La persistencia de la vena cava superior izquierda (VCSI) es la anomalía venosa torácica más frecuente, con unaprevalencia de hasta el 2% en la población general. De curso asintomático, su detección suele corresponder a un hallazgo durante la cateterización de vías venosas centrales superiores. Reconocer alguna de sus variantes ante dificultades durante el cateterismo puede evitarnos iatrogenia o errores diagnósticos.
Casos clínicosCaso 1: mujer de 58 años, con insuficiencia renal terminal en hemodiálisis. Historia de múltiples accesos vasculares. Implantamos un nuevo catéter en la vía yugular izquierda. Técnica habitual sin anomalías. Comprobamos el buen funcionamiento de ambas luces y con radioscopia observamos su extremo en silueta cardíaca, con latido y un recorrido anómalo paravertebral izquierdo. La placa de control reveló un recorrido semejante al de una VCSI. La gasometría era venosa y se practicó an-giorresonancia magnética y angiografía para diferenciar una VCSI de posibles malposiciones. El catéter fue útil en tres sesiones antes de su retirada. Caso 2: mujer de 32 años, con síndrome de Down y disfunción sinusal. Programada para implante de marcapasos DDDR (doble ‘sensado’, doble estímulo y doble respuesta). Se avanzaron los cables vía vena cefálica izquierda, dibujándose una silueta de VCSI, desconocida previamente. A través del seno coronario se implantaron en sus respectivos destinos. Chequeo normal.
ConclusiónLa VCSI y sus variantes congénitas son anomalías venosas no infrecuentes, cuya detección durante el cateterismo de vías centrales superiores es esencial para evitar iatrogenia grave (perforación venosa central) y falsos diagnósticos sobre malposiciones intraarteriales o extravasculares intratorácicas.
Persistent left superior vena cava (LSVC) is the most frequent thoracic venous anomaly, with a prevalence of up to 2% in the general population. As it is asymptomatic, it is usually only detected during catheterisation of the upper central veins. Recognising some of its variants when faced with difficulties during catheterisation can save us from iatrogenic effects or diagnostic errors.
Case reportsCase 1: a 58-year-old female with terminal renal failure on haemodialysis. The patient had a history of multiple vascular accesses. We placed a new catheter in the left jugular line. This is a usual procedure with no anomalies. We checked both lumina were functioning properly and with radioscopy we observed its tip in the cardiac silhouette, with an anomalous left paravertebral route and beating. The control X-ray revealed a route that was similar to that of an LSVC. Blood gas analysis showed it to be venous and magnetic resonance angiography and angiography were performed to distinguish an LSVC from possible malpositioning. The catheter was used in three sessions before it was withdrawn. Case 2: a 32-year-old female with Down syndrome and sinus node dysfunction. The patient was programmed for a DDDR (dual sensor, dual stimulus and dual response) pacemaker implant. The wires were run along the left cephalic vein, which traced a previously unknown LSVC silhouette. They were implanted in their respective destinations through the coronary sinus. Check-up was normal.
ConclusionsLSVC and its congenital variants are venous anomalies that are not infrequent; their detection during the catheterisation of upper central lines is essential in order to prevent serious iatrogenic effects (perforation of the central venous line) and false diagnoses involving intra-arterial intrathoracic or extravascular malpositioning.