para la coherencia de la teoría de la estructuración. Futuros desarrollos teóricos deberán de profundizar en los mecanismos detallados por los cuales los múltiples usos de la reflexividad trabajan armónicamente o las situaciones en las cuales las rutinas y la reflexividad entran en oposición. Más aún, llama la atención que parece no existir en Giddens un obrar irreflexivo, por lo que su teoría termina en un imperativo reflexivo.81
La reflexividad es un concepto tan escurridizo que aún está lejos de ser transparente y nuevas precisiones teóricas sin duda fortalecerán su utilidad analítica. Por estas razones aún parece prematuro considerar a la reflexividad como un candidato sólido para ocupar el centro de la Teoría Social.
Una excelente discusión sobre estos sensibles problemas puede encontrarse en: Turner, Johnathan y Turner, Stephen (1990), The Impossible Science: An Institutional Analysis of American Sociology, SAGE, California, Estados Unidos, p. 224.
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