Joaquín Tejero García falleció de forma súbita e inesperada el pasado 27 de abril de 2011, justo cuando se encontraba planificando su asistencia al Congreso de la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergología Pediátrica de Granada. El destino quiso que finalmente no pudiera asistir, él que tenía un cariño especial por esta ciudad, donde estudió Medicina, y por sus compañeros granaínos.
Hasta el último día Joaquín Tejero mostró su entusiasmo por aprender, acudiendo diariamente a sus clases en la Universidad de mayores. Era tal su actividad cotidiana que amigos y compañeros me comentaban que apenas unos días antes de su fallecimiento, y como siempre hacía, se había parado para conversar e interesarse por ellos y sus familias. De igual forma, en el congreso de la SEICAP muchos compañeros me preguntaban, sorprendidos y entristecidos, por lo inesperado del desenlace. Algunos me contábais anécdotas vividas con Joaquín, que sin excepción incluían detalles de su carácter bondadoso, tranquilo y cortés. Cuando alguien acudía a él en busca de ayuda, la respuesta no sólo era indefectiblemente afirmativa, sino que además ponía todo su empeño en la cuestión.
Joaquín estaba orgulloso de haber nacido en Alcaudete (Jaén), sintiendo un gran honor cuando pronunció el pregón de las fiestas mayores de su pueblo. Tras finalizar los estudios de Medicina, obtuvo plaza por oposición en el Sistema Nacional de Salud en Bilbao, a donde se desplazaba desde Córdoba con su SEAT 600, alternando con estancias en Madrid para completar su formación alergológica con el Dr. Ojeda Casas, coincidiendo con otros compañeros de SEICAP y SEAIC. Fue socio fundador y activo participante de la SEICAP, formando parte como vocal en tres Juntas Directivas (1976–81, 1985–89 y 1997–2001) y organizando los congresos celebrados en Córdoba en 1988 y 2007.
Después de un corto periodo como pediatra en Palma del Río, entró a formar parte del Servicio de Pediatría de Córdoba, ubicado desde 1975 en el Hospital Universitario Reina Sofía, donde fuera Jefe de Sección de Alergia Pediátrica con el fallecido Prof. D. Armando Romanos. De los años que trabajé con él antes de su jubilación en 2003, recuerdo especialmente el trato exquisito para con los niños y sus familias. Un detalle: siempre se levantaba y daba la mano a los padres tanto al recibir como al despedirles de la consulta. Ello explica por qué Don Joaquín era un referente para esas familias (a veces venían nietos de aquellos niños que atendió en sus inicios). Puedo decir que sin duda fue para mí una fortuna tenerlo como maestro y compañero, no sólo por lo que aprendí de él en el aspecto científico sino también en el humano: muchas ocasiones me descubro a mi mismo realizando decisiones y gestos heredados de Joaquín.
Si hubiese que resumir a Joaquín Tejero en una palabra, esta sería generosidad. Tanto es así que incluso tras su muerte varias personas anónimas encontrarán gracias a él alivio de sus enfermedades, quizá sin saber que portan órganos de una gran persona cuya humanidad y gentileza perdurarán en el recuerdo de los que tuvimos la gran suerte de conocerlo.
Descansa en paz, amigo Joaquín, te recordaremos siempre con cariño.